Cinema Paraíso. Y vosotros… ¿Cuáles recordáis?
Recorrido por los antiguos cines del centro de Zaragoza
Daniel Calavera//
Zaragoza tenía, hace apenas unos años, un gran número de salas de cine repartidas en el centro de la ciudad, más allá de las multi-salas de los cines Palafox, y de la última superviviente, la única sala que queda en la ciudad que no ha sido dividida en varias tras una remodelación, el legendario Cine Cervantes.

Era costumbre, recuerdo, que cuando tenía lugar un gran estreno, ocupaba este la gran sala del Palafox, cuando la actual sala 4 era la única en la entrada que da al Paseo Independencia, y compartía proyección con la citada Cervantes. ¿Un ejemplo? Con Harry Potter y la piedra filosofal, así lo hizo el grupo Palafox. Con la tercera entrega de la saga, El prisionero de Azkaban, se compartió proyección con el desaparecido Cine Elíseos, formando colas y colas de espectadores en las tardes de un junio de 2003… Hace nada, estimado lector. Pero estos citados refugios de luz proyectada y arte, no estaban solos entre la Calle del Coso y la Plaza Paraíso del centro de nuestra urbe. Había más. Salas propias y multi-salas, protectoras gigantes todas ellas que, con olor a palomitas, nos invitaban a conocer todos los géneros del séptimo arte, sobre moquetas, en ocasiones pegajosas, llenas de butacas a juego con sus inabarcables paredes en nuestros ojos, infantiles y expectantes, que durante dos y hasta a veces tres horas, nos invitaban a soñar como sólo el Cine puede darse el lujo de hacerlo. Somos sus hijos, y este artículo, alegato que implora la vuelta a una normalidad no lejana y, por qué no decirlo, necesaria, es un homenaje de uno de sus hijos a ellas.
Os pido perdonéis cualquier borrosa información que podáis detectar pues, os lo aseguro, mi única fuente va a ser mi memoria. ¿Empezamos? Respirad esto para empezar:
CINE PALAFOX
Antes de su división en salas, únicamente la actual sala 4, que suele albergar los grandes acontecimientos y estrenos actuales, reinaba soberana en el lugar, compartiendo en la parte de atrás del edificio proyecciones con Las 3 Salas Palafox, anteriormente Cine Rex, que sólo los más experimentados recordarán.
Más antigua proyección que recuerdo: La Bella y la Bestia.1991.
Me recuerdo muy triste, con cuatro o cinco años, pues no quedaban entradas. ¡Hasta el anfiteatro se había llenado por completo! Pero esperamos a la sesión de las 21:00 para ver la que, sin duda, fue la película de aquel 1991.
¡Sala llena!: Mystic River.2003.
Nunca jamás he disfrutado más de ver una película con el cine lleno hasta la bandera. Ni el aleteo de una mosca se escuchaba entre el público. Nada absolutamente, desde el momento en el que, devastados, asistimos al inicio de este sobresaliente western actual de Eastwood, en el que un niño inocente sube al coche de dos desconocidos. El fundido a infinito blanco del disparo final de Sean Penn, nos hizo darnos cuenta a todos de que estábamos en una sala de cine, y no junto al río donde ahogaban sus penas los personajes. Y a mi, de que ni siquiera había tocado las palomitas en toda la película.

Las colas más largas: Titanic. 1997.
Daban casi la vuelta a la manzana. Sesiones y sesiones llenas, fui con mi hermana y un amigo del cole, sentados en la maravillosa fila 11, justo en el centro, frente al pasillo que da a la gran pantalla, ¿el truco? La prima de mi amigo era acomodadora por aquel entonces y nos consiguió, sin duda, las mejores butacas de la gran sala 4. Cuando cojáis vuestras entradas, recordad. ¡Fila 11 y en el centro!
Aplausos ensordecedores: Al inicio y al final de Harry Potter y la piedra filosofal, prácticamente en cualquier escena de Titanic, en el reestreno de El jovencito Frankenstein, escena en la que Neo vence al agente Smith en Matrix…
Unas cuantas proyecciones más: Daniel el travieso, Reestreno de El Exorcista, Star Wars: Episodio I. La amenaza fantasma, El sexto sentido, Algo pasa con Mary, Batman, Batman Forever… Y vosotros, ¿Cuáles recordáis?
CINE COLISEO
Justo frente al Palafox, el otro titán de la ciudad, que con orgullo también disponía de anfiteatro. ¿Ahora? Una tienda de ropa que, curiosamente, ha empequeñecido el gran tamaño que despertaba en el público al atravesar sus puertas, dando a un pasillo con carteles de viejas glorias del cine como Clark Gable o Audrey Hepburn, ¿Los recordáis? Eran geniales.
Más antigua proyección que recuerdo: Hook. 1991.
El citado pasillo era un mar de cabezas de espectadores esperando para entrar. Recuerdo la mano de mi padre estrechando la mía, que apenas abarcaba uno de sus dedos entero, decenas de personas a las que no llegaba a la cintura rodeándome, todos con olor a palomitas y butacas con números estampados…
¡Sala llena!: Mejor… Imposible. 1997.
No quedaban entradas en las desaparecidas salas del Continente, actual Carrefour al final de la Avda. Navarra, así que corriendo cogimos el coche para llegar a la sesión del Coliseo de la comedia romántica del año, en la que Nicholson hacía, en todos los idiomas, enternecerse a espectadores de todas las edades con sus tics y su neurosis maníaco-depresiva. Los aplausos con el beso final, y las risas con el adorable perro de Greg Kinnear, hacían que los siguientes diez segundos de película fuesen totalmente inaudibles… Y escribo esto con una sonrisa de oreja a oreja recordándolo.

Las colas más largas: La momia. 1999.
De hecho, fue la película que lo cerró, en el verano de aquel año. Una despedida a la altura, pues este redondo film de aventuras que mantiene intacto su encanto, disponía en cada escena en pantalla de todos los ingredientes para hacer vibrar a la platea. Mi abuela, mi acompañante en la proyección, así lo atestigua, y hablamos de cientos y cientos de años yendo al cine por su parte.
Aplausos ensordecedores: Peter Pan vuela por primera vez en Hook.
Y vosotros, ¿Qué películas recordáis?
CINE MOLA
Pero cómo molaba el cine Mola. A pesar incluso de la gran faena que suponía que alguien demasiado alto se te sentara justo delante, porque, admitámoslo, su disposición para con la visión del más bajito no era la adecuada. Pero aún así… Cómo molaba el Mola.
Más antigua proyección que recuerdo: American Pie. 1999.
Seguro que las hay mucho, muchísimo más antiguas. Pero por lo que supuso para mi generación, el Mola para mis recuerdos es, sin duda, American Pie. Jason Biggs, su padre, la madre de Stifler, Stifler, el «culo fino», todos colados por Shannon Elizabeth, la puñetera tarta… Y el verano comenzaba así. Un verano en el que no recuerdo no ver el cartel de este film bajo las letras del Cine Mola.
¡Sala llena!: Scary Movie 2. 2001.
Junto a nosotros, adolescentes revolucionados, un padre con sus dos hijos. La escena en la que el loro parlanchín le espeta amenazante a Marlon Wayans «Te voy a dar por donde amargan los pepinos» hizo que aquel padre de familia escupiese sobre el suelo todo el refresco de la carcajada, provocando aún más risas en la sala durante una proyección de la que solamente recuerdo secarme las lágrimas y no poder respirar correctamente por lo que me estaba riendo, y aplaudir con cada salvajada y chiste malo… Pero malo de verdad, tan malo, que era brillante. Y esto sólo se consigue una noche de «colegas y peli» en una casa, o en una sala de cine hasta los topes.

Las colas más largas: Adivinadla… Es de 1994…
Un por aquel entonces aún desconocido director estaba conquistando el panorama con su, decían, obra maestra. Recuerdo un cartel en el que una chica muy guapa estaba fumando, tumbada boca arriba en una cama, con una revista y una pistola… Espera… ¿Estaba roto el cartel? No sé, me daba igual, la verdad. Solamente sé que tenía 7 años y debía saber qué escondía ese cartel que me chiflaba. Obviamente, mis padres dijeron que no. Tuve que esperar unos 5 años para verla a escondidas, después de alquilarla en el videoclub del barrio con dos amigos. Y cuando la vi, entendí la interminable fila que llegaba casi hasta las puertas de su cine vecino, el Elíseos, aquella tarde al pasar por las puertas del cine Mola y ver repetido el cartel de aquella película del póster roto, bajo sus letras.
– …Y como algún jodido capullo se mueva… ¡Me cago en la leche, me pienso cargar hasta al último de vosotros!…
Y el resto, es historia. En una sala de cine.
Aplausos ensordecedores: Kris Kristofferson lanza a Blade sus gafas de sol en la secuela. Las coge al vuelo, sin darse la vuelta, por supuesto, y comienza el festín. ¡Vamos Wesley, la sala entera te acompaña con cada aplauso! ¡Cárgatelos a todos! Unas cuantas proyecciones más: Trainspotting, Scream, Scream 2, Scream 3, Chicago, El piano, La máscara, Kill Bill vol.1… Y vosotros, ¿Cuáles recordáis?
CINE ELÍSEOS
Si había un CINE en Zaragoza, era este.
Más antigua proyección que recuerdo: Pesadilla antes de Navidad. 1993.
Precedida por los dos cortometrajes de Tim Burton, Frankenweenie y Vincent. Mis seis o siete años, exclamaron: ¿Pero no veníamos a ver una película de dibujos? Esto está en inglés, con personas de verdad y en blanco y negro… Parece Frankenstein… ¿Es Frankenstein? No, no puede ser… Es un perro. Ah, espera, ya empiezan los dibujos… ¡Espera! Pero esto también está en inglés y en blanco y negro… Un momento, ¿Ya ha acabado? ¡Qué corto! Pero me ha encantado… ¡Ah vale! Ya empieza la peli… Ah, pero…
¿Cantan?… Bueno… Jo… JOO… ¡Qué guay! ¡Hay calaveras, brujas y monstruos! Oye, y lo que hemos visto antes de la peli, ¿Qué eran? ¿Cortos? ¿Y de quién? ¡Ala! ¿¡Del que hizo la peli del Joker!? ¡Qué guay! Pues me gusta. ¿Qué más ha hecho? Voy a buscarlo… Hay una que es de un chico con tijeras o algo así. ¿¡Puedo verla!?
¡Sala llena!: Full Monty. 1997.
«Autorizada para todos los públicos», «Sleeper», «Éxito inesperado» Cualquier término que busquéis relativo a un rompe taquillas que crea un efecto boca-oreja que contagia a todos y a todas, dando igual clase social, género, edad o gustos, se ejemplifica con todos los pases que llenó el film inglés en las butacas del Elíseos, el año que Titanic conseguía lo mismo en nuestra ciudad. Y las risas siguen resonando con Robert Carlyle bailando You sexy thing.

Las colas más largas: Medianoche en París. 2011.
Dos veces la vimos mi ex y yo, entusiasmados. Recuerdo, al verla por primera vez, ir totalmente yermo de conocimiento, al no haber buscado nada, pues si algo me gusta del cine de Woody Allen, es ver y escuchar sus relatos sin saber absolutamente nada del mismo de antemano. Y cómo agradezco haberlo hecho. El Elíseos siempre será Medianoche en París.
– Escucha, cuando el reloj de las doce, ¡Prepárate para la aventura más alucinante que te puedas imaginar!
Aplausos ensordecedores: Cada baile de Full Monty. Nada puede rivalizar con Carlyle y su troupe.
Unas cuantas proyecciones más: The Master, El laberinto del fauno, Pozos de ambición, Oh Brother!, Nadie conoce a nadie, El hombre que nunca estuvo allí… Y vosotros, ¿Cuáles recordáis?
CINE DON QUIJOTE
¡Exacto! ¡Habéis acertado! Aquella gran sala junto al actual Cervantes y el Hotel Palafox, donde ahora un frío y codicioso casino se levanta sobre lo que fue la casa de las más fantásticas criaturas.
Más antigua proyección que recuerdo: Power Rangers. La película. 1995
Pero qué cosa más mala de película… Sin embargo, mis 8 años sólo sabían que hacía calor, que tenía fiesta, y que los Power Rangers tenían una peli. Así que, a disfrutar. ¡Jo tío qué buena, qué pasada y qué risas con el malo! Me guardo la entrada. ¿Y sabéis qué? Aún la tengo.
¡Sala llena!: El retorno de las Brujas. 1993.
Me encontré con todos mis amigos del cole y con sus padres. Sábado por la tarde y una película que pasaría al imaginario colectivo con un cariño especial, que ahora sería imposible de conseguir. El número musical a cargo de Bette Midler con su «I put a spell on you» sigue en el top de momentos más auténticos vividos en una sala llena de butacas, un fin de semana que respiraba a Halloween y noche de difuntos entre ellas.
Las colas más largas: El señor de los anillos: La comunidad del anillo. 2001.
Daba la impresión de que, tanto fuera como dentro de la sala, estaba absolutamente toda la ciudad. Un cartel promocional de pocos metros de tamaño, de repente, parecía un gigantesco monumento que auguraba algo grande. Y así fue, haciendo enmudecer hechizado a todo el público asistente durante tres horas con un primer susurro que rezaba: «El mundo ha cambiado…» Y el resto, es historia. Historia en una sala de cine.
Aplausos ensordecedores: Aragorn y Froddo consiguen saltar de la escalinata a punto de derrumbarse en las Minas de Moria.
Unas cuantas proyecciones más: Sleepy Hollow (Y el trote del jinete sin cabeza haciendo vibrar cada butaca), El fin de los días, Eyes Wide Shut, El gran Lebowsky, Los otros... Y vosotros, ¿Cuáles recordáis?
CINE TEATRO. SALA FLETA
Si alguien del ayuntamiento de Zaragoza o del Gobierno de Aragón está leyendo esto, por favor, hagan algo de una vez con este lugar. Lo merece, como tantos otros lugares, pero rompe el alma pasar junto a él y verlo como está desde hace tanto tiempo. Más antigua proyección que recuerdo: Indiana Jones y la última cruzada. 1989. Luego os cuento…
¡Sala llena!: Casper. 1995.
El efecto de admiración hacia mi primo mayor al colarnos en una fila inabarcable de gente, me hizo perdonarle que no le gustara nada la película y quisiera irse todo el rato, sin parar de chinchar. ¿El efecto? No cabía un alfiler, primera sesión de la tarde de un domingo.
Las colas más largas: La máscara del Zorro. 1998.
Si le preguntas a cualquier persona entre los 25 y los 35 años, te dirá que la vio aquí. O en todo caso, en el «Continente».
– Zorro… Estás mejor que nunca…
Aplausos ensordecedores: Indiana Jones y la última cruzada. 1989.
Imposible contároslo basándome en mis recuerdos ya que, por aquel entonces, el que suscribe no sabría apenas hablar. Basándome en las palabras de mi abuela, que asistió con mi padre y mi hermana mayor, afortunados testigos en pantalla grande de la, seguramente, mejor película de aventuras jamás realizada: No escuchamos prácticamente nada, la gente no paraba de aplaudir. ¿Sabes cuando Indy aparece a caballo para salvar a su padre del tanque de los malos? Todo ese rato, la gente no paraba de gritar.
Unas cuantas proyecciones más: Jurassick Park: El mundo Perdido, Waterwold y… Corregidme si me equivoco por favor, porque no recuerdo bien si Jurassick Park se proyectó aquí, o en el Palafox… ¿Lo recordáis? Solo sé que aquel T-Rex medía cien metros, y nos iba a comer a todos los que estábamos sentados frente a él en su primera aparición en pantalla.
CINES ARAGÓN. 3 SALAS.
Cuando entréis en el Centro Comercial El Caracol en Paseo Independencia, debéis saber que, justo en la entrada que da a la Calle Cádiz, se levantaban felices tres salas, dos pequeñas y una más grande, de butacas incómodas, marrones y con algunos fallos de proyección en sus últimos días que, sin embargo, no hicieron palidecer la magia de su apelotonada y pequeña entrada que funcionaba casi como embudo de un gran estreno al público asistente.
Más antigua proyección que recuerdo: 2 tontos muy tontos. 1995.
Mi hermana y yo estábamos solos en el cine, ¿Por qué? Fácil. La película llevaba meses ¡MESES! en cartel. Toda la ciudad la había visto ya. Que esta comedia de los Farrelly es de las más infravaloradas de los 90, es casi un hecho. Si Jerry Lewis y Dean Martin hubiesen protagonizado este film, ajustándose el guion a su época, los más clasistas y snobs hablarían de ella como una «Obra maestra del humor». Incomprendida, estamos ante una joya que hace alarde de no tener consideración alguna por la sensibilidad ni el refinamiento del público. Y menos mal, porque eso es precisamente lo que la hace, aún hoy, una gran comedia. Y os hablo todo lo en serio que me permite cada inolvidable gag de Harry y Lloyd.

¡Sala llena!: El proyecto de la Bruja de Blair. 1999.
Todo el mundo fue a verla. Y todo el mundo la sufrió. Bien porque no les gustó, bien por la angustia, bien por el mareo que provocaba la imagen del film que vio nacer al found footage… O quizá por lo que sufrí yo, por ese último plano que me hizo no pegar ojo aquella fatídica noche. Y a día de hoy, es un efecto que ni remotamente ha conseguido ningún otro título de terror.
Las colas más largas: La vida es Bella. 1998.
Pañuelos, lágrimas, incluso lamentos, con el último acto de esta maravilla del italiano Roberto Benigni, que tocó el cielo como pocos cineastas han conseguido con su fábula. Podrá irse tranquilo del mundo, sin duda.
– ¡Mil puntos mamá, hemos ganado el carro blindado, es para partirse de risa! ¡Hemos ganado!
Aplausos ensordecedores: Justo tras la frase que tenéis arriba. Y ojo, levantada la sala, aplaudiendo hasta el último nombre de los títulos de crédito.
Unas cuantas proyecciones más: Cero en conducta, A Wong Foo. Gracias por todo, Julie Newmar, Shakespeare in Love, Salvar al soldado Ryan… Y vosotros, ¿Cuáles recordáis?
CINES GOYA. 4 SALAS.
Como ocurre ahora con el Palafox, la sala 4 era la grande, la buena. Lucían además escaleras decoradas con antiguos proyectores y carteles de los estrenos que próximamente podrían verse en ellas. Y cómo se apelotonaban los espectadores en las largas filas de la sala de espera. ¿¡Pero para qué sala está usted!?
Más antigua proyección que recuerdo: Batman Vuelve. 1992.
¿Me creéis si os digo que lo que más claramente recuerdo es a mi madre mirándome de vez en cuando, diciéndome «Hijo mío, esto es asqueroso… No sé yo si esta película es para niños tan pequeños como tu»? Por supuesto que no lo era. Y por eso es tan buena. Unos padres que tiran a su hijo recién nacido por una alcantarilla, una maníaca que mata hombres y explota tiendas enfundada en cuero, un caballero traumado que intenta evitar que un sociópata deforme ahogue a todos los bebés de la ciudad… ¿Hace falta que siga? Es el mejor circo de monstruos depresivos que se ha visto en pantalla. Y cómo agradezco a mi madre que no me sacara de la sala.
¡Sala llena!: Gladiator. 2000.
¿Conocéis la desagradable sensación de tener que sentarte al final del todo, en una esquina, sin apenas ver? Algo así fue el film de Ridley Scott. Pero en cuanto Máximo exclamó en los grandes altavoces de la sala 4 de los Goya aquello de: – Lo que hacemos en vida, tiene su eco en la eternidad… Como que me olvidé del hecho de estar viéndola desde ese punto.

Las colas más largas: Forrest Gump. 1994.
Ni una entrada más después de mi hermana y de mi. Y así se las gastaba el film de Zemeckis en el 94, exitazo de taquilla indiscutible del año. De nuevo, narices taponadas, lágrimas en cada rostro y miradas de avergonzada sonrisa entre los asistentes tras acabar la proyección. No sé vosotros, pero yo sigo siendo incapaz de ver la escena de Bubba en Vietnam… ¡Ah! y desde la aparición de la pluma en los créditos iniciales, mi hermana empezó a llorar. Y hasta hoy, sigue haciéndolo.
Aplausos ensordecedores: Enfrentamiento final contra Bill en Kill Bill. Vol. 2., El primer beso en Moulin Rouge, último acto de Big Fish, El señor de los anillos: Las dos torres…
Unas cuantas proyecciones más: Agárrame esos fantasmas, Dark City, El protegido, El Bosque, Airbag, Snatch. Cerdos y diamantes… Y vosotros, ¿Cuáles recordáis?
REQUIEM por los CINES RENOIR y las SALAS BUÑUEL.
Junto al Hospital Servet, encima del Audiorama, al lado de la Romareda, el único refugio del cine de autor, de los títulos más desconocidos, aquellos que pedían a gritos ser descubiertos en las cuatro salas, demasiado pronto clausuradas, de los cines Renoir. Legendaria fue la hazaña de Martin (Hache) de estar casi un año entero proyectándose. The artist, Un dios salvaje, el último cine que nos dio Tavernier… Algo parecido a lo que conseguían las Salas Buñuel en la calle Francisco Vitoria, donde se proyectó prácticamente toda la filmografía de Woody Allen hasta el 2010, o las más aplaudidas cintas de cine nacional como El día de la Bestia… Y un larguísimo etcétera. Fueron de los primeros en desaparecer, augurando con su clausura, un negro futuro para la luz del proyector. Un futuro que hemos de proteger y, entre todos, recuperar.
Títulos de Crédito
No os vayáis aún. ¡Hay escena post créditos!
Desde que en 1896, los Hermanos Lumiére hicieron que los espectadores de una pequeña sala en París se levantasen asustados, creyendo que un tren iba a traspasar aquella sábana en la que estaba siendo proyectada una luz desde un curioso y novedoso aparato, desde ese preciso instante, más de 100 años lleva el séptimo arte deleitándonos con aventuras, terror, comedia, drama, romance y mil maravillosas sensaciones más…
¿De verdad vas a quedarte en casa, pasando ratos y ratos intentando ver algo potable en una plataforma digital? Si, de acuerdo, todos lo hacemos y es entretenido. Pero, ¿Quién hay a tu lado? ¿Cuántas personas? No se ríe igual si no es en compañía. Nada contagia la alegría, la tristeza y la emoción de una historia como una sala de cine llena de espectadores. Nada.
– Me gusta darme la vuelta en el cine para ver la cara de los demás durante la película…
Amélie. 2001. Vista en el Cine Cervantes.
Este anciano de 124 años, hasta hace nada, paseaba tranquilo y en compañía, contándonos cuentos todos los días que quisiéramos, y nos está esperando. Está esperando para volver a contarnos todas las maravillas que le quedan por relatar. Y chicos y chicas, son muchas. Nos pide que volvamos, y se lo debemos. ¿Volvemos como es debido? Se alegrará de veros, seguro, me lo dijo en mi última visita.
– ¿Tiene un final feliz?
– Como sólo puede haber en el cine.