“Lo preocupante no es contar tu vida, sino hacerlo mal”

Albert Alexandre //

 

Podría decirse que la carrera de Daniel Jiménez como escritor empezó cuando ganó el II premio Dos Passos de narrativa con Cocaína, una novela escrita en segunda persona en la que se relata la relación con la droga y la tristeza de un joven muy parecido al propio autor. Desde entonces ha publicado dos libros más en solitario: Las dos muertes de Ray Loriga, una anómala biografía en clave de novela negra del carismático escritor Ray Loriga, y La vida privada de los héroes, una recopilación de cuentos, muchos de los cuales surgen de su propia experiencia, y que acaba de salir a la luz en la editorial Galaxia Gutenberg. 

También podría decirse que  Daniel Jiménez hace tiempo fundó junto con otros tres escritores el grupo de los plagiaristas, un movimiento literario del que, a mitad de camino entre la parodia y la seriedad, han surgido dos libros: Doce cuentos del sur de Asia, en la pequeña editorial El hombre Bombilla, una antología de textos de autores desconocidos en Occidente; y Los escritores plagiaristas, en Bandaáparte Editores, una recopilación de cuentos en la que se reescriben o versionan otros tantos cuentos de los escritores a los que admiran: Carver, Bolaño, Perec, Vila-Matas, o el propio Ray Loriga. 

Por último, también podría decirse que conocí a Daniel Jiménez en Buenos Aires hace tres años, mientras escribía su segunda novela y visitaba el barrio de La Boca para que las adivinas que leen la mano a los turistas le dijeran si tendría éxito como escritor, y no ha sido hasta ahora que he decidido entrevistarlo. 

Daniel Jiménez

Acabas de publicar tu tercer libro en solitario, La vida privada de los héroes. ¿Quiénes son los héroes?

Los héroes del libro somos todos nosotros. Hombres y mujeres que afrontamos crisis, cambios, separaciones, desengaños, precariedad laboral, decepciones, soledades, miedos y fracasos. Y somos héroes porque, a pesar de todo ello, seguimos luchando, plantamos cara, intentamos superarnos, mirar hacia adelante. En una palabra, sobrevivir. O mejor dicho, vivir. Seguir viviendo.

Esta recopilación de cuentos es tu libro más crítico. Una crítica a tu generación, a la sociedad pequeño burguesa madrileña y a las aspiraciones de la clase obrera de la Majada ¿A qué se debe ese cambio de registro?

Entiendo que en el libro conviven dos posturas, dos tonos. El más abiertamente crítico con nosotros, conmigo mismo y con mi generación, con todos los que nos creímos que el mundo sería siempre lo que quisiéramos, que todo estaba a nuestro alcance, que cualquier aspiración era lícita, aunque fuera amoral, superficial o grotesca. Pero, precisamente por ese motivo, el narrador del libro combina la crítica con la ironía, la empatía, la ternura y cierta clase de piedad, porque, como decía Carver, un escritor tiene que querer a sus personajes.

¿Qué responsabilidad tienen los escritores con su época?

Esta es una cuestión interesante, pero difícil de resolver. Simplificando, podríamos decir que hay dos opciones: comprometerse con la literatura o con la política. En el primer caso, como diría Juan Benet, el escritor asume que la literatura tiene su propia moral, que no tiene por qué coincidir con el deber social, más general o más específico, impuesto por el momento histórico; tiene su propia constitución, su propia historia y su propia revolución que lleva a cabo. En el segundo caso, como diría Marta Sanz, quien no se posiciona contra el sistema es porque de alguna forma lo defiende, lo legitima o le conviene, puesto que toda la literatura es en realidad literatura política.

Y tú ¿de quién eres, de Sanz o Benet?

Creo que las dos posiciones son válidas y, de alguna forma también, complementarias. Mi objetivo, o mi referente en este caso, es Rafael Chirbes.

¿De qué deberían escribir los escritores en el momento tan extraño que estamos viviendo?

Una de las ventajas de ser escritor es la libertad. Cada escritor puede (y debe) escribir lo que le dé la gana. En este momento, por ser tan extraño, lo mejor que podemos hacer es escribir sobre lo que siempre se ha escrito: el amor, la muerte, la amistad, el paso del tiempo, la política. 

En tus primeros dos libros utilizaste un narrador que se confundía con tu propia biografía. ¿Cuántas veces te han preguntado si el narrador que aparece en tus novelas Cocaína y Las dos muertes de Ray Loriga eras tú? ¿Eres tú? ¿Quién es?

Muchas. Demasiadas. Pero no importa. Por supuesto, hay quien, por pereza o comodidad, no distingue entre el autor y el narrador o el protagonista de un libro. Uno escribe para saber quién es y en quién se ha convertido, para saber si es la misma persona para todos, para diferenciarse, para interrogarse. Yo soy el narrador de los tres libros que he escrito, pero he sido uno diferente en cada unos de ellos, porque la vida, y la escritura, te modifican, te ocultan y te desvelan.

¿Qué relación hay entre realidad y ficción en tu obra?

Una relación inseparable. Algunas veces escribo escrupulosamente sobre lo que me rodea, otras tergiverso la realidad para que sea más literaria. A veces hago algo solo para poder escribirlo. A veces miento y a veces exagero, pero siempre lo hago para enriquecer la ficción.

Parece duro vivir así.

No te creas. Si lo piensas bien, es bastante divertido.

¿No crees que los narradores actuales abusan de la autoficción? ¿Es falta de imaginación?

En mi caso, desde luego, es por eso. Tengo muy buena memoria, soy observador, pero me falta imaginación. Hay una parte claramente exhibicionista en la literatura contemporánea. Pero eso no es preocupante en sí mismo. Buena parte de la mejor literatura de los últimos años se engloba bajo las categorías de la autoficción, las memorias o la autobiografía. Lo preocupante no es contar tu vida, que puede ser más o menos interesante, sino hacerlo mal.

En tus libros uno de los temas más recurrentes es el de la dificultad por dedicarse a la literatura, de la precariedad que esa opción de vida entraña. ¿Cómo es ser escritor hoy día? 

Dedicarse a la literatura es relativamente fácil. Todo el mundo escribe. Todo el mundo cree que puede escribir. Lo difícil, claro, es vivir de la literatura. Lo difícil es el riesgo que conlleva la escritura, tanto a nivel económico como a nivel mental. El que no quiera asumir ese riesgo, el que no quiera sufrir, mejor que no escriba.

¿Vives de la literatura?

Vivo para la literatura, pero no de ella.

¿Cómo has pasado el confinamiento? ¿Te has encerrado a producir como muchos escritores decían que hacían en Twitter?

He escrito bastante, aunque seguramente no tanto como ellos. Soy lento escribiendo. Pero sí, no lo puedo negar, yo también he escrito algún texto sobre el dichoso confinamiento.

¿Qué proyectos tienes para el futuro?

Estoy trabajando en adaptar La vida privada de los héroes al cine. La productora Caballo Films ha adquirido los derechos y estamos escribiendo el guion. Dos de los relatos del libro ya fueron adaptados en el cortometraje Ahora seremos felices, dirigido por Borja Soler, que se puede ver en Filmin. Como el libro tiene 40 relatos, todavía hay mucho material con el que trabajar.

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