Enajenación nacional transitoria

Sonia Linacero//

Han pasado más de tres décadas del movimiento cultural más importante de nuestra historia reciente. Un fenómeno que sin los medios, no hubiera sido más que una efímera juerga juvenil.

Un grupo saca un disco de grandes éxitos cuando tiene una trayectoria musical más o menos larga, sus canciones han ocupado altos puestos en los rankings de ventas a lo largo de no menos de cinco años, y cuenta con gran éxito de público y crítica. Pero que una banda formada por cinco jóvenes que se conocieron una mañana de domingo en el rastro de Madrid, con la intención de hacer música, tengan la osadía de llamar a su primer disco Grandes Éxitos, y que no mueran en el intento, solo es cosa de Alaska y los Pegamoides.

Portada del libro “El año en que España se volvió loca” de Patricia Godes
Portada del libro “El año en que España se volvió loca” de Patricia Godes

Alaska y los Pegamoides, el año en que España se volvió loca, de la periodista musical Patricia Godes, analiza la gestación, producción y promoción en 1982 de Grandes Éxitos, ese primer y único disco de un grupo tan representativo de la “juerga juvenil más mediática de la historia, conocida por su nombre científico de la Movida”. Godes vivió en primera persona aquellos años y rescata entrevistas y conversaciones con muchos otros que también los vivieron.

La periodista conoció personalmente a los componentes del grupo y describe momentos relevantes en la existencia de la efímera banda que no llegó a durar ni dos años. Cada miembro del grupo rezumaba talento creativo o era célebre como icono imitable en sí mismo, y entre todos formaron un quinteto de pequeños superhéroes.  Desde Alaska –puro Warhol-, ya entonces y todavía icono pop; Carlos Berlanga, ese guapo larguirucho y huesudo, hijo del conocido cineasta Luis García Berlanga; hasta la parte más punk de la banda: Nacho Canut, Eduardo Benavente y Ana Curra. Carlos tenía 42 años cuando murió de una dolencia hepática, y Eduardo, en un accidente de coche con tan solo 21. Precisamente cuando venía a Zaragoza con su grupo Parálisis Permanente, a actuar en la Plaza de Toros, en el 83, en un macroconcierto de los grupos más representativos de la ya conocida Movida madrileña. A Curra le han realizado una entrevista en el magazine JotDown donde rescata sus comienzos y repasa los momentos más excitantes de aquellos años.

La autora también se detiene, tanto en los proyectos anteriores –Kaka de Luxe, embrión de nuestro grupo estrella-, como posteriores –Dinarama, Fangoria o Parálisis Permanente-. A nivel musical, el grupo postmoderno por excelencia, dejó varios hits atemporales e intergeneracionales como Bailando, Terror en el hipermercado o La revolución de los electrodomésticos.

En su prólogo, llamado “el plan”, Godes hace una declaración de intenciones y deja muy claro que no quiere hacer un libro de memorias ni una biografía, sino un ensayo crítico de alguien que lo vivió de cerca, y describir su sensación de desencanto de lo que fueron las noches en el Rock-Ola, lejos de ser tan fantásticas y alucinantes como describen otros muchos autores –eran carpetovetónicas—. Aun así, Godes no escatima palabras de elogio hacia un grupo tan representativo como éste, a su cabeza visible como precursora de la presencia de la mujer en el rockanroll ibérico, ensalzando todo ello como el principio del movimiento cultural. Alaska, sus opiniones y su presencia siguen teniendo mucha relevancia en la sociedad y en los medios tres décadas después, hasta el punto de presentar un programa cultural dentro de la parrilla nocturna de la televisión pública.

¿Acaso fue el primer disco que se editó y el pistoletazo de salida de aquel fiestón? Resulta extraño que una escritora como Godes no repare que, entre el 78 y el 82, Kaka de Luxe, Los Secretos, Nacha Pop, Radio Futura y alguno más, ya habían editado discos más que representativos de aquel fenómeno cultural. Antonio Vega compuso Chica de Ayer y Fernando Márquez hizo lo mismo con Para ti en 1980. Que levante la mano quien, habiendo nacido entre el 60 y el 70 o más, no se identifique con alguna de estas dos melodías o no se le dibuje una sonrisa ensoñadora, casi más que con Bailando.

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Portada frontal del disco «Grandes éxitos»

Que Alaska y los Pegamoides no murieran en el intento no fue tanto mérito suyo, como sí fruto de la locura mediática que se desarrolló alrededor de todos aquellos grupos que empezaban a asomar la cabeza, con esos pelos en punta y de colores. Los medios cubrían con la expectación propia los cambios sociopolíticos del país. Pero era deseable que hubiera un producto que coloreara la sociedad española. Apareció algo distinto que llenó de vida las emisoras de radio, nuevas secciones en los periódicos, nacieron revistas especializadas, fanzines, e innovadores programas de música se colaron en la parrilla de los dos únicos canales de televisión. Se le dotó de contenido a una programación muy gris por tanto tiempo cargada de noticias económicas muy pesimistas. La libertad de prensa y el nacimiento de nuevas formas de expresión cultural, hasta hacía muy poco reprimidas y clandestinas, favorecieron que se respirara cultura a todos los niveles e hizo que surgieran nuevos soportes para darle cobertura a toda aquella vorágine creativa. La movida fue un soplo de aire fresco e inspiración para agitadores culturales. Con Alaska y los Pegamoides Grandes Éxitos se materializó un fenómeno que hasta entonces parecía pasajero. En cada personaje, en cada acto, en cada ocurrencia juvenil se adivinaba un potencial de éxito. Sin esa cobertura mediática, sin ese afán de las compañías discográficas por grabarlo absolutamente todo, sonara bien o mal, posiblemente la movida madrileña no hubiera pasado de ser una efímera forma de diversión de los jóvenes de aquella España poseída por el paro juvenil.

El movimiento madrileño no lo creó nadie. Era un flujo constante de creatividad en las mentes de aquella juventud sedienta de todo, dejando una gran estela de ‘modernez’ en forma de libros, reportajes, fotografías, que dieron pie a muchas publicaciones durante los años 90, a la edición ahora de este libro y a la recuperación de otros. Se ha rescatado de aquello una joya, en formato digital y analógico: el libro Música Moderna de Fernando Márquez “El Zurdo” (La Fonoteca, 2013) –Kaka de Luxe, Paraíso, La Mode-, que ejerció de cronista del fenómeno mientras sucedía todo, en 1981.

Incluso echando en falta la intención crítica de la autora, el libro tiene una lectura ágil, amena, fácil y nos invita a que página a página viajemos en el tiempo a lo que fue esa sobredosis de juerga juvenil.

La periodista musical Patricia Godes es autora también de Dandys de los bajos fondos, Guía esencial del soul (Luis Cayon Fernandez, 1994), Michael Jackson. Del estudio A al estadio O2 (Quarentena, 2009), 20 años de Goyas al cine español (Aguilar, 2007), entre otros libros. Ha colaborado en El País, Rolling Stone, Minerva, Ladinamo, Público, Harper’s Bazaar, Radio 3 y Grazia.

 ALASKA Y LOS PEGAMOIDES El año en que España se volvió loca. Patricia GODES. Editorial Lengua de Trapo. Madrid. 2013. 304 páginas.

Un comentario en “Enajenación nacional transitoria

  • el 2 mayo, 2014 a las 21:08
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    Rejuvenece leer un artículo así…. Cualquier tiempo pasado no siempre fue peor.

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