La riqueza del Manubles

Alejandro Alcaraz (periodista)// Sara Borque (geógrafa)

A parte de incentivar la producción de fruta, la Asociación de productores del Valle del Manubles aporta ideas para apoyar a aquellos dispuestos a invertir en proyectos en el medio rural. Su objetivo: salvar a los pueblos de la comarca de la despoblación.

Las hojas secas de los nogales que se alzan a ras del valle del Manubles impregnan de color las áridas tierras del paisaje. Sucumben bajo la presencia lejana del Moncayo, las figuras de los manzanos que rodean Bijuesca, un pequeño pueblo que descansa en los límites de Zaragoza. Se organizan linealmente como las filas de un grupo de soldados colocados en formación. Su fruto aún no está listo, y las heladas han retrasado su maduración.

La roca desnuda y rojiza de sus montes y los romeros rezuman en el paisaje, que se despierta con el amanecer. Un pequeño alimoche extiende sus alas y alza el vuelo al son de un cántico que parece ser guiado por el rumbo del sol. El viento acompaña su vuelo y levanta una bocanada de cierzo que agita con fuerza las ásperas hojas de las aliagas, que dejan caer sus flores amarillas recubriendo todo el paisaje. Huele a primavera.

El valle se erige imponente, casi etéreo, en un perpetuo silencio que solo la vegetación (y ese alimoche) sabe corromper, casi como en el conticinio. Hacia el interior de los matorrales que abrigan al pueblo, espera con más parsimonia que nunca la Cascada de los Chorros. El velo de agua que cae sobre el río produce una melodía que se repite una y otra vez, e induce al día mientras el sol aparece en el lugar.

Una inquebrantable paz se resquebraja al son de un “vaya frío”. Un hombre menudo de mediana edad y tosca figura se dirige, aparentemente somnoliento, hacia los cultivos. Un grupo de hombres salen del interior del pueblo y le acompañan, a la par que comentan entre risas y bostezos algo inaudible. Otro hombre de mediana edad, pelo blanquecino y piel olivácea exclama: “¡Toma! ¡Prueba esta manzana! No me digas que no es la mejor que has comido en tu vida…”. Y ríe. “Como la muerda se me cae la dentadura” le reprocha otro.  

Las frutas que nacen aquí, en la comarca de Calatayud, tendrán que esperar algunos días más para poder ser arrancadas de sus árboles. Desde Torrelapaja hasta Ateca, pasando por Bijuesca, junto con el resto de pueblos que componen el valle del Manubles, vuelve a caer un profundo silencio que se perpetúa en la comarca. Un silencio que se origina en el epicentro de la conocida como la España vaciada. 

. . .

-¡Buenos días, bonicos! – exclama una mujer menuda de pelo castaño.

-¿Marta, verdad?

-La misma que viste y calza. Encantada.

Con un fuerte tono de voz y una sonrisa que abarca todo su rostro, Marta Estopiñán se nos presenta como la técnica de dinamización del Proyecto de Cooperación AKIS Local Manubles, “aunque hoy seré vuestra guía turística”, dice con vigorosidad. Conforme sale el sol, la joven se pone unas gafas negras como el tizón y nos advierte: “os va a encantar”. Nos subimos a su todoterreno y pone la radio.

“When you were here before

Couldn’t look you in the eye

You’re just like an angel

Your skin makes me cry

You float like a feather…”

Radiohead suena de fondo, las golondrinas parecen haber despertado definitivamente, y el sonido de las ruedas del coche contra la grava de la carretera entorpece y rectifica nuestro inevitable sueño. Desde Bijuesca hasta Moros, el final de nuestro destino, hay 24’1 kilómetros. El coche sigue el afluente del río Manubles como si se tratara de nuestro Google Maps. “Este valle me tiene cautivada, os voy a hacer un house tour de esos pero por toda la comarca”.

Los almendros
Terreno a las afueras de Bijuesca. Realización propia

Bijuesca, Torrelapaja, Berdejo, Ateca, Torrijo de la Cañada, Villalengua y Moros, conforman este valle con un valor tan apreciado que, como en muchas otras zonas, se ha visto ensombrecido por la despoblación, el envejecimiento de la población y lo alejado de los servicios de primera necesidad. Sin embargo, durante los últimos años, el valle ha tomado el camino de la innovación, sumando así a su atractivo natural y cultural, la búsqueda de su propio espacio en el ámbito productivo. “Y para eso estamos nosotros”, dice Marta. Su función aquí, en concreto, es intentar fomentar el intercambio de conocimientos entre agentes del sector agrario y vincular los centros de investigación agraria con agricultores que tengan algún tipo de problema. Es decir, facilitar. ¿Pero, aquí dónde? 

-Pues en el Grupo de Cooperación Fruta del Valle del Manubles – dice sonriendo.

Los altibajos de ser agricultor

El comercio de la fruta es primordial para la zona, pero sin gente y sin habitantes no hay trabajadores, y sin trabajadores no hay comercio. Estamos hablando de pueblos como Berdejo, que cuenta con 3 habitantes en invierno, en una comarca que no pasa de los 2,3 habitantes por kilómetro cuadrado. Con todo, el comercio se ve perjudicado debido al pequeño tamaño de las explotaciones que, además, son gestionadas por unidades familiares. Todo ello ha llevado a un progresivo abandono de la actividad, que se ha visto agravado por las especiales dificultades del sector frutícola y por ser una de las zonas con mayor incidencia de heladas del Estado.

la huerta
Dos vecinos de Moros trabajando en un pequeño campo de cultivos. Realización propia

Así nace el Grupo de Cooperación Fruta del Valle del Manubles: de los habitantes de los pueblos del valle que quieren salvar su hogar, Calatayud. Para ello, el grupo ha desarrollado proyectos de colaboración temporales como Fruta del Manubles: tradición y calidad, Modernización integrada del regadío tradicional del Valle del Manubles, o el actual AKIS Local Manubles. Una iniciativa que cuenta como socios con la SAT Manubles, el sindicato UAGA, la empresa Secma, los ayuntamientos del valle o la Universidad de Zaragoza, entre otros.

“Lejos de resignarnos, hemos aunado fuerzas para trabajar en la puesta en valor de nuestro producto, buscando valor añadido y mayor cercanía al consumidor. Pero también diversificando la producción, y abriendo puertas al conocimiento y la innovación”, explica la joven mientras sube el volumen de una canción de Fito y los Fitipaldis que retumba entre las paredes del coche.

– ¿Y cuál es la clave de la fruta del valle? – le preguntamos.

Decenas de cerezos y melocotoneros florecen y embellecen las largas extensiones de tierra que rodean la carretera, como las faldas de un manto que protegen su paseo. 

– La gente que la cultiva – contesta observándolos.

Por ello se decidió crear la Asociación de productores del Valle del Manubles, que, a parte de incentivar la producción de fruta, aporta ideas para apoyar a aquellos en estén dispuestos a trasladarse al medio rural para asumir el riesgo de invertir en futuros proyectos.

¡Que vengan los jóvenes!

Desde AKIS Local Manubles se han promovido diversos proyectos destinados a la cooperación entre los más mayores con los más jóvenes: una asociación de mujeres en Torrijo, becas de Desafío y Arraigo con la Universidad de Zaragoza, “incluso acogimos a una estudiante italiana el año pasado, Lorenza”. Una joven muy agradable que Marta está deseando que vuelva pronto. También se coordinan la llegada de jóvenes que quieren probar las vivencias rurales poniendo en práctica sus conocimientos de formación académica. Esto no revierte el proceso de despoblación, pero genera unos vínculos “muy chulos” entre los estudiantes más jóvenes y el propio valle.

Pasamos Torrijo, Villalengua… Por el camino visitamos algunos huertos que ya van recibiendo la visita de sus trabajadores. Vecinos de mediana edad que viven en los pueblos próximos, y que nos saludan con brío esperando a la maduración de sus frutos. “Aún queda, aún”, dice uno con cierto desazón.

Atrás, dejamos hectáreas de cultivos que podrían tener los días contados ya que, tal y como nos explica Marta, podrían convertirse en cultivo de cereal debido al poco apoyo que padece el comercio de la fruta. Si no se le apoya, el patrimonio agrario que se vincula con lo natural y con lo precioso que es el valle en sí, se va a perder por completo.

El trayecto en coche termina en Moros. Hemos tardado una hora en total entre pausa y pausa para divisar el paisaje. Hay que reconocer que Marta estaba en lo cierto: el valle es espectacular. En la zona se habla con admiración (y sin envidia: al menos, si la hay, se disimula) de la belleza que atesoran las vistas del pueblo. Un casco urbano, el Moros viejo, que parece esculpido y alineado en la ladera. Allí se acercan muchos vecinos a maximizar la sensación de paz, acompasada por una ligera melodía musical que proviene de un grupo de vencejos que juguetean y recorren con belleza el cielo azul que cubre el pueblo. 

Una mujer mayor sale de la puerta de una pequeña casa anaranjada, recoge su torso en un fino chal de flecos azules y repasa la historia de Moros conforme se ahueca las alpargatas de esparto que la conectan con el suelo. “¡Buenos días, Amelia!”, exclama Marta con un cálido abrazo.

De pelo blanco y ojos grises como la ceniza, la mujer explica que en los últimos años, ha disminuido “una barbaridad” la población asentada en el valle. “Necesitamos gente joven”, dice con seguridad. Amelia González ha acompañado en los últimos años a los colaboradores del Grupo Cooperación. 

Aunque todos son voluntarios. Paseando por Moros, conversamos con la joven Ana López, que con coleta y raqueta de tenis en mano, nos habla sobre la asociación. “El apoyo es primordial. Hasta ahora no ha habido una sola persona contratada específicamente para el proyecto. De hecho, todos surgen de gente que procede de los pueblos de la comarca, y que quieren intentar aportar iniciativas para ver cómo favorecer a los pueblos tanto en población como en comercio”.

De perdidos al río

La pandemia de la COVID-19 paralizó tanto el proyecto como sus expectativas de futuro: “Fue y sigue siendo muy complicado”. Coincidió con el año en el que comenzó el AKIS Local Manubles, por lo que les pilló de sorpresa. Aún así, la corporación logró salir adelante y organizaron formaciones online que posteriormente subieron a YouTube. Así se crearon los Diálogos Agro, que han promovido formaciones y proyectos innovadores a nivel estatal

Aún así, la última semana de 2021 se reabrió la Feria de la Fruta (su quinta edición, para ser exactos) en Villalengua, que el año anterior se celebró de forma online. “Aunque nos la jugamos un poco con la dichosa pandemia esa…” recuerda Marta, todo fue a pedir de boca: la cita se celebró de forma rotatoria entre las localidades ribereñas de este afluente del Jalón donde la fruticultura es su principal actividad económica. Así, el programa de actividades ahondó en el objetivo de conocer más los productos estrella de la zona, profundizar en técnicas y teorías, que los visitantes le den el valor adecuado y crear un sentimiento de comunidad.

El objetivo fue promocionar la fruta del valle, que la gente conozca sus cualidades, sus productores, el territorio donde viven, fomentar el consumo local… todo para sensibilizar y fomentar que los pueblos sigan con vida. Además, durante los dos días, a parte de exposiciones, exhibiciones y visitas a lugares emblemáticos, se instaló un mercadillo agroalimentario y artesanal en el que se desplegaron más de 50 puestos procedentes de la comarca y de otros puntos de la geografía. 

A pesar de no tener un proyecto futuro de apoyo al valle, Marta lo tiene claro: “Si algo caracteriza a las gentes de esta comarca, es su unión con un mismo fin: que no se pierdan nuestros pueblos, que tristemente está ocurriendo con muchos otros”.

Las virtudes del valle, la cooperación y el intercambio, parecen ser la prioridad de todos los habitantes de la comarca.

-¿Qué os ha parecido pues la visita? – nos pregunta mientras observamos la Iglesia de Santa Eulalia.

-La verdad que no tenemos palabras – contestamos. Un grupo de perros vienen a jugar con nosotros y pasamos la mañana yendo y viniendo con una pelota de tenis. 

“Solo esperamos que nos conozca más gente. Les necesitamos”. 

Este reportaje se incluye en el Proyecto Innovación Docente 2021 PIIDUZ_1 “Comunicar buenas prácticas de desarrollo territorial en la Unión Europea en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza.

 

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