Ha llegado el día: el que la hace, la paga
Aurora Pinto//
El martes 4 de noviembre Zaragoza acogió el pre-estreno de la última cinta de Ignacio Estaregui. Justi&cia encarna el sentimiento de ira de un minero y un jubilado ante la corrupción. Rodada casi en su totalidad en la capital maña, es una apuesta arriesgada y valiente que el director hizo hace dos años sobre un tema que hoy ocupa la mayor parte de los informativos.
“Ha llegado el día”, dijo Ignacio Estaregui (Zaragoza, 1978) la noche de la presentación de Justi&cia en los cines Palafox de Zaragoza. Había expectación en el pre-estreno, el pasado martes 4 de noviembre. La puesta en escena sencilla, sin estridencias, leal al argumento; ni largos discursos ni presentaciones pomposas. Ignacio Estaregui, emocionado, presentó sobriamente la película y dio paso a Gloria Sendino, su pareja y productora, que hace tan solo siete días había dado a luz a Alma, la hija de ambos. Tan nervioso estaba Nacho que se equivocó y en lugar de siete días dijo siete meses. “Es que la he visto muy grande hoy cuando he vuelto a casa”, bromeó. Jaime García Machí, productor, agradeció a los inversores “la locura de haber confiado en que era una buena inversión”. Justi&Cia es una ópera prima, independiente, valiente y humilde que hay que ir a ver. “A partir del viernes 7 de noviembre la peli es de la gente, y es la razón por la que hicimos esta película”, añadió el director. Este fin de semana se estrena en 50 salas de cine de toda España.
De Justi&Cia puede decirse que es un ameno, pero también desgarrador, flirteo entre lo cómico y lo trágico; se trata de una ingeniosa y chispeante road movie que, lamentablemente, se nutre directamente del tiempo que nos ha tocado vivir.
“El que la hace la paga” dijo el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, al referirse a las últimas detenciones de políticos supuestamente corruptos. Algo semejante afirmó el Presidente del Congreso Jesús Posada cuando respondía en los pasillos de la Cámara baja a los periodistas, refiriéndose también a la cantidad de corruptos que se van desvelando, semana tras semana, en los informativos y en la prensa. Escuchamos máximas como esa y otras como “pido perdón”. Y cuesta creerles.

El ciudadano español sigue teniendo la sensación de que la impunidad abraza a los casos ya descubiertos de políticos y empresarios que han llenado sus arcas con dinero público. La justicia, además de lenta, parece también afectada por tendencias políticas, y la separación de poderes es más una quimera que una realidad. Por eso, la pregunta que planteaba la publicidad de los autobuses zaragozanos para animar al espectador a ver Justi&Cia tiene sentido fuera del marco de la ficción cinematográfica: “¿Qué harías si te encontrases en una habitación con un corrupto? Tú lo has pensado… ellos lo han hecho”.
Había expectación. Se apagaron las luces, nos quedamos en silencio y… destacable la actuación de Hovick Keuchkerian (Beirut, 1972), en todos los registros; imponente su rostro; su mirada. Este actor que llegó a España con tres años cuando sus padres huyeron de la guerra del Líbano, campeón de España de boxeo categoría pesos pesados (2003) y dueño de un gimnasio en Madrid, interpreta a Justino, un minero resentido que está “harto de que se rían en nuestras narices”. Hovick está soberbio. Inolvidable también Alex Angulo con esta su obra póstuma. Dijo Hovick al presentar la película: “Alex está aquí”. Y fue cierto. Recogiendo los aplausos largos y sonoros que el público de la sala le brindó, antes y después de la proyección. Alex interpreta maravillosamente a Ramón, un jubilado solitario que se une a Justino para componer ese dúo quijotesco justiciero que recorre España escarmentando a políticos, empresarios y cargos públicos. “No voy a hablar de esos hijos de puta corruptos”, añadió Hovick. Ni yo tampoco. Pero es de justicia que el público llene las salas de cine este fin de semana.

Partiendo de que el presupuesto para sacar adelante la película fue tan arriesgado como escaso, el espectador disfruta en la pantalla de una sucesión de imágenes tan dignas en su calidad como en el montaje de la narración. La fotografía es diegética, al servicio de la historia: las luces y los encuadres acompañan en todo momento sin estridencias ni florituras. La dirección, sobria y correcta. El diseño de producción es esmerado con un vestuario muy cuidado y unos decorados en escenarios que aportan realismo. La frontera entre realidad y ficción desaparece por la propia historia y aquí sí que el “que la hace la paga”.
Es casi una obligación ir al cine a ver Just&Cía. Pero no sólo por la actualidad que envuelve el argumento, sino porque invita al espectador a reflexionar y a tomar posiciones. Estaregui escribió el guión hace ya casi dos años y parece que todo ha ido a peor. Fue valiente al plantear el tema, como lo fue también al comenzar el rodaje de su película, con inversión propia y sin ayudas oficiales. Hacer cine en España hoy en día es un acto de valentía. Y el resultado es una película valiente. El adjetivo no califica, define.
El premio del público en el XV Festival Ópera Prima de Tudela abre el camino y augura otros más que seguro llegarán. Certifica también que los espectadores disfrutan. Aunque el mejor premio para el director y el equipo que ha sacado adelante el proyecto es que los cines se llenen de espectadores. Justi&Cía hay que ir a verla. No sólo por hacer justicia a un director que ha sacado siempre sus proyectos de manera independiente, sino porque el espectador va a disfrutar: se reirá, sufrirá, y también se emocionará. Y probablemente, cuando recuerde la película, se le dibujará una sonrisa irónica en los labios. Falta nos hace.
El 30 de junio de 2014 y recién terminado el rodaje, estuvimos con Estaregui, que nos avanzó lo que iba a ser Justi&Cia, la película que por fin ya se puede ver en cines. Esto fue lo que nos dijo: