Un domingo cualquiera
Dani Calavera//
Dentro de unos 50 años, o quizá menos, en las páginas de la historia, en el formato que sea, se recogerán estos días como la cuarentena más llevadera de la historia.
La gente en redes y algunos profesionales en las plataformas en las que trabajan, están aprovechando el «tirón» para recomendar actividades, para dar visibilidad a su marca personal o, más prolíficamente, para hablar de series, música y cine que ver estos días. Y aunque uno ya se haya cansado de hacerlo, no está de más recomendar films que desprenden aroma a domingo, esos domingos que duran de cuatro de la tarde a nueve de la noche, domingos que piden peli de las largas y de las buenas. Y ya que nos encontramos en una época, debido a avatares del destino, en la que todos los días son esos domingos, ¿Qué tal 14 sesiones para desconectar y no pensar en nada más allá de lo que veamos entre los cuatro márgenes de la pantalla?
Se requiere no ir en orden cronológico, más bien iremos en orden esquemático, para no romper la sensación de los días que han venido y vendrán, pues necesitamos cierto tipo de orden entre tanta pereza impuesta por la naturaleza. ¿No os parece?
Capítulo 1. Cuatro Guerras.
Si dentro de este primer punto del esquema nos dividimos en fechas, debemos empezar por la escapada de las escapadas, mal que le pese a Stallone y a Pelé.
- La gran Evasión (The grat scape). John Sturges. 1963. 168 min.
Un grupo de soldados, en su mayoría británicos, son encarcelados en un campo de trabajo alemán durante la segunda guerra mundial. ¿El plan? Fugarse, cuantos más mejor, para seguir con la lucha, en pleno corazón de Berlín. ¿La habéis visto? Da igual, ponérosla otra vez. Desde los primeros acordes de la maravillosa banda sonora de Elmer Bernstein junto a los títulos de crédito, pasando por todos los planes, las estratagemas, tretas y embustes de los prisioneros, hasta la construcción del mejor túnel subterráneo de la historia del cine… Aunque diez metros corto. La variopinta galería de personajes protagonistas, personificados por grandes estrellas del momento como Richard Attenborough, James Garner o Charles Bronson, acompañan a la estrella, el personaje más cool que jamás se haya visto en pantalla, el capitán Hills que borda Steve McQueen.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: En el preciso instante en el que veáis que el plan se va al traste y todos los que han podido escapar ya lo han hecho. ¡No dispare! Oiréis gritar al Capitán Hills.
Poso final antes de cenar: Habéis asistido a la reunión de colegas con más camaradería del séptimo arte. Ningún niño debería quedarse sin ver este film.
- Doce del Patíbulo (The dirty Dozen). Robert Aldrich. 1967. 145 min.
El profesor en macarranería de Clint Eastwood, Lee Marvin, pasa lista a Jim Brown, John Cassavetes, Telly Savalas o a un jovencísimo Donald Sutherland, entre muchos otros. ¿La misión? Un «Escuadrón Suicida» que se infiltrará en las líneas enemigas para hacer volar por los aires a varios miembros de la alta sociedad alemana en una gran fiesta… ¿Os suena de algo?
«Tendremos a todas las manzanas podridas en un mismo saco. ¿Nuestro objetivo?… Reventar el saco» – Mike Myers en Malditos Bastardos. de Quentin Tarantino.
Su estructura sigue siendo copiada en muchas aventuras fílmicas, sean del género que sean, más allá del entretenimiento mainstream. La carrera final de Brown, la psicopatía de Savalas o la redención de Cassavetes son sólo tres de los doce detallazos que cada componente de la misión lleva consigo.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: La escena en la que todos, a una misma voz, repasan el plan. Dejad que acabe, y después, disfrutad de la fiesta con merienda incluida.
Poso final antes de cenar: Que quede bien claro que el espíritu de equipo puede con todo. Incluso con los nazis.
- Los violentos de Kelly (Kelly´s Heroes). Brian G. Hutton. 1970. 138 min.
Un grupo de soldados americanos descubre un almacén en un pueblo sitiado por los alemanes, donde el ejército del dictador guarda con discreción nada menos que kilos de lingotes de oro, suficientes para una gran jubilación para un regimiento entero. ¿Objetivo? Llegar vivos al punto del oro, con la ayuda que sea, aunque sea de los «hippies» para hacerse con el oro. David O. Rusell se puso mucho más serio en su mejor película, o más bien la única realmente buena de su filmografía, en el remake de esta, que fue Tres Reyes. De ahí que os suene el argumento. ¿Lo mejor? Sigue siendo sin duda el genial y buenrollero tema «Burning Bridges» de Mike Curb Congregation.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: En cuanto, de nuevo Donald Sutherland, verdadera estrella de la película al ser un roba planos nato, haga su aparición, sonrisa incluida.
Poso final antes de cenar: Querréis volver a escuchar la canción una y otra vez, en busca del oro que sea, literal o metafórico.
- La Vaquilla. Luis G. Berlanga. 1985. 122 min.
¿La mejor película rodada jamás en nuestro país? Para mi si, lo es. Antes de que todos los directores echaran mano de los diálogos susurrados y la cámara en mano para transmitir drama en nuestro cine para hablar de una guerra que nunca vivieron, el maestro Berlanga, echando mano de lo que mejor sabía manejar, la sátira, realizó esta obra maestra patria en el que un grupo de soldados, en plena guerra civil, se infiltraba en un pueblo nacionalista para amargarles las fiestas, matando a la vaquilla antes del encierro previo a la Santa misa. El adjetivo «Perfecta» se le queda corto. Muy corto. El resto lo hacen las interpretaciones, el maravilloso guion y la confirmación de lo inútil, estúpida y sinsentido que es cualquier guerra, independientemente del bando.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: Quizá sea demasiado pronto, pero cuando termine la escena en la que soldados de ambos bandos se están bañando como dios los trajo al mundo en la charca junto al corral de la vaquilla, sería buen momento.
«Fíjese mi teniente… Aquí, en pelota picada, ¡ni enemigo ni ná!… Y encima nos invitan a desayunar» – Alfredo Landa como el cabo Castro.
Poso final antes de cenar: Querréis escribir en el grupo de WhatsApp de los colegas con los que os vais de caña, a ver cuándo querrán quedar tras terminar la cuarentena.
Capítulo 2. Grandes Locuras
- El mundo está loco, loco, loco, loco (It’s a Mad, Mad, Mad, Mad World). Stanley Kramer. 1963. 154 min.
Cuatro coches asisten a un terrible accidente de un quinto. El conductor del quinto les asegura que toda la fortuna que ha amasado a lo largo de su delictiva vida, se encuentra en el parque de Santa Rosita, enterrada bajo la gran W. Ahora sólo queda ir hasta allí y dividir el tesoro entre cuatro coches, o entre los ocho ocupantes de los mismos, o juntar varias partes… O mejor lanzarse todos a una carrera de costa a costa de los Estados Unidos, cruzándose con cameos de todas las grandes estrellas de Hollywood y vigilados por un Spencer Tracy en lo alto de su veteranía interpretativa como el Capitán Colpeper. Absurda, loca como ella sola, hilarante, divertida hasta la náusea, casi hasta tener que descansar la cabeza de tanta exageración maravillosa es esta, madre de todas las locuras que se han hecho en cine. única e irrepetible, este humor sólo existía entonces, cuando los dibujos de Hannah Barbera inundaban los aparatos de televisión.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: En cuanto el camionero destroza la gasolinera, momento perfecto. Tranquilos, cuando la veáis, sabréis de qué momento os hablo.
Poso final antes de cenar: Como Spencer Tracy, no os quedará otra que reír. Y bien alto.
Capítulo 3. Carpenter y su odiosa influencia
- La Cosa (The Thing). John Carpenter. 1982. 105 min.
Fue genial cuando el año pasado, en el Festival de Cannes, el maestro de la libertad en producción cinematográfica, el gran artista que es y siempre ha sido John Carpenter, reestrenó su obra maestra La Cosa asegurando en los medios: «Me encanta que ahora la veneren, cuando en su estreno la masacraron». En una estación experimental de la Antártida, un equipo de investigadores descubre a un ente extraño venido del espacio, que según todos los indicios ha permanecido enterrado en la nieve durante más de 100.000 años. Al descongelarse, experimenta una metamorfosis inesperada… Kurt Rusell nunca ha estado mejor que en sus intervenciones con Carpenter, la «cabeza-araña» sigue poniendo los pelos de punta, demostrando que el arte artesanal nunca podrá ser reemplazado en los ojos y el corazón del degustador de terror, y la banda sonora acompaña, fría, intensa, a cada mortal paso que el enigmático y terrorífico monstruo da entre los personajes protagonistas, dignos de la mejor reunión que podía soñar Agatha Christie, si le hubiese dado por el fantástico.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: El perro se adentra, sin sonido, sin música, en la habitación. Vemos su sombra. Fundido a negro. Ahí, justo ahí, parad. Y luego, seguís.
Poso final antes de cenar: No nos engañemos, no vais a dormir. Os quedaréis vigilando al otro… Por si acaso.
- Los 8 Odiosos (The Hateful Eight). Quentin Tarantino. 2015. 179 min.
Todo lo que he de decir de estas tres horas de estofados calientes en mitad de la nada y golpes hitchcockianos entre nieve y sangre, ya lo dije en este artículo, también para Zero Grados: Agatha Christie: el cine y la reina del crimen.
Añadiré una obviedad, con su permiso, lúcido lector: Que Tarantino use en algunos momentos la banda sonora del anteriormente citado film de Carpenter, no es ni mucho menos casualidad, pues no sólo Kurt Rusell es lo que se repite en este film comparado con aquel. ¿Es por eso peor? En absoluto. Son tres horas de domingo en las que querréis esclarecer situaciones jodidas como Samuel L. Jackson, el señor Lobo de esta cabaña en la cumbre más inhóspita de la guerra de secesión estadounidense.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: Justo cuando Oswaldo Mobrey, alias el Verdugo Británico (tarjeta de visita incluida), decida poner paz entre los odiosos, dividiendo la mercería de Minnie en dos… Georgia y Philadelphia.
«- Mientras el bar sea Philadelphia, estoy de acuerdo» – Carraspea estupendamente Kurt Rusell.
Poso final antes de cenar: Querréis discutir, pedante e intrigantemente, mientras hacéis café caliente en una sospechosamente parecida a la del film, cafetera azul.
Capítulo 4. Dos catastróficos encuentros románticos
- Titanic (Titanic). James Cameron. 1997. 185 min.
Pese a quien pese, en Lo que el viento se llevó de nuestra época, es esta faraónica empresa, devoradora de Óscar de Hollywood y millones en taquilla, llenando salas en su año de estreno y pantallas en su venta en vídeo, la madre de las superproducciones modernas y seguramente, cumbre del cineasta que más se empeña en subir el listón, James Cameron. Quien diga que este film no es uno de los más entretenidos, divertidos de ver las veces que sea y repetidos en diálogos y situaciones que se han hecho, miente como un vil bellaco para ir contra corriente.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: ¡Por favor! Está clarísimo señoras y señores, justo cuando veáis al Capitán pronunciar: «- Creo que sí conseguirá sus titulares, señor Ismay».
Poso final antes de cenar: Dejaros llevar por el romanticismo. Esta es la gran película de domingo en el sofá… Con permiso de su antecesora espiritual, anteriormente citada.
- Doctor Zhivago (Doctor Zhivago). David Lean. 1965. 197 min.
Seré franco (carraspeo, educadamente) nunca jamás he sido capaz de tragarme seguidos los 190 putos minutos que dura esta joya. A pesar de sus actores (Alec Guinness, maldita sea, ¡Alec Guinness!), la belleza de los Urales (Que en realidad son El Moncayo. Si, si, El Moncayo, aquí en Aragón, ¿Lo sabíais, no?) de Julie Christie, el magnetismo de Sharif, la extraordinaria banda sonora de Jarre, con el tema de Lara, seguramente la música que suena en los cielos cada vez que se acerca el invierno. En plena revolución bolchevique, un hombre lucha por sobrevivir. Este hombre es Zhivago, poeta y cirujano, marido y amante, cuya vida trastornada por la guerra afecta a las vidas de otros, incluida Tonya, su esposa, y Lara, la mujer de la que se enamora apasionadamente… Y el resto, es historia del cine.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: A vuestra elección, cuando veáis que ya ha amanecido, por ejemplo, es buen momento.
Poso final antes de cenar: Ser conscientes de que habéis asistido a una de las razones por las que existe esto del cine.
Capítulo 5. Habrá sangre
- Pozos de ambición (There will be blood). Paul Thomas Anderson. 2007. 160 min.
En 2007, por mucho que me pese porque los adoro, no debieron hacerse con su primer Óscar a mejor película los Hermanos Coen con su No es país para viejos, debió ganar Paul Thomas Anderson con sus Pozos de ambición. La peor traducción al castellano de un título americano, pues sacrificaron su maravilloso título original, es también la mejor película de uno de los mejores directores vivos. Todo en ella es arte absoluto: Su sonido, sus interpretaciones secundarias, su ambientación, su espectacular puesta en escena, su pesimista y embaucadoramente empática, a pesar de las circunstancias, atmósfera. Sus veinte minutos finales… Los mejores del siglo XXI, no os quepa duda. Y por supuesto, el pilar sobre el que descansa todo esto: Daniel Day-Lewis, en la que creo es su mejor interpretación. Versión original obligatoria.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: «- ¡He abandonado a mi hijo!… Ya tenemos oleoducto.» En cuanto nuestro villano pronuncie estas palabras, parad un rato si queréis. Pero sólo si queréis.
Poso final antes de cenar: «¡Dije que te comería!» Cuando recobréis el sentido y os volváis a encajar la mandíbula, entonces, permaneced en silencio el tiempo que necesitéis.
Capítulo 6. Cinco horas y cuarto de épica cinematográfica
- Uno de los nuestros (Goodfellas). Martin Scorsese. 1990. 148 min.
La capilla Sixtina del cine. Punto.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: Ninguno. No podréis. Pero si es necesario, justo cuando pase el plano secuencia más famoso de la historia.
«- Henry, ¿A qué dijiste que te dedicabas?
– A la construcción.
– Nunca había visto a un albañil con las manos tan cuidadas.
– … Es que… Soy delegado sindical.»
Poso final antes de cenar: Volved a leer el encabezado.
- Gangs of New York (Gangs of New York). Martin Scorsese. 2002. 161 min.
Mucho se mete la gente con este esfuerzo titánico y tiránico que llevó a cabo el director de directores para dar la bienvenida al nuevo siglo. Una crítica de fotogramas rezaba: «Podría haber sido la obra maestra que estábamos esperando… Pero que no llega». Acertada aunque sangrante conclusión, tan acertada como el tono punk en banda sonora y arreglos de postproducción (Esos acelerones de cámara en plena batalla, esos fundidos que evocaban a su colega Coppola, esos documentos históricos en plena imagen fílmica, historia de la ciudad de las ciudades), tan sangrante como cada uno de los golpes y miradas de Bill el Carnicero y la venganza, muy lista o muy tonta, de Ámsterdam y su revolución por una causa individual, convertida en puro espagueti histórico. Pero el honor, que no decaiga. La sangre siempre debe permanecer en la hoja del cuchillo, y nunca jamás hay que apartar la mirada.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: Tras la brutal paliza a Ámsterdam en el Teatro Chino por parte del Carnicero. Aunque justo en ese momento el film decaiga, comprobaréis que es el final de la obra maestra que estáis viendo, para dar paso después a una, sencillamente, buenísima y lógica conclusión.
Poso final antes de cenar: Estoy de acuerdo con la primera parte.
Capítulo 7. Dolores de cabeza
A veces, si no podemos salir del confinamiento de cuatro paredes, como si de la trama de El Ángel exterminador de Buñuel se tratase, podemos tirar de clásicos o novedades, pero siempre dejando reposar entre medias, para que ese poso final antes de cenar sea el adecuado. Así pues, podemos rebajar intensidad con la imaginativa Hook de Steven Spielberg. También del más comercial de los autores, Encuentros en la tercera fase o la épicas y sobresalientes Salvar al soldado Ryan y La lista de Schindler. Ya que estamos en plena zambullida de grandes films que puedan ocupar nuestras tardes, cualquiera de esas que a nuestros padres y abuelos siempre les encandilaba, como Ben-Hur, Espartaco o la tele novelesca Quo Vadis… O si ya tenemos claro de dónde le viene todo, volver a ver cualquiera del friki de los frikis, Tarantino. Con la muerte en los talones de Hitchcock, Érase una vez en América de Sergio Leone, el inabarcable legado de Scorsese con su irlandés… O las tres horas perfectas que su Lobo de Wall Street, que como si hubiesen sido cinco, ¿eh?
Más, si me lo permitís, acabaré con estas dos. Y si no me lo permitís, también, que es domingo.
- Contact (Contact). Robert Zemeckis. 1997. 150 min.
Antes de que Nolan intentase, casi con éxito (Y es decir mucho) tocar el cielo de la ciencia ficción con Interstellar, el director de la también tan recomendablemente dominguera como notable Forrest Gump, en mi opinión, tocó ese cielo con este drama que busca el significado, el por qué, de todo el cosmos de preguntas a nuestro alrededor, de respuestas que, en realidad, tenemos dentro de lo raros, únicos y especiales que todos somos en nuestro interior. Una fotografía grandilocuente que enmarca los primeros planos de los actores, envueltos en los grandes escenarios que la épica requiere, un mensaje de niebla que se desvela terrorífico helándonos la sangre y una Jodie Foster totalmente entregada a una historia que se sabe tan grande, como grande es la imaginación del artista o escritor de un relato, hacen el resto.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: Curiosamente, el momento perfecto si lo deseáis, es cuando veáis a Jodie Foster preocupada, no por su proyecto ni por su gran amor que es la ciencia, si no por el vestido que usará esa noche. Justo ahí, parad. Ya retomaréis para sonreír junto a John Hurt proponiéndole dar un paseo…
Poso final antes de cenar: Cuánto espacio desaprovechado, ¿verdad?
- JFK. Caso Abierto (J.F.K.). Oliver Stone. 1991. 190 min.
Todos tenemos esa película que creemos haber visto, incluso más de una vez, pero que no recordamos bien, porque la hemos pillado empezada, o en ocasiones contadas, y no hemos podido verla como se merece. AHORA es el momento de que veáis este film. Todos. ¿Y sabéis quién especialmente? Todos aquellos chicos y chicas que están estudiando cine o que se han lanzado a hacerlo, por poco presupuesto que tengan. ¿El motivo? Cuando alguien les pregunte: ¿Se puede mantener la atención del espectador durante 190 minutos sin pestañear, contando una historia en ficción que casi roza la documentación propia de un documental periodístico, con testimonios y datos suficientes para poder escribir un puñetero libro? Podrán responder: Si. La respuesta es este monumental film de Oliver Stone. Cine. Y del bueno… Pero del de verdad. La mirada final en el juicio de Costner a cámara, es el reflejo de la valentía del autor Stone, tan buen director aquí, como guionista siempre.
Momento en el que podéis hacer parón para prepararos la merienda y luego seguir: No podréis. Pero de nuevo, usaremos como antes a Donald Sutherland para hacer el paréntesis. Tras su escena, podéis parar, aunque sean sólo dos minutos.
Poso final antes de cenar: «¿Cómo es posible que aún no la hubiese visto?» Tranquilos. Todos nos hacemos esta pregunta después de verla.
Como despedida: Sin extenderme, buscad, también de Stone, el título de este artículo. Flipad con Pacino. Buena Cuarentena, distinguidos lectores y espectadores.