El cine: un reflejo de la realidad eclesiástica
Lara Martínez//
La ficción desvela la verdad de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica
Los abusos sexuales a menores por miembros de la Iglesia católica son un hecho que casi podríamos señalar de histórico. El encubrimiento de los casos por parte de la institución durante años ha hecho que la Iglesia esté inmersa en una crisis de la que hoy en día todavía no ha salido. El cine se ocupa de reflejar esta realidad y dar cuenta de la problemática que envuelve a todo un organismo. Los estrenos en la gran pantalla han servido como punto de inflexión para muchas víctimas que estaban silenciadas.
La visibilización de los casos de abusos sexuales a menores por miembros de la Iglesia ha desencadenado un escándalo a nivel mundial. El cine ha sido un factor importante para dar cuenta de estas evidencias. Numerosas películas han abordado el tema desde una crudeza que ha servido como plataforma de denuncia para muchas de las víctimas.
La no ficción tiene una labor muy importante: contar una verdad incómoda pero necesaria. Una verdad que ha sido enmascarada tanto por parte de la institución como por la justicia y los medios de comunicación.
La mayoría de las películas referentes a la pederastia clerical están basadas en hechos reales. Entre las más representativas destacan: la estadounidense, Spotlight (2015); la francesa, Gracias a Dios (2018); la española, La mala educación (2004) y la exitosa cinta original de Netflix, Los dos papas (2019). Estos filmes muestran los diversos temas que envuelven la problemática de los abusos sexuales en la Iglesia, así como la crisis de la institución, el encubrimiento, la pederastia por parte de los sacerdotes o la unión de las víctimas y su lucha.
La crisis de una institución
La ficción inglesa de Fernando Meirelles Los dos papas (2019) retrata la realidad del duelo interpretativo entre Ratzinger y su sucesor -y actual Papa-, el papa Francisco. En 2005, tras la muerte del papa Juan Pablo II, los cardenales eligen a Benedicto XVI. Este se define como un papa conservador que sostiene los 2000 años de tradición de la Iglesia y renuncia a las reformas por las que luchan otros cardenales. Como se interpreta en el filme, durante el papado de Benedicto XVI surgen varios escándalos que afectan a la institución eclesiástica: chantajes, corrupción, luchas de poder, traiciones o violaciones. En 2012, se filtran a la prensa documentos secretos del Vaticano que corresponden a fraudes económicos dentro del conocido como “Banco Vaticano” por lavados de dinero. Todo esto supone una primera crisis que desestabiliza a un papa que ya estaba pensando en su renuncia.
El asunto de la pederastia clerical también se refleja en esta película a través de conversaciones entre los dos papas. Benedicto XVI expresa frente a Francisco: “sabíamos que había sacerdotes y obispos que se aprovechaban de los niños, ¿y qué hicimos nosotros?, los enviamos a otras parroquias donde podían empezar de nuevo”. Además, se justifica diciendo que “la confesión no ayuda a las víctimas”, por lo que el silencio era la mejor solución. En realidad, el papado quería evitar disputas y tapar el debilitamiento de la institución, pero cada vez había más víctimas que denunciaban su causa y se enfrentaban a la Iglesia.
Por si no fueran suficientes las razones por las que el pontífice debía renunciar, en el mismo año, 2012, Nuzzi publica Su Santidad: los papeles secretos de Benedicto XVI. El libro está compuesto por las cartas confidenciales entre el entonces papa y su secretario. Benedicto XVI cita a Francisco en la Capilla Sixtina para hablar de posibles soluciones para hacer frente a estos escándalos, pero ante la presión de las masas y la pérdida de fieles, este decide renunciar al papado. A continuación, se celebran elecciones en el Vaticano y el cardenal argentino Bergoglio (actual papa Francisco) es elegido como sucesor. Tras dos años de introspección y cambio establece un objetivo para su papado: iniciar una evolución hacia la modernidad eclesiástica.

Preservación del secretismo
Los casos de pederastia en la Iglesia salieron a la luz a finales de la década de 1990, pero han pasado casi 50 años desde la primera víctima. Es por esto que los directores de cine comenzaron a reivindicar la causa a partir de los 2000. Una de las películas que trató los delitos sexuales clericales desde una perspectiva de investigación fue Spotlight (2015). Basada en hechos reales, ganó el premio Óscar a mejor película y a mejor guion original en 2016.
El filme, dirigido por Tom McCarthy, resuelve muchas de las incógnitas hasta ahora planteadas. En el seno del periódico The Boston Globe se constituye un equipo de investigación formado por periodistas que buscaban encontrar respuestas sobre un caso de pederastia en Estados Unidos, el del famoso sacerdote Geoghan. Este grupo tenía como objetivo indagar en los archivos ya sellados y así, ayudar a la denuncia de las víctimas.
Tal y como se manifiesta en el filme, la institución era la dueña de todo: de la prensa, de la justicia e incluso de la opinión pública. Cuando el sacerdote cometió los delitos sexuales, el obispo lo envió a otro destino, a otra parroquia para “borrarlo del mapa” y así ocultarlo. Como dice la periodista Sacha del grupo de investigación de Spotlight: “la Iglesia llegaba a acuerdos para que no se hicieran seguimientos”. Muchas veces escribían una justificación de su partida como: “baja por enfermedad” o “sin destino”.
Otra de las cuestiones que da cuenta esta película es la ocultación de los casos por parte de los medios de comunicación, y más en concreto, de la prensa. El director a cargo del periódico The Boston Globe cuando salió la noticia del abuso sexual, confiesa que no se llevó a cabo ninguna investigación minuciosa. Los editores de este periódico no querían tratar los casos de pederastia en la Iglesia porque la mayoría de sus suscriptores eran católicos y, por lo tanto, perderían lectores y dinero. Este caso estaba sellado y se encontraba en los archivos de documentación, donde pasó a ser olvidado. En cambio, cuando un periodista y un abogado intentaron iniciar una investigación, la Iglesia les amenazó con seguirles muy de cerca y buscar su inhabilitación.
El papel que ocupó el poder judicial también se ve reflejado. Se demuestra que este órgano no hizo bien su trabajo y se dejó manipular por la institución eclesiástica. En el contexto del rotativo estadounidense, cuando los periodistas analizan a los abogados que llevaron el caso de Geoghan, se dan cuenta de que los documentos no eran remitidos a la justicia y, por lo tanto, no estaban registrados. En las declaraciones confiesa un miembro del poder judicial: “El juzgado media en los casos. Tratamos directamente con la Iglesia”. La documentación se la llevó la propia Iglesia para así ocultarla. Además, se averiguó que había víctimas que sí que acudían a abogados para llegar a acuerdos judiciales, pero estos les chantajeaban con dinero para guardar su silencio.

Fotograma de Spotlight: la redacción del periódico en su investigación
Pederastia
La pederastia se ha reflejado en muchas películas de diferentes naturalezas, pero en casi todas ellas aparece un mismo patrón. Es decir, en la mayoría se presentan víctimas con características similares, con un mismo modelo de agresor y en lugares muy semejantes.
A través del filme francés Gracias a Dios (2018) y del español La mala educación (2004) de Pedro Almodóvar podemos esclarecer un perfil claro de víctima y de agresor. En primer lugar, Alexandre -en Gracias a Dios– era un niño superdotado que sentía el abandono de su familia y, además, era de los más retraídos del grupo. El padre Preynat era el encargado de dirigir a los scouts del colegio. Este conducía a Alexandre a las tiendas de campaña para tener un rato íntimo. En ese momento, la víctima sufría masturbaciones: “Me metía la mano bajo mi pantalón y yo no decía nada. Él me decía que era nuestro secreto y me sentía orgulloso de ser el elegido”. Por otro lado, Ignacio -en La mala educación– era un alumno muy vulnerable que sintió el acoso del padre Manolo. El profesor -y cura- le excluía de las actividades extraescolares y lo llevaba a un lugar oscuro y tranquilo -normalmente la capilla- con la excusa de recoger algún material o rezar. Ignacio no solo sufría abusos sexuales, sino que también era objeto de una obsesión por parte del sacerdote. Confiesa que “sentía los abrazos” del cura y los botones de la sotana “clavándose en mi columna vertebral”.

El patrón de los sacerdotes también tiene una clara tendencia. En las dos películas anteriores, los dos maestros confiesan que tienen un problema con los niños. Los acosadores declaran que “encontraban ternura y cierto placer en las víctimas”. Después de su retirada de la vida eclesiástica, los dos sacerdotes tuvieron hijos. En el caso de La mala educación, el padre Manolo -ahora Sr. Berenguer-, años después vuelve para reencontrarse con su “amor”, Ignacio. El ex clérigo se muestra benevolente y débil ante un Ignacio chantajista y valiente.
La lucha de las víctimas
Los intentos de proponer soluciones por parte de las víctimas son infinitos. Como se demuestra en Gracias a Dios (2018), la primera víctima que denuncia los abusos del padre Preynat, Alexandre, investiga sobre más casos de este sacerdote. Con mucho trabajo, el protagonista encuentra a más víctimas para alcanzar un mismo propósito: denunciar y visibilizar. Una vez se reúnen varios damnificados intentan llevar todos los casos a la justicia y destituir al sacerdote. Una de las propuestas más simbólicas que se lleva a cabo es la formación de una asociación de ayuda a las víctimas: “La palabra liberada”. Cuando los abogados de cada uno de los miembros reúnen las pruebas necesarias, se llevan hasta el poder judicial y finalmente, el obispo hace unas declaraciones en prensa. De ellas destaca: “Gracias a Dios los casos han prescrito”. Sin embargo, desde Roma el papa Francisco pide un proceso judicial para el padre Preynat.

El desenlace de las historias no coincide en ninguna de las películas. Unos rehacen su vida y consiguen que su propósito de justicia y visibilización se cumpla, mientras que otros, siguen viviendo una época de conformismo y cambios sin personarse.
El cine que trata los abusos sexuales clericales ha sido una revolución en este siglo. Y es que, diversos cineastas han querido reivindicar la verdad desde otras perspectivas, ya sea de forma dramática o incluso polémica. Esto ha supuesto un cambio mundial tanto para la gran pantalla como para las víctimas que estaban silenciadas y que ahora, desean justicia.