Pongamos que hablamos de fútbol

Diego Alcalá//

Y hablamos de fútbol porque con Enric González, Leo Faccio y Diego Barcala sería difícil no recurrir al deporte rey como excusa para hablar de algo y, a la vez, hablar de todo.

Las VII Jornadas de Periodismo y Literatura celebradas el 15 de mayo en Zaragoza, contaron con la asistencia de tres periodistas, a la vez que actores, de ese “Teatro del fútbol” que personalizó el encuentro de este año. Héroes o villanos, los tres salieron a escena en lo que fue un partido de dos mitades con prórroga incluida. Pitó el árbitro y comenzó el encuentro.

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Saque inicial a cargo de Enric González

Inauguró. Por veteranía o quizás más bien por experiencia. Un cronista de los de antes y al mismo tiempo impulsor del periodismo de ahora. Viajero y aventurero. Un amante del fútbol y, sobre todo, de su Espanyol. ¿Por qué el Espanyol? “Eso mismo me pregunto yo”, respondió González.

Es probable que no necesitase presentación pero por si acaso la tuvo. Sirvió para sacar las primeras risas en la sala CAI Luzán ante un público joven, en su mayoría periodistas o, al menos, ‘proyectos de’. Surgió el humor que dibujan sus columnas, sus crónicas, pero que para muchos nunca había traspasado la fina hoja de periódico. Enric González es un hombre gracioso, cercano, y, esto seguro, del Espanyol. Su equipo había inaugurado con carcajadas los primeros minutos del partido sin apenas posesión de balón aún para el cronista, que reía con la cabeza gacha mitad avergonzado, mitad orgulloso. Era Jorge Miguel Rodríguez, periodista y profesor de periodismo, quien conservaba el esférico y se atrevía con una presentación más futbolEFA”, justificó González. “Casarme era la única solución para cogerme unos días libres e ir a ver la final del Espanyol en Alemania. Total que acabamos perdiendo, como siempre”, añadió. Años más tarde, el trabajo le impediría asistir a otro partido vital del equipo de sus amores. Estaba en Madrid, siística que nunca sobre González, con dos anécdotas igual de graciosas que ciertas.

Nunca antes el matrimonio estuvo tan al servicio del fútbol, pero “es que era la final de la UEFA”, justificó González. “Casarme era la única solución para cogerme unos días libres e ir a ver la final del Espanyol en Alemania. Total que acabamos perdiendo, como siempre”, añadió. Años más tarde, el trabajo le impediría asistir a otro partido vital del equipo de sus amores. Estaba en Madrid, sin acceso a la radio, sin televisión y mucho menos Internet. Tenía a mano su teléfono, que sonaría a pocos segundos de que los ‘periquitos’ moviesen el esférico. Fue una conversación de 90 minutos, algo más si contamos el añadido. La nota de humor ya estaba puesta sobre las butacas de la sala CAI de Zaragoza, en lo que fue solo una pequeña introducción al juego que desplegaría González durante la primera mitad de partido. Recogiendo el testigo de su presentador y delator, a los pocos minutos la posesión ya era suya y tocaba en corto para un público expectante en la grada.

Enric González, junto a Jorge Miguel Rodríguez en un momento de su ponencia
Enric González, junto a Jorge Miguel Rodríguez en un momento de su ponencia

Enric González comenzó hablando del nacimiento del fútbol en Inglaterra y esa fiebre efervescente que se instauró rápidamente en Europa, también en España. La fiebre del fútbol, del deporte de equipo, del sentimiento de identidad, del sentirse representados. “Los colores nacen incluso antes de los equipos. Las banderas representan al barrio, a la ciudad, al país y ahora al equipo. Toda la gente consiguió pertenecer a algo sin necesidad de inscribirse”, aseguró el periodista. Describió el fútbol como un fenómeno tan sumamente importante en el desarrollo de las sociedades como para erigir el proceso desalineador que fue sustituyendo las formas de organización social e ideologías del momento.

Una idea cercana, casi idéntica, a la de Pascal Boniface que describiría años atrás ese mismo proceso como la “geopolítica del fútbol” para referirse a la supuesta “aldea global” donde el deporte rey ocupa una posición central llegando a convertirse en un fenómeno más universal que la democracia y la economía de mercado.

Casi sin dar cuenta, lo que había comenzado como un repaso cronológico del desembarco de aquellos ingleses a los que les gustaba dar patadas a una pelota, había evolucionado a una conversación donde todo cabe: un cajón de sastre con el fútbol como llave maestra para abrirlo. Política, economía, historia, sociedad… quedaba hablar de literatura.

Pero para un periodista, cronista y escritor –aunque no le guste que le atribuyan esto último- hablar de literatura es tarun cajón de sastre con el fútbol como llave maestra para abrirlo. Política, economía, historia, sociedad… quedaba hablar de literatura.ea fácil. Y se nota. El discurso se agiliza en los últimos 15 minutos del primer tiempo, quizás por las prisas o más bien por la confianza que otorga la experiencia. A Enric González le gusta el periodismo deportivo de ahora, le gusta mucho. “La literatura que acompaña al fútbol hasta finales de los 60 ha desaparecido casi completamente, porque era irrelevante. No era futbol”, afirmó convencido. “En los años 70, crece con fuerza el fenómeno de la literatura futbolística. Ya no escriben sobre el juego, sino lo que hay en torno a él, las consecuencias que tiene sobre la gente mezcladas con las impresiones de un narrador que articula el discurso”, explicó. El fenómeno fútbol se desata y el “opio del pueblo” traspasa la diferencia de clases. “El periódico El País comienzan a invitar a firmas y autores destacados  como Vázquez Montalbán para que escriban sobre fútbol, pero no sobre el juego, sino sobre ese fenómeno deportivo que surgía. A partir de aquí, son los propios escritores quienes llaman a los periódicos para ofrecerse a escribir sobre fútbol, sobre ese otro fútbol”, afirmó González. Aparecen personalidades como Alfredo Relaño (director de As) o Santiago Segurola (director adjunto de Marca) con un periodismo deportivo diferente, el periodismo deportivo de ahora: periodismo literario.

Dice Enric González que el fútbol no es solo fútbol, es algo más: vida. Un fenómeno inexplicable como inexplicable resulta su adhesión al pueblo. Sentimientos encontrados de alegría y tristeza por un gol, una jugada, un trofeo, una victoria. “La gente lee fútbol y vida al mismo tiempo”, dijo González. Debe ser vibrante escribir para ellos.

Comienza el segundo tiempo: Leo Faccio, Leo Messi

El descanso ha durado poco. El partido tiene un ritmo intenso y no hay lugar para interrupciones. Hay cambio: Faccio sale al campo y González se retira a la grada para disfrutar de los 45 minutos restantes. Lleva la elástica argentina y el 10 de Messi a la espalda.

Parece difícil escribir sobre alguien con quien ni siquiera apenas has hablado, porque quince minutos de entrevista con ‘sacacorchos’ no deberían dar para 191 páginas de perfil literario. Leo Faccio no es un enamorado del fútbol, sí un curioso de la vida y, en palabras de Enric González, esto debería ser suficiente para al menos hablar de fútbol. Quizás también para escribir. Leo Messi es probablemente el futbolista más aclamado de la última década. Una estrella de 24 años que ya lo era a sus 19. Un futuro y un presente al mismo tiempo. Un ‘romperécords’. Y, a la vez, un tipo callado, tímido, introvertido. Alguien para el que meter 60 goles en una temporada no merece entrevistas porque, simplemente, eso ya no pertenece al dentro del campo. Leo Messi es un sacerdote del fútbol sin más parroquia que el terreno de juego.

La palabra del ‘héroe’ que para otros escritores hubiera supuesto la principal fuente, supuso para Faccio un estímulo a la escritura: “¿Por qué después de marcar tres goles Messi no tenía ganas de hablar de esto?”, preguntó a la sala sin encontrar respuesta, como tampoco él la encontró en su momento. “La ausencia de sus palabras a mí no me suponían impedimento para hablar de su vida. Tal vez para alguien no tan futbolero como soy yo lo importante no era hacia dónde se dirigiese el balón, sino lo que generaba el juego mismo”, confesó. Mirar desde otro punto de vista: interpretar los silencios del jugador y buscar las palabras en su entorno. Ese es el periodismo literario de los dos ‘Leos’, escritor y futbolista.

Portada del perfil de Leo Messi escrito por Leonardo Faccio
Portada del perfil de Leo Messi escrito por Leonardo Faccio

Faccio continuó con sus folios de historia literaria argentina de la misma forma que Enric González había diseccionado la española. Y de vez en cuando, levantando la mirada hacia el graderío, se desmarcaba del guión en una jugada personalizada con su obra de trasfondo. La afición lo agradecía y el turno de preguntas terminó por desembocar en un monotema en torno a la figura impresa en la portada del libro que presidía la mesa: Messi. Ese pequeño gran desconocido que salió de Argentina con apenas 12 años. En Rosario no podían hacer frente a su tratamiento de hormonas de crecimiento. Tampoco en River ni en ningún otro club de su país. Nadie le vio crecer allí. Nunca defendió los colores de ningún equipo de la primera división argentina como si lo hicieran otros como Carlos Tévez, uno de los más aclamados por sus raíces futbolísticas en el continente americano. Sabella , entrenador del combinado nacional, ha dejado fuera de la lista del Mundial a ese niño que creció entre compatriotas para dar paso al que dicen será el heredero del 10 de la albiceleste: Messi.

Debe ser difícil resistirse a preguntar por quienserá uno de los mejores jugadores de la historia –si no lo es ya- cuando tienes delante a alguien que ha compartido sofá con él, aunque fuese por unos minutos con el silencio y los monosílabos como protagonistas. Porque lo cierto es que detrás de las páginas, además, estuvieron sus familiares, amigos, compañeros de infancia, entrenadores, preparadores, médicos… que durante tres años acogieron a Faccio en un total de 100 entrevistas. Faltaron minutos de añadido para poder oír sus voces en los segundos 45 minutos de este “Teatro del fútbol” de Zaragoza.

La prórroga, para Líbero y Diego Barcala

Es lo último que se juega. La que decide el ganador y el perdedor entre sonrisas y lágrimas de sentimientos encontrados. Rozar lo más alto o caer a lo más bajo en cuestión de segundos. La prórroga del “Teatro del fútbol” cayó, en este caso, del lado de Líbero.

Media portada de una de las ocho ediciones publicadas hasta la fecha por Líbero
Media portada de una de las ocho ediciones publicadas hasta la fecha por Líbero

Tocaba hablar de práctica más que de historia. Tocaba ver y palpar qué era eso del periodismo deportivo literario. Diego Barcala, fundador de la revista, lo descubrió hace justo ahora dos años y tuvo la idea de enseñárnoslo a los demás. Los aficionados de la sala CAI Luzán iban a participar más que nunca de este tiempo extra con ejemplares de Líbero en sus manos. Portadas con personajes como Valdano, “al que elegimos por su vida dedicada al fútbol para ejemplificar nuestra salida al mercado”, explica Barcala; Valerón, “el romanticismo del deporte rey en forma de jugador”, añadió; Kanouté, Mata, Guerrero…todos con su historia, desde el otro lado del fútbol, desde una perspectiva made in Líbero.

“La idea era ofrecer una revista trimestral, ¡tan solo cuatro al año!, que mostrase fútbol, cultura, estilo, nostalgia…vida”, confesó su creador. Líbero son quienes cuentan cómo era aquel presidente del Atlético que puso después nombre al estadio colchonero, algo que los más pequeños, enfundados hoy con la camiseta de su ídolo Costa, desconocen. Líbero son quienes entrevistan a la única entrenadora que superó a Pep Guardiola en el examen para conseguir la licencia de entrenador; Arantxa del Puerto entrena hoy en día al Irún de la liga femenina. Líbero son quienes se adentran en ‘el sótano de Triskel’, el único bar madrileño donde el Liverpool es una religión y sus partidos, la misa dominical. Enfoque, mirada, literatura y sobre todo fútbol. Porque para Líbero, “si que te lo explican con fútbol lo entiendes”. quienes se adentran en ‘el sótano de Triskel’, el único bar madrileño donde el Liverpool es una religión y sus partidos

Los minutos de la prórroga corrían a la par del pasar de hojas de los ejemplares repartidos entre el graderío. Los números y estadísticas que mostraba Diego Barcala en los dos años de vida de la revista parecían importar poco, los presentes sabían bien cómo Líbero había crecido ‘partido a partido’. Entre los colaboradores del primer número –allá por verano de 2012- aparecía un nombre conocido: Enric González. ¿Se refería el cronista precisamente a este “nuevo periodismo deportivo” en su intervención durante el primer tiempo del partido?

Final del encuentro. 

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