Es Occidente, parte del problema
Texto: Elisa Navarro y Alizia Begué/ Fotografías: Paula García//
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La diversidad oriental y la homogeneización cultural por parte del Estado Islámico
Una mirada encorsetada, limitada a izquierda y a derecha, arriba y abajo. Un velo que restringe la zona de visión e impide acercarse a las realidades de forma libre. No se puede hablar de libertad de pensamiento si, previamente, no podemos emanciparnos de nuestros recelos. Resulta difícil conocer la realidad si la miramos a través de un velo. El problema es que hay tantos velos como miradas. El archiconocido burka de Oriente y el de Occidente, aquel que no se ve y del que nunca se habla, pero que condiciona la imagen que construimos de Oriente. Ese “otro” al que tememos, desconocemos y seguiremos sin conocer hasta que no nos quitemos ese velo de prejuicios que nos cubre los ojos.
¿Por qué se teme al islam? Esta era una de las cuestiones que se pretendía responder en la tercera sesión del Seminario de la Universidad de Zaragoza, Imágenes, imaginario y crítica político-cultural. La tunecina Awatef Ketiti, profesora de la Universidad de Valencia, y la escritora Patricia Almarcegui se encargaron de hacer más nítida la visión occidentalizada de un “lejano Oriente” que fascina tanto como aterra.
Una de las muchas dificultades con las que se enfrenta el mundo árabe, según Ketiti, es el auge del Estado Islámico, que pretende homogeneizar la diversidad cultural del islam bajo un mismo discurso ideológico.
“Soy una persona árabe laica– declaró-. La apelación de mujer musulmana me encierra en un concepto con el cual no estoy de acuerdo”. Según la profesora, son conceptos que hace falta desbloquear y deconstruir para liberar la imagen del mundo árabe y musulmán. “Hay una necesidad imperiosa de observar los bloqueos culturales que impiden la renovación y la actualización de la imagen, el cuerpo y el universo del islam”.

La violenta separación de la imagen y lo sagrado la irrupción de la tecnología de la imagen han colapsado la cultura islámica. El mundo árabe ha experimentado una paulatina pérdida de referencias iconográficas con importantes transformaciones en poco tiempo: la restricción de representar figuras humanas, —conllevaría materializar la obra de Dios y restarle valor—, la segregación por sexos en algunos espacios o los límites a la hora de mostrar determinadas partes del cuerpo. Estas son algunas de las indicaciones que se incluyen en el Corán en materia de imagen, representación y construcción del imaginario. “La crisis actual de la cultura árabe es la imposibilidad de pensar la imagen y el cuerpo independientemente del contexto de interacción con Occidente”, afirmó Ketiti.
El velo homogeneizador
Mundo árabe. Cabello descubierto. Así lucían la mayoría de las mujeres en los años 40 y 50. Las únicas vestimentas que podían cubrir parte del rostro de la mujer eran tradicionales, sin ningún tipo de connotaciones religiosas. En 1979, con la revolución iraní, el velo se convierte en un símbolo de la República Islámica “moderna”: se impone el velo a las mujeres por ley. Esta tendencia cultural estaba presente en muchos países árabes a principios del siglo pasado, decae en los años 40 y se reactiva con la Revolución Árabe. “El velo es una forma de reivindicar una cierta identidad”, afirmó la profesora. “Las mujeres han constituido una pieza clave en la representación del mundo en la época colonial (1700-1800). Hay que mirar el trasfondo político”.
El mundo árabe y musulmáns un prisma que tiene tantas versiones como lugares desde donde se observe. Nada más morir el profeta Mahoma, la religión islámica se dividió entre el sunismo y el chiismo. Sin embargo, esta será solo una de las muchas divisiones que configuran lo que Occidente, de manera simplificadora y homogeneizadora, entiende como islam o “mundo árabe”.
Del sunismo surge el wahabismo. Una corriente muy actual (siglo XVIII) si se compara con la antigüedad del islam. Nace al calor de la que entonces era la familiaeal saudí, la Casa Al Saud; hoy esta casa todavía ostenta esta posición, por lo que el wahabismo es la rama islámica imperante en Arabia Saudí y también en Qatar. Ambos, países petrolíferos muy ricos. ¿Casualidad? Esta corriente lleva al extremo el metafórico texto del Corán —que tiene tantas lecturas como lectores— y el código de conducta también conocido como la sharia.
Si seguimos la fórmula del pensamiento occidental, en la que ‘extranjero pobre’ es sinónimo de ‘inmigrante malo’ y ‘extranjero rico’ de ‘turista amigo’, los wahabistas son grandes amigos de Occidente. Sin embargo, a veces se relaciona esta rama del islam con el ISIS u otros movimientos similares, aunque dicha asociación —según la ponente tunecina—, sea igualmente errónea.
El burka o el nicab -las dos prendas más restrictivas- son las habituales en estos países, según Ketiti. Las familias más importantes lucían estos trajes y se distinguían como sauditas poderosos. Así, cuando inmigrantes del resto de países árabes —donde ni el burka ni el nicab son habituales— iban a trabajar a estos países, las mujeres volvían a sus casas cubiertas por estas telas. Símbolo indudable del poder adquirido.
El velo como símbolo de poder es solo una de las muchas connotaciones que ha adquirido esta prenda a lo largo de los años. Ketiti también se refirió a él como un elemento tradicional que tenía su funcionalidad en algunas regiones árabes, sirviendo como protección contra las tormentas de arena, por ejemplo. “El tema de la vestimenta se ha politizado. Son muchos los factores que intervienen en esta cuestión y el debate es complejo”, afirmó.
El metafórico Corán, raíz de todo el mosaico cultural musulmán, dice lo siguiente acerca del velo: «Di a las creyentes que bajen la mirada y guarden su castidad, y no muestren sus atractivos en público sino lo que de ellos sea aparente con decencia. Así pues, que se cubran el escote con el velo y que no muestren nada más de sus atractivos a nadie salvo a sus maridos, sus padres, sus suegros, sus hijos, los hijos de sus maridos, sus hermanos, los hijos de sus hermanos, los hijos de sus hermanas, las mujeres de su casa, aquellas que sus diestras poseen, aquellos sirvientes varones que carecen de deseo sexual o a los niños que no saben de la desnudez de las mujeres. Que no hagan oscilar sus piernas al caminar a fin de atraer la atención sobre sus atractivos ocultos» (24:30-31).
El otro velo: La mirada a Oriente
“¡Oh, El Cairo no es como me lo imaginaba!”, dijo un viajero del siglo XVII. “Cerraré los ojos y pasaré a relatarlo tal y como yo creía”. Este es El Cairo que se nos ha vendido: siempre ligado a la no-modernidad. “Es una manera de leer al otro a través del pasado, cuando está claro que estos países también han experimentado su evolución”, aseguró Patricia Almarcegui.

El Oriente del imaginario occidental está plagado de estereotipos que ensucian la verdadera imagen de este territorio. Algunos de ellos: la ignorancia, la barbarie, el fanatismo, la superstición…
Patricia Almarcegui hizo un recorrido por imágenes cargadas, según explicaba, de una injusticia desmedida hacia el mundo oriental que simbolizaban la temprana representación del mundo árabe en La odalisca morena (1714) de Boucher, donde la única referencia de la mujer oriental se encuentra en su gesto, en una actitud que denota el deseo sexual descarriado con la que se la identifica. También, El interior del harem de Ingres (1828) o El mercado de esclavos de Jean León Gérôme (1866).
La escritora no pudo contener, sin embargo, su indignación cuando presentó la fotografía de Samuel Aranda con el que logró el Premio WorldPressPhoto en el año 2011. Una fotografía marcada por una hipersemiotización, que oculta tras de sí a La Piedad de Miguel Ángel. “Una imagen tremendamente orientalizada llena de estereotipos”, afirmó mientras contemplaba la imagen con la cabeza ladeada. “Me cabreó muchísimo. Oriente no puede estar representado de esta manera”. Se mordió los dedos y la siguió observando mientras hablaba, aunque a nosotros solo nos llegaba un silencio prolongado que denunciaba sin cesar, sin necesidad de más expresión.
Islamofobia
No hay concepto que mejor defina esta representación del mundo árabe. Fobia al islam, a ese “otro” al que ni se conoce ni hace falta conocer. Ahí donde se proyecta el miedo, la ansiedad, los problemas, los prejuicios… “Mientras se siga eligiendo un texto —el Corán en este caso— como pretexto para hablar de un país, estaremos demostrando una gran ignorancia”, declaró Almarcegui.
Yemen, Egipto o Irán no son una gran mole sin disensiones. Mientras continúen los estereotipos sobre el mundo árabe, se contribuirá a su reducción y empobrecimiento. Sería injusto pensar que España es igual que Alemania por el simple hecho de pertenecer a Europa. También lo es el robarle al mundo árabe la infinita diversidad que lo compone para empaquetarlo, finalmente, en un bloque homogéneo que tan poco dice de su esencia.