XIV Feria del Cáñamo: Spannabis, la cita de los amantes de maría
Elena Lapuente//
A pesar de las predicciones, el día en Cornellá amaneció radiante. Al atravesar el control de la entrada los rayos de sol se dejaban atrás, para introducirse en una densa neblina. Identificar el torrente de olores es cuestión de cerrar los ojos y dejar que el cerebro se detenga en las especias de la comida árabe; en las pizzas en horno de piedra; en la panceta a la brasa; en el calor humano y en la marihuana en todas sus formas. Había porros, claro. Muchos. El buen ambiente también se respiraba: miles de personas en un recinto durante horas puede ser móvil de disputas, pero en esta feria era distinto, no había agobios y ni un solo altercado.
Todo lo imaginable y mucho de lo inimaginable sobre el mundo del cannabis se encontraba en la Feria del Cáñamo y las Tecnologías Alternativas. En la zona central, los puestos de comida, que siempre estaban –lógicamente– hasta los topes. Fumar, ya se sabe, da hambre. Aquella zona era casi pornográfica: en los ojos de los visitantes el amor y el deseo por esos bocadillos estaba desatado.
Alrededor del patio exterior se encontraban las carpas, que sumían a los visitantes de todas las nacionalidades en un mundo paralelo al real. Fumases o no, esa sensación de buenrrollismo invadía el cuerpo. Entre esos miles de metros cuadrados de recinto, se podían encontrar todo tipo de productos comercializados para el consumo de cannabis, y a pesar de ser el último día, no quedaban solo las sobras. Los profesionales habían llegado a Cornellà con un gran cargamento, para que nadie se quedara sin su caprichito. Naves espaciales que resultaron ser armarios para el cultivo individual de marihuana; todo tipo de abonos y de LEDs de última generación; alimentos y bebidas energéticas con THC -el principal constituyente psicoactivo del cannabis-; utensilios fabricados con cáñamo; una impresora 3D… Por supuesto, tampoco podían faltar todos los mecanismos indispensables para consumir marihuana: papeles de todos los tamaños, cartones, aparatos que liaban más de cincuenta porros a la vez, artilugios para fumar todos los derivados de la marihuana sin necesidad de tabaco… El paraíso de Bob Marley y unos cuantos.
Aquel que pretendía irse con las manos vacías, lo iba a tener difícil. La mayoría de los expositores ofrecían de forma gratuita –casi lo metían en los bolsillos– muestras de los productos que comercializaban, junto a una bolsa llena de chapas, posters y gorras de sus marcas.
Todavía no se habían agotado las fuerzas cuando la música comenzó a sonar. El peculiar estilo de Costa fue el encargado de dar una dosis de vitalidad -muy necesaria- a los visitantes. Comenzó su actuación de manera muy dudosa con gritos hardcore e inconexos, pero supo remontarlo y ganarse con vítores a su público. Después le tocó el turno a PositronicsVibes quienes estrenaron su nuevo showcase. Y quién mejor que DJ Rambla, cuya vida es un santuario a la marihuana, para cerrar las actuaciones musicales de esta fiesta.
Los Premios Spannabis 2017 cerraron la jornada. El sol comenzaba a dejar paso a la luna cuando Genehtik subió al escenario y destacó sobre el resto al conseguir el premio al Mejor Banco de Semillas y al Mejor Stand. Otros premios que también se otorgaron fueron el de Mejor Nutriente, Producto Parafernalia, Producto de Cáñamo y Mejor Utensilio de Cultivo. A pesar de las afirmaciones de los expertos que declaran que el THC provoca en sus consumidores un sentimiento de “empanamiento” o incluso de depresión, los nominados a los premios se encontraban eufóricos al conocer los resultados. Este fue el único momento en el que la marihuana fue relegada a un segundo plano.
A la hora de cerrar puertas los amantes de la maría se fueron por donde habían entrado, con ese andar tan característico del reggae. “Cansados y satisfechos”, afirmó en un espanglish muy curioso un trabajador de los stands. Así y con las manos llenas de bolsas se despedían de la concentración de cannabis más grande del mundo. Los que tengan suerte podrán revivir la fiesta dentro de siete meses, esta vez en Madrid.