La leyenda negra del pozo de San Lázaro

María Gregorio González//

El pozo de San Lázaro de Zaragoza, situado al lado del puente de Piedra, ha sido el escenario principal de una serie de accidentes y de acontecimientos históricos que lo han convertido en un espacio mítico de la ciudad sobre el que sobrevuelan diversas leyendas locales.

Una de estas leyendas cuenta que no tiene fondo, porque nadie que se haya sumergido lo ha alcanzado. Los más antiguos conocedores de la historia hablan de que en lo más oscuro de sus profundidades habitan extrañas criaturas desconocidas para los humanos. Algunos zaragozanos se aventuran a decir que está comunicado por el mar y que sus remolinos llevan de forma directa hasta el Mediterráneo.

Antiguas creencias cuentan que un arriero cayó al río Ebro con una caballería de mulas y que desapareció en el fondo del pozo, donde parece que aún permanece. También se habla de unos enamorados, Azucena y Roldán, que desesperados ante la imposibilidad de poder estar juntos debido a la oposición de ambas familias, saltaron al Ebro con sus manos atadas por un cachirulo, ese pañuelo de colores rojos y negros típico aragonés.

Historia y leyenda del pozo

Si bien es cierto que hay un gran desconocimiento acerca del pozo y sus características, es curioso averiguar por qué han surgido diferentes leyendas locales desde sus orígenes. Y es aquí donde hay que echar la vista hacia atrás y retroceder hasta la Edad Media. En esa época, en la zona del Arrabal -la más próxima al pozo- se hallaba el Convento de San Lázaro, en el cual los enfermos terminales eran desterrados y malvivían sus últimos días. Una vez muertos, eran arrojados a la zona anexa al convento donde los cadáveres se sumergían y desaparecían en el agua para siempre.

En el siglo XIII, se decía que un monaguillo que apenas alcanzaba los siete años fue crucificado y asesinado por unos criminales en el mismo Convento, a consecuencia de un ritual religioso. El cuerpo del menor fue arrojado al pozo de San Lázaro, y como el del resto de fieles e infieles, nunca se encontró. De forma más reciente, en 1971, un piragüista moría en el propio río al intentar recuperar su piragua, tras haber volcado en el pozo.

Lo que sabemos con certeza es que es el lugar escogido por muchos para terminar con su vida, quizá atraídos por estas mágicas historias. A raíz de estos hechos comienza la leyenda del pozo, en la que es muy difícil distinguir la ficción y la realidad; qué hay de cierto en estos acontecimientos y qué elementos son invención de la propia localidad.

Pozo de San Lazaro 2
Fuente: Zaragoza Ayer y Hoy

El accidente más trágico de la década de los 70

Pero la historia del pozo que elevó su popularidad hasta límites insospechados fue un accidente de autobús en el año 1971, que acabó con la vida de diez personas. Un 19 de diciembre, un autocar lleno de pasajeros se disponía a cruzar el puente. Eran migrantes, en su mayoría españoles, que trabajaban en Suiza y habían vuelto a España para pasar la Navidad con sus familias. Sin embargo, una tragedia inesperada truncaría el destino de muchos de ellos. Cuando el autocar había recorrido más de la mitad del Puente de Piedra, el chófer perdió el control debido a la velocidad y cayó directo al pozo de San Lázaro, llevándose consigo varios metros de la valla de seguridad. Los pasajeros se colocaron en la parte derecha del autocar, la única que se mantenía a flote, a la espera de ser rescatados.

A pesar de haber caído en la zona menos profunda del pozo, el autobús poco a poco fue sumergiéndose, atraído por las corrientes internas del río. Los ocupantes del vehículo luchaban desesperados por salvar sus vidas, mientras la bolsa de aire que se había formado tras la caída, que les permitía respirar, se iba consumiendo. Cada segundo que pasaba resultaba esencial para sobrevivir. Unos minutos después, un grupo de voluntarios, junto con el cuerpo de Bomberos y la Policía colaboró de forma intensiva en el rescate de los pasajeros para hacer lo imposible por salvar la vida de cada una de las víctimas del siniestro.

Angustia en el rescate

Martín Osanz, testigo del rescate, cuenta cómo se vivieron esas dos horas infernales: “los bomberos rescataban a las víctimas con dos lanchas que tenían disponibles y había tanta corriente que los que estábamos allí tuvimos que echar una mano y tirar de la cuerda para acercar las lanchas”.

Accidente autobús en el Ebro
Fuente: Zaragoza Ayer y Hoy

Los esfuerzos de los zaragozanos y de los equipos de rescate fueron fundamentales en la operación de salvamento. “Aparte de llevar a cabo los rescates, también tenían que lograr estabilizar el autocar y evitar que se sumergiera, ya que el número de fallecidos podría haber sido mayor”, afirma Martín. Había tanta expectación en torno al rescate que incluso los cuerpos de seguridad temían por la estabilidad del propio puente. “Éramos muchas personas en torno al puente y a la ribera del río y aunque la mayoría colaboramos en todo lo que pudimos, la zona estaba abarrotada y había mucho movimiento.”

Estaba ya bien entrada la madrugada cuando se concluyó la operación de rescate. Aparte de las corrientes alternas del río, la niebla que envuelve Zaragoza en los meses de invierno era tan densa que dificultó aún más las maniobras y bajó la temperatura de forma radical. Mientras los heridos eran trasladados al hospital y quedaban en observación, los cuerpos de seguridad decidieron que al día siguiente se sacaría el autobús del pozo.

Sin embargo, el autocar, en su inevitable descenso hacia las profundidades del Ebro, quedó hundido antes de poder salvar a todos los ocupantes. Muchos de ellos, que aceptaban ya su fatal e inminente destino, se vieron sorprendidos por una mano que los agarraba y sacaba a la superficie. Otros no corrieron la misma suerte y lo último que sintieron fue angustia y desesperación hasta que el pozo terminó por tragarles.

Nueve personas no consiguieron ser rescatadas. Los cuerpos de cinco niños se perdieron entre las profundidades junto con el del conductor del vehículo y tres pasajeros más. Tras varios intentos desesperados por recuperar los cadáveres, las intensas corrientes que azotaban el Ebro esa madrugada del 19 de diciembre sólo permitieron a los bomberos sacar el cuerpo del chófer. Las ocho víctimas restantes jamás regresaron a la tierra.

Accidente autobús en el Ebro 2
Fuente: Zaragoza Ayer y Hoy

A partir del día siguiente al rescate, la leyenda negra se reavivó con más fuerza que nunca. Al tratar de extraer el vehículo mediante una grúa, la sirga con la que se sujetaba cedió y se rompió, llevando el autobús a más de quince metros bajo el agua.

Este suceso se convirtió en otra historia más que sumar a la lista de tragedias ocurridas en el pozo. Y fue partir de entonces cuando se extendió el rumor de que todo aquello que se sumergiera en el caudal del Ebro no volvería a salir a flote jamás.

Cuatro años después de la tragedia

El 12 de octubre de 1975, en memoria a los diez fallecidos en el accidente, un grupo de buceadores decidió hacer una inmersión al pozo para depositar una imagen de la Virgen del Pilar en su fondo. La escultura pesaba alrededor de 150 kilos y estaba hecha de plomo y cemento.

Fueron tres miembros del Club Aragonés de Actividades Subacuáticas los que se atrevieron a adentrarse en el misterioso lugar. Uno de ellos, Alberto Marquet, cuenta que ese día había muchísima corriente, y era muy fácil desorientarse, por lo que iban sujetos unos con otros. “Era difícil subir contra corriente con motor y maniobrar con ellas y con el material necesario”.

Pozo de San Lazaro 3
Fuente: Zaragoza Ayer y Hoy

La localidad esperaba impaciente noticias acerca de todo lo ocurrido pero, sobre todo, ansiaban saber qué existía en el fondo tras la inmersión de los tres buceadores. ¿Habría algo de verdad en aquellas leyendas urbanas? Marquet, un poco escéptico con las numerosas historias locales, afirma que una de las razones para su inmersión fue demostrar que el pozo de San Lázaro no era un lugar tan macabro como se cree y desterrar un poco su leyenda.

De hecho, cuenta qué es lo que vio y sintió una vez dentro del pozo:Nada más descender solo existe oscuridad. A partir de metro y medio no se aprecia ni la luz del día. Y no vale la pena ni llevar lámpara porque no se ve ni a diez centímetros. Una vez que pasas el caudal hay una sensación de tranquilidad. Antes de llegar al fondo, lo único que encontramos fueron grandes bloques de piedra, ramas y troncos de árboles”. Esa oscuridad que envuelve una de las zonas más desconocidas y peligrosas del río fue la encargada de hacer desaparecer los cuerpos de las víctimas ahogadas en el accidente.

Debido al caudal del río, a la afluencia de agua y a las numerosas corrientes que se originaron, bajar a las profundidades del Ebro no fue tarea fácil. El día de la Hispanidad no descendían por primera vez, pues había habido otros intentos. En ocasiones anteriores tuvieron que hacer otras inmersiones. Las operaciones fueron muy lentas y bajaron de noche.

Una vez que los buceadores lograron alcanzar los quince metros de profundidad y analizar de forma exhaustiva el terreno se procedió a colocar la estatua de la Virgen. Tras utilizar unos globos de elevación que ayudaron a sumergir a la Virgen en el agua, se decidió el lugar en el que iba a venerarse la memoria de las víctimas del accidente. “En un principio se pensó en sujetarla a alguna roca. Pero poco después observamos un lugar compuesto por dos bloques de piedra bastante altos, que forman un pasillo en su interior. Ahí es donde colocamos la Virgen.” afirma Marquet.

Y esos bloques, junto con el rastro de arena y ramas, indicaron que el pozo se creó de forma artificial. Manuel Martín, catedrático y profesor de Arqueología, se sintió atraído por el misterio que envolvía este insólito lugar del Ebro y decidió hacer una investigación. “En una expedición del 75 analizamos algunas piedras del pozo, y pudimos comprobar que este se originó para desviar el río en dos partes, y probablemente para hacer del pozo una cantera para extraer arena y piedras para la construcción”.

Hoy en día, el accidente permanece vivo en el recuerdo de todos los familiares, equipos de rescate y zaragozanos que colaboraron de forma decisiva para evitar la tragedia. Por ello, cada 19 de octubre, un grupo de buceadores baja hasta la Virgen de plomo y coloca un ramo de flores para que las víctimas no caigan en el olvido.

Muertes, suicidios y accidentes han tenido origen y fin en el pozo de San Lázaro. Y a pesar de las investigaciones, lo cierto es que entre los ciudadanos, de momento, la historia del pozo continúa generando relatos y sigue abierta a interpretaciones.

5 comentarios en “La leyenda negra del pozo de San Lázaro

  • el 2 diciembre, 2018 a las 10:53
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    Me imagino que los niños que se murieron fue porque salieron despedidos del autobús al caer
    No me creo que después de dos horas rescatando personas hubieran dejado a los niños y bebes para lo último. Asimismo,no creo factible lo de la bolsa de aire cuando se ve que el autobús no está sumergido.

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  • el 29 octubre, 2019 a las 14:22
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    El autobús cogió la curva del puente con exceso de velocidad. Chocó con la barandilla de la parte derecha del puente y rebotó a la parte izquierda, rompiendo la valla y cayendo al río. El pozo de san Lázaro se encuentra justo y pegado a la margen izquierda del río. El autobús cayó un poco más hacia el centro del río y por eso no se pudo hundir. El autobús cayó ya al pozo al intentar sacarlo días después.
    El suceso lo han novelado en exceso y lo cuentan a su aire.

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    • el 25 diciembre, 2021 a las 00:29
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      Carlos Cubero tiene razón. El autobús quedó solo semisumergido y apoyado sobre la base del puente de piedra y los pasajeros salieron por sus propios medios, trepando al costado izquierdo que estaba seco y otros a las pilastras que forman el basamento del puente de piedra y posteriormente fueron rescatados por los bomberos durante dos horas….lo de la bolsa de aire, personas atrapadas dentro, el autobús sumergiéndose poco a poco….todo un cuento chino. El autobús se perdió días después cuando trataban de recuperarlo. La idea era atar sirgas en la margen izquierda del río y con la ayuda de una potente grúa arrastrar el vehiculo hasta la orilla pero durante la maniobra y debido al exceso de peso, las sirgas se rompieron y el autobús quedo, esta vez sí, a merced de las corrientes del río que lo fueron arrastrando hasta la sima de 15 o 18 metros de profundidad del pozo de san lazaro donde se hundió para siempre… Bueno, no para siempre porque en 1981 parece que las corrientes del rio movieron los restos y el pozo los escupió cerca de la superficie y entonces fue posible el rescate. Es la foto en la que se ve al autobús colgado de una grúa en vertical. Eso ocurrió en 1981, varios años después del accidente…

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  • el 16 enero, 2020 a las 16:35
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    Un tema que siempre me ha sobrecogido desde la infancia.

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  • el 24 diciembre, 2021 a las 23:44
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    Muy novelada la descripción de los hechos y muy poco fiable, eso de la bolsa de aire, el autobús hundiéndose con gente atrapada dentro..nada de eso es verdad..un cuento casi todo. Lo que realmente ocurrió fue más o menos lo siguiente: Son las dos de la mañana, el suelo resbaladizo, niebla y una noche fría y oscura. El autobús viene desde Barcelona por la N II. La noche es gélida y la visibilidad limitada. Casi todos los viajeros duermen. Solo los dos conductores permanecen despiertos. En aquella época a la entrada del puente de piedra de Zaragoza viniendo por la N II desde Barcelona había una curva muy cerrada la izquierda. Muy conocida por todos los conductores de Zaragoza pero peligrosa y traicionera para los desconocedores del lugar…Seguramente el conductor, fatigado tras horas de conduccion no vio la curva tras la larga recta de varios kms que la precedia. Entro recto en el puente, chocó con el pretil derecho, giro bruscamente a la izquierda , choco con el pretil izquierdo y se precipitó al rio por el lado izquierdo arrancando 20 metros de pasamanos, pese a su último intento de controlar el vehículo volviendo a girar a la derecha (observad las ruedas del bus siniestrado giradas a la derecha). El bus cayó de cabeza en vertical, impacto con el lecho del río y quedó de lado. Las víctimas seguramente fueron instantáneas debido al fuerte golpe..Murieron el conductor que se llevó todo el golpe frontal y los ocho pasajeros que nunca se recuperaron, incluyendo los cinco niños. El golpe arrebato a los niños de los brazos de sus madres que seguramente dormian y ciertamente las aguas arrastraron los cuerpos río abajo. Era de noche solo había oscuridad, parece factible la perdida de los pequeños. Sin embargo, en el horror de la tragedia, aún hubo un punto de suerte y me explico: pese al frío invierno, el río no traía mucho caudal ni la corriente era muy fuerte. Eso permitió que el autobús quedara estable, apoyado en los cimientos del puente y solo sumergido hasta la mitad por lo que los demás pasajeros, heridos y desorientados fueron saliendo por sus propios medios, colocándose en el costado no sumergido del autobús a la espera de ser rescatados. El rescate duro toda la noche. En aquellos años, los bomberos de Zaragoza solo contaban con dos lanchas tipo Zodiac y con ese paupérrimo material se llevó a cabo el heroico rescate. En los siguientes dias, se llevó a cabo el intento de sacar el autobús. Se ataron unas sirgas a la margen izquierda del Ebro y con la ayuda de una potente grua se intentó arrastrar el vehículo hasta la orilla. Sin embargo el peso era excesivo, las sirgas cedieron y el bus empujado por la corriente se deslizó hasta alcanzar la sima del pozo de San Lázaro hundiéndose a 15 o 18 metros para siempre…Bueno, para siempre no, porque en 1981 fue recuperado y sacado de las aguas por los bomberos de Zaragoza (es la foto en la que se ve el autobús colgado en vertical). Y esto es en definitiva lo que pasó…podéis consultar hemeroteca, Heraldo de Aragón el noticiero, diario amanecer y otros periódicos nacionales de la época en los que se narran todos los detalles de la tragedia…incluidas declaraciones de testigos y del segundo conductor.

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