Raúl Escuín: “Me han llamado caníbal”

Sofía Villa Bernad//

Tiene 30 años y nació en Zaragoza. Desde hace dos años vive en Alloza, Teruel. Estudió Auxiliar de Enfermería. Cree en el amor y se enamora todos los días de cosas, animales, plantas y personas. Nunca se enfada. Tampoco ve la televisión. No lleva reloj: sabe la hora por las sombras que proyectan las casas y los árboles.
Y es el creador de la morcilla con sangre humana. Su nombre es Raúl Escuín.

– Morcilla con sangre humana…

– Sí. Se me ocurrió de niño cuando estaba en el obrador con mis padres. Siempre había estado viendo cómo se hacían morcillas con sangre de cerdo y un día le dije a mi madre: “¿Por qué no se hacen con sangre de persona? Ella me dijo: “No digas tontadas”.

– ¿Y qué le ha parecido a tu familia que lo hayas llevado a cabo?

– Mis padres me han dicho que no es normal pero soy su hijo y me apoyan en todo momento. De hecho, mi madre me ha ayudado mucho con la receta. Mi padre también me apoya pero no es una cosa que le apasione. Ellos no la probarían. Sin embargo, mis abuelos sí la probaron.

– Pero, ¿cuál es tu objetivo?

– El objetivo es que cada persona se coma morcilla hecha con su propia sangre. Busco también que la persona participe en el proceso de elaboración: que la embuta en la piel, que la cierre… Así se ve y se entiende todo muchísimo mejor. Esto está enfocado tanto a personas veganas como a las que no lo son pero quieren vivir una experiencia distinta.

– Entonces, yo no podría comer una morcilla hecha con tu sangre…

– De momento, no. Pero lo que está pasando en las sesiones es que gente que no participa activamente con su sangre luego siente la curiosidad de probar la de la otra persona. Por eso ahora quiero investigar la sangre y sus propiedades para saber si comer la morcilla de otra persona entraña algún riesgo para la salud.

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– ¿Ingerir tu propia sangre es sano?

– No es insano. Si yo estuviera infectado con VIH no me podría volver a infectar.

– ¿Y legal?

– De momento no es ilegal. No hay nada legislado. El que yo lo esté haciendo en casas, de una manera más privada y sin cobrar es lo que a mí me respalda. Me quiero poner en contacto con Sanidad porque me gustaría hacerlo de una manera más pública.

– La idea habrá causado distintas reacciones…

– “Loco” es lo más usado. Pero lo que más me ofende es que la gente diga que le da asco. Tú no sabes qué vida ha tenido el animal ni qué procesos de manipulación ha llevado su sangre. La sangre que se saca de los mataderos se recoge en aljibes, se lleva por tuberías, se corta con sueros y se mezcla con heparina. Que te dé asco tu sangre que de tu vena va directa a la receta…

– ¿Cómo te sientan esos comentarios?

– Da miedo. Al principio estuve un tiempo mal. Cada día iba saliendo un artículo nuevo con gente con la que ni siquiera había hablado, que copiaban noticias de otros sitios y decían cosas que yo no dije, como que estaba haciendo morcillas con sangre menstrual. Al principio estaba más cohibido, casi todo me afectaba. Ahora estoy curado de espanto.

– ¿La morcilla es totalmente vegana?

– No hay ningún vegano que me haya venido a decir que esto es antivegano. El ser humano es un animal pero al haber consentimiento no hay abuso animal ni maltrato, por lo que sí que sería vegano. Mucha gente vegana está respaldando el proyecto.

– ¿Tú lo eres?

– No. Yo soy casi vegetariano. Creo que lo del veganismo se ha convertido en una moda y que no sale del corazón de la gente. Sé que con el tiempo me haré completamente vegetariano. Vegano no, porque considero que si animales como las gallinas tienen una buena vida no debemos privarnos de ciertos alimentos.

– También te han llamado caníbal, ¿no?

– Sí. Pero el diccionario define ‘caníbal’ como la persona que come carne humana, no fluidos. Si nos ponemos ahora a llamar caníbales a todas las personas que toman o ingieren fluidos corporales mismos o de otras personas… (risas).

– ¿Cuántas personas formáis parte de este proyecto?

– Yo soy quien mueve los hilos pero hay muchísima gente detrás de esto. La página web me la lleva un chico de Barcelona, otros me ayudan a traducirla a varios idiomas, tengo gente haciéndome los logos, enfermeras que me ayudan… Y toda esta gente es voluntaria. Lo hacen porque les gusta el proyecto o porque me conocen y me quieren ayudar.

– ¿No tenéis pensado cobrar?

– De momento, no. De hecho, yo con esto pierdo dinero. Pero lo hago por amor al arte, como muchísimas cosas en mi vida. El dinero es algo que está muy sobrevalorado. Sí que patenté la idea en la oficina de la Propiedad Intelectual de Barcelona porque tenía miedo a que alguien me la plagiara. Es una idea que no se le ha ocurrido a nadie.  

– ¿En qué consiste una sesión?

– Voy a casa de la persona o vienen a mi pueblo. Busco un cocinero que quiera dejar su toque en el emplate. El proceso dura unos 30 minutos. Es mucho curro, hay que estar concentrado porque es mucha responsabilidad.

– ¿Ha contactado contigo mucha gente?

– Bastante. Comencé a hacer sesiones en febrero. Hay gente que no quiere salir públicamente. Yo entiendo todo. También hay mucha gente que no estaba a favor de esto pero que después de ver cómo se han hecho sesiones y que la persona ha salido contenta luego me ha llamado y me ha dicho: “hostia, pues igual sí que me animaba”.

Alloza y el despertar de los sentidos

Desde hace dos años, Raúl vive en Alloza, el pueblo turolense de sus padres. Allí viven 600 habitantes, se pregona las noticias por megafonía y las ovejas pasan por mitad del pueblo. Trabaja en el campo y también tiene un taller de madera, un antiguo corral donde su tío encerraba el ganado. Su visión de todo cambió al vivir allí. Se le desarrollaron mucho el oído, el tacto, el gusto, el olfato y la vista. Ahora, sus aficiones son las flores, las plantas, los animales, las piedras y los fósiles. Le gusta quedarse quieto en sitios. Y observar a buitres. Asegura que trabajar encerrado entre cuatro paredes ahora le resultaría imposible.

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