El caleidoscopio de las 38 estrellas: un plan de fuga hacia la libertad
Naiare Rodríguez Pérez//
Fuga. Silencio. Mujeres. Silencio. Libertad. Silencio. Si hacemos esta unión de palabras podemos entender por qué el mayor escape planificado de una cárcel de mujeres de Uruguay nunca ha sido visibilizado. 38 estrellas es una novela policiaca con tintes “thrillerianos” donde la periodista Josefina Licitra desvela en formato de crónica la historia y conexión de 42 mujeres de izquierdas en el Montevideo de 1971.
Todas estas presas políticas no llevaron a cabo este plan de fuga, sino que fueron 38 estrellas militantes las que se aventuraron a dar ese salto al vacío que las conducía a un túnel estrecho de dieciocho metros. Esta valentía les regaló ese aire de libertad que tanto ansiaban y que las alejaba el 30 de julio de las rejas situadas en la cárcel uruguaya de Cabildo, en el barrio céntrico de Tres Cruces.
Ante la incertidumbre de qué me iban a esperar esas hojas, esas biografías y esas palabras para nada mudas, mi aprendizaje se dejó llevar. Las protagonistas, que por fin tenían nombre y apellidos, pertenecían, en su mayoría, a la organización -todavía clandestina- del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T).
Esta organización, que despertaba “un interés romantizado” en Licitra por la unión establecida entre el grupo y los ideales de sus padres, lograba hacer “con muy poca estructura, acciones muy eficaces” que apenas causaban daños a la sociedad en el momento democrático que se estaba viviendo. Además, esta autora argentina es artesana de historias que, según confirma a Zero Grados, buscan “lo estético, lo simple y lo verdadero” sin olvidar la complejidad del trabajo previo y haciendo justicia a lo sucedido.
“Intenté encontrar los puntos en contacto, coincidencias y discrepancias de las quince entrevistas que realicé. Traté de dar con algún tipo de verdad o con lo que yo, en ese momento, consideraba como verdadero”, asegura Licitra. Al mismo tiempo, la escritora rechaza su antigua idealización sobre el movimiento tupamaro. Para ella, debía tener una explicación el desarrollo de las acciones de la MLN-T en este período que, aunque contenía “libertades civiles y derechos sociales acotados”, era legítimo.

No es la primera vez que Licitra se aventura en una historia cuya esencia está en equilibrar los componentes históricos y humanos. Además de en 38 estrellas, en su segundo libro, Los Otros, donde la crudeza vivencial de dos barrios separados por un muro palpita, ya se permitió “deambular por el asentamiento” para conocer y describir “con precisión y de manera trepidante” el alma de sus protagonistas. De un modo rompedor reivindicaba el equilibrio en la lectura y rechazaba la rigidez de los argumentos.
Tal y como se puede distinguir en las primeras hojas de 38 estrellas, el libro nace del “intento respetuoso por construir desde afuera un relato imperfecto” sobre lo que sucedió durante y después de la fuga. Para ello, Licitra necesitó años de recopilación de información y entrevistas a las jóvenes protagonistas que necesitaban tener visibilidad de una manera “armónica” y denunciar sus encarcelamientos. Estos fueron custodiados por una congregación de monjas del Buen Pastor en medio de un país que se consideraba laico.
Lo habían logrado y debían ser reconocidas como victoriosas. Como merecían. Pero uno de los problemas era su género. Todas ellas eran mujeres y habían entrado allí por practicar abortos o ser anarquistas, entre otras causas. Además, la fuga de ciento once personas de Punta Carretas dos meses antes tampoco ayudaba. Licitra quería explicar cómo sonaba este silencio y oscuridad. Le dio voz, le quitó afonía a la historia y le empezó a dar sentido y palabras a unas hojas en blanco.
“Todos hemos sobrevivido a más de una cosa y todos hemos huido de más de un lugar”. Ser mujer nunca ha sido fácil ni aceptado por todos. Esta historia, que muestra una huida más de la Latinoamérica de los años 70, ha sido una víctima del olvido. Esta vez se ha relegado a la historia de los Tupamaros, que tenían como símbolo una estrella de cinco puntas. Posiblemente el nombre venga de aquí. Esta organización respondía a la rebelión frustrada del caudillo Túpac Amaru contra los realistas en el Alto Perú y que, en 1965, se convirtió en la MLN-T, vigilada por Alejandro Otero, jefe del departamento de Inteligencia y Enlace de la Policía de Uruguay.
Todo es importante. Todo hay que contarlo. Desde las decisiones tomadas durante un juego sobre quiénes saldrían primero hasta los lugares a los que iban a ir al escapar. No podemos ignorar la presencia de dirigentes como Sendic, expresidente de Uruguay, y Mújica, expresidente de este país, senador actual y pareja de una de las estrellas, Lucía Topolansky.

El baile de los acontecimientos, que en principio iba a dar la misma oportunidad y voz a las 38 mujeres, puso en el centro a Lucía Topolansky, actual vicepresidenta de Uruguay, y a su hermana gemela María Elia, “la Parda”, un mote salido de una película argentina en la que las mujeres se referencian como “inconformables”. Ambas formaron parte del grupo en el que destacaban Graciela Jorge, Edith Moraes, América García o Marta Avella, cuatro chicas a las que tampoco paralizaba la juventud del grupo, cuya edad media era de 25 años.
Aun así, este hilo conductor, que mantiene en vilo al lector, revindica la existencia y el papel de las mujeres en una sociedad conservadora y patriarcal de la que no se podía escapar y que, en sus casos, también se impregnaba en la organización de la que formaban parte con cosas tan simples como la dirección y el control de los hombres. Ellas nunca estaban por encima. Parecía que tampoco podían realizar ciertas tareas, conseguir triunfos ni ser personas individuales. Siempre iban acompañadas del “la mujer de”.
Aunque la fuga se conoce desde el principio, no se desarrolla al completo hasta el final. La autora quiso dar sentido a lo ocurrido y primero contar la vida de algunas de ellas. No era lo mismo descubrir cómo escaparon unas mujeres cualesquiera que “sentirse parte de ellas y poder llamarlas por su nombre”. Para que esto ocurriera como ella quería, debía “administrar” sus emociones y dejar las lágrimas para “la última lectura”.
“Con miedo no se puede actuar” y así se lo repitieron después en Córdoba, Argentina. Allí también se fugaron y esta actuación fue asesorada en todo momento por la Operación Estrella. No solo esto. A veces la realidad se plasma en la ficción. Películas como La Gran Evasión, Fuga de Alcatraz o Plan de Escape, así como la serie Las Chicas del Cable también encarnan planes de fuga a pesar de tener argumentos y diálogos alternativos.
Mientras leemos que “las palabras nos separan y las acciones nos unen”, aquellos que nos atrevemos a indagar en el tema comprobamos que las palabras valientes y de coraje de Licitra en 38 estrellas nos acercan a la vida de todas estas estrellas de una manera “fresca y cercana”, tal y como quería la autora. Nunca se había hablado de ellas, algunas incluso alzaron la voz por primera vez con este libro. Esta vez, al menos, las palabras, las frases y los textos han unido a personas de distintas partes del mundo que ahora ya no olvidarán este plan de fuga hacia la libertad.