El alma en la pared
Texto e imágenes: Adrián Luis Rúa//
La capital aragonesa se ha hecho un nombre entre las ciudades que rigen las nuevas tendencias del arte urbano y compite –dignamente– con Berlín, París y Londres.

Cualquier ciudadano un poco observador y que no esté todo el día con la mirada fija en su móvil, tras doblar algún rincón de Zaragoza, podrá encontrarse con un sueño bidimensional, una historia cromática, un mensaje tácito o una crítica transparente. Las tristes fachadas degradadas o de un color sin alma ahora soportan sueños, gritos, pesadillas, delirios, críticas, poemas… El arte urbano convierte a la capital aragonesa en una inmensa galería.
Aunque este tipo de arte dista del que se puede hallar en una galería, tal y como indica Javier Serrano, uno de los cinco componentes del colectivo multidisciplinar Boa Mistura: “La principal diferencia entre una pieza que está en la calle y una pieza en el museo es que cambia por completo la manera que tiene el público de enfrentarse a ellas. Mientras que en una calle la relación es absolutamente directa, no hay intermediarios, no hay segmentación del público y además es gratis para el ciudadano, en un museo sí que hay todo ese otro tipo de circunstancias. Además, las piezas de un museo se pueden transportar de un lugar a otro mientras que las urbanas se enclavan en un lugar y responden de alguna manera a ese propio lugar. Quizás no tendrían sentido si se encontrasen en otro contexto”.
El muralismo en la calle es una forma de acercar el arte a la sociedad sin hacer distinción, de maquillar la tez arrugada de las paredes de aquellos barrios alejados de la atención de las instituciones aunque se sitúen a escasa distancia de ellas. Esto último se conoce como intervención, es decir, en palabras de la historiadora del arte María Luisa Grau Tello: “Revitalizar y mejorar entornos urbanos que están muy degradados. Es uno de los encantos que tiene el arte urbano, que se integra en el entorno en el que está. En muchos casos intenta mimetizarse con el entorno”. El respeto del artista se plasma en la adaptación de la manifestación con el lugar.
El principal aliciente de estas intervenciones radica en la interacción entre las personas y la urbe. El creador madrileño Javier Serrano afirma: “Yo creo que la cambia, la actualiza, la mejora de alguna manera. Los artistas son hijos del tiempo en el que viven y de alguna manera a través de sus obras la están descodificando para el resto de las personas y en este sentido aportan una nueva imagen de la ciudad. Pienso que el arte urbano tiene una capacidad brutal de transformar la ciudad y de inspirar a sus habitantes”. En esta misma línea se encuentra Luis García, organizador del Festival Asalto, quien proclama que “si Madrid es gris, Zaragoza también lo es” y que “una comunidad puede ver cómo su espacio, que ayer era un solar lleno de basuras, de escombros, de toxicómanos, cambia por completo gracias a una capa de pocos milímetros de pintura”. Desde la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ), su presidenta Nieves Boj considera que es un “arte incorporado a la vida cotidiana de los barrios, dignifica el espacio público haciendo que se apropie de él la ciudadanía, visibiliza muestras de expresión juveniles”.
Zaragoza, a base de brochazos, ha logrado un espacio en el street art global. El Festival Asalto es el responsable: congrega cada año a los rostros locales, nacionales e internacionales más pintorescos de esta disciplina, decora los medianiles de los edificios y después se lava las manos, para limpiarse las manchas de pintura. Entre el barrio del Gancho, San Pablo y la Magdalena existen casi sesenta obras. La cantidad y la calidad de estos murales y las de otros que habitan en zonas como el Arrabal o San José otorgan a la ciudad un prestigio y un reconocimiento entre las metrópolis que rigen las tendencias plásticas. Según Luis García, Zaragoza se emplazaría “entre los cinco primeros” puestos del muralismo europeo por la “densidad de murales vivos en un casco histórico, incluso en toda una ciudad”. Comparte esta opinión María Luisa Grau Tello: “Zaragoza es referencia indispensable porque Asalto fue pionero y la ha situado en el mapa internacional de arte urbano”.
La ciudad del viento se codea con Berlín y sus legendarios grafitis, con Londres y sus misteriosos Banksy o con el arte singular de la periferia de París. ¿Y dentro de España? No hay color. “Primero o segundo puesto, –exclama la experta– ¿tú sabes la cantidad de pintura mural que hay? Llevamos desde 2005 haciendo obra, son casi 10 años, hay pocos sitios que hayan superado la crisis”.

La recesión económica es una de las temáticas más comunes de estos frescos. Destacan el mural del zaragozano Danjer de la calle San Agustín y el de Above en la calle San Pablo. La primera pintura es una prostituta tumbada y desnuda con el cuerpo tatuado en el que se puede leer “ladrillo bendito”, “esclavitud contrato basura”, “¿democracia?”, “Bárcenas”, “opio” con un dibujo de un balón de fútbol o el diagnóstico “muerte cerebral” bajo el logotipo de una televisión nacional. Su única prenda, una liga con los colores de la bandera alemana en la que reza: “España va bien”. Danjer, como reconoce en un reportaje del programa Objetivo de Aragón TV, no se muerde la lengua. Su obra, tampoco: “A veces intento expresar o contar alguna historia y a veces la historia se cuenta sola”. La segunda imagen aspira a ser una fotografía. Se trata de una larga hilera de siluetas de sujetos que se dirigen a un cartel que informa: “Oficina de empleo”. Por si no fuese suficiente, junto a esa cola de necesidad se advierte: “24% desempleados”. La historiadora del arte valora: “Yo creo que los artistas urbanos sí que buscan hacer reflexionar y lanzar mensajes críticos porque aunque estéticamente sean obras que nos resultan tan agradables, los mensajes pueden ser muy desagradables”.

Algunos mensajes son directos e inequívocos pero otros son más ambiguos. “Lo que pasa con el arte contemporáneo actual es que muchas veces no te lleva a la reflexión porque no lo entiendes ya que muchas cosas son herméticas”, reflexiona María Luisa Grau Tello. Las formas y las figuras de las diversas ilustraciones de gran formato varían en función del estilo del autor y de la idea que pretenda transmitir. Pueden ser un manantial de colores o los contornos de grises sombras. La mezcla de ingenio, talento y grandes dosis de pintura plástica o en espray genera fábulas de ayer y de hoy, monstruos con smartphones, explosiones coloridas y hombres y mujeres que aguardan en silencio ante la atenta mirada de los viandantes.

No se puede hablar de uniformidad. Cada artista ha forjado su propia identidad mediante capas de pintura. “Van a beber de un montón de influencias: el cómic, la ilustración, la fotografía, la literatura, la música… No puedes hablar de un estilo homogéneo para todos los artistas, es que es tan diverso –explica Grau Tello–. Una de las cosas que caracteriza al artista urbano es la personalidad tan marcada que tiene, eso le da riqueza y refuerza el hecho de que sea una creación artística en sí misma, que no está siguiendo una tendencia o un estilo general”.
Los pintores conviven con la idea de que sus obras son efímeras. Los derrumbes, las inclemencias del tiempo, las agresiones vandálicas o los planes urbanísticos son las plagas del muralismo. Habla el miembro de Boa Mistura: “Lo asumimos con la total naturalidad de quien lleva toda la vida viendo desaparecer su trabajo y casi ya trabaja con eso, como parte de proceso, es decir, para nosotros es normal que las obras se acaben borrando o que se acaben deteriorando, que se acaben perdiendo o que construyan un nuevo edificio y lo tiren, que llegue el ayuntamiento y lo blanquee de otro color. Todo lo que está en el exterior si no tiene un mantenimiento va a desaparecer, para nosotros es normal y es hasta romántico”.
La investigadora de arte urbano apoya la tesis de Javier Serrano: “Es que forma parte de su razón de ser. La obra forma parte del espacio urbano con todo lo bueno y lo malo; todo lo bueno es la proyección que puede tener, cómo lo puede mejorar y todo lo malo es cómo puede terminar desapareciendo”. Así ocurrió con la pieza del mexicano Smithe. El Ayuntamiento de Zaragoza consiguió el permiso de los vecinos de un edificio de la calle Santiago para realizar una intervención. El azteca se puso manos a la obra. Una vez finalizada, la comunidad de vecinos no quiso que el trabajo permaneciera. Nada se pudo hacer para salvar la pintura, ya que la pared que la sustentaba pertenecía a los dueños de los inmuebles
Fue una excepción. “Por lo general, los murales son bien acogidos. El vecino suele ser cómplice. Están en preaviso. Al ciudadano de a pie al principio le choca, de hecho, en los primeros años pensaban que era algo vandálico, pero el vecindario generalmente siempre está de acuerdo con que se pinte seguro, aunque hay algún caso que no le ha gustado el resultado”, recuerda García. No obstante, la presidenta de la FABZ, Nieves Boj, asegura que no ha recibido queja alguna de las asociaciones de vecinos por este motivo.
Polémica mezcla
Su nombre viene del portugués “buena mezcla”, son madrileños pero casi podrían ser hijos adoptivos de Zaragoza e incluso del mundo –tienen obra en Hamar, Ciudad del Cabo, Sao Paulo, Panamá y Argel–. Su lema es “cinco cabezas, diez manos, un solo corazón”. En efecto, ellos son Boa Mistura, un grupo de artistas urbanos con distintas formaciones universitarias (Bellas Artes, Arquitectura, Ingeniería, Ilustración y Publicidad y Relaciones Públicas) y con una sola misión: colorear la vida. Sus integrantes: Javier Serrano, Juan Jaume, Pablo Ferreiro, Pablo Purón y Rubén Martín. Ellos afirman no tener un estilo definido o sí pero aun no «son conscientes de ello” debido a que son jóvenes y presentan varios puntos de vista. “Pero sí que tenemos –confiesa Javier Serrano– la intención de inspirar a la gente con nuestro trabajo. Nosotros nos hemos dado cuenta de que por estar en la calle, tenemos una responsabilidad con lo que hacemos… Nuestras obras, especialmente desde 2011 que trabajamos más con la palabra, buscan un poco generar reflexión, probablemente positiva, en el ciudadano”.

Boa Mistura participó en la edición inaugural del Festival Asalto y también en la quinta y séptima edición. Sobre la recepción de su estilo, el componente subraya: “Supongo que como todo, habrá gente a la que no le guste. Y eso estará bien. Sería raro que le gustara a todo el mundo e incluso sería malo probablemente, pero generalmente el feedback que nosotros recibimos por nuestro trabajo es bastante positivo”.

Dentro del mapa zaragozano de muralismo, es probable que las paredes pintadas más famosas sean dos de los Boa por su expresión y por su ubicación. Una para bien y otra para mal. “Porque sueño, no estoy loco” compite con la mismísima Basílica del Pilar por la atención de los autóctonos y foráneos. Esas palabras de múltiples tonalidades sobre un fondo blanco contaron con la ayuda y las manos de todo aquel que se acercaba: “Nos gusta abrir el trabajo a la participación porque la energía un poco que se genera con esos murales es distinta a cuando pintamos nosotros solos que también nos gusta. Eso lo que genera, además, es una especie de empoderamiento, de sentimiento de pertenencia”. Sin embargo, otro mural del colectivo capitalino próximo a la plaza del Pilar, “Technologia omnipotens regnat”, ha sido objeto de controversias y de huevazos –cualquiera que se arrime lo suficiente podrá ver las manchas que aún prevalecen–. La medianera muestra un triángulo pixelado en blanco y negro con un ojo sobre la corona de la Virgen del Pilar. Si Karl Marx, en el siglo XIX, manifestaba que “la religión es el opio del pueblo”, hoy en día la religión tiene como dios a internet y como templo a los ordenadores, dispositivos móviles o las tabletas. Por su parte, Serrano alega: “Lo cierto es que estamos cegados por temas materiales y un poco absurdos que se han convertido en la nueva religión o en uno de los motores que mueve principalmente a muchos de los jóvenes. Si ha herido a alguien, habrá sido a los mayores aunque el mensaje iba más dirigido a los jóvenes. Intentamos tratar los temas con el máximo respeto posible, lo que pasa es que tampoco puedes evitar tocar ciertos asuntos. En general, la gente no se ha sentido para nada agredida por él y prueba de ello es que sigue estando ahí”.
Turismo
Por la capital aragonesa han pasado romanos, judíos, visigodos, musulmanes y cristianos y, por ello, disfruta de un catálogo patrimonial único y diverso que atrae a turistas de todo el mundo. Estos monumentos comparten protagonismo en las últimas fechas con la eclosión del arte urbano. Cada vez son más los visitantes que vienen a Zaragoza para disfrutar de la experiencia iconográfica que proponen estas tapias y medianiles. Uno de los organizadores del festival, Luis García, se enorgullece: “Es un museo al aire libre decimos. De hecho, hay gente que viene solo a ese tipo de turismo. Que también era lo que queríamos proponer, una Zaragoza diferente pero no, que también está bien, de Basílica, la Seo o adoquín sino de cultura visual”. La oficina de Asalto o la de Turismo proporcionan el plano con todos los murales del Casco Histórico a todo aquel que lo solicite.
Las erosionadas y mudas paredes de los muchos solares están pidiendo a gritos una intervención. Los murales son el pensamiento plástico de unos pocos pero que representan a muchos. La ciudad de Zaragoza crece día tras día y su arte urbano también. Y todavía quedan muchas fachadas.
Dos murales made in San José, en la lista de los mejores de 2014

La página web I support street art publicó el pasado 3 de enero una nómina mundial con los mejores murales pintados en 2014. Entre los afortunados, aparecen dos del barrio zaragozano de San José, fruto del noveno Festival Asalto.
Una se encuentra en la calle Privilegio de la Unión y es obra del español Dulk. La pieza es una colorida fábula donde los seres animales luchan por sobrevivir a la voracidad humana. Además, la cuenta de Facebook de Asalto anunció el 24 de diciembre del 2014 que esta ilustración que adorna la fachada de San José también ha sido seleccionada como una de las mejores por la revista Juxtapoz Latin America. La otra pieza, del autor griego iNO, vive en un antiguo solar de la calle Castelar y es un gran grabado de un anciano con un águila.
Zaragoza es de las pocas ciudades que repiten el prestigio de poner varios murales en esta lista de los 67 mejores. Este honor lo comparte con ciudades como Miami -con 2 murales-, la polaca Lodz -con 4- y las griegas Atenas -con 3- y Ioánina -con 2-.
Desde el festival, Luis García considera que es muy “subjetivo y en esa lista faltan y sobran murales”. Sin embargo, el hecho de que junto a la firma aparezca la ciudad donde se ubica la obra tiene sus consecuencias. “Viene muy bien para la promoción, es marketiniano para el festival y lo agradecemos”, celebra el organizador.
Una década de Asaltos
Este verano el Festival Internacional de Arte Urbano, también conocido como Festival Asalto, cumple diez años. Una década de colores, letras, de figuras y formas abstractas. Al aniversario están invitados los mejores ilustradores, grafiteros y, en definitiva, artistas de dentro y fuera de la frontera española.
Asalto nace en 2004, bajo el nombre de Outdoor, dentro del programa cultural En la frontera y ya al año siguiente se independiza creando su propio festival de arte urbano. La historiadora del arte, María Luisa Grau Tello, en su artículo Asalto o la presencia del arte urbano en Zaragoza de la revista Artigrama, define los fines del festival: “El objetivo de los organizadores era crear un laboratorio abierto, un foro de experimentación con el que ampliar los cauces y modos de creación del arte urbano, en lo que, sin duda, jugaba un papel esencial la convivencia e intercambio entre los artistas participantes.” Pero la participación no solo es entre los autores. Muchos artistas ceden sus brochas a los curiosos que se acercan a observar.
El muralismo es una forma de recuperar y realzar tapias, solares o fachadas vetustas y erosionadas. Uno de los responsables de esta muestra de arte urbano, Luis García, lo narra: “Empezamos en el 2005 y por esa época, mucho solar, mucho edificio derruido, mucho edificio abandonado, mucho espacio de especulación. Ahora se ha edificado mucho pero por entonces lo que es el Casco Histórico estaba muy degradado, la tendencia era irnos a vivir al extrarradio”. Por eso, el festival integra el programa del Ayuntamiento de Zaragoza PICH (Plan Integral del Casco Histórico). “Es un plan con una inyección económica institucional para reactivar y generar actividades en el Caco Histórico”, especifica Luis García.
Así el arte llega a todo el mundo por igual y poco a poco está convirtiendo a Zaragoza en una de las ciudades referentes en el panorama internacional. Los 65 murales que residen en Zaragoza pronto tendrán nuevos vecinos.
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![]() ![]() Observo a las personas sin cesar, pienso por encima de mis posibilidades y solo hablo cuando tengo algo que aportar irónica o intelectualmente. Ante el documento en blanco, no sé si decantarme por los deportes, por el cine o por las series. Pero la realidad al final me empuja hacia los problemas sociales.
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