Las bibliotecas ambulantes a través del tiempo
Verónica Ethel Rocha Martínez //
Sumario
I. Las bibliotecas ambulantes en el siglo XIX y XX
II. Nuevos trayectos en el siglo XXI
III. Experiencias lectoras en la Biblioteca ambulante Tlahtolli Ollin, Palabra en movimiento en el Estado de México
Resumen
Las bibliotecas ambulantes a través del tiempo han sido espacios cercanos a las comunidades más distantes e inhóspitas, son proyectos que a lo largo ya de cien años han acompañado la promoción de la lectura en zonas alejadas a una biblioteca pública. Actualmente se transforman en espacios digitales accesibles y gratuitos, pero también transforman e impactan positivamente en las comunidades ofreciendo experiencias lúdicas, culturales, artísticas y lectoras al alcance de las personas.
Palabras clave
Promoción lectora, bibliotecas ambulantes, lectura, libro, bibliotecas, Biblioteca ambulante Tlahtolli Ollin, Palabra en movimiento.
I. Las bibliotecas ambulantes en el siglo XIX y XX
Las bibliotecas ambulantes surgen al finalizar el siglo XIX en diferentes lugares del mundo, nacen con la inquietud de llevar a otros libros valiosos, ideas importantes, conocimiento y transformación.
Algunas de estas bibliotecas viajaron en cajas de libros plegables que se convertían al abrirlas en estantes, otras fueron transportadas en carretillas. De acuerdo a la Biblioteca CRL Móstoles en su “Historia de las bibliotecas ambulantes” (2017), en Inglaterra, los misioneros motivados por el fervor de compartir la palabra divina llevaban sus colecciones de libros a las zonas más distantes.
El auge paulatino de las bibliotecas ambulantes se basó en comprender que no bastada con tener bibliotecas públicas pues el acceso a ellas se limitaba a zonas con muchos beneficios culturales, quedando aisladas comunidades sin infraestructura; de ahí surge la idea de realizar acciones constantes para motivar la lectura llevando libros a lugares inhóspitos y ajenos a las ventajas que ofrece la civilización. Fue así como las Bibliotecas públicas en Estados Unidos de Norteamérica consideraron visitar las comunidades en sus condados. Tal fue el caso de la Biblioteca Pública del Condado de Washington, conocida como Washington Conty Library Wagon a decir de la Biblioteca CRL Móstoles en 2017. Otra experiencia documentada ocurrió en Maryland entre 1857 y 1932 según se refiere en el Maryland State Archives en 2001, cuando Mary Lemist Titcomb, motivada por la experiencia de la Biblioteca ambulante en el condado de Washington, decide crear los trayectos del Mary Titcomb para llevar posibilidades de lectura a lugares remotos.
El desarrollo de las bibliotecas ambulantes en Estados Unidos de Norteamérica, se vio favorecido por los avances en la industria automotriz, sin embargo, su frecuencia decreció cuando la televisión, la radio y el cine cumplieron un papel importante como medios de información y de entretenimiento. Con formatos visuales mucho más llamativos que los libros, poco a poco impactaron la industria editorial.
En México las bibliotecas ambulantes formaron parte de un esfuerzo alfabetizador apoyado por José Vasconcelos como Ministro de la Secretaria de Educación Pública en 1920, relata Claude Fell en el libro “Los años del águila” publicado en 1989. En aquel momento Fell indica la existencia de 70 bibliotecas , de las cuales tan solo 39 de ellas eran públicas.
Los maestros que realizaban las misiones culturales en los lugares más recónditos del país llevaban con ellos una biblioteca ambulante en una caja de madera a lomo de mula.
Un año después, en 1921 se creó la Dirección de Bibliotecas Populares, dependencia que llevó a la apertura de 165 pequeñas bibliotecas en seis meses. A esa instancia acuden asociaciones obreras y mutualistas con la intención de abrir en sus centros de trabajo espacios para la lectura. Bajo esta dinámica social, comenta Claude Fell (1989), el Departamento de Bibliotecas tuvo que clasificarlas en públicas, obreras, escolares, diversas y circulantes, sin embargo, estos nuevos espacios se convirtieron también en promotores de la cultura al ofrecer conferencias, lecturas y debates.
II. Nuevos trayectos en el siglo XXI
Actualmente las bibliotecas ambulantes se han transformado en muchos países, se movilizan en medios de transporte inéditos. Algunas de ellas inmersas en la era digital, cuentan también con centros móviles de Internet. Tal es el caso de la Biblioteca ambulante del Condado de El Paso o la de Memphis, que son proyectos integrales de servicios con colecciones digitales, seminarios y educación profesional según refiere la Biblioteca CRL Móstoles en su “Historia de las bibliotecas ambulantes”.
Sin duda las bibliotecas ambulantes también visitan los lugares más alejados en caballos, bicicletas, carretas o burros. Independientemente de la infraestructura y apoyo tecnológico que las acompaña, su intención es contagiar a otros del placer de leer, movilizar el conocimiento, la alegría por descubrir parajes e historias a partir de la imaginación como vehículo de trayectos habitables para la existencia humana.
III. Experiencias lectoras en la Biblioteca ambulante Tlahtolli Ollin, Palabra en movimiento

Con sede en un fraccionamiento del Municipio de Tecámac de Felipe Villanueva en el Estado de México, la Biblioteca ambulante Tlahtolli Ollin, Palabra en movimiento ha realizado a lo largo de dos años diferentes eventos de promoción lectora, un sinfín de actividades en su sala de lectura, ha abierto espacios para la educación inicial y fortalece lazos de convivencia y respeto con un enfoque lúdico.
Las experiencias lectoras se han transformado en vivencias y posibilidades de crecimiento personal; el interés que niños, jóvenes y adultos pueden generar al contar con el acceso habitual al libro abre espacios adecuados a sus inquietudes.
En cada travesía se han intercambiado ideas, preguntas, reflexiones, momentos de escritura tan importantes como el decir por qué es importante ser mujer.
Responder ese tipo de preguntas representa una situación inédita para muchas personas, pero en el instante en el que las palabras surgen y enuncian un modo de ser único, la lectura de la propia vida transforma ese momento en una poderosa herramienta social.
Jugar boliche, realizar una libreta, armar un rompecabezas, leer en voz alta una historia para los demás, crear con dibujos un cuento, participar en una exposición, también son experiencias lectoras que cambian la vida y la posicionan en una vereda siempre abierta, creativa, satisfactoria y transformadora.
La lectura es, por tanto, la herramienta desafiante para el desarrollo de las personas. El acceso al libro como un derecho implica facilitar y aportar trayectos para que las bibliotecas públicas y ambulantes caminen y recorran trayectos posibles y habitables para las personas.
Busca las historias que esta maravillosa biblioteca ambulante tiene que contar en Twitter: @Tlahtolli Ollin
Blogger: https://cartografiaslectorastlahtolliollin.blogspot.com/
Tienda virtual: https://tlahtolliollin.company.site/