Herederos de lo urbano
Elías Achón//
La cultura hip-hop marcó un antes y un después en Zaragoza. La consolidación de grupos como Violadores del Verso o Cloaka Company permitió situar a Zaragoza dentro del mapa musical español, además de potenciar una generación de artistas volcada en el rap. Con el paso de los años, ha surgido una generación con ganas de heredar las tendencias urbanas de la capital aragonesa, adaptándolas a los géneros más demandados. Lionware y Rico Snchez forman parte de ella, jóvenes a los que les une la pasión por la música y la necesidad de abrirse a los demás a través de esta.
Vivimos en una época de etiquetas. Parece que todo el mundo debe pertenecer a un colectivo concreto o tener algo que lo identifique con una ideología, actitud, tendencia u orientación política. En la música actual esto se ha llevado al extremo. El gran problema al que se enfrentan las etiquetas dentro del panorama musical actual es la rapidez e incertidumbre con la que se está desarrollando. Diez años atrás, el fenómeno trap en España era algo de lo que tan solo los más entendidos en las últimas tendencias urbanas podían llegar a comprender. Este género, procedente de los barrios más pobres de Atlanta, era la referencia en Estados Unidos. En España, desde la aparición de artistas como Pxxr Gvng o Cecilio G este producto, derivado de la mezcla del rap y la música electrónica, no tardo en extenderse, con mayor o menor aceptación, por todo el país.
Ya no se puede hablar solo de trap. Este género ha derivado en una conceptoque sirve para designar vatios estilos musicales: reggaeton, dancehall, dembow, R&B… Para cualquier persona ajena a la ebullición musical que sufre nuestro país, un artista que lleve chándal y sea joven puede ser tratado de “trapero” o de “rapero”. En la actualidad, aunque para muchos esté aceptado usar la palabra trap para hablar de toda la escena musical, parece que se ha encontrado el término perfecto para englobar toda la industria que se nutre de estos géneros: música urbana.
Madrid y Barcelona han sido el centro neurálgico de toda la música que ha surgido en los últimos años. Desde de esta nueva hornada de artistas. No obstante, como ha ocurrido a lo largo de todo el siglo XX, cada ciudad ha aportado su grano de arena lanzando artistas con sus toques personales.
- Este chaval se está haciendo bastante famoso.
- ¿Quién?
- Este, Lionware. Es de Zaragoza y está pegando bastante.
- No lo había oído nunca.
- Tiene un par de temas con bastantes reproducciones.
Una de sus colaboraciones suma millón y medio de reproducciones en YouTube, sin contar algunos de sus temas que superan las 300.000 reproducciones en Spotify. “Hombre, pero a nivel de conciertos tampoco ha habido muchos”. Lucas Bernal, más conocido como Lionware, es una de las grandes promesas de la música urbana de la capital aragonesa. “El nombre viene de la época en la que llevaba rastas y escuchaba bastante reggae”. Todos los artistas han perseguido dar conciertos, ya que es la herramienta clave para darse a conocer y para este artista de Alagón no es distinto. Ha participado en una de las fiestas Face Down, acaba de dar un concierto en la sala zaragozana Las Armas y en Madrid, en la sala Silikona.
“Que un tema en el que hayas participado tenga una gran repercusión es un puto sueño”. El problema es que, hoy en día, eso no garantiza tener una impacto continuo. La música actual exige sacar nuevos productos constantemente, renovarse y adaptarse a las tendencias; en el caso que se busque triunfar. La satisfacción personal es lo que mueve a Lucas. Elaborar un producto del que estar orgullos es su principal preocupación, no obstante el efecto que este tenga no deja de ser clave en la construcción de la trayectoria musical. Lucas está orgulloso de algunos de sus temas, como es el caso de “Oye Guapa”.

Su música es distinta a lo que alguien con una noción básica de trap espera escuchar. El aire melancólico que emana su obra es más que evidente. Utilizar la palabra ‘”urbano” le gusta para referirse a su música, pero suele decir que hace chill trap. No es algo nuevo en la música actual, siempre ha pasado. Los géneros musicales evolucionan, se fusionan o se experimenta con ellos.
Hace menos de una década que este género que predomina en Estados Unidos se introdujo tímidamente en nuestro país. Empezó con artistas influenciados por la estética del momento: alardeaban de ser artistas de barrio y de llevar la vida que ello conlleva. “Yo creo que sí se está perdiendo ese primer pronto de música hecha por delincuentes. Actualmente, hacer trap es muy accesible a todo el mundo”, así lo ve Lionware. La mezcla de distintas influencias musicales y la variación de temáticas dentro del género han conseguido que no solo se hable de drogas o violencia, sino que han favorecido la creación de subgéneros que van más allá de esa etiqueta.
La afirmación de Lionware no se aleja en absoluto de la realidad. Algo similar expresó C. Tangana en una entrevista con Ernesto Castro, experto en el panorama de la música urbana actual. El artista madrileño explicaba cómo el rap se había introducido en España: una música que proviene de los estratos más bajos de la sociedad se extiende a la clase medias de la misma. La historia se repite. El trap y todos los géneros urbanos se han extendido al gran público, a esos jóvenes de clase media. Esto ha favorecido la entrada de otro tipo de letras, ya que la audiencia no se sentía identificada con la temática: canciones melancólicas, desamor o soledad están empezando a colocarse entre lo más escuchado dentro de nuestro país.
“Que un tema en el que hayas participado tenga una gran repercusión es un puto sueño”
Suena una canción. Se reproduce un videoclip grabado en las calles de Londres. Es trap, el sonido más crudo de este género.
- Y este, ¿quién es?
- Rico Snchez. También, es de Zaragoza.
- Está bien. Este es más rollo trap de siempre.
“Las etiquetas sirven hasta donde sirven, parece que todo lo que salga de alguien menor de 30 años tiene que considerarse trap”, explica Enrique Sánchez, conocido como Rico Snchez. Con un estilo muy marcado, este artista zaragozano deriva en un género más oscuro, influenciado por Bones, Suicide Boys y por las tendencias generadas por diversos rappers de la zona sur de Estados Unidos. “En verdad, no sabría clasificarme en un género, tampoco me gusta la idea”.
Hace un año, publicó su segundo álbum: Skyrich II. En febrero, lanzó un EP: “976 Lords”. La posibilidad de haber trabajado con un productor como $kyhood, le ha permitido obtener un sonido cuidado y profesional. Con más de diez años de su vida dedicados a la música, ha tenido la oportunidad de relacionarse con artistas muy relevantes de todo el panorama nacional. “He estado haciendo un bolo con Dano en Barcelona y canté con Locoplaya, aquí, en la Sala López”. Prefiere estar sobre el escenario a estar en el estudio. Le gusta la energía que eso transmite. “También, he actuado en Sevilla y en Madrid. Siempre me han tratado bien y es agradable tener la oportunidad de actuar en otros sitios”.
El ser de Zaragoza ya no sirve para crear algo de respeto dentro de la música urbana. Provenir de la ciudad de Kase.O, Sho Hai o Xhelazz era una buena carta de presentación, ahora tan solo se es un artista más. Durante el auge de Violadores del Verso podía significar algo, ahora depende cada artista y de su música.
Así lo ve Rico Snchez, el problema de esta ciudad va más allá de la propia música. Uno de los inconvenientes de Zaragoza es la carencia de una industria musical potente, es decir, un sello o discográfica que llegue a obtener un cierto nivel dentro del panorama nacional y apueste por la música actual de la ciudad. Los propios artistas ven que hay muy poca gente viviendo de la música en la ciudad. Es algo que se podría extrapolar a cualquier ciudad. Madrid, Barcelona y, recientemente, Las Islas Canarias son fábricas de artistas exitosos.

Un buen sistema de salas y una correcta promoción podrían ser una solución a esto, pero el interés del público en la industria musical local es bastante escaso, lo que se traduce en una reducción de la capacidad para popularizar a los artistas zaragozanos. Ya no se venden discos, es un hecho. Tanto Lionware como Rico Snchez cuentan con perfiles en YouTube y Spotify, plataformas que se han alzado como los dos pilares fundamentales en el consumo musical. La dependencia del número de reproducciones que una canción tiene jamás había sido tan importante, lo que genera una inestabilidad económica enorme en los músicos emergentes.
Programar robots o trabajar como programador permite a Lucas y Enrique, respectivamente, no tener que depender de la música para vivir. Afianzarse es algo difícil de alcanzar en este arte, lo que genera un halo de incertidumbre sobre el futuro inmediato. Ambos artistas buscan poder mantener su pasión por la música con los ingresos que esta les genera, sin tener que aportar nada más. Vivir solo de ella es un objetivo a largo plazo que requiere de una gran dedicación.
“Uno de los inconvenientes de Zaragoza es la falta de industria musical como tal, es decir, un sello o discográfica que consiga tener peso”
Hacer música ha significado realizar una gran inversión en un producto que jamás se ha tenido certeza sobre si va a funcionar o no. Las posibilidades que ofrecen los nuevos sistemas y software de producción musical han abierto la puerta a una oferta de artistas como nunca antes se había visto, el problema está en la demanda. La tendencia que más se lleva es la autoproducción: comprar un micrófono, una interfaz y descargar un programa que permita grabar y tratar el audio.
A los 17 años Lionware decidió lanzarse a elaborar su propia música. Dos años más tardes se decantó por el mundo del rap, decidió tomárselo enserio: con los medios de los que disponía se comproó un micro de 40 euros con el que poder grabarse. Hizo de su hobby una ruta de escape. Lo mismo que Snchez. Entre los 16 y 17 años decidió dar sus primeros pasos en la música urbana, hasta que con los años tuvo la oportunidad de trabajar con $kyhood.
Zaragoza es un pañuelo. Las personas involucradas en este mundo se conocen. En general, existe un clima amistoso que favorecer una buena relación. Los dos cuentan con varias colaboraciones de otros artistas, en temas propios o ajenos. Cada uno trabaja con un productor de confianza. Lionware cuenta con la ayuda de Naturale y Rico Snchez con $kyhood. Crecer juntos ayuda mucho a mantener el contacto. En el caso de Lucas, Naturale y él se conocen desde la infancia.
El futuro de la música urbana
Llaman la atención sus gustos musicales. Ambos afirman tener influencias procedentes del mundo del rock o del metal: desde Metallica hasta Motorhead o Judas Priest. “Te podría enseñar unas listas con canciones de death metal que alucinarías”, afirma Lionware. El bagaje musical determina mucho al artista, le aporta cierta ventaja frente al resto. Rechazar un género musical sin tan siquiera escucharlo es algo que nadie que se dedique a la música debería hacer.
Ahora, la tendencia es ir más allá de la música que se produce. Ser un melómano ayuda, pero no es suficiente. Crear un personaje o mantener una estética se han convertido en una parte vital. Pese a que la imagen del artista lleva siendo relevante desde los rockstar del siglo pasado, la influencia de las redes sociales es algo que ha multiplicado esta dependencia del músico con una imagen o marca de sí mismo.
El músico como marca. El artista es una marca y eso vende. Con las redes este aspecto comercial se ha vuelto exacerbado. No obstante, también llevan a engaño. La imagen que cada usuario da de sí mismo puede ser tan artificial como esa persona quiere. Son un instrumento gratuito, rápido y directo con la que mostrar el lanzamiento de un nuevo tema, de una mixtape o de cualquier concierto. “El crearte un personaje te ayuda. Es una herramienta como otra cualquiera que te sirve para dar un empujón a tu trayectoria”, afirma Snchez.
El futuro siempre es incierto y más en la música: puedes pasar de tener un tema entre los más escuchados a no ser nadie. Incluso C. Tangana, el artista que se ha colado en el mainstream directo desde el underground, habla en una entrevista que realizó con un compañero de gremio, Dellafuente, y Javier Munárriz, CEO de la marca de ropa LA TI GO, sobre el día en el que la burbuja de la música que ellos hacen estalle y pasé de moda.
- Ya estoy mayor, tengo 29 años. No me veo con 40 años y siguiendo con esta música.
- Todos los raperos van a envejecer, no le veo problema.
- Ya, es una idiotez, todo el mundo me lo dice. Supongo que seguiré hasta que me canse, de momento quiero seguir con ello.
El trap y los géneros que le rodean no van a ser distintos al rock o el jazz. Algún día desaparecerán o, mejor dicho, habrán evolucionado hacia otros estilos musicales. El continuo desarrollo es parte de la música, no puedes tener un género en la cumbre de la industria por mucho tiempo. De momento, los sonidos urbanos están de moda, ya sea en Atlanta o en Zaragoza. Aunque el futuro sea incierto, por su parte, Lionware y Rico Snchez están centrados en seguir con su carrera: aseguran tener proyectos por publicar y mantienen la pasión por su música.