Spielberg, el mayor asesino del séptimo arte

Dani Calavera//

Nuestro crítico de cine Dani Calavera hace un repaso por las mejores muertes de la filmografía de Steven Spielberg para mostrar que el afamado director es el mayor asesino de la pantalla grande.

Ready Player One, el nuevo film de Steven Spielberg, presentó un trailer prometedor en la Comic Con de este año. ¿Cuántos sueños y momentos emotivos, así como espectaculares batallas, cumplirá esta adaptación de la espectacular novela? No lo sabemos pero el caso es que este hombre, este Peter Pan, este niño que se niega a crecer y que lleva décadas alimentando los sueños de pequeños y mayores de todo el mundo con sus películas, este auténtico maestro —de hecho, EL MAESTRO— del blockbuster, esconde un oscurísimo secreto del que todos somos testigos en algunos de sus films.

Spielberg es tan condenadamente bueno que da a todas sus historias la capa y atmósfera necesarias para no escandalizar a la platea cuando son espectadores de algunas de las muertes más violentas, sangrientas o truculentas jamás vistas en pantalla. Pero no pasa nada, es Spielberg. Este hombre es el mayor asesino que jamás ha existido en el cine. Ni Scorsese, ni Tarantino, ni Peckinpah, ni Stone. Él es el mayor asesino en serie de los personajes que crea.

Es un niño grande que relata historias fantásticas, maravillosas y en muchos casos, auténticas joyas. Es el rey. Y también el rey de los homicidas. Aquí van las muertes más violentas, salvajes y geniales de su filmografía. Y, si no reconocéis a las víctimas por la descripción, tranquilos; en cuanto leáis la escena en cuestión, sabréis quiénes son.

  1. La chica de Tiburón (1975)

Ojo, que pongo a Susan Backlinie por tener el honor de ser la primera… Por no poner al pobre crío que es la segunda víctima. Está amaneciendo. Una pareja se baña en las pacíficas aguas del mar y la chica, indefensa, es atacada por un escualo que no vemos en ningún momento de una forma atroz y violenta. Nace la leyenda del taquillazo del verano, las inolvidables notas de la banda sonora de John Williams dan sus primeros coletazos, los gritos de esa primera víctima no se nos irán de la cabeza en las dos horas siguientes y el terror cobra un nuevo significado como Murnau o Hitchcock hicieron en su día.pero este terror es diferente. Este terror arrasa la taquilla y hace que casi disfrutemos del miedo a lo que hay bajo nuestros pies cuando nos adentramos en el mar para darnos un simple baño.

Nivel del crimen: Exquisito. No vemos al autor pero la violencia del mismo es contundente

Excusa (Género) para perpetrarlo: Aventuras/Terror

  1. El soldado Mellish en Salvar al soldado Ryan (1998)

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En realidad, las diez mejores muertes de Spielberg se podrían sacar de este film,pero la de Adam Goldberg se lleva la palma. Se está librando una cruda batalla en un pueblo totalmente destruido por la cruel guerra. Un soldado alemán, al que hemos visto escapar unas cuantas escenas antes gracias a la bondad de los soldados americanos —hay que ver qué bien nos cuela aquí el patriotismo estadounidense el bueno de Steven—, mata o más bien asesina —por mucha guerra que haya— al soldado interpretado por Goldberg de una forma que aún hace que se te encoja el estómago al verlo. No sólo hace que nos remuerda la conciencia incluso a nosotros, al público, al haber dejado escapar a ese auténtico cabronazo —recordad lo que hace después— sino que, de repente, esta película bélica resulta que también tiene villano. Y encima es ajusticiado para que uno de los personajes, uno de los soldados, quede como un héroe y no como un cobarde, que es lo que en realidad es, lo sabemos todos. ¿Compensa eso tal sufrimiento? El pobre de Jeremy Davies jamás se quitará este personaje de sus espaldas… Muy difícil. Pero volvamos al crimen: esa impotencia, esa necesidad de entrar a la película y pararlo nosotros, ese “ssshhh” del soldado alemán, ese hundimiento lento y horrible del cuchillo en el pecho. Ni tripas salidas en Normandía ni Tom Hanks dejando de temblar.

Nivel del crimen: Truculento e incluso quizás demasiado gratuito por todo lo antes citado. Entre los espectadores, Eli Roth aplaude porque le encanta y Otto Preminger se tapa los ojos mientras tose

Excusa (género) para perpetrarlo: Bélico —¡¡Ya te vale Steven!!—

  1. El pobre indio de Indiana Jones y el templo maldito (1984)

El mismo Spielberg admite que estaba pasando por una etapa oscura de su vida cuando dirigió la segunda parte de las míticas aventuras del arqueólogo más cool —o “Steve Mcqueen”, que es lo mismo— del universo. Pues hombre… Muchas gracias por hacernos partícipes de ello, Steven, pero no creo que sea excusa para que el villano del film le arranque el corazón del pecho a uno de sus súbditos y luego, aún vivo, lo arroje encadenado a las llamas de un volcán dormido… ¿O sí? Esos ritos, esa música; Kate Capshaw hiperventilando mientras Indy intenta calmarla, la voz del cabronazo de Mola Ram —seguramente el nombre más molón de villano jamás visto—; el montaje de la escena, el grito del indio al ser devorado por las llamas y el corazón ardiendo mientras el villano lo sostiene en su mano riendo como un loco y poniendo fin al crimen… Vale, sí, es excusa. Y mola… Ram.

Nivel del crimen: Traumático. Todos lo vimos de críos y nos marcó. Menos mal que luego Indy les da para el pelo, porque si no…

Excusa (género) para perpetrarlo: Aventuras. Es Indiana Jones, está claro

  1. Muldoon en Parque Jurásico (1994)

Digámoslo abiertamente y sin miedo: Parque Jurásico tiene no una sino tres de las muertes más guays y míticas de la historia del cine. De hecho, otra de ellas ocupa el segundo puesto de esta lista. Tendréis que esperar para averiguar cuál de las otras dos es —aunque sé que las tenéis en mente—. En este puesto nos ocuparemos del personaje de Muldoon, el implacable, valiente y auténtico cazador y domador de velociraptores del parque, mucho antes que Chris Pratt o Pete Postlethwaite. Mira que lo vemos venir… Mira que Sam Neill lo ha relatado al comienzo de la película:

“No ataca de frente, sino por los lados, por dos raptores que ni siquiera habías visto”

Mira que nos cae bien el genial cazador… Pero qué pasada verlo asumir su muerte de una forma tan elegante, tan digna, tan —no sólo Spielberg— sino cinematográfica. Esta escena es un 10.

Nivel del crimen: Elegantísimo. Al verlo, todos aplaudimos dignamente con la barbilla levantada quitándonos el sombrero

Excusa (género) para perpetrarlo: Aventuras en las que no se ha reparado en gastos

  1. El pobre hombre manco de La lista de Schindler

De nuevo nos asalta un terrible dilema. Esta película, la que por fin le dio el Oscar a mejor director y lo encumbró a lo más alto, es una auténtica obra maestra. Quizás, la mejor película que ha rodado y puede que jamás ruede. El caso es que, para hacernos ver a todos los repugnantes actos del nazismo en la II Guerra Mundial, usa personajes secundarios cual elementos dentro de un puzle dramático para hacer que se nos retuerza el subconsciente y el corazón al grito de “Esto ha pasado. Y no hace tanto. Y en otros países sigue pasando”. La niña del abrigo rojo, la arquitecta judía, el criado de Amon Goeth… Todos ellos son víctimas de la cámara de Spielberg, el guión de Steven Zaillian y de la maravillosa fotografía de Janusz Kaminski, una fotografía que consigue lo imposible: belleza en cada muerte. ¿O acaso el río de sangre en la nieve en blanco y negro en el momento del asesinato del operario manco no es de los mejores planos del film?

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Spielberg juega con nuestras emociones mostrándonos a un buen hombre asesinado por dos soldados nazis delante de los demás operarios, entre los que hay niños. De nuevo, la guerra como excusa para dar un sonoro mazazo al público y dejarnos aún más clara la idea de la trama. Dejémoslo en un simple enunciado, citando a Carlos Boyero: “La lista de Schindler es impresionante, hermosa, necesaria y emocionante”.

Nivel del crimen: Técnicamente perfecto. Artísticamente devastador

Excusa (género) para perpetrarlo: Bélico. Biográfico. Drama.

  1. Dieter Stark en El mundo perdido. Jurassic Park

Muy atentos: Spielberg siempre hace lo mismo en las aventuras. Nos presenta a héroes arropados por compañeros aventureros memorables o graciosos, su fórmula siempre funciona —a veces bien, a veces mal—. En esta secuela de Parque Jurásico, la verdad es que no funciona muy allá, pero en cuanto vemos al personaje de Peter Stormare sabemos perfectamente que este secundario con cara de malo desde que nació va a morir de forma horrible. Su comportamiento, sus gestos…todo en él delata cuál será su destino, igual que ocurría con Alfred Molina al comienzo de En busca del arca perdida o con Colin Farrell en Minority Report. Spielberg siempre se asegura de que todos los molestos, todos los secundarios que no cumplen con el canon de héroe, paguen las consecuencias de sus actos. Y en El mundo perdido, Stormare las paga con creces. Y todo por alejarse para desahogarse tranquilamente…

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Se pierde, se cae, sufre, grita y los pequeños dinosaurios que hemos visto casi devorar a una niña al comienzo del film le persiguen divertidos viendo su plato de comida preparado. Sólo les hace falta gritarle: “Estate quieto, que tenemos hambre”. Y a todo esto. ¿No sabéis quién es Peter Stormare? Lo habéis visto en cien mil películas, siempre de secundario y siempre brillante. Este hombre vale su peso en oro.

Nivel del crimen: Divertido, admitámoslo. Sabemos que va a morir y nos recreamos con la escena

Excusa (género) para perpetrarlo: Aventuras mucho menos estimulantes y bastante peor escritas a las que nos tiene acostumbrados el director

  1. El soldado japonés de El imperio del Sol

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No sé a vosotros, pero a mí esta muerte me marcó especialmente. El joven Christian Bale entabla amistad con otro chaval gracias a la pasión de ambos por los aviones de combate. El conflicto está llegando a su fin y los dos comen, ríen y están tranquilamente disfrutando de algo tan simple como pasar el rato. Una simple confusión de perspectiva y… Pum. El personaje de John Malkovich aparece con su séquito y dan matarile al pobre chaval, creyendo salvar la vida del joven Bale. Impagable la reacción del futuro Batman al ver que han matado a su amigo, como impagable es el personaje de Basie del gran Malkovich. Seguramente, de los mejores personajes en la filmografía de Spielberg.

Nivel del crimen: Dramático. Por muy ido que estuviese, el pobre chaval sólo quería estar tranquilo. De nuevo, ya te vale Steven

Excusa (género) para perpetrarlo: Bélico. Hay que ver cómo le gusta el drama en la guerra a este hombre

INTERMEDIO: Antes de pasar a los tres puestos de honor, sus tres muertes más memorables y geniales, recordad que Steven Spielberg es también una de las cabezas pensantes tras los crímenes de los Gremlins, las atrocidades de Poltergeist y también el asesino junto al Capitán Garfio de Rufio. Ni voy a ahondar en este último. Rufio era la caña y de nuevo nos usa para odiar más al villano… Qué barbaridad, pero qué genial.

  1. Los villanos Belloq, Toht y Dietrich en Indiana Jones. En busca del arca perdida

Revolucionó el terror, la ciencia ficción y va y hace lo mismo con las aventuras… Y de qué forma. En esta primera entrega de las hazañas del doctor Jones, nos ofrece una de las mejores escenas finales del séptimo arte: es maravillosa, terrorífica, brutal. ¿De verdad a alguien no le chifla? ¡Ah! Y muy importante: ¿creéis que hoy en día dejarían a un estudio semejante escena al final de una película de aventuras? Coloquialmente hablando: ni de coña. Los nazis abren el arca, Indi sabe que Marion y él deben mantener los ojos cerrados… Y entonces empieza el trajín. Según Belloq “¡Es una maravilla!”. Y no se equivoca. Es maravilloso ver los aspavientos de los soldados atravesados por los rayos azules pero, sobre todo, los movimientos de los tres villanos citados. Están paralizados, acongojados. Los espíritus les rodean y les hacen gritar de una forma fabulosa y perfecta —el grito de Ronald Lacey, tan poco masculino, es perfecto—. Y no conforme con hacernos testigos de su terror ante la estampa y la perspectiva de que van a morir de una forma horrible, nos hace ver cómo se derriten, violines entre la música incluidos. Esta escena es uno de los mejores asesinatos en masa jamás rodados.

Nivel del crimen: Maravilloso asesinato en masa de malos malísimos

Excusa (género) para perpetrarlo: Aventuras con toque bíblico

  1. Dennis Nedry en Parque Jurásico

¡No! No es el abogado sentado en el baño al que el T-Rex devora cual gusano. Un poquito de seriedad, que estamos hablando de crímenes y la muerte de ese personaje perdura en nuestras retinas como la más divertida. No, no. Yo voy a la más truculenta del film. Volvemos a la estructura clásica: Un personaje secundario antagonista que va a pagar por sus pecados. “¿Qué quieres robar esquejes? ¿Que eres un gordito cobarde, un traidor? Te vas a cagar”. Desde el preciso momento en el que ese pequeñajo aparece detrás del árbol jugando con Nedry sabemos que se lo va a zampar. El genial gordito de Seinfield, Wayne Knight, nos hace ver el terror que le invade.

“Tranquilo bonito… ¿Qué quieres, comida?, ¡Mírame, estoy empapado, no tengo comida!”

 Justo cuando dice esa frase, el pequeñajo asesino mira al gordito de arriba abajo. Y de nuevo, como con Peter Stormare, Spielberg se recrea en la escena, regalando al actor pasar a la historia con una muerte magnífica y memorable. El sonido en toda esta escena es el elemento clave: la respiración de Knight, la cámara rozando los arbustos, el sonido salvaje del dinosaurio antes de zampárselo y escupirle veneno, los truenos… Y por supuesto los gritos de Nedry. Hay pocos, muy pocos actores que griten mejor que Wayne Knight. Además, Spielberg se asegura de terminar la secuencia con el móvil del crimen: la lata que ha hecho que el personaje haya traicionado la aventura y, por tanto, se haya condenado a muerte.

Nota importante: Es a partir de esta escena. Cada vez que un personaje va a meterse en su coche para refugiarse del peligro, sabemos perfectamente que si deja la puerta del vehículo abierta mucho tiempo, el asesino va a meterse dentro del coche. Porque antes ya lo hemos visto fuera… Genial.

Nivel del crimen: Memorable. Es una auténtica gozada

Excusa (Género) para perpetrarlo: Una escena de auténtico terror dentro del género de aventuras

  1. Quint en Tiburón

Poneos en la piel de los espectadores de 1975. Robert Shaw era, por aquel entonces, más estrella que sus compañeros de reparto —su nombre en el cartel original está por encima de los otros—. Y aunque todos ellos ya iban sobrados de estructura y de saber qué personaje podría o no morir, por mucho que el comportamiento del capitán del barco delatase su final, por mucho que Brody fuese el héroe verdadero de la historia… La cámara se vuelca, la bombona le aplasta la mano, grita desesperado, se resbala por la cubierta derecho a las inmensas fauces del escualo, patalea totalmente impotente ante su destino, no hay música… Fijaos bien, no la hay. Solo mar, la campana y sus sonidos de gritos y desesperación. En cada muerte la ha habido, pero en esta no. Es cosa seria y debemos oírla bien, no sólo verla. El tiburón muerde, Quint le apuñala sin conseguir nada y su sangre empapa el plano de forma impecable. El héroe está harto tras esta escena, es hora de hacer estallar al villano. ¿Me refiero al tiburón? Si, al escualo… Y también me refiero a un Robert Shaw pletórico siendo devorado.

Nivel del crimen: Perfecto. Esta es en mi opinión la mejor muerte del cine

Excusa (género) para perpetrarlo: Terror. Aventuras en alta mar

… ¿Y bien? ¿Ganas de revisarlas? ¡Debería daos vergüenza! Quizás seamos todos tan niños malévolos como Steven Spielberg. Un niño, como nosotros, que disfruta con estas dosis de terror y violencia dentro de las aventuras. Crímenes perfectos dentro de la pantalla.

Autor:

Sandra Lario foto Sandra lario nombrelinea decorativa

Crítico de cine en ZTV y Heraldo.es. Creador, presentador y realizador del programa más extra-elegante de cine: «Unas cuantas Pelis». ¿Lo único que importa? Cine, música, escribir, mucho café, cine y música. Apasionado de la música y el cine tanto escrito como realizado, rodado y proyectado. Emocional y moralmente incapaz de escoger un género ¡Todos son buenos mientras sea buen cine!

Twitter Blanca Uson

 

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