WTF

Giada Garau//

“Pues, tías, el otro día fuimos a tomar algo así de chill con estos y es que no tengo más mala suerte porque no puedo. En plan, que me lo tuve que encontrar de frente en la puerta del bar, ¿sabes? Total, que él me reconoció, porque como se empezó a reír… Y yo llevaba unas pintas buenas, buenas. Es que no veas el cringe que daba yo y el tío iba to cayetanito. Bueno, el caso, que yo estaba todo el rato pensando que por favor no me dijese nada, que me daba mucho palo tener que saludar y tal. Agaché así un poco la cabeza como quien no quiere la cosa, pero va el gachupino y me pregunta que por qué le borro los mensajes en Instagram. Así, sin venir a cuento. Yo flipando, claro. Me pongo rojísima y me hago la loca. Spoiler: coge y se me sienta en la mesa de al lado. Muy random”.

Vale, digamos que es un monólogo cualquiera que envías por nota de voz al grupo de WhatsApp de amigas. Pero lo importante está en cómo se cuenta. ¿Por qué decir “no le des vueltas a eso” cuando se puede usar un buen no te rayes? A ver, que estamos hablando entre panas, ¿no? Mola más que algo me dé lache en lugar de “vergüenza”. O llamar bro a mis amigos más cercanos y soltar un What The Fuck cuando algo me sorprende muchísimo.

La evolución del léxico juvenil es una maravilla. Si para nuestros padres el chachi era una genialidad, el de locos actual se lleva todas las medallas. Me encanta ver las reacciones de nuestros mayores cuando pillamos carrerilla y entrelazamos una infinidad de expresiones que hemos ido cosechando. Sus caras son un cuadro: expresan extrañeza cuanto menos y algunos incluso nos juzgan con la mirada. Se deben de pensar que les estamos troleando. ¡Qué no! Que hablamos así, de verdad. Que yo también me harto de escuchar “¿Qué tal la fiestuqui anoche?”, “No te beberías muchos cubalibres, ¿no?”. Se quedan estancados y no avanzan. ¡Qué ya nadie dice esas cosas! Y es que cada uno es fiel a su jerga. Porque un ochentero no se va a “rebajar” a los trabalenguas facheros de la Generación Z y nosotros nos negaremos siempre a despedirnos con un Hasta luego, Lucas.

Ahora se hatea, se dan putivueltas, se califica de niño rata a los tradicionales frikis, se stalkea por las redes, se está mamadísimo (y no más fuerte que el vinagre), se desprende mucho flow, los MDLR se reproducen como moscas y la mayoría tenemos, al menos, un crush. Sólo nos queda que la RAE espabile un poco y empiece a incluir más acepciones como estas. ¿Que hablamos mal? Para nada; nos basamos en la economía del lenguaje. Vaya, que vamos al grano y nos ahorramos palabras. Encima, nos estamos apropiando más del inglés que nunca, que aprender idiomas es muy importante y siempre viene de perlas.

Jurao, somos innovadores, espontáneos y originales. Metemos cancelada a todo aquello que nos parece aburrido. Para nosotros, lo que no es bien del todo, es sin más. El tal cual y el RT son las formas más rápidas y cómodas de hacer saber que estamos de acuerdo con algo. A veces, tenemos algún fail, como cuando se nos va de las manos el postureo. El colega más tóxico hace ghosting y por más que le intentamos concienciar de lo feo que está eso, al tío se la suda. En fin y en plan son las mejores muletillas de la historia. O sea, que con nosotros salseo no te va a faltar. No trates de entenderlo, seguro que no estás en el mood.

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