El otro Hollywood
Cristina López Dumall//
Un pequeño pueblo irlandés, revitalizado por la industria cinematográfica
Son muchos los turistas que posan frente a un antiguo cartel en el que se lee «Hollywood Post Office». Intrigados por el hecho de que un pueblo tan pequeño lleve un nombre tan legendario, ven la necesidad de capturarlo con su cámara. Si esos mismos turistas realizaran una investigación más en profundidad, quedarían atónitos al descubrir que este pueblecito en el condado de Wicklow, en Irlanda, de apenas seiscientos habitantes es en realidad el Hollywood original, del que la californiana sede del cine tomó su nombre.
El nombre Holly Wood apareció por primera vez en 1192. Literalmente, significa «bosque sagrado». En algún punto de la historia las dos palabras se contrajeron hasta formar el nombre que ha llegado hasta nuestros días. Fue un inmigrante irlandés originario de este pequeño pueblo el que, en el siglo XIX, huyendo de la hambruna irlandesa, llamó a su rancho en California como su tierra natal, nombre con el que se designaría más tarde el suburbio de Los Ángeles.
La historia siguió su curso, y la relación entre ambas Hollywood se estrechó con la llegada del cine. Mientras la californiana se perfilaba como la sede mundial de esta industria, a su hermana irlandesa comenzaron a llegar un sinfín de directores y productores, atraídos por los verdes parajes, las colinas, montañas y lagos y las construcciones medievales, que se conservan prácticamente intactas.
No se sabe si fue fruto de la casualidad el que ambas prosperaran en el negocio del cine o si el auge de una provocó el de la otra, pero lo que sí se conoce es que desde principios del siglo XX se han rodado en el condado de Wicklow, Irlanda, más de sesenta largometrajes y una decena de series de televisión. En la lista de las más conocidas se encuentran P.D. Te quiero, Los Tudor, El Rey Arturo y Braveheart, aunque los amantes del cine irlandés quedarán sorprendidos al saber que Michael Collins, una de sus obras maestras se rodó íntegramente en esta región.

Entre sus mayores atractivos destaca el monasterio de Glendalough, conservado íntegramente de la época medieval, los Montes Wicklow, la cordillera más extensa del país, y el color: verde, siempre verde, mires donde mires.
Los vecinos de la zona han sabido aprovechar este tirón, y en el año 1992 se creó la County Wicklow Film Commision, dedicada a ayudar a las productoras a buscar localizaciones, conseguir permisos y alquilar equipos de grabación. Además ofrece a los internautas la posibilidad de apuntarse como extras en alguno de los rodajes.
La comisión también organiza una vez al año un curso para jóvenes promesas del cine irlandés, de edades entre los doce y los dieciséis años. Al finalizar el curso, los trabajos realizados por los participantes compiten en el Festival de Cine de Wicklow para directores noveles. A su vez, la oficina de turismo local ofrece recorridos por los lugares de grabación de las películas más famosas, con posibilidad de contratar un guía. Los tours más populares son el de Excalibur, de 68 kilómetros, el de Michael Collins, de 72, y el de Braveheart, de 80 kilómetros.
De esta manera, un pequeño pueblo del sur de Irlanda, predominantemente dedicado al sector primario, ha ido abriéndose camino en la industria cinematográfica, y todo gracias a la fama de un sitio llamado igual, en la lejana California, que a su vez recibió su nombre de la pequeña localidad irlandesa. El círculo se cierra. ¡Corten!