Bernal

Fernando Domínguez Pozos//

En México, como en varios países de América Latina, existe una expresión particular para el turismo que realizan nacionales y extranjeros al momento de visitar localidades pequeñas, donde las tradiciones, la gastronomía y su gente permiten experimentar lo cordial y singular que es caminar, comer y observar las bondades de la vida cotidiana. Dicha expresión es “vamos a pueblear”, en referencia a visitar estos pequeños poblados donde más allá de hospedajes de cinco estrellas, plazas comerciales o distribuidores viales, se encuentran sitios populares, cargados del misticismo de los lugareños. De acuerdo con el sitio oficial de la Secretaría de Turismo, en nuestro país existen un total de 132 Pueblos Mágicos, de los cuales un alto porcentaje se encuentra en la región centro y sureste. 

Bernal o conocido popularmente como el pueblo de “La Peña de Bernal”, es una comunidad que se encuentra en la zona centro del país, a un promedio de cuarenta minutos de la ciudad de Querétaro, destacada y conocida por su Peña. En palabras de sus habitantes, La Peña es el tercer monolito más grande del mundo, tan sólo por detrás del “Peñón de Gibraltar”, en Reino Unido y el “Pan de Azúcar”, en Río de Janeiro en Brasil. La altura de la Peña es de 2, 510 metros sobre el nivel de mar, lo que representa un reto para los amantes de realizar senderismo, así como para los amantes del turismo extremo. 

Un monolito de esa magnitud transmite una energía cósmica. Los visitantes son atraídos hacia esta comunidad por una vibra que entre más se acerca, más sinergia genera entre el visitante y el pueblo. El camino desde la ciudad de Querétaro es pacífico, lineal y me atrevería a mencionar que interestelar, ya que es un viaje que para el resto del país conlleva un día -únicamente-, pero en el territorio de la Peña equivale a semanas, porque mientras caminas, comes, compras y observas repetidamente ese monolito, los días parecen avanzar. El sol aparece, la lluvia lo esconde, nuevamente se asoma el astro, pero en esta ocasión unas nubes lo esconden y, el visitante olvida la noción del tiempo y de buscar cualquier reloj. 

Como todo pueblo mágico, la comida es una garantía, particularmente una cadena de alimentos denominada “El negrito”, ofrece unas delicias llamadas “gorditas”, de chicharrón prensado, de deshebrada, de papa, de huevo o de queso para los más ligths. Además, existen opciones para quienes prefieren acompañar su comida de una vista más íntima de la Peña o para aquellos que desean disfrutar de una rica paella en las calles estrechas, de piedra y propias de un pueblo mágico mexicano. Además de la gastronomía, en Bernal la presencia de grupos indígenas y su artesanía es único, a través de las tradicionales muñecas llamadas “lelé”, creación de otro pueblo mágico del estado de Querétaro, Amealco, pero ya arraigadas y apropiadas por los bernalenses. 

En un domingo cualquiera, las calles de Bernal son transitadas por decenas de miles de visitantes, quienes en un interminable ir y venir visitan los locales y espacios de venta de ropa, artesanía, joyería, alimentos, bebidas y un sin número de productos que resaltan en un pueblo que en sus leyendas e historia recuerda que es por la Peña de Bernal, y esa belleza mística que emana que la gente siempre llega a visitarla. La visita termina al atarceder del mundo común, pero recordemos que se trata de un viaje interestelar, por lo que el tiempo en Bernal ha sido superior, sobretodo si la visita fue acompañada con gente cuya energía vibra igual. 


Para más artículos de nuestra sección «El otro México», no dejes de visitar nuestra web.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *