Rozando el cielo sobre ruedas
Mage Doria //
Los deportes extremos invaden la ciudad condal con el festival ‘LKXA Extreme Barcelona’
El cielo permanece despejado, sin nubes, de un color azul intenso que anuncia buen tiempo. Sobre él se dibuja un sol brillante que poco a poco calienta las gradas de piedra rojiza, donde se asientan cientos de personas. Todas con una estética uniforme: gorra, camiseta y pantalón anchos y zapatillas al estilo vans. Incluso algunas adornan su cuerpo con tatuajes, piercing y dilataciones. Los minutos pasan y los rayos de sol continúan bañando a los espectadores que, inquietos, matan el tiempo como buenamente pueden: unos hablando con el compañero que tienen al lado, otros mirando fijamente al frente… Pero todos a la espera de que comience la final de ‘BMX Park’, una de tantas actuaciones que acoge el forum de la ciudad condal durante la celebración del ‘LKXA Extreme Barcelona’. Un festival organizado por la Caixa y el Ayuntamiento de la ciudad para compartir con los amantes de los deportes extremos diversas modalidades de acrobacias sobre ruedas.
Frente a los asistentes se halla el campo de batalla, una plataforma de madera y metal decorada con rampas, barandillas y escaleras sobre la que los riders –nombre que reciben los participantes– deben luchar por el favor del público. Y el jurado. En un espacio de 10×15 metros y un tiempo limitado: tres rondas de cuarenta segundos. Pasado un minuto, una voz se impone ante los murmullos del gentío. Grave, potente, decidida a captar la atención de los presentes. “Buenos días Barcelona. Ahora sí que sí. ¡Vamos a darle caaaaaaaaaña!”, proclama efusivamente. Entonces suena la música.
Well my baby drove off in a brand new Cadillac, Ooh, my baby drove off in a brand new Cadillac, Well she looked at me, daddy, I ain’t never comm’ back

Como si hubiera recibido un chute de adrenalina el público enloquece y menea el cuerpo al son que le marca ese ritmo rockabilly. En la pista el baile se realiza sobre dos ruedas. Uno a uno los riders van mostrando sus trucos, valiéndose exclusivamente de una bicicleta y su talento. Uno de los primeros en hacerlo es el francés Maxime Charveron, caracterizado por un estilo libre. Se ajusta el casco y coloca un pie sobre el pedal. Una vez que suena la sirena, sube una de las rampas curvilíneas y encaja la bicicleta en la parte lateral. Apenas tres segundos. Un intervalo de tiempo minúsculo que en el Extreme Barcelona equivale a una eternidad. Con movimientos que desafían la gravedad los participantes trasladan a su auditorio a un lugar donde el tiempo se altera por completo. Tres segundos. Durante tres segundos la multitud permanece hipnotizada, con los ojos abiertos como platos y una sonrisa en el rostro. Una sonrisa que denota sorpresa y admiración. Los espectadores solo regresan a la realidad cuando las ruedas vuelven a pisar la superficie para la que fueron diseñadas. Ahora en la pista se halla Brandon Loupos, el favorito de los asistentes. Con tan solo 21 años deleita al público con un 360 double tailwhip: golpea los pedales y avanza por una de las rampas hasta quedar suspendido en el aire. Entonces hace girar dos veces, sobre su propio eje, el manubrio y el cuadro de la bicicleta. Cuatro segundos. En tan solo cuatro segundos. Tras recuperarse del shock el público estalla en aplausos y gritos de júbilo. La euforia se desata y los asistentes obsequian al rider con una melodía improvisada donde los aplausos y los silbidos hacen de música de fondo. La letra de esta peculiar sinfonía la ponen diversas voces que resuenan al unísono: “¡Uuuuaaah, qué fiera!”, “¡Maestro!”, “¡Pedazo crack!”.
Termina la competición y los jueces deliberan sobre las actuaciones. Los espectadores tendrán que esperar para ver más acrobacias. Pero no están dispuestos a hacerlo. Una vez que comienza la fiesta es imposible pararla. Quieren ruido y lo quieren ahora. El encargado de provocarlo es “el furor de Ecuador”, Jonathan Camacho.
¡Jonathan, el parque es tuyo!, señala el comentarista mientras extiende los brazos en un gesto de ofrecimiento.
El rider salta por encima de la rampa e intenta hacer un salto mortal inverso. Pero los reflejos le fallan y cae al suelo. “Uuuuuff”, se escucha entre las gradas. Ante el miedo a que el ‘acróbata’ sufra daños graves, el comentarista le invita a dejarlo. ¿Abandonar?, no es una opción. Al menos es lo que parece indicar el deportista que tras mover la cabeza en un gesto de negación, sonríe al auditorio, levanta los brazos y exige ‘ruido’.
Fiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiuuuu Uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuueeeh ¡Vaaaaamos, Jonathan!

Prepara la bicicleta, avanza por la rampa y… Esta vez sí lo consigue. Ante la mirada estupefacta de los espectadores realiza una doble voltereta hacia atrás, bordando un double backflip. Tras el aplauso final llega el turno de los trofeos y Brandon Loupos se hace con la medalla de oro, seguido de Andres Lainevool y Maxime Charveron. Apenas unos minutos después, las bicicletas desaparecen de la pista y su lugar es ocupado por las diminutas ruedas de los patines en línea. Comienza el ‘Inline Park’, una modalidad acrobática en la que participan los conocidos riders Scott Quinn, Tomek Przybek, Nick Lomax, Julien Cudot, Stephen Swain y Nils Jansons. Durante varios minutos los deportistas entretienen al público con un sinfín de piruetas y movimientos imposibles que exigen un dominio total del sentido del equilibrio. Algunos de los más sorprendentes son los de Tomek Przybek cuya técnica y elegancia recuerdan a las de una bailarina de ballet. Mueve los brazos hacia adelante y hacia atrás para coger impulso, salta por encima de la rampa y gira sobre sí mismo mientras mantiene los brazos en posición fouetté. Tras hacer un uso continuado de la rampa se dirige hacia la barandilla, sobre la que se desliza de espaldas con un movimiento que recuerda al conocido moonwalk de Michael Jackson. Los aplausos no tardan en aparecer.
Tres rondas de 40 segundos. Los riders solo disponen de ese tiempo para ganarse al jurado. Lamentablemente no todos llegan hasta el final. En un mal movimiento Julien Cudot se tambalea y cae al suelo. Se levanta pero decide no seguir: el golpe le ha dejado la rodilla dolorida. No es el único lesionado. El inglés Nick Lomax se bate en el circuito a pesar de una torcedura de tobillo que lo ha mantenido alejado de las pistas durante un tiempo. El público, consciente de los esfuerzos que realizan los deportistas para congraciarlo, se muestra benévolo y los anima una y otra vez: “No pasa nada”, “¡vamos!”, se escucha tras cada caída.
Finaliza la competición y Nils Jansons se alza como vencedor. Llegó la hora. Comienza “el plato fuerte” del festival: el ‘Skate Park’.
Skate Park
Las primeras en lanzarse sobre la pista son las skaters femeninas en la categoría ‘Skate Women´s Park’. El calor resulta sofocante y la plataforma de hierro y madera se convierte en un infierno del que las riders no logran escapar. Los tropiezos, las caídas y los fallos se convierten en un espectáculo habitual. Tras varios intentos fracasados una de las participantes decide abandonar mientras los altavoces, que profieren a voz en grito la canción “Highway to hell” de AC/DC, recuerdan al resto de competidoras que se hallan en el mismísimo infierno.
I’m on the highway to hell, I’m on the highway to hell, Highway to hell!

Al finalizar la actuación Candy Jacobs se consagra como vencedora, seguida por Eugenia Ginepro y la reconocida Leticia Bufoni, que en un principio se presentaba como la candidata al triunfo. Las predicciones no se han cumplido y la atleta se mantiene en la pista con el orgullo mal herido. Una sensación que no pasa desapercibida para la multitud cuando la rider, con el rostro cubierto por una gorra, da la espalda a un grupo de fans que le pide un último truco. Tras unos segundos dubitativos Leticia accede: se pone en posición, con un pie sobre el monopatín y otro en el suelo, se lanza sobre la barandilla y tras un intento por mantener el equilibrio realiza un aterrizaje no del todo acertado. Hoy no es un buen día para las skaters femeninas y aunque los espectadores agradecen el esfuerzo, la exhibición no ha sido del gusto de todos… El cielo encapotado muestra su malestar, dispuesto a aguar la fiesta. Mientras las nubes se mantienen al acecho se inicia la categoría masculina de skate, donde destacan Evan Smith y Tristan Funkhouser junto a otros competidores. Durante los siguientes minutos los participantes realizan acrobacias vertiginosas que dejan al auditorio sin aire. Con giros imposibles hacen de la pista su territorio. Esa pista que durante el resto de la tarde acogerá dos demostraciones más. Finaliza el espectáculo y el público rompe en gritos y aplausos. Los jueces se toman su tiempo para decidir. Mientras tanto las nubes retroceden tímidamente, despejando un cielo que poco a poco se va haciendo más claro. Parece que Zeus, satisfecho con la actuación, les ha concedido una tregua.