Una segunda vida para Adelaida García Morales
Elisa Navarro//
García Morales es un nombre que no dice nada para generaciones jóvenes y no tan jóvenes. Adelaida y su vida de silencios y enigmas. De la fama al anonimato. Una vida entre el ruido y la soledad de la que apenas se habla una vez llega su muerte. Y cuando su persona parecía perderse finalmente en el olvido, revive a manos de la escritora Elvira Navarro.
La trayectoria de Los últimos días de Adelaida García Morales podría haber experimentado un curso bien distinto si el mismo Víctor Erice, cineasta de referencia tras llevar a la gran pantalla El Sur -novela de la que era entonces su mujer, Adelaida-, no hubiera convertido una crítica personal en una portada de Babelia.
La librería zaragozana Cálamo vuelve a ser un espacio idóneo para charlar sobre libros, camuflarse entre ellos, sumergirse en los vericuetos que presenta la literatura con cada una de las novelas y poder tener el placer de conversar con los propios artífices. Elvira Navarro no ha venido sola a presentar su libro; le acompaña la escritora Cristina Grandes, que hará las veces de presentadora y conductora del coloquio.
Elvira es tímida. A veces parece incluso tener miedo de pronunciar sus palabras. Sin embargo, a medida que va pasando el tiempo, la escritora, arropada por sus lectores, encuentra la convicción y la complicidad necesarias para hablar de su trabajo, de la polémica suscitada por Erice sobre los límites entre la ficción y la realidad y para reivindicar, al fin y al cabo, el valor de su novela y el gran nombre que en ella se oculta, el de la escritora Adelaida García Morales.
Un enigma convertido en el epicentro de la novela de Elvira
“Mi relación con ella no es personal, sino que nace a través de sus obras y a través también del personaje de ficción que supone para mí. Creo que todo famoso es un personaje de ficción, ya que lo que realmente se conoce es la construcción que los medios hacen sobre él”, me comenta Elvira Navarro en una entrevista previa al coloquio.
La atracción por García Morales nació en Elvira Navarro cuando cursaba bachillerato. Uno de sus libros, El silencio de las sirenas, se presentaba como una de las propuestas de literatura española contemporánea. Novela que, sin embargo, no pudo leer entonces porque se encontraba al final de esos ambiciosos temarios que nunca daba tiempo a terminar pero que, gracias a esa referencia, quiso leer más tarde. Junto al nombre de García Morales, otros que, desde entonces, no cesaron de sonar en los diversos medios de comunicación: Javier Marías, Almudena Grandes… “¿Por qué el de García Morales no [se escuchó en los medios]? Me llamó la atención ese contraste entre haberla estudiado en un libro de texto, donde aparecen figuras canónicas, aunque obviamente son apuestas que no sabes si van a perdurar o no, y su posterior silenciamiento. Este contraste me generó un enigma”, asegura Elvira Navarro.
Por otro lado, también recibió dos emails donde una amiga le contaba que, poco antes de morir, la escritora había pedido cincuenta euros para ir a Madrid a visitar a su hijo. “Mi idea de incluir los emails al final del libro me generaba la duda de estar dando visos de realidad a una obra de ficción. Los emails apelaban directamente a lo real pero no quería obviarlos porque los sentía como parte de la obra. Eran el origen de que yo hubiera escrito lo que había escrito y, como origen, a pesar de estar al final, no dejaban de ser el principio”.
Tras la muerte de García Morales, en septiembre de 2014, a la escritora le llamó la atención la escasa repercusión de su fallecimiento en prensa. Además, “tardó mucho en llegar. Sentí que había una injusticia al no reivindicar algo que tenía un valor indudable”.

Y aunque este es el discurso que, seguramente, Elvira repita al inicio de cada una de las charlas y presentaciones de su novela, existe otro porqué que, finalmente, como una espina que llevaba mucho tiempo queriendo expulsar al exterior, desvela ante las personas que se han acercado hasta la librería Cálamo. Cuando Elvira era tan solo una joven estudiante de Filosofía y decidió leer El silencio de las sirenas, no se atrevió a comentar con sus compañeros, a diferencia de otros libros que leía, que acababa de enfrascarse en una novela cuyo argumento giraba en torno a una historia de amor pasional. El no haber tenido el valor de defender un libro que realmente le había gustado generó en ella la sensación de deberle algo a la autora. Una angustia que manifestó a través de uno de los personajes de su novela: la realizadora. Así, Los últimos días de Adelaida García Morales supone para Elvira el saldo de una deuda con la autora o, mejor dicho, consigo misma.
“Adelaida García Morales no protagoniza mi libro. Es una excusa para hablar del misterio de la creación”
Esta cita que, de entrada, podría resultar paradójica teniendo en cuenta el título de la novela, se entiende rápidamente tras leer el libro. En realidad, Adelaida no es más que una sombra que se manifiesta a través de otros conflictos. Por un lado, el que experimenta la concejala de cultura de Dos Hermanas consigo misma al preguntarse qué hacer con un personaje que en su día fue importante dentro del circuito cultural, así como si debería hacerle o no un homenaje teniendo en cuenta lo ridículo del acto, al no haberle prestado ninguna atención en vida. Y, por el otro, el de una realizadora que se cuestiona cómo abordar un documental sobre Adelaida García Morales sabiendo que, aunque quizá lo más correcto sería tratarlo desde un lado puramente biográfico, acabe privilegiando, al final, un abordaje de la relación que ella tiene con las obras de la escritora con la creación misma. “Los conflictos están ahí y no tanto en Adelaida que aparece solo al principio. Así, García Morales no deja de ser la sombra de la realizadora y de la concejala”. La realizadora es, a su vez, el alter ego de Elvira y la concejala permite a la escritora reflexionar sobre el papel que tienen las instituciones con el arte y con la figura del creador.
Espejos
Esta novela tiene mucho de juego de espejos. Por eso, a veces, lo que aparece en el libro no es la realidad en sí misma sino uno de sus reflejos.
“En la portada yo miro a García Morales por detrás y ella, a su vez, mira al lector. Esta portada surgió por casualidad. Cuando estaba dentro del proceso creativo, mi novio imprimió una foto de la escritora y la coloreó. Después la enmarcó para que Adelaida me mirara mientras yo escribía este libro. Un día mi gato pasaba por allí y me pareció tan gracioso que le hice una foto que colgué en instagram. En ese momento, llevaba como un mes debatiendo con mi editor qué portada sería la más adecuada sin llegar a ningún acuerdo y, de repente, esta foto casual resumía el libro. En Los últimos días de Adelaida García Morales hay todo un juego de identidad que también aparece en otras novelas mías. Considero que, hasta el momento, la identidad es uno de mis temas. Cómo se construye la identidad, cómo nos reflejamos en los otros y cómo los otros nos devuelven nuestra propia miseria”, explica Elvira Navarro.
La novela-homenaje y la difusa línea entre la realidad y la ficción
Todo lector, al enfrascarse en este libro, es consciente de que la obra que tiene entre sus manos es una historia de ficción. Se repite por activa y por pasiva y, por si con incluirlo en la contraportada no fuese suficiente, se vuelve a repetir de nuevo en las aclaraciones que la propia escritora incluye al final. Pero si la obra no está protagonizada por García Morales, ¿por qué ya en la portada se incluye su nombre? “De no haberlo utilizado, esta obra no habría funcionado como homenaje. Yo me planteo este trabajo como una reivindicación”, responde Navarro. Y supone también una respuesta para defenderse ante la dura crítica con tintes personales y sentimentales realizada por el mismo Víctor Erice, crítica que fue portada de Babelia el pasado 1 de octubre. El cineasta aprovechará este espacio de honor -las tres primeras hojas del suplemento- para denunciar la apropiación moral e intelectual con la que Navarro utiliza los nombres de su fallecida exmujer y para abrir, además, un intenso debate inacabado sobre los límites de la ficción.
“Creo que las fronteras entre ficción y realidad siempre han estado borradas porque creo que la realidad no deja de ser la suma de muchos relatos”, concluye la escritora.
-¿Cómo escapar de una crítica tan potente como la de Víctor Erice por tantas razones: por ser un cineasta de referencia en España, por haber llevado a la pantalla una de las novelas de García Morales, por haber sido marido de la escritora y por ser, en definitiva, un hombre diciéndole a una mujer que ha hecho mal su trabajo?
-Quizá escapar no sea la estrategia. Yo entiendo que tiene todo el derecho a quejarse, ya que le compete personalmente. Su queja no se configura tanto desde un punto de vista creativo, sino desde el lado personal. Así, el asunto a analizar es desde dónde se realiza la crítica y qué legitimidad posee ese lugar desde donde se emite. Si supiera cómo escapar de la crítica de Erice, ya lo habría hecho. (Risas)
Así, para Navarro el debate pendiente no es tanto el de los límites de la ficción y la realidad sino el de quién detenta la autoridad y por qué se le concede a un asunto con tanta carga emocional una portada de Babelia. La fotografía está clara: un suplemento de referencia cayendo en el amarillismo. “Para los medios es carnaza. No sabía a lo que me enfrentaba y si lo llego a saber, igual me lo pienso”.
La polémica suscitada por Víctor Erice es un asunto que acaba emergiendo de manera inevitable en el coloquio de Cálamo. Los lectores y la escritora se adentran en el típico intercambio de opiniones que, de no ser cortado por falta de tiempo, podría haber durado horas y horas. Se debate sobre cómo debería haber actuado Erice o más bien los responsables de Babelia para no caer en el sensacionalismo y, entre otros temas abordados, se intenta comprender el porqué de su enorme repercusión y sus consecuencias. Negativas, muchas; pero, entre las positivas, misión cumplida.

Misión cumplida
Tras esta novela y con un debate todavía patente, sobre todo en las redes sociales, se puede afirmar que, en realidad, Elvira Navarro ha conseguido sus propósitos: revivir a una autora que había fallecido en la memoria de los españoles mucho tiempo antes de su muerte y que merecía, por su labor literaria, un homenaje digno -el que finalmente no llega a hacerle jamás la concejala de la novela-. El coraje de Navarro y el empujoncito de Erice -perdonen el cinismo- resultan suficientes para que la escritora consiga que el nombre de Adelaida García Morales perdure en el tiempo antes de caer para siempre en el olvido. Con el objetivo cumplido, Elvira reconoce que volvería a repetirlo pero no sin antes tomar las ahora consabidas precauciones.
FICHA TÉCNICA
Título: Los últimos días de Adelaida García Morales
Autora: Elvira Navarro
Editorial: Penguin Random House
Nº de páginas: 128
Año de publicación: 2016
Precio: 14.90 €
Autora:
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![]() Nunca tuve claro mi futuro, sigo sin tenerlo. Mochilera de espíritu, amante del sol y el chocolate y contraria a la rutina. Sueño con un periodismo comprometido que corrija anomalías y exprese con palabras cómo poder vivir en un lugar mejor. Lo que nos callamos o no proyectamos al exterior no existe y muere en nuestro interior.
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