Las imágenes no son suficiente

María Gregorio y Alicia Sánchez//

La desilusión de la Imagen es el nuevo libro publicado por Víctor Silva Echeto, profesor de la Universidad de Zaragoza. El docente uruguayo analiza la función que cumplen las imágenes en las sociedades occidentales actuales y critica su utilización masiva en los medios de comunicación audiovisuales, así como la sobreinformación a la que están sometidas las audiencias.

El ser humano vive rodeado de imágenes, de pantallas de todos los tamaños. Pasa una cantidad ingente de horas al día mirando esas superficies planas mientras las fotografías, los vídeos y las ilustraciones se suceden en una especie de baile frenético y traspasan la oscura ventana para colarse en el sistema nervioso del espectador sin que éste pueda siquiera reparar en ello. Se alimentan —como un ser narcisista—, de miradas, minutos y segundos de atención. Sacrifican las historias tratando de buscar el impacto, la señal que dispare la pulsión escópica del público. Y quizás por eso, información e imagen están cada vez más alejadas. 

El profesor de la Universidad de Zaragoza, Víctor Silva Echeto, critica este tráfico masivo de recursos visuales en su último libro: La desilusión de la Imagen, publicado recientemente. Silva presentó su obra en la Librería Cálamo de Zaragoza junto con los teóricos Germán Llorca-Abad, de la Universidad de Valencia, y Ricardo Viscardi, de la Universidad de la República en Uruguay, frente a un público atento, procedente en su mayoría del ámbito de la comunicación.

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Durante el coloquio, Germán Llorca-Abad explicó el eje central planteado por Víctor Silva en el texto y destacó una noticia que, según contó, leyó hace escasas semanas y que guarda relación con esa “saturación de imágenes” a la que alude el autor uruguayo. “En ella se decía que un niño occidental de unos 5 años veía a lo largo de un día la misma cantidad de imágenes que un adulto a lo largo de toda su vida en Centro África”, relató Llorca-Abad. “Esta abundancia de imágenes, sobre todo de imágenes audiovisuales, es el tema central de análisis en este texto”, añadió el profesor.

Pero cada vez son más escasos los contextos hablados o escritos que acompañan a las fotografías y, en muchas ocasiones, los 140 caracteres de Twitter son suficientes para explicar una noticia, algo que lleva a Llorca-Abad a cuestionarse si no sería más conveniente hablar de la desilusión de la palabra en vez de la de la imagen.

Ricardo Viscardi, por su parte, recurrió al concepto de caja negra que utilizó años atrás el historiador Didi Huberman para referirse a “aquello que produce cosas que no han sido vistas hasta ahora, cosas inimaginables, porque pueden provenir de una imaginación que nosotros no esperamos, donde se genera la significación de las propias imágenes”. El filósofo quiso aclarar, antes de cederle la palabra a Víctor Silva, la percepción que éste tiene de la imagen, como un biombo en el que “cada uno puede vestir y desvestir sus ideas a cada lado”. Siempre ha existido una tensión entre lo visible y lo invisible, entre las propias imágenes y lo que en ellas subyace, lo que se encuentra detrás de lo aparente. Porque una imagen también representa todo aquello que no vemos, y en la actualidad toda imagen tiende a desilusionarse con el propio uso y las prácticas que se generan en torno a ella. En palabras del propio autor: “Los medios transforman la imagen en un show donde parece que el escándalo, lo espectacular, es lo que la rige”.

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Aylan Kurdi, el niño que murió en la costa turca tratando de llegar a Grecia y cuya imagen dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos, es un punto de partida para meditar acerca de la imagen y la narrativa que se erige en torno a determinados conflictos y, en especial, a aquellos que afectan a las sociedades occidentales, como por ejemplo la crisis de los refugiados. Silva utiliza esta conocida fotografía para abrir un debate sobre la imagen que se construye sobre el otro como un ser “colonizado”, “un otro al que se intenta atrapar” y al que se dota de un relato en cuyo eco resuenan las connotaciones occidentales. Tal y como asegura Silva, “hasta que no apareció la foto del niño en una playa de Turquía, parecía que los refugiados no formaban parte de la imagen en los medios, y se refieren a esta fotografía como forma de plantearse que ese otro, en realidad, es un otro que puede aparecer en ellos porque se parece a los occidentales”.

En definitiva, la realidad que percibimos en los medios de comunicación es fragmentada y selectiva, está movida por intereses económicos y tiene la única finalidad de captar un bien efímero pero valioso: nuestra atención.

Un comentario en “Las imágenes no son suficiente

  • el 1 marzo, 2017 a las 23:38
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    Extraordinario y muy interesante. Como artista visual se agradecen estas reflexiones para tomar conciencia de la realidad. Enhorabuena!

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