El tsunami del fanservice

Texto: Lucía Sáez Gonzalvo//

Hace unos meses se estrenó en cines el capricho de Dwayne Johnson. 15 años estuvo el actor intentando entrar al mundo de los superhéroes en live action hasta que lo consiguió el pasado octubre con la película Black Adam. Como es costumbre para quien esto escribe fue con su padre al cine a ver la nueva película del intento de universo compartido de la compañía DC. Me acuerdo, como si fuera ayer, de las primeras palabras que pronunció mi acompañante cuando terminó la película: “¿A esto hemos tenido que llegar?”, y continuó: “¿De verdad nos tenemos que tragar dos horas de una mala película para ver un cameo de quince segundos?”.

A mí sí que me había gustado: acción, toques de humor, Pierce Brosnan y unos efectos especiales increíbles. No pedía ver más. Sin embargo, tenía razón en su reflexión. Se refería a la escena post-créditos en la que aparece Henry Cavill como Superman mientras suena la mítica canción que compuso John Williams para Superman (1978). Por mucho que gozara viendo a Cavill con el traje rojo y azul después de cinco años, el cameo era innecesario para la trama. Se notaba a leguas que era para emocionar al fan. Para contentarlo. Lo peor de todo es que no fue una sorpresa. Durante la última semana antes del estreno, toda la promoción de la película se basó en destripar el cameo. Querían contar la sorpresa para asegurarse que los fanáticos fueran al cine, no porque confiaran en que la propia película fuera buena. Puro fanservice. Así que también pensé: ¡Hasta dónde hemos llegado!

El fanservice es un término utilizado en numerosas ocasiones en la industria del entretenimiento. Consiste en colocar ciertos elementos en los productos —ya sea series o películas— que van a provocar un entusiasmo exagerado en el espectador sin que sea necesario que estos estén relacionados con la historia principal. Es una práctica que comenzó en el manga y anime, pero que se ha extendido al resto de géneros audiovisuales.

Fuera del mundo anime, una de las primeras películas con fanservice fue Evasión o Victoria: la película estrenada en 1981 protagonizada por Sylvester Stallone en la que se jugaba un partido de fútbol en un campo de concentración nazi. Si hablamos de fútbol y de principios de los años 80, hay un nombre que destaca por encima de cualquier otro. El de Pelé. El jugador brasileño fue uno de los protagonistas de la cinta. No era necesario para la historia, ni siquiera era actor, pero aparecía para entusiasmar a la audiencia. 

Desde entonces, han sido infinitas las películas en las que se ha utilizado el factor fanservice para captar la atención del público y provocar que estén satisfechos con el producto que se les ofrece. Star Trek Beyond con Leonard Nimoy (primer actor en interpretar a Spock), Ghostbusters: Afterlife con los cazafantasmas originales, Jurassic World: Dominion con el reparto original. Son solo unos pocos ejemplos de películas, pero podríamos seguir y seguir. Si nos metiéramos, también, con el fanservice en las series no terminaríamos nunca.

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Fanservice en el cine

No me entendáis mal, no hay cosa que más me guste que ver un cameo de un personaje icónico. Pero el problema surge cuando toda una película se sustenta sobre esa aparición, sobre un personaje que está metido con calzador en la trama por el simple hecho de emocionar al fan. Las tramas no avanzan. No hay historias nuevas. No hay originalidad. No hay espacio para la renovación. 

Imagínate tener que traer a un actor que hacía 31 años que no interpretaba a un personaje para construir todo el argumento de una nueva película. Eso es lo que va a ocurrir en la película The Flash, en la que han traído a Michael Keaton para volver a dar vida a Batman. ¡Cómo si no pudieran haber discurrido un poco más para hacer algo original! Pero la guinda del pastel del fanservice será la aparición en pantalla de George Clooney y Nicolas Cage como Batman y Superman, respectivamente, tal y como apuntan todos los rumores. Solo falta que el diálogo de Clooney sea: “What else?” —lo que no descarto para el disfrute de los cafeteros. 

Star Wars no se escapa de esta falta de innovación. A nivel de guion, el Episodio VII es una copia de la película original de la saga. En el Episodio IX trajeron de vuelta al emperador por arte de magia para salvar el final de la nueva trilogía y que a los fans les volviera a gustar la saga. Y en The Mandalorian recurrieron a una versión bebé del maestro Yoda para atraer toda la atención del público. No sorprenden estas referencias cuando uno se da cuenta que todos los productores, guionistas y directores —en resumen, las personas en puestos directivos— son de una generación que creció viendo esas películas.

El fanservice ha logrado colarse más allá de la ficción. Si no, ¿qué creen que pasó en la última edición de los Premios Óscar? La decisión de que Harrison Ford presentara el último premio, el de mejor película, no fue al azar. La Academia ya sabía que Todo a la vez en todas partes era la cinta elegida. Así que buscaron el abrazo entre Harrison Ford y Ke Huy Quan: Indy y Tapón, para retener a la audiencia hasta el final de la gala.     

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