8M: Una manifestación de todas y para todas
Texto y fotografías: Adriana López y Sofía Villa//

8 de marzo de 1857. En plena revolución industrial, miles de trabajadoras textiles se manifiestan en Nueva York para reivindicar condiciones de trabajo dignas. Esta movilización supuso el origen del 8M. En 1910 se celebra la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague. En ella, Clara Zetkin, política feminista alemana, propone crear un día de lucha feminista. Así, el 8 de marzo se convierte en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Un año más tarde, el 25 de marzo de 1911, Nueva York se tiñe de sangre debido al incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist, en el que murieron 146 mujeres. Gran parte de las víctimas eran jóvenes y trabajaban en condiciones precarias. Este accidente evidenció la necesidad de unas condiciones dignas de empleo e impulsó el movimiento de las mujeres trabajadoras. Desde entonces, cada 8 de marzo ha sido especial.
Las calles de Zaragoza se han vuelto a llenar para reivindicar el Día Internacional de la Mujer. Con la violencia machista y la brecha salarial como puntos de partida, la manifestación reúne a más de 10.000 personas. A las 18:00 horas comienza la marcha desde Plaza de Paraíso. Pancartas con diferentes mensajes vuelven a alzarse entre la multitud y el morado predomina de nuevo.
Mayor apoyo a colectivos invisibilizados
Si algo cabe destacar entre los avances de esta manifestación es la mayor concienciación con las personas trans. Lo vemos en los distintos carteles que incluyen mensajes como “Sin trans no hay feminismo” o voces que gritan “¿Dónde están las trans en el mundo laboral?”. Lo mismo ocurre con las mujeres racializadas. Tienen más visibilidad que en años anteriores y su presencia se hace notar. Las reivindicaciones son más inclusivas y más fuertes, sin duda uno de los mayores logros del 8M este año.

De la misma manera, puede observarse un mayor apoyo a las personas cuidadoras. Son varias las pancartas que reivindican los derechos de estas. “Las mujeres cuidadoras también somos trabajadoras”, claman. Asimismo, se percibe un aumento de la participación de la población jubilada que reclama unas pensiones dignas. La presencia de esta parte de la sociedad contrasta con su contraria: la infancia. Muchos niños y niñas portan carteles donde se lee: “Estamos luchando por nuestro futuro”. Otros llevan altavoces y animan al resto de manifestantes a unirse a sus cánticos. Es conmovedor ver cómo gente de todas las edades lucha por la misma causa y cómo todos los colectivos se reúnen para reivindicar sus derechos.
La masa avanza por un Paseo de la Independencia repleto. Quizá no haya tanta gente como la hubo en 2018, año en el que la rabia movía a la sociedad debido al caso de ‘La Manada’. Sin embargo, teniendo en cuenta que es puente en Zaragoza y que hay personas que prefieren evitar las aglomeraciones por el coronavirus, la cifra de participación es muy positiva.
“Sola y borracha quiero llegar a casa»
Las manifestaciones de cada año suelen centrarse en temas o sucesos ocurridos recientemente. En esta ocasión, no pudieron faltar las referencias a la flamante Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual cuyo anteproyecto fue propuesto este pasado 3 de marzo por el Ministerio de Igualdad. Este organismo publicó un tweet que proclamaba: “Sola y borracha, quiero llegar a casa”.
Este hecho suscitó aceptación, pero también críticas y reproches. Así, en la marcha de este 8M se puso de manifiesto el apoyo a este lema, alegando que no incita al alcoholismo –como opinan los detractores– sino que defiende que las mujeres quieren llegar a casa sin miedo aunque vayan ebrias, al igual que hacen los hombres.

Tras recorrer el Paseo de la Independencia y la Calle de Alfonso, las más de 10.000 personas reunidas llegan a la plaza del Pilar donde se lee el manifiesto que pone fin a la manifestación. Además de agradecer a todas y todos su participación, el escrito se basa en las reivindicaciones principales del 8M: romper las fronteras del racismo y la xenofobia, acabar con los femicidios, lograr una educación feminista y afectivo-sexual que nos haga crecer en la diversidad, el fin de la brecha salarial y un largo etcétera.
Podemos decir que el objetivo final se ha cumplido: la sociedad ha vuelto a salir a la calle para pedir justicia, libertad e igualdad. Otro año más, las mujeres hemos demostrado que no van a contar con nuestro silencio. La abolición del patriarcado sigue siendo lo que nos une y seguiremos saliendo a la calle para luchar por ello. Somos noticia, pero no pararemos hasta ser historia.