Comic Sans a la desesperada
Texto: Arantza Jaso//
En agosto de 2020, Instagram añadió cuatro nuevas fuentes tipográficas a sus Stories. Ya no bastaba con las originales Classic, Modern, Neon, Typewrittery Strong para los pantallazos con cafés y selfies con filtro de retoque. El software siempre se puede mejorar, siempre se puede añadir un accesorio más a los ajustes generales, siempre se le puede dar más lustre al zapato. Estas cuatro tipografías -y sus variantes de sombreado y subrayado- se unieron al elenco de opciones textuales con las que verbalizar trivialidades rutinarias e indirectas amorosas: Times New Roman, Times New Roman Cursiva, Arial y…Comic Sans MS.
La elección no podría haber sido más irónica. Como en un pacto cómplice de desgracias compartidas, Instagram decidió incluir una imitación de la controvertida fuente Comic Sans en estas publicaciones de 24 horas de duración. Por si el 2020 no hubiera sido demasiado movidito con sus sacudidas víricas y clamores antirracistas. Las redes sociales se dividieron en los dos bandos que, de forma protocolaria, aparecen cada vez que aflora un tema de discusión: los haters y los fanáticos. O mejor, los que critican la polémica y los que le llevan la contraria a los que critican la polémica. Basta con teclear “comic sans Instagram” en la barra del buscador de Twitter para ver que el debate sigue abierto. Y eso que se trata de una imitación.

Sustento de memes
La letra Comic Sans se ha convertido en motivo desacreditador para todo aquel que la utiliza. El doctor Emilio Bouza renunció al cargo de portavoz del Grupo Covid en Madrid en una carta redactada en Comic Sans. A primera vista, el membrete del Hospital General Universitario Gregorio Marañón contrasta con la irregularidad del contenido del documento. Cuesta creer que la elección mecanográfica no sea fruto de una broma de mal gusto. Lo mismo les pasó a Iván Espinosa de los Monteros y a Rocío Monasterio (VOX). Una confusa pancarta en Comic Sans acaparó los titulares del día siguiente y lo que era una concentración a favor de la tauromaquia se convirtió en el principal sustento de memes.
Imagínate ahora que la Organización Europea para la Investigación Nuclear la utiliza para anunciar descubrimientos o el FBI, para la redacción de documentos oficiales. Siguen haciéndose bromas años después. Solo si es tras la risa de la parodia, los usuarios de Internet dan vía libre a este molde de escritura digital. ¿Con qué diseño tipográfico, si no, se entienden unas tarjetas de San Valentín de parte de Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Alberto Garzón?
¡Los perros no hablan en Times New Roman!
En el año 1994, al diseñador tipográfico Vincent Connare le encomendaron la ardua tarea de dar con la fuente ideal para la nueva interfaz de asistencia Microsoft Bob. El programa imitaba el interior de un hogar y Comic Sans pretendía visualizar las indicaciones que daría el perro animado Rover a los usuarios más pequeños e inexpertos de Windows.
Connare, para una entrevista con The Guardian recuerda cómo no salía de su asombro tras conocer la decisión tipográfica con la que el mundo conoció al programa: “Cuando lo arranqué y saqué a pasear a ese perro de dibujos animados, vi que hablaba con un bocadillo en Times New Roman. ¡Los perros no hablan en Times New Roman! No tenía ningún sentido”. ¿Dónde se habrá visto? ¿Un perro en 2D que habla en la misma caligrafía diseñada en 1931 para el periódico The Times por Stanley Morison?
Aunque no llegó a incorporarse a Microsoft Bob por falta de tiempo, sí que se introdujo en el paquete del sistema operativo de Windows 95, incluido el editor para niños Microsoft 3D MovieMaker. Pero su propuesta no puede considerarse un fracaso; es el gran superviviente de una interfaz fallida. Inspirándose en las letras infantiles y desenfadadas de las historietas de los cómics -de ahí el nombre- de Watchmen y Dark Knight Returns, la caligrafía cumplía el cometido para el que había sido diseñada, aportaba dinamismo y un toque amistoso a las introducciones del perro Rover. “No tenía que hacer las líneas rectas, no tenía que hacer que las cosas pareciesen correctas, y eso era lo más divertido. Estaba rompiendo las reglas de la tipografía”, menciona el diseñador estadounidense. Su jefe no estaba de acuerdo. Él creía que la letra ‘p’ debía ser el reflejo de la letra ‘q’, y viceversa, como en un espejo perfecto.

Los tramos curvos, el tamaño de su trazo y su parecido con una caligrafía jovial, hacen que el tipo de letra Comic Sans sea más legible e identificable al ojo humano, en especial, para las personas que padecen dislexia.
Instituciones como el American Institute of Graphic Arts, la British Dyslexia Association o la Dyslexia Association of Ireland han recomendado su uso porque facilita la distinción entre sus letras. Entre el 3% y el 17% de la población alfabetizada que lucha contra la dislexia -un trastorno del aprendizaje neurológico-, tiene problemas con la palabra escrita. Los lectores afectados tienen dificultades para distinguir entre formas de letras que son semejantes entre sí, como b/d ó p/q.
Por eso, a veces, es recomendable alejarnos de los remates de Garamond o Times New Roman y abordar la seriedad de estilos como Arial, Century Gothic o la estandarizada Helvética, tan aceptada y querida que tiene su propio documental homónimo y la vemos todos los días en vallas publicitarias, marcas comerciales, señales de tráfico, carteles de anuncios, prendas textiles o redes sociales. «Cuando algo se construye tan bien como la Helvética, debería durar un par de cientos de años, como una gran obra arquitectónica», dijo el diseñador Danny van den Dungen a The New York Times en 2007.
Fundamentos tipográficos
Si la Comic Sans ayuda a la agilidad lectora y sus orígenes se encuentran en la diversión y la ruptura de lo establecido, ¿cuál era el problema? ¿Por qué ha acumulado tantos detractores? Algunas personas atribuyen el desencanto a la pareja de diseñadores gráficos Holly y David Combs, quienes estudiaron tipografía como parte de un estudio en una galería de arte. Comic Sans les disgustó tanto que idearon el Ban Comic Sans Manifesto con el fin de “prohibir el uso de la fuente Comic Sans y preservar la calidad y las tradiciones de la tipografía”. “El diseño y la configuración de las tipografías, en sus orígenes, eran tan laboriosos que es insultante para la historia del oficio que cualquier pardillo pueda sentarse frente a su ordenador personal y crear su propio tipo de letra”, denuncian.
Es verdad que Vincent Connare no recurrió “ni a bocetos, ni a estudios” –“solo era yo mismo dibujando con el ratón del ordenador y borrando lo que estaba mal”-, pero también es verdad que, cuando se formó el grupo de protesta Ban Comic Sans, le enviaron a Connare un correo electrónico para preguntarle si le parecía bien: “me pareció una tontería, así que les dije: ¡Adelante!”.
En general, y leyendo más allá de los titulares más mediáticos, los diseñadores gráficos se compadecen de Comic Sans. Hablando con Guillermo Rivera y Víctor Lallana, las cabezas pensantes detrás de Omnia Estudio Creativo (Zaragoza), coinciden en que no es que sea una mala tipografía, es que se ha usado mal. “Cada tipografía tiene sus pautas y su momento. No usaría la Comic Sans para un proyecto que requiriese de una seriedad, pero, si tuviera que hacer un cuento ilustrado, me lo plantearía”, especifica Víctor Lallana.
Tal y como dice Guillermo Rivera, “si utilizas una tipografía como, por ejemplo, la Arial, de ‘palo seco’ y sin remates o gracias, es para aportar la mayor neutralidad posible, como pasa en los mensajes de WhatsApp”. A pesar de su ausencia de serifas (sans serif), Comic Sans MS es incapaz de reproducir este efecto imparcial y uniforme debido a aspectos técnicos que le restan pulcritud.
El grosor de las letras apenas varía a lo largo del trazo, lo que la aleja de las caligrafías inspiradas en escritura manuscrita y la dota de pesadez desproporcionada en según qué puntos de unión de los trazos.

La uniformidad del peso o «textura» es importante para sobrellevar la legibilidad de la tipografía. Una mala repartición del peso visual genera puntos de oscuridad y claridad en los textos que transforman la experiencia lectora con la Comic Sans en una “desagradable”.
El kerning es la distancia entre dos letras y las fuentes más “correctas” tienen parámetros configurados para casi todas las combinaciones de letras posibles (o “tablas de kerning”). En el caso de Comic Sans, las letras parecen no estar diseñadas teniendo en cuenta cómo se relacionarán entre sí, por lo que carece de buenas “tablas de kerning”.
Como vemos, entre la ‘f’ y la ‘o’ se forma un hueco extraño, demasiado grande con respecto al resto de distancias entre dos letras. Esta distancia no puede ajustarse más, ya que crearía un “área de tensión”, por una proximidad demasiado cercana, entre la barra transversal de la «f» y la «o».
Por lo tanto, los fundamentos tipográficos de Comic Sans resultan deficientes cuando se usan en situaciones de alta resolución. Pero recordemos que Comic Sans nunca tuvo la intención de emplearse de esta manera. Y eso que, en términos de legibilidad entre los 90 y los 2000, los ordenadores carecían de “suavizado” -la tecnología que hace que las fuentes se vean fluidas en la pantalla y no como piezas de LEGO- y las letras más “cuadradas” y con remates se veían peor. Por aquel entonces, y gracias a su grosor curvo, la legibilidad de Comic Sans ya era la envidia de todas las demás.
Al final, en la historia de Comic Sans MS no hay ni buenos ni malos, solo una tipografía mediocre utilizada a destiempo y en masa por la atractiva familiaridad que le evoca al que teclea. Una fuente que no se deja pisar ni por felicitaciones de San Valentín de lo más cutres ni por publicaciones de Instagram horteras.