Carmen Bes: disciplina, fitness y un título mundial

Texto: Laura Chueca//

El culturismo y el fitness son deportes que existen desde hace varias décadas. Sin embargo, el auge de las redes sociales ha originado una nueva ola de adeptos a esta disciplina. El culto al cuerpo es más visible que nunca y existen cientos de perfiles de Instagram que promocionan distintas formas de entrenar y de alimentarse para conseguir perder grasa o ganar masa muscular. El ámbito competitivo de esta disciplina deportiva también ha experimentado un aumento de seguidores y nuevos competidores. Fue en este mundo lleno de pasión y mancuernas donde Carmen Bes se encontró a sí misma. 

La década de los 90 no había hecho nada más que empezar y el culturismo ya había vivido su época dorada en los países anglosajones, se había introducido poco a poco en España y había desarrollado una modalidad femenina. Ajena a todo esto, Carmen ponía el pie en un gimnasio por primera vez.  Con 19 años, venía de correr los cien metros lisos y hacer salto de longitud en las pistas de atletismo de la Ciudad Universitaria de Zaragoza, pero nunca había levantado una mancuerna. Aunque sus primeros entrenos se vieron condicionados por esta falta de fuerza, Carmen se enamoró de las poleas, las barras y los pesos. Once años más tarde se convertiría en campeona del mundo de fitness femenino. 

El músculo en las mujeres

En 1980 nació el campeonato Ms.Olympia, una competición de culturismo femenino organizado por la IFBB (International Federation of Bodybuilders) que sentaría las bases de esta industria deportiva para las mujeres. Tal y como afirma la profesora y levantadora de peso, Janice Todd, en su libro Bodybuilding (1999), antes de la aparición de Ms. Olympia las competiciones físicas destinadas a las mujeres no tenían en cuenta la musculación. El auge del feminismo de finales de los años 70 ayudó a que la imagen de las mujeres cambiara y comenzaran a ser consideradas “capaces” de competir en culturismo al igual que los hombres. Pero a las mujeres nunca se las ha tratado de la misma forma que a ellos. El entrenamiento de competición supone un gran cambio en el cuerpo de las mujeres, un desarrollo espectacular de la musculatura que, ni en los años 80, ni ahora, corresponde a lo que se esperaba del cuerpo femenino. 

En 1992, la IFBB, una de las federaciones más famosas y reconocidas del culturismo a nivel mundial, fue criticada por no puntuar adecuadamente a las competidoras más “grandes”. Con el paso del tiempo, esta tendencia de feminizar al máximo se fue haciendo más evidente, incluso la Federación Internacional de Fisioculturismo realizó varios cambios en el reglamento de las modalidades femeninas.  En el ensayo titulado The female bodybuilder as a gender outlaw, Chris Shilling y Tanya Bunsel narran este fenómeno por el cual algunas mujeres culturistas americanas llegaron a ser estigmatizadas e incluso no consideradas como mujeres. Critican que, con estos cambios de reglamento, se limitó el tamaño de los músculos de las competidoras, mientras que el culturismo masculino no cambió sus reglas en ningún momento.  

Con el paso del tiempo el culturismo femenino se ha convertido en un amplio abanico de categorías para diferentes cuerpos. Actualmente, la categoría bikini fitness y la recién añadida wellness son las que menos aprecian la musculación. Se trata de categorías que tienen más en cuenta los físicos agradables, la belleza y la estética. Es decir, la feminidad que tanto buscaban en 1992. También existen las categorías classic bodybuilding y bodyfitness en los que el tamaño muscular adquiere una importancia mayor. 

Todas estas categorías y modalidades son relativamente novedosas, creadas para una nueva generación de competidoras que no quieren ganar tanta masa muscular y a las que tampoco se les exige.  Carmen no tuvo tanto para elegir. 

Esta zaragozana comenzó a competir ocho meses después de pisar un gimnasio por primera vez. Competía en la categoría Fitness talla alta, para mujeres de más de 1,65 cm de estatura. Afortunada de que sus seres queridos apoyaran su decisión de competir y dedicarse a este mundo, Carmen fue creciendo física y mentalmente. Aunque los comentarios negativos no venían de su círculo más cercano, recuerda que también llegaban: “Había hombres que me decían “tienes más brazo que yo” y yo les respondía que se fueran a entrenar (…) A veces me dijeron que parecía un tío, pero como no eran personas de mi entorno me daba igual”. Entre risas, y con la actitud desenfadada y alegre que la caracteriza, cuenta cómo notaba las miradas de la gente cuando paseaba por la playa: “Siempre he pensado que la gente me miraba porque le gustaba, nunca he sido malpensada”. 

La revista Vice Sports publicó en 2016 un artículo en el que se entrevista brevemente a varias mujeres culturistas inglesas. Una de ellas, Tabitha Luke Mcclean, sostiene que hombres y mujeres son fuertes de maneras distintas y que lo importante es “tener un físico saludable, fuerte y estar motivada para conseguirlo”. 

A Carmen, el fitness le aportó mucha confianza en sí misma. Descubrir que era capaz de seguir una dieta estricta y entrenar todos los días aumentó su autoestima. Pasó de ser una joven vergonzosa que tocaba la guitarra en la parroquia del barrio, a convertirse en una mujer extrovertida y segura que salía sonriendo a un escenario para enseñar los cuádriceps que tanto le había costado definir.  

Carmen en sus primeros años entrenando. Fuente: Carmen Bes
Carmen en sus primeros años entrenando. Fuente: Carmen Bes
A Benidorm en un Renault 8 y a Huelva a ganar un mundial

En 1969 Carmen se convirtió en la primera hija de una familia humilde y trabajadora que siempre ha vivido en diferentes zonas del barrio Arrabal de Zaragoza. Recuerda con mucha ilusión reunirse con sus amigos en la plaza para jugar, pero la anécdota que más disfruta son sus vacaciones en Benidorm: “Nos íbamos a Benidorm durante un mes. En un Renault 8 íbamos mis padres, mis abuelos, mi hermano y yo”. 

Su madre, Mártir, se ha dedicado siempre a cuidar de su familia. Cuando Carmen y Esteban (su hermano) todavía estaban en el colegio, les llevaba el bocadillo a la hora del recreo. Su hija siguió recibiendo los mismos cuidados cuando decidió adentrarse en el mundo del fitness de competición.  “No nos pareció raro, ella ya había hecho mucho deporte así que pensamos que era otra cosa más. Además, yo estaba muy contenta porque de repente comía más, así que le hacía arroz con mucho gusto”, dice Mártir.  Sus padres siempre la apoyaron, tanto, que viajaron hasta Huelva para darle una sorpresa en el Campeonato del Mundo de 2003. 

Pero llegar hasta ese campeonato mundial, del que saldría victoriosa, no ha sido fácil. El arroz que le hacía su madre era solo una parte. Carmen basaba su alimentación esencialmente en proteínas de los huevos, pollo y pescado; y carbohidratos que obtenía del arroz y las patatas. Complementaba su alimentación con suplementos como batidos de proteínas, aminoácidos o complejos vitamínicos. Respecto a este tema, parece que siempre se piensa que las sustancias químicas y el uso de esteroides van unidos al crecimiento muscular de este tipo de atletas. Carmen niega haberlos usado: “Toda mi suplementación era natural. Quien quiera meterse química que haga lo que quiera, ellos sabrán… pero no es bueno”. 

Carmen durante una competición (la primera por la derecha). Fuente: Carmen Bes
Carmen durante una competición (la primera por la derecha). Fuente: Carmen Bes

Hace especial hincapié en que lo más complicado de todo este proceso no era el entrenamiento, ni tampoco la dieta. Era compaginar su vida deportiva con su trabajo. Desde los 18 años, era parte de la plantilla de la fábrica de bollería La Bella Easo. Los cambios de turno semanales y la presencia de dulces en el obrador es lo que más le costaba gestionar.  

En 1996, Carmen ganó el campeonato de España en su categoría, y un año más tarde volvería a obtener este primer puesto. Su carrera deportiva estaba en un buen momento, sin embargo, decidió ponerla en pausa para formar una familia. “Era ahora o nunca”, cuenta. En 1998 tuvo una hija. Tan presente estaba el fitness en su vida, que pensó en llamarla Cory, como la culturista y campeona americana Corinna Everson. Al final, para alivio de su hija, se decidió por Laura. 

Dos años más tarde estaba de vuelta en el gimnasio y en los escenarios. No quería darle la satisfacción a esas personas que le decían que después del embarazo se “dejaría” y perdería toda su forma física.  Volvió a competir ganando el campeonato de España del año 2000, y quedando subcampeona del mundo. Carmen no asocia estas victorias a un esfuerzo excesivo, considera que su genética tuvo mucho que ver. Explica que su cuerpo reaccionaba bien a la dieta y veía resultados pronto; además, sus músculos reaccionaban rápido y, después de tantos años entrenando, celebra que “tenían memoria” por lo que no le costó tanto volver a ponerse a punto para competir. 

En 2003 la oportunidad se presentó en bandeja. El campeonato mundial de fitness se celebraba en Huelva. “A Huelva podía ir con mi coche, con mi nevera llena de todas mis comidas y podía hacer la preparación perfecta hasta el último momento. No tenía que coger ningún avión, no se me iban a hinchar las piernas, ni me iba a cansar tanto como en un viaje fuera de España”. Así supo Carmen que era el momento ideal para intentar ganar esta competición de una vez por todas.  Y eso hizo. 

Sus padres habían ido por sorpresa a verla competir y estaba en su mejor forma física. Se extendió tinte en el cuerpo para que sus músculos se vieran mejor y brillaran más y salió a posar delante de los jueces. Cuando estos pronunciaron su nombre al anunciar a la ganadora, sintió cómo el círculo se cerraba: “respiré hondo y suspiré aliviada”. Había conseguido coronarse como campeona mundial, ya podía dejar de competir y poner punto final a este capítulo de su vida. Todo el sacrificio, las estrictas dietas y las horas entre mancuernas y poleas habían dado sus frutos. 

Descubriendo placeres perdidos

El culturismo no es un deporte que se pueda dejar abruptamente, y menos después de dedicarle los mejores años de juventud. El cuerpo te pide entrenar y eso es lo que hizo Carmen. Tras ganar el título de campeona del mundo continuó entrenando. Decidió compartir sus conocimientos y su experiencia con otras jóvenes competidoras que le pedían ayuda, y se convirtió en entrenadora. Una de estas chicas fue Lorena Iñarra quien, inspirada por Carmen, llegaría a convertirse en competidora de culturismo profesional de la liga IFBB. 

Conforme pasaban los años, Carmen dejó de entrenar. Sus amigos de la infancia habían pasado a un segundo plano durante su vida competitiva, sin embargo, ahora volvían a verse y a retomar la amistad. “Quedábamos a tomar café, a ir de tapas por el tubo… ir de tapeo fue un gran descubrimiento para mí porque antes no podía hacerlo”, cuenta. Poco a poco, esta atleta fue desvinculándose del ambiente competitivo, del fitness y del culturismo. Fue formando una rutina y una vida nueva. Ahora, a sus 50 años lo único que queda de esos años son recuerdos y anécdotas.  Se le viene a la mente el momento en que conoció a uno de los culturistas más reconocidos de los últimos tiempos. Durante los primeros años de los 2000 en España se organizaban dos ferias de culturismo y fitness, una en Madrid y otra en Barcelona. Era un espacio donde los competidores y las marcas de suplementación o material deportivo se aliaban para hacer promoción. En una de estas ferias, en Barcelona, Carmen coincidió con Dorian Yates, ganador del concurso Mr.Olympia seis años seguidos. “Estábamos comiendo en la misma mesa y me pidió el ketchup en inglés. Yo no entendía nada y me repateó no saber inglés, dije que tenía que aprender, pero nunca lo hice”, cuenta entre risas. 

Carmen Bes durante una sesión de fotos. Fuente: Carmen Bes
Carmen Bes durante una sesión de fotos. Fuente: Carmen Bes

El pasado 2019, el promotor Pedro José Pernias -de la mano de la liga profesional FNFF-IFBB- organizó un campeonato regional en Aragón. Su intención era retomar el culturismo de competición en esta comunidad autónoma y, qué mejor forma de hacerlo que homenajeando a los grandes competidores que nacieron en los gimnasios de Zaragoza.  Junto a otros atletas como Michel Pérez o José María Gual, Carmen recibió un premio honorífico por su carrera. Mirar hacia atrás le llena de orgullo y comenta que, durante sus años de competición, no era consciente de que podía convertirse en una figura importante para el culturismo aragonés.

Nadie podría haber sospechado que la joven introvertida que corría y saltaba por las pistas de atletismo, que tocaba canciones de misa con la guitarra y que dejó de estudiar para meterse a trabajar, se convertiría en campeona mundial de una modalidad deportiva como el culturismo. Si la miras ahora tampoco podrías imaginarlo. Sus músculos fueron desapareciendo poco a poco cuando dejó de entrenar, sin embargo, ha conseguido mantener los buenos hábitos alimenticios, la disciplina y la confianza que le aportó el fitness.

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