La vida sería genial si la escribiese Richard Curtis

Dani Calavera//

Bridget Jones baby encandila al público y nos hace reencontrarnos con uno de los personajes femeninos más relevantes de los últimos años en la literatura y el cine. Sin embargo, en esta nueva entrega no está un gran creador, alguien que merece ser recordado, pues muchos conocen sus logros pero no los relacionan con su nombre: Richard Curtis.

Cuando en 1994 se estrenó Cuatro bodas y un funeral, la cinta de Mike Newell fue, y a día de hoy aún sigue siendo, el caso de boca-oreja más famoso del séptimo arte. Fue ejemplo de ese efecto que se crea cuando todo el mundo que la descubre en un pequeño cine hace extender el rumor al grito de: «No te pierdas esta película». Otro caso puede ser Un pez llamado Wanda del 88, film que tardó diez semanas (¡Diez!) en llegar al número 1 de la taquilla, lo que significa que durante dos meses los espectadores de todo el mundo llenaron los cines donde se proyectaba.

Hoy en día ese efecto es más conocido como «el sleeper del año», algo así como el éxito discreto del que pueden hacer gala títulos como Un funeral de muerte, Ponte en mi lugar, Pequeña miss Sunshine y alejándonos un poco, Las chicas del calendario o la archiconocida comedia de Peter Cattaneo que triunfó como ninguna otra allá donde se exhibió: Full Monty. Pero, volviendo a Cuatro bodas y un funeral, este artículo no trata de ese efecto boca-oreja y de los films que han gozado de él, sino de lo que los sectores especializados y los más observadores de los espectadores se percataron al ver la mejor comedia romántica de los 90 -sí, Julia Roberts y Richard Gere, esta película os da mil vueltas- con los nuevos reyes del género, Andie Mcdowell y Hugh Grant. Si esta película funciona como un reloj suizo y es tan buena es por su excelente guión, obra de un tipo que el mundo necesitaba -y necesita- llamado Richard Curtis.

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El joven Curtis comenzó a escribir obras de teatro tras terminar en Oxford -donde conoció a un tal Rowan Atkinson- y dio el salto a la televisión británica especializándose en la comedia. Fue a mediados de los 80 cuando Curtis y su amigo Atkinson crearon un personaje con la esencia de Jacques Tati, la libertad de Chaplin y el humor más british mezclado con el gag más Blake Edwards del mundo: Mr. Bean. El éxito de este personaje lo llevó al cine y, haciendo un poco de magia, como vislumbrando lo que en los años venideros iba a ocurrir con el género de la comedia romántica y alimentando su mente con films como Sucedió una noche o Historias de Filadelfia, Curtis puso a dos protagonistas únicos rodeados de secundarios de lujo, a cada cual más memorable, en un plano tan sencillo como brillante, un plano arquitectónico cuyo marco dio título, sin más, a la joya: Cuatro bodas y un funeral. Si uno ve ahora el film de Newell escrito por Curtis observa que la sorpresa ya ha desaparecido ¿El motivo? Todas, absolutamente todas las comedias corales o románticas -o mínimamente sobresalientes- han tomado prestado el espíritu de esta desde entonces.

“¿Aún llueve? No me había dado cuenta”

Todo funciona en este film: desde la construcción de los personajes hasta las medidas dosis de absurdez, humor luminoso, romanticismo y drama, así como la fotografía -aunque no forme parte del libreto, atentos a la tercera boda, lo que en ella ocurre y lo que sigue-.

Es prácticamente imposible quedarse con una única escena, pero tal vez sean los diez primeros minutos los más redondos, cuando nos deja claro el espíritu de la historia y al personaje de Grant, que se olvida los anillos como mal padrino -además de quedarse dormido-; o la escena en la que el propio Rowan Atkinson ejerce de casamentero debutante en la segunda boda para regocijo de los invitados; o su perfecto final, que te deja clara la idea: esto es Gran Bretaña irrumpiendo en un mercado americano, que no al revés; el amor no tiene por qué acabar en boda, puede que acabe con una tormenta y un rayo.

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La serie de Mr Bean fue el comienzo y este film la confirmación de un creador infravalorado fuera de su país y al que el mundo le debe mucha justicia. Richard Curtis colaboró en la adaptación de un nuevo éxito, El diario de Bridget Jones; escribió una más que notable sátira del mundo del espectáculo con Notting Hill y, por fin, horneó el pastel más azucarado de su carrera, no apto para diabéticos.

“Niños, no compréis drogas… Haceos estrellas del pop, os las darán gratis”

En 2003, Curtis debutaba en la dirección con Love Actually llevando a cabo su propio guión; un guión excesivo, un cruce de historias románticas enmarcadas durante las cinco semanas que preceden a la Navidad londinense. Poneos los guantes, la bufanda y el gorro; es la mejor forma de enamorarse. De hecho, es el personaje menos romántico pero más libre y sensible el verdadero epicentro del argumento -cada vez que pasa una semana, empezamos con él, otro truco de guión marca Curtis-. Nos referimos al enorme Bill Nighy dando vida al viejo rockero Billy Mack, el nexo absurdo y salvaje de todas las historias, ¿Y el resto? Alguna historia dramática para contrarrestar el efecto pero sobretodo mucho azúcar en la mayoría de ellas; excesivo si no nos dejamos llevar, pero si nos dejamos, lo permitimos y aplaudimos. Aunque el resultado no sea tan redondo como en las bodas y el funeral, sí es más grande, más consciente de sí mismo y más hecho a lo que Hollywood -y Europa, y el mundo- quieren cuando únicamente piden divertimento. Además de contener unas cuantas patadas en el culo memorables a Estados Unidos -la escena de la rueda de prensa con el presidente y la visita del perdedor de turno a un bar de Wisconsin- su enorme éxito en todo el globo permitió a Curtis realizar su segundo film.

“¿En qué he invertido el tiempo? En leer. He leído todo lo que puede leer un hombre y más”.

En 2009 y siguiendo en su labor como guionista en otros proyectos, Curtis estrena Radio encubierta. En los años 60 la música rock y pop estaba prohibida en Gran Bretaña y unos heroicos piratas se lanzan a alta mar para emitirla ilegalmente y dar luz a todas las generaciones del Reino Unido. Con semejante premisa… ¿Qué podría salir mal para que este film no fuese un éxito arrollador? Quizás fuera demasiado el entusiasmo por parte de Curtis y la falta de él en parte del público y de algunos críticos; quizás el momento… La verdad es que no tengo ni idea. No logro descubrir el motivo por el que este film no triunfó, pero no lo hizo. Cuando salí del cine estaba pletórico, emocionado porque una película me hubiese gustado tanto. ¿Que abusa de la cámara al hombro para lograr el efecto de estar en alta mar? Bueno, sí. ¿Que quizás le sobran unos minutos? De acuerdo, también. ¿Que las situaciones, personajes y resoluciones de escenas son demasiado episódicas, no lineales, y dejan a un lado la premisa principal? Claro que sí. Pero haceos esta pregunta: ¿Qué hubiese pasado si Radio encubierta hubiese sido estrenada en el…89? Imaginad que coincide con la caída del muro de Berlín; imaginad esta auténtica oda a la libertad de expresión -y a la libertad en general- estrenada en otro momento de la historia. Hubiese arrasado.

«En el mundo siempre habrá jóvenes con sueños y plasmarán esos sueños en canciones».

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Cuatro años más tarde llegó su última película, Una cuestión de tiempo. La gente fue a verla sin más pretensión que la de ver un film ligero, una comedia romántica más vendida con la frase «Del creador de Cuatro bodas y un funeral y Love Actually» y muchos descubrieron un título con más corazón que muchas personas. El mensaje de esta película supera la sensiblería; te dice con humildad -y muy buena fotografía- que la vida está para disfrutarla. Lo hace de forma más clara y reconfortante que cualquier otra, adornada con una música emocionante y un final a prueba de bombas -las bombas que lanzan los escépticos, los que no se dejan llevar-. Curtis escribe, dirige y lanza este regalo perfeccionando su estilo visual publicitario del que ya hizo gala en su anterior film -fijaos en sus encuadres: no son postales, son portadas de discos y carteles de anuncios cosméticos, musicales y de moda- y nos deja a todos sobrecogidos, emocionados y enamorados.

“¿Ha visto salir a dos chicas? Una de ellas era la más guapa del mundo”

¿No sería genial que la vida fuese escrita por Richard Curtis? El cine nos ofrece la posibilidad de escapar de la realidad; si trabajas en él, de fabricar tu propia realidad a través de una cámara; y si consigues llegar a alguien, te ofrece la posibilidad de lo más maravilloso que puede haber: hacerle feliz aunque sea momentáneamente… ¿Qué, exceso de azúcar en este artículo? ¿Excesiva reverencia a Richard Curtis? Os está hablando alguien que disfruta con el cine de terror más sangriento, que adora los thrillers más violentos y que ensalza los finales más brutos y contundentes. ¿Pero y lo bien que está cuando somos conscientes de lo que nos hace sentir mejor? A veces hay que dejarse llevar y uno de los mejores caminos para ello es la vida según Richard Curtis.

“En esta vida, lo único que tiene sentido es el rock and roll”.

 Autor:

Sandra Lario foto Sandra lario nombre

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Crítico de cine en ZTV y Heraldo.es. Creador, presentador y realizador del programa más extra-elegante de cine: «Unas cuantas Pelis». ¿Lo único que importa? Cine, música, escribir, mucho café, cine y música. Apasionado de la música y el cine tanto escrito como realizado, rodado y proyectado. Emocional y moralmente incapaz de escoger un género ¡Todos son buenos mientras sea buen cine!

Twitter Blanca Uson

 

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