Conversaciones para entender la guerra

Albert Alexandre//

Frecuentemente los sentimientos humanos sobre la guerra son confusos. En el ámbito cultural, no queda siempre clara la oposición frontal a la muerte organizada que debería ser abanderada por nuestra sociedad. Es por este motivo que se hace totalmente necesario el buen trabajo periodístico de Ramón Lobo y Mikel Ayestaran. En el libro Guerras de ayer y de hoy, la Revista 5W les pone a dialogar sobre sus experiencias en las zonas más conflictivas del planeta. Todo un ejercicio de comprensión.
Unas palabras sobre las representaciones de la guerra

Cuenta el marine Anthony Swofford en sus memorias Jarhead (2003) que los soldados del cuerpo de infantería de los Estados Unidos, antes de ir a la Guerra del Golfo, organizaban sesiones de cine para divertirse y animarse, en las que veían películas de la Guerra de Vietnam. Entre los largometrajes que los marines visionaban estaba la obra maestra de Francis Ford Coppola, Apocalypse Now.

Resulta contradictorio que el film concebido como una herramienta antibelicista en 1979 fuera empleado por los soldados destinados a Irak para envalentonarse antes de la partida. Aquella película estrenada cuatro años después de que las hostilidades estadounidenses  terminaran en Vietnam se había convertido en un alegato épico a la violencia.

Sucede con frecuencia. Pese al rechazo frontal hacia la guerra que recorre nuestras sociedades cuando nos enteramos de que son de carne y hueso, el cine o la literatura están llenas de ejemplos que expresan algo así como un amor inconsciente por la guerra y sus causas. Quitando aquellas películas hollywoodienses -como Salvar al soldado Ryan o Pearl Harbour- que ensalzan la violencia y su heroica de la guerra considerándola necesaria, existen otros registros -para nada sospechosos de bajeza de miras- que también humanizan y dignifican la contienda. Ahí está por ejemplo Orwell y su Homenaje a Catalunya: «Ese período que entonces me pareció tan inútil y vacío de acontecimientos tiene ahora gran importancia para mí. Es tan distinto del resto de mi vida que ya ha adquirido esa cualidad mágica que, por lo general, pertenece sólo a los recuerdos muy viejos. Fue espantoso mientras duró, pero ahora constituye un buen sitio por el que pasear mi mente».

Aunque también es cierto es que el escritor británico consigue transmitirnos en otros pasajes lo soporífero y ominoso del frente:  «Los piojos se multiplicaban en mis pantalones con mucha mayor rapidez de la que yo podía desplegar para destruirlos. Desde hacía un mes carecía de calcetines y tenía destrozadas las suelas de las botas, de modo que caminaba casi descalzo (…) Sobre asquerosos bichos corporales tengo una amplia experiencia y puedo afirmar que, en cuanto a ensañamiento, el piojo sobrepasa a todo lo conocido».

Guerras de ayer y de hoy 1
Fotografía de Revista 5W

Ahí está también de la película de Ken Loach basada en la obra de Orwell. Tierra y libertad, pese a querer reflejar el horror de la guerra, en cierto modo confiere una dimensión mística y redentora a la violencia organizada. Consigue incluso validar la famosa máxima de Carl von Clausewitz sacada de su libro De la guerra: «La guerra es la continuación de la política por otros medios». En este caso la política es la revolución y la Guerra Civil una vía para conseguirla.

¿Por qué nos apasiona la guerra? Sería justo decir que la guerra apasiona solo a unos pocos millones de personas. La cantidad de manifestaciones culturales bondadosas que se dedican a este campo de batalla no se corresponde con el interés común. En una definición inventada, la guerra es frecuentemente esa resolución de disputas “masculinas” por la vía sanguinaria en la que mueren hombres, mujeres, niños y niñas. Todo el reguero de libros y películas bélicas que ha habido es, más bien, una legitimación de una forma que tienen los hombres de gestionar el mundo.

En segundo lugar, en la sociedad occidental, acusada por flagrantes carencias de libertad, la guerra se presenta como un espacio de libertad y camaradería -siempre entre hombres- en el que los estados no tienen poder sobre los individuos. La guerra se erige como la representación antipolítica en la que el ser humano -siempre hombre- puede de nuevo expresarse sin cortapisas. Una arcadia falaz en la que como se aprecia en La chaqueta metálica (1987) de Stanley Kubrick, una de las mejores películas antibélicas sobre Vietnam, el ejército es una continuación del estado, más violento aún si cabe.

Una visión necesaria sobre la guerra

Guerras de ayer y de hoy rompe con los mitos sobre la guerra citados líneas más arriba. El libro publicado por la revista de periodismo internacional de largo aliento 5W, en su colección Voces, se articula como una conversación entre dos de las autoridades del periodismo de conflictos más destacadas de España.  

Mikel Ayestaran y Ramón Lobo dialogan -esa actividad prácticamente inexistente en las guerras- sobre sus experiencias, sus conocimientos y sus opiniones del mundo. Dos periodistas pertenecientes a dos generaciones de informadores, pero a los que les une una voluntad clara: hacer buen periodismo en una época en la que esos conceptos amenazan en convertirse en una antítesis.

Lobo ejerció toda una vida como periodista internacional en El País, diario que considera su casa y al que dice deberle mucho, y en 2012 fue despedido junto con otros compañeros como consecuencia del ERE llevado a cabo por el periódico. Desde entonces trabaja de forma libre en lo que es un caso paradigmático de la situación de la prensa española: profesionales respetados que se ven espoleados de las principales redacciones del país, obligados a reinventarse cuando deberían afrontar el último tramo de su carrera. A Ramón Lobo el cambio de aires le ha sentado bien y hoy es frecuente leerlo en jóvenes cabeceras de un periodismo alternativo -la propia 5W, Jotdown, infoLibre, etc.-.

Ayestaran ha recorrido camino distinto. En 2005 pidió una excedencia a Diario Vasco para poder entender el mundo como freelance. Desde entonces, tras renunciar al sueldo fijo pero seducido a cambio por un modo de vida frenético, fue alargando su parón hasta que en octubre de 2015 le advirtieron de que había excedido el número máximo de prórrogas y que tenía que decidir qué quería hacer: reincorporarse o abandonar. Ayestaran renunció al sueldo fijo. Actualmente trabaja como autónomo para el grupo Vocento y la televisión pública vasca y vive en Jerusalén como corresponsal.       

Guerras de ayer y de hoy es un libro fino, un libro que apenas supera las 130 páginas, pero que es según Ayestaran, el resultado de 48 horas de convivencia y charla. Dos días que quedan reflejados en una larga conversación -que exige un ejercicio titánico de compresión- que en el papel se organiza en cinco capítulos que corresponden a las insignes cinco uves dobles que dan nombre a la revista que lo publica: Who, What, When, Where y Why.

Guerras de ayer y de hoy 2
Fotografía de Revista 5W

Lobo y Ayestaran hablan de temas tan diversos como las guerras que han compartido -Irak, Palestina o Siria- o las que más les han marcado; de fenómenos tan alejados como el terrorismo, el mundo islámico, la violencia en el conflicto, el papel de las ONGs, los ejércitos y los periodistas de guerra; o de conceptos tan complejos como la paz y las responsabilidades políticas, muchas veces eludidas desde el llamado Occidente, ante ese reto.

Afortunadamente, no se trata de un libro de batallitas. Nada de hombres valentísimos en hoteles tomando whiskies. Las anécdotas que recorren toda la lectura de Guerras de ayer y de hoy, sin embargo, son una pequeñísima parte de lo que los dos periodistas cuentan o se cuentan. Con Lobo y Ayestaran la guerra desborda los límites que impone el campo de batalla y se define como una amalgama de realidades. Escuchando a ambos se entiende la complejidad de la violencia organizada y se demuestra que nuestras sociedades, pese a tener cierta sensibilidad sobre el tema, necesitan todavía una profunda pedagogía sobre el mismo.

Mucho más allá de los campos donde vuelan balas, en guerras como la que vive actualmente Siria, los implicados, tal y como leemos en el libro, son muchos y todos tienen sus papel en el desarrollo del conflicto. Víctimas, soldados, militares, terroristas, cooperantes, periodistas, políticos, ciudadanos de países alejados….La identificación de todos los actores y su definición es la tarea que tratan de llevar a cabo Lobo y Ayestaran, la tarea que debería hacer el buen periodismo. Y junto con esta «misión», la de luchar contra el olvido.

También son frecuentes en todo el libro las menciones a aquellas guerras que un día fueron primera plana y que en algunos casos, pese a seguir sumando muertos en las cunetas, no tienen espacio en los principales diarios españoles. ¿Quién se acuerda de los Balcanes o Sierra Leona? ¿Quién se acuerda de Afganistán o de Libia? En Guerras de ayer y de hoy, Lobo y Ayestaran, sin nombrarlo de forma explícita, se reivindica una de las tareas menos tenidas en cuenta por el periodismo. Bajo el imperio de las visitas y las lecturas, el oficio de informar no prevé que las noticias del presente son o deberían ser la materia de la que se hará la historia del futuro. Es por ello que se hace indispensable reivindicar un periodismo honesto, para que nuestros herederos sepan qué ocurrió en nuestros días.

Por todo lo dicho, parecería que Ramón Lobo y Mikel Ayestaran son capaces de analizar desde la objetividad y la altura de miras. Sus intuiciones y opiniones sobre la geopolítica internacional resultan clarividentes, sin embargo, ambos periodistas han vivido los estragos de la guerra en sus carnes y por ello conocen de primera mano el horror. En Guerras de ayer y hoy hay espacio para la vertiente más sensible del mundo de la guerra. Duras historias que Ramón y Mikel han vivido sobre el terreno, compañeros y compañeras que han muerto cubriendo conflictos, y sus sensaciones -a veces colindantes con la locura- experimentadas por los dos periodistas cuando regresan a casa después de asistir a la muerte organizada.

No solo eso. Lo sádico llena páginas y por esto, resultan encomiables los intentos del libro de 5W por elaborar una visión dotada de algo de optimismo. Así, por ejemplo, Ayestaran comenta que si cubre las guerras es para relatar el momento en que se signan las paces y Lobo nos explica cuán importante es la generosidad de las víctimas para que la paz funcione.

Podríamos seguir indagando en cada palabra dicha por Ramón Lobo y Mikel Ayestaran en Guerras de ayer y de hoy pero lo mejor es leerlo -en una tarde o dos a lo sumo- y darse cuenta de lo necesario que es este texto para entender la guerra en todas sus vertientes y para alejarnos definitivamente de la visión romántica del oficio de matar.

Autor:
silvia laboreo

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Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona, tiene un Máster en Creación Literaria y otro en Literatura, Arte y Pensamiento de la Universidad Pompeu Fabra. Ha colaborado en medios como Cultura Colectiva, Culturamas, Código Nuevo, Vice, Arainfo o El Cotidiano. También coordinó durante 2 años la revista de literatura Acrocorinto y actualmente trata de terminar su primera novela mientras aprende el oficio del periodismo.

Twitter Blanca Uson

 

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