Cada historia, una partitura: Ara Malikian en Zaragoza
Ainhoa Bacaicoa, Adriana López, Lucía Pedraza, Naiare Rodríguez y Sofía Villa //
Podríamos estar en la ciudad de Beirut (Líbano) en 1968 o, quizás, en Alemania quince años más tarde. Podríamos viajar a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Madrid o estar recogiendo un Goya en Málaga. Pero estábamos en la Sala Mozart del Auditorio de Zaragoza a día 27 de febrero para ver, por primera vez, el documental de Nata Moreno sobre la vida de Ara Malikian, uno de los violinistas más consagrados del mundo.
Primer pase con 1.400 asistentes. El segundo será el 9 de marzo. Todo lleno. Ningún asiento libre. Solo se escuchan aplausos. Recordamos que el beneficio irá destinado a Aspanoa, la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Aragón. De nuevo, aplausos durante un minuto. Aparecen en el escenario los protagonistas, la cara visible y los galardonados por el documental “Ara Malikian: una vida entre las cuerdas”. Hay mucho ruido, pero solo les acompaña en su interior la melodía de uno de los 25 violines del artista.
Zaragoza es especial para ambos. No solo es la ciudad de la directora, sino que el violinista también le tiene cariño, tanto que lo llevó a ser nombrado hijo adoptivo de la capital aragonesa hace un par de años. Han llegado hasta esta tierra de cine que nos recuerda a Buñuel para, según Nata, “seguir haciendo cine en ella” intentando “ser espejo y voz” de un escenario natural que cuenta con historias poderosas.
Luces apagadas, pantalla en negro y, por primera vez, apreciamos el silencio. Empiezan los juegos de colores, cambian los tiempos y los recuerdos se remueven. Es el momento de empatizar, viajar y aprender. La historia comienza con el abuelo de Ara Malikian que sobrevivió al genocidio armenio en 1915. Este viaje nos lo narra la voz grave y entrecortada de su nieto. Su rostro no esconde las emociones que le nacen al hablar de su familia. Los largos silencios entre pregunta y respuesta muestran al hombre que hay detrás del violín. Sus ojos reflejan verdad.
La música actúa como hilo conductor del documental que invade nuestras mentes con notas luminosas. De eso se trata, de mostrar cómo la música ha conseguido dar sentido a la vida de Ara Malikian. Nata habla también de temas como la familia o la esperanza. El documental cuenta la vida de Ara, pero también retrata otras realidades: la soledad, los vínculos familiares, el genocidio y la migración.
“Mi vida empezó prácticamente a los 15 años. Gracias a Nata, o por culpa de Nata, la he vuelto a vivir”, comenta el violinista. Comenzó a sentirse vivo cuando llegó a Alemania dejando atrás su Líbano natal, un territorio marcado por la guerra. Recordar aquellos años le han permitido descubrir más cosas de sí mismo. También ha podido entender los sacrificios que sus padres tuvieron que hacer para que su hijo pudiera tener un futuro digno o, por lo menos, un futuro alejado de la violencia. “Todo esto lo tenía olvidado, no quería recordarlo. Nata me metió en una habitación y con una lámpara encima de mí me lo sacó todo”, afirma.
ABRIR PUERTAS, CREAR FUTURO
Ara es la cara visible, pero Nata es la verdadera protagonista de este proyecto. Los premios que le han concedido, entre los que se encuentra el Goya a Mejor Documental, dan valor a los cinco años que han pasado desde que nació la idea hasta su presentación. Reflejan todo el trabajo que hay detrás. Para Nata, estos premios son muy importantes y espera que le abran alguna puerta, también en término de financiación, para futuros proyectos.
La voz de Nata interviene durante todo el documental a modo de entrevistadora y consigue hacer que Ara se sincere y saque todo lo que lleva dentro. No solo dirige lo que se va a ver, también busca lo que quiere oír, y lo consigue. “He descubierto que Ara tenía una vida mucho más compleja de lo que creía”, desvela Nata; aunque no es lo único que ha descubierto: “Esta historia ha servido para que yo me pueda poner detrás de una cámara y me he encontrado a mí como creadora también”.
UN VIOLÍN O UN KALASHNIKOV
No fue fácil para Ara llegar a Alemania solo en plena adolescencia y percatarse de que era “diferente”. Confiesa que deseaba pasar desapercibido y que se esforzaba por parecerse al resto. En una ocasión, llegó a plancharse el pelo y cortarse las cejas para borrar sus rasgos identitarios. Hasta que, el paso del tiempo y los consejos de su padre, le ayudaron a disfrutar de su diferencia.
Estos prejuicios no se limitaban a lo étnico y personal, sino que también se trasladaban a su profesión. “¿Qué tienes ahí, un violín o un kalashnikov?”, le preguntaron en una ocasión, mientras lo confundía con un terrorista. Los prejuicios, las etiquetas y la estigmatización le acompañaron en su día a día en la ciudad Hannover.
COMPARTIR PARA DISFRUTAR
Para enfrentarse al presente y soñar con el futuro, no puede olvidar de dónde viene. Su padre es la persona que más le ha enseñado. Su madre, en cambio, apostó por darle vida y alejarse de él cuando las bombas caían cerca de su casa y se tenían que esconder en los coches que estaban aparcados en el garaje. Estos recuerdos le han acompañado por todos los países a los que ha viajado y hoy duermen en sus pensamientos. “No entiendo cómo mis padres me dejaron ir, pero lo admiro y estoy muy agradecido. Los sentía cerca, aunque estaba muy lejos de ellos”.
El documental nos permite escuchar una canción cuya letra dice “no sé lo que quieren de mí, tampoco sé lo que esperan”. Y, así es. Ara es como un camaleón: enérgico, entusiasta y movido en el escenario, pero tranquilo, reposado y tímido fuera de los focos. Ahora puede aprovechar “cien mil veces más” lo que tiene y crear su música con el objetivo de “compartirla para disfrutar”.
El violín se suele asociar a la música clásica y a los escenarios más tradicionales, pero Malikian ha conseguido transportarlo al presente, a lo actual y visibilizar este instrumento. Su experiencia le ha abierto las puertas a espacios como el Luna Park, en Argentina, o el Wizink Center de Madrid, además de compartir partitura con artistas como Kase.O y Andrés Calamaro. Su pasión y virtuosismo le ha hecho seguir emocionado y contando el mundo a través de la música que seguirá sonando en su violín.