Dream is over (o de cómo hace 35 años que perdimos a John)
Laura Latorre Molins//
El autoproclamado héroe de la clase obrera, the walrus, el Beatle ingenioso y mordaz, el genio, el hombre cínico y capaz de escribir las declaraciones más bellas y sinceras de amor. El que gritó con el puño en alto que el poder era para la gente, para el pueblo, el que escribió canciones por la paz. El hombre que proclamó que lo importante era el amor y que no tuvo miedo de criticar al poder establecido –mientras conducía un Rolls Royce-. El hombre que amó y odió. Contradictorio, irónico. John Lennon, un icono del rock convertido en una leyenda que no ha dejado de crecer treinta y cinco años después de que cinco balas callaran su voz.
Grita, y el aullido le rasga la garganta. La súplica le sale de lo más profundo de su ser: “Mamá, no te vayas”, y por unos momentos vuelve a ser un niño y a enfrentarse a uno de los momentos más difíciles de su vida. Es 1970 y está siguiendo la terapia del grito primal, con la que pretendía curar traumas infantiles y que le llevaron a cristalizar su dolor en el disco John Lennon/Plastic Ono Band, su primer trabajo en solitario. “Madre, me tuviste, pero yo nunca te tuve a ti. Yo te quería, pero tú no me querías a mí”. Saca todo el dolor que guarda desde su más tierna infancia: aquel momento en el que, con 5 años, tuvo que elegir si quería estar con su madre o con su padre.
Mother, you had me
but I never had you
I wanted you
but you didn’t want me
so
I got to tell you
goodbye
251 de Menlove AvenueJohn Winston Lennon nació el 9 de octubre de 1940 en el Oxford Street Maternity Hospital de Liverpool, durante uno de los peores bombardeos de la II Guerra Mundial. Con su padre, marinero de profesión, apenas tuvo relación después de sus primeros años de infancia. Su madre, Julia Lennon, no se sentía preparada para ejercer de madre y decidió entregar a su hijo a su hermana Mimi y su cuñado George, con quien John vivió en el número 251 de Menlove Avenue. No fue hasta 1955 cuando Julia decidió retomar el contacto con su hijo. Por aquel entonces, John ya se había perfilado como un joven ingenioso, irónico e inteligente, pero sin el menor respeto por sus profesores o por los estudios. Fue Julia quien le enseñó a tocar el banjo y despertó en él el interés por la música. Una vez John se hizo con su primera guitarra; su estricta tía Mimi le dijo en una ocasión que tocar la guitarra estaba muy bien pero que jamás se ganaría la vida con ella... No podía estar más equivocada.
En marzo de 1957 John formó junto a su íntimo amigo Pete Shotton su primer grupo de música, The Quarry Men, en honor al instituto en el que estudiaba, el Quarry Bank. La muerte de Julia, en 1958, justo cuando comenzaban a retomar su relación, fue un duro golpe del que John nunca se llegó a recuperar. Aunque le ayudó a acercarse a Paul McCartney, quien había perdido a su madre por culpa de un cáncer, poco tiempo antes. Ese mismo año, John conoció a una joven llamada Cynthia Powell con quien se acabaría casando en 1962 y con quien tendría a su primer hijo, Julian, un año más tarde.
Los Quarry Men se convertirían más tarde en The Beatles, formado por John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr. Los años sesenta cambiaron al mundo y cambiaron a John. Pero él fue una pieza fundamental en la transformación musical y cultural de esta década. John comenzó 1960 con la cabeza llena de ideas y una guitarra al hombro, con muchos sueños que acabarían cumpliéndose y superando con creces cualquier expectativa. Acabó 1969 habiéndose convertido en uno de los músicos más influyentes no solo de Inglaterra, como él pudo soñar de adolescente, sino del mundo entero. En una década creó el grupo más famoso, imitado y adorado del siglo XX, formando con Paul McCartney un tándem de creatividad y genialidad musical sin precedentes.
En los primeros años de la meteórica carrera de los Beatles, John salía al escenario sin gafas, solos él y su miopía galopante ante el peligro, incapaz de reconocer nada. Sin embargo, esas gafas redondas que comenzó a lucir en años posteriores y de las que huía al principio se acabaron convirtiendo en uno de sus elementos más identificativos.
Con el fin de la década llegó el fin del grupo, pero los Beatles ya habían alcanzado la fama eterna. John pasó a ser el ídolo de miles de personas como Elvis había sido el suyo durante la adolescencia. Con el inicio de la nueva década, la carrera de John en solitario tomó impulso. Roto ya el vínculo Lennon-McCartney, John encontró un sustituto creativo: su mujer Yoko Ono. La peculiar relación sentimental de esta pareja y todos sus altibajos marcaron el primer lustro de los setenta. Las canciones de John se movían en torno a polos opuestos, la dualidad entre las confesiones más desgarradoras en Mother y las dulces palabras en Love. Poseedor de un ácido y afilado sentido del humor, era capaz de herir con crueldad -como demuestra su canción How do you sleep? indirectamente dirigida a Paul McCartney-, pero a la vez crear algunos de los lemas y de los versos de amor más conocidos y alabados de la historia musical del siglo XX. El activismo político tampoco le fue ajeno.
I’ve had enough of reading things
By neurotic, psychotic, pig-headed politicians
All I want is the truth
Just gimme some truth
Ingenioso, contradictorio, amante de la paz, nervioso, carismático. Icono del rock convertido en mito, en leyenda. Creó lemas que ahora son mundialmente famosos y con los que la gente inunda sus muros de Facebook y sus tazas del desayuno: “Imagine”, “All you need is love”, “Give peace a chance” o “Life is what happens to you while you’re busy making other plans”. No tuvo miedo a simpatizar con ideas de izquierdas, a pesar del profundo sentimiento anticomunista que reinaba en los Estados Unidos e Inglaterra, lo que causó que el FBI le vigilara de cerca.
Se opuso a la guerra de Vietnam, se posicionó en contra de la intervención militar británica en Irlanda del Norte y llamó a la paz, junto a Yoko Ono, en cientos de ocasiones.
A million workers working for nothing
You better give ‘em what they really own
We got to put you down
When we come into town
Singing power to the people
Power to the people
Músico, escritor, dibujante, activista, incluso actor. Con traje de chaqueta, chupa de cuero, con traje blanco o incluso desnudo. Con el pelo corto, mop-top, media melena o barbudo, con gafas de sol o redondas con cristales anaranjados. Siempre cameleónico, siempre genuino, siempre John.
Cuando en 1975 nació Sean, su segundo hijo, cambió las fiestas extravagantes por los biberones y los conciertos multitudinarios por las nanas en la intimidad del hogar. El otrora polémico héroe de la clase obrera se alejó del mundo de la música después de casi veinte años. Desde que formara su banda The Quarrymen en 1956, no había dejado de pisar los escenarios, de componer y grabar canciones. Lo hizo tras Rock ‘n’ roll, su sexto álbum de estudio y se centró en su vida familiar. Su segundo hijo consiguió lo que no había conseguido el primero: que su padre se volcara de lleno en él y dejara de lado la música.
Cinco años más tarde, en 1980, John y Yoko publican Double Fantasy con canciones compuestas por ambos y algunas de las cuales serán recordadas como las más emblemáticas de la carrera de John Lennon: Woman, (Just like) starting over, o Beautiful Boy (Darling boy). La idea que tienen es sacar el siguiente álbum, Milk and Honey, en el que ya están trabajando, como una segunda parte de este primero. Lo que John no sabe es que ese será su último disco y se publicará póstumamente en 1984.
Woman, I can hardly express
My mixed emotions and my thoughtlessness
After all, I’m forever in your debt
And woman, I will try to express my inner feelings and thankfulness
For showing me the meaning of success
El 8 de diciembre de 1980, John Lennon sale de su apartamento en el edificio Dakota de Nueva York y se dirige a una peluquería de la Calle 72, como aquellos días de su infancia en los que acudía a Bioletti’s, una barbería en la rotonda de Penny Lane. El corte de pelo que elige ese día es una muestra de la nostalgia que ha ido llenando su vida en los últimos meses: un poco de melena por detrás y un corto flequillo que recuerdan al John adolescente de mirada desafiante, al John que tocaba la guitarra frenéticamente en The Cavern y que soñaba con salir de Liverpool. En los últimos meses John ha planeado volver a Inglaterra, ha pensado hacerlo una vez comience 1981. Quiere ver a su tía Mimi, con la que habla por teléfono con mucha frecuencia pero a la que hace años que no ve. A pesar de haberse enamorado de Nueva York y de sentirse a gusto allí, comienza a añorar sus orígenes, su amada Liverpool. El sonido de los barcos, la brisa que sopla junto al Mersey, los edificios de ladrillo rojo, las largas calles de Woolton donde se crió, o Mathew Street donde comenzaron sus inicios junto a los Beatles. John quería volver a empezar, prueba de ello es el primer sencillo del Double Fantasy: (Just like) Starting Over.
Acaban de publicar el disco, y tras cinco años de silencio, la promoción no cesa. A las 10 tiene una entrevista radiofónica en la que no oculta su nueva faceta sentimental y familiar y confiesa la esperanza de morir antes que Yoko porque sabe que sin ella su vida no tendría sentido. John siempre ha necesitado una mujer en su vida, una mujer fuerte, a la que admirar, que le guíe y le inspire, que le sostenga y le quiera. Desde que murió su madre en 1958, justo cuando comenzaban a crear un fuerte vínculo, John vivió errante, sin un referente femenino que actuase como brújula de su vida. A pesar de su intensa vida emocional y sexual y de haber estado casado a principios de los sesenta, no fue hasta que conoció a la artista vanguardista Yoko Ono cuando dejó de ir a la deriva y creyó haber encontrado su pareja. Creativa y emocional. John y Yoko. Yoko y John. Activistas, músicos, amantes. Su relación, no siempre convencional y feliz, se convirtió en el eje de su vida desde finales de los sesenta.
Un poco después del mediodía, la fotógrafa Annie Leibovitz llega al apartamento de los Ono Lennon. En la sesión fotográfica, que dura cerca de hora y media, la fotógrafa de la revista Rolling Stone toma varias instantáneas que pronto se volverán icónicas, tanto de la pareja como de la revista. John queda fascinado con el resultado de una en particular que cree que define perfectamente su relación. En esta foto Yoko está tumbada boca arriba, vestida y con la mirada perdida, mientras John desnudo y vulnerable se aferra a ella indefenso, besándole en la mejilla. Esta foto aparecerá en la portada de la revista el 22 de enero de 1981 y pasará a ser considerada como una de las mejores de la trayectoria de la Rolling Stone. En otras de las fotos John aparece con un look similar al que llevaba a finales de los años 50, vuelve a ser un teddy boy con una chaqueta de cuero y unas gafas de sol apoyadas en su nariz aguileña. Pero esta vez no está sentado en el camión de un descampado del Liverpool de la postguerra sino en el alfeizar de la ventana de su apartamento en Nueva York. Ahora no hay nada por conquistar, el mundo ya está a sus pies.
Pasadas las cinco de la tarde, John y Yoko acuden a una nueva sesión de grabación. De camino, en la puerta de su apartamento John Lennon se detiene a firmarle un disco al que pronto se convertirá en su fan más conocido. En el estudio prosiguen con los retoques de su canción Walking on thin ice y no deciden volver a su apartamento del edificio Dakota hasta las diez. Pero además de su hijo Sean en el séptimo piso, a John le esperaba en la entrada una pistola Charter del calibre 38.
Aquella inmortalidad que comenzó con los Beatles y que consagró durante la década siguiente, quedó sellada con las cinco balas que recibió aquella noche, de la mano de Mark David Chapman, el fan al que había firmado un autógrafo horas antes.
A las 23.07 del 8 de diciembre de 1980, John Winston Lennon es declarado oficialmente muerto. Dream is over.
I don’t believe in Beatles
I just believe in me, Yoko and me, and that’s reality
The dream is over
What can I say?
The dream is over