Chupitos de cultura
Alba Martín Amaro//
Cuando animales, plantas o, incluso, personas se asocian y «sacan provecho de la vida en común», eso, según la RAE, se denomina simbiosis. Siempre que visualizo este fenómeno natural me imagino al típico elefante de la sabana africana llevando sobre su lomo varias aves que le van picoteando. El elefante consigue eliminar esos parásitos molestos, mientras que los pájaros se alimentan. Se unen por un buen fin y todo el mundo gana. En el mundillo del arte zaragozano esto también existe y se denomina Tequila Gráfico.
Una palabra, 10 días para preparártela y un pecha kucha; esos son los tres pilares de este evento cultural de la capital aragonesa que aparece mensualmente. De este modo, se celebra por segunda vez este viernes 1 de marzo, en el bar mejicano ‘Sal, limón y…’, en la calle Reina Felicia, nº7; en el barrio de La Almozara.
«Al principio queríamos que fuese algo de exposición pictórica, pero se ha ido de madre y nos ha molado muchísimo en lo que se está convirtiendo», relata Sara Prado. Ella, una zaragozana de tan solo 23 años, ha sido junto a Raquel Gracia (dueña del bar), la creadora de este encuentro cultural. Diseñadora gráfica, su especialidad -o, mejor dicho, una de ellas- es la cartelería y el lettering. Este evento tiene tintes autobiográficos, como explica ella misma: «Quiero dirigirlo, sobre todo, a gente joven, que está empezando. Ve este mes y hazlo mal, que no pasa nada. Es tu espacio para poder experimentar y aprender de tus errores y que, el día de mañana, cuando tengas la oportunidad de exponer en un espacio serio, ya sepas cómo hacerlo», explica.
Disciplina japonesa en arte zaragozano
Lejos de tener una función única de galería, lo cual «hace todo el mundo», como advierte Prado, Tequila Gráfico va más allá: cada mes, una palabra será la fuente de inspiración de un artista, el cual dispondrá de 10 días para crear su obra. Asimismo, esta persona se tendrá que enfrentar luego al pecha kucha: «Es un sistema de exposición japonés que está comprobado que es el tiempo exacto que necesitas para explicar algo», cuenta Prado. En concreto, consta de 6 minutos y 20 diapositivas, por lo que se requiere de concisión: «Tienes que tenerlo todo muy pensado para no aburrir a los oyentes», admite la zaragozana.
La primera palabra fue «inefable» y la segunda, haciendo guiño al inminente 8-M, es -como no podía ser de otro modo- «feminismo». «Puedes decir qué es el feminismo para ti, cómo lo has expresado, y aprovechas esos 6 minutos para decir quién eres tú y qué es lo que haces», relata Prado. Una carta de presentación para todos los participantes, pertenecientes a ramas muy distintas del arte o del mundo laboral.
En esta ocasión se contará con una diseñadora gráfica (la propia Sara), un poeta, una cantautora, una periodista y una psicóloga. Esta última, especializada en sexología, impartirá una pequeña charla sobre feminismo desde un punto de vista profesional. Asimismo, el mes que viene se contará con una fotógrafa y con todos aquellos que quieran participar.
Por otro lado, se hará publicidad de todos los ponentes en su cuenta de Instagram, en la que se mostrará la foto del ponente junto a su portafolio: «la idea es crear una especie de red de trabajo en la que los diferentes artistas, de diferentes disciplinas, se conozcan y salgan cosas chulas. Ella lo ejemplifica con el caso de un cantautor y un diseñador gráfico. Si el primero va a publicar un disco y necesita ilustrarlo, podrá contar con el segundo.
Un espacio abierto «del que nadie saca nada económicamente», por lo que Prado pide que «la gente nos siga en las redes sociales, porque es donde vamos a estar actualizando constantemente las palabras y los ponentes».
La nueva palabra se publicará una vez finalizado el pecha kucha, por lo que todavía es un misterio. Habrá que esperar a marzo. Mientras tanto, Prado insiste: «Queremos que sea experimental, aprender de prueba y error. Que la gente aproveche su espacio para fallar y que vaya sin miedo».
Autora:
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![]() ![]() Nací gritando y no llorando. Crítica, amans culturae y la escritura como compañera. Mi peor castigo sería quedarme muda. La Tierra como única patria, el amor como bandera y las pechugas con robellones de mi madre como religión. Poco a poco, acercándome al mejor oficio del mundo.
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