Sí, soy friki. Se acabó el tener vergüenza
Laura Sáez Gonzalvo//
Ser friki siempre ha tenido una connotación peyorativa. Llevaba al rechazo social. Se catalogaba como `rarito´ a aquel que le gustase leer un cómic y ver películas de superhéroes. Sin embargo, cada vez más personas se van dando cuenta de que tienen un friki dentro. Al fin y al cabo, ¿quién no se ha convertido alguna vez en fan absoluto de un programa, libro, serie o película? El friki de antes es distinto al friki de ahora. El significado ha cambiado, para bien.
Marvel o DC. Star Wars o Star Trek. Indiana Jones o Jurassic Park. Ir al cine a ver el último estreno de superhéroes o vestirte como tu personaje de ficción favorito. El plan perfecto: comprar cómics, ver una película de ciencia ficción y cenar en Comic Planet. Superman, el hombre de acero. Batman, el caballero oscuro. Spiderman, tu vecino y amigo. Wonder Woman, la mujer maravilla. “Es un pájaro, es un avión…”. “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. “Ayúdame, Obi-Wan Kenobi, eres mi única esperanza”. “Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia”. “Arriba, arriba y a volar”. “Un mago nunca llega tarde, ni pronto, llega exactamente cuándo se lo propone”. “Sayonara, baby”. “Es leviósa, no leviosá”. “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”. Emocionarte cada vez que ves la escalofriante escena de “Vengadores… Reuníos”.
Permíteme decirte que si haces, o has hecho, alguna de las cosas citadas, conoces a algún personaje o reconoces a qué película pertenece alguna de esas frases, eres un o una friki. Pero no lo digo de forma peyorativa, sino que eres alguien interesado en un estilo concreto de consumo cultural. Antes, llamar `friki´ a alguien era despectivo, pero esto se ha acabado.
Antes de descubrir cómo se ha producido este cambio de paradigma, es normal preguntarse cómo se escribe correctamente. ¿Friki o friqui? Aunque las dos formas son válidas, la ortografía de la Fundéu prefiere su escritura con `k´. Salta a la vista que su raíz no deriva de ninguna otra palabra en español. Entonces, ¿de dónde procede? Y, ¿cuál es su significado?
Una mala acepción y una peor traducción
El diccionario de la Real Academia Española recoge hasta tres acepciones distintas para definir el término `friki´:
- Extravagante, raro o excéntrico.
- Persona pintoresca y extravagante.
- Persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición.
“Extravagante”, “raro”, “tener una obsesión”. ¿Es necesario referirnos a una realidad tan normal como que te guste algo con unos términos tan duros? Los forofos del fútbol no dejan de ser personas que viven por y para el fútbol, y nadie los trata como si fueran raros; pero, durante muchos años, si te gustaba leer cómics o jugar a videojuegos, sí.
Lo que suena más parecido a friki en inglés es freak, pero debemos tener cuidado con su significado porque nada tiene que ver. Y ahí, en la mala traducción, es donde surgen los problemas. El significado de freak sería “que parece físicamente extraño, monstruo”. Viene de los llamados freak shows, espectáculos de ferias que se hicieron populares entre los siglos XIX y XX donde se usaba a personas con anomalías físicas (como enanos, mujeres barbudas, gigantes…) para atraer a la gente. La traducción correcta de friki es geek, aunque no tengan semejanzas fonéticas.
El significado cada vez se entiende mejor. Una persona que es friki no es más que un amante de los cómics, de los videojuegos, del manga, del anime, del cine, de la televisión y de la literatura, sobre todo del género fantástico y de ciencia ficción. Cristina Martínez, en su libro Dentro del laberinto friki: una mirada sociológica a la cultura friki en España, define friki como “aquella persona que presenta un interés profundo por uno o varios temas subculturales y que deja traslucir ese interés a través de su comportamiento, su forma de hablar y/o su imagen externa”. Nada de ser raro, extravagante u obsesivo.
El friki de antes y el de ahora

Sin rodeos: antes ser friki era una mierda. Hace pocos años, se pensaba que una persona friki era un hombre gordo, de cuarenta años, que jugaba al ordenador en el sótano de la casa de sus padres y que se alimentaba de patatas fritas, hamburguesas del McDonald´s y refrescos. Al niño que mostraba más interés que el resto de sus compañeros por los videojuegos o los cómics se le catalogaba como el `rarito de clase´. Si te gustaba la ciencia ficción, el manga o los juegos de rol, eras considerado una persona antisocial.
Hoy en día nadie se avergüenza de decir `sí, soy fan de Star Wars´ o `a mí me gusta Superman´ o `me he visto todas las películas de Marvel´. Antes se ocultaba o te arriesgabas a ser marginado. Ahora se ve con otros ojos. Martínez expone que los frikis han pasado de ser considerados como “pardillos antisociales” a valorarse como “personas cultas e inteligentes”. En parte, este cambio ha sido consecuencia del cambio en la representación del personaje friki en televisión a lo largo de los últimos años. Esto ha ayudado a mostrar que no son personas recluidas en casa y con mal aspecto físico.
Por nombrar algunos ejemplos: Ross Geller (Friends) era un apasionado de los dinosaurios que acaba saliendo con la chica más popular; Sheldon Cooper y su compañero Leonard (The Big Bang Theory) eran dos físicos que iban a la tienda de cómics y vestían siempre una camiseta de superhéroes, pero que también encontraban el amor y ganaban un Premio Nobel.
También ha ayudado que personas famosas hayan expresado sus gustos por la cultura pop. Por ejemplo, Chris Kluwe (jugador de fútbol americano) hizo público su amor por los videojuegos y Henry Cavill (actor), siempre que tiene la oportunidad, habla de lo mucho que le gusta pintar su colección de figuras warhammer.
Javier Olivares, especializado en la cultura pop, sitúa en torno a los años 80 el comienzo del frikismo en España. Este fenómeno se levantó conforme fueron estrenándose películas como Star Wars, La princesa prometida, Regreso al futuro, Los Goonies, Willow o la trilogía de Indiana Jones. España fue el primer país en emitir Mazinger Z fuera de Japón, se tradujo al castellano el juego de mesa Dragones y Mazmorras, y se celebró el primer Salón del Cómic de Barcelona.
La novedad asusta, se tiende a mirarla con recelo. Pasó con los aviones, los trenes de alta velocidad, el 3D en los hogares… Las primeras generaciones que se enamoraron de esas películas, series y juegos recién estrenados fueron las que más sufrieron. Niños y jóvenes se vieron apartados por gustarles e informarse sobre ese tipo de contenidos. Eran personas iguales que el resto, solo que en vez de gustarles el fútbol o el baloncesto, disfrutaban en una tienda de cómics y soñaban con ir algún día a la ComicCon de San Diego. Hoy, esos niños (ya adultos) y sus hijos no se esconden por ser frikis.
Motivo de celebración

Las personas amantes de la cultura pop también tienen un día de celebración. El 25 de mayo de cada año se celebra el Día del Orgullo Friki. Una fecha en la cada cual sale a la calle con su cosplay favorito y las redes sociales se llenan de fotos con el hashtag #OrgulloFriki.
Todo comenzó en 2006. El señor Buebo, como era conocido el bloguero Germán Martínez, cansado de disfrutar de su pasión en casa, organizó una concentración en Madrid. Acudieron 500 personas. Todo se organizó por Internet, a través de blogs y páginas web de tiendas especializadas. Además, contaron con una ayuda imprescindible. Una semana antes del evento, el suplemento de ocio de El País dedicó su portada al orgullo friki. Fue buena publicidad. Si un par de “raros” conseguían organizar a mucha gente y que distintos comercios se implicaran, igual había que dejar de considerarlos unos outsiders del sistema. Después de Madrid, fue Nueva York, donde se celebró un gran desfile en la 5º avenida y el Día del Orgullo Friki se oficializó a partir de 2008. El resto ya es historia, y cada año más y más personas se suman a esta celebración.
Un negocio que mueve millones

Ahora mismo lo friki vende, y lo saben. Seguro que no hay día que pase sin que veas, al menos, a una persona vistiendo una camiseta de un superhéroe o con una mochila de Marvel o con una pegatina de este tipo de contenido en la funda del móvil.
La cultura pop se ha extendido tanto que todo el mundo quiere ser partícipe de ella. La empresa Funko, conocida por vender figuras pequeñas con cabezas extragrandes de personajes de cómics, de Disney, de series y de películas, facturó 191 millones de dólares en el año 2020. En 2016, Walt Disney Company logró facturar más de 56 mil millones de dólares solo con la venta de productos de merchandising. Este negocio está dando a los estudios una mayor rentabilidad que la de la producción de películas y series de televisión. La gente, además de consumir contenido geek, quiere exteriorizarlo a través de la compra de diferentes productos. Las empresas, que buscan ganar dinero, son conscientes de ello y aprovechan esta nueva oportunidad de negocio.
Actualmente, la mayoría del contenido mainstream es contenido friki. Por un lado, la desaparición del rechazo que sufrían las personas que consumían productos frikis hizo que los grandes estudios se aproximaran a ellos y crearan grandes superproducciones para el cine. Los cómics y películas y series, derivados de ellos, han dado un salto y ya no son contenido puramente geek sino puramente mainstream.
Las películas que más recaudan cada año en los cines de todo el mundo son aquellas que se basan en material del mundo geek, ya sean cómics de superhéroes, manga o historias de ciencia ficción. En 2022, la película más taquillera fue la segunda entrega de Avatar, recaudando la friolera de 2.267 millones de dólares. En 2021, fue Spider-Man: no way home (1.916 mil millones). En 2020, la película del anime Kimetsu no Yaiba (507 millones). En 2019, Vengadores: endgame (2.798 mil millones). En 2018, Vengadores: infinity war (2.048 mil millones). Si recaudan tal cantidad de dinero es porque hay un número abrumador de personas que consumen este tipo de contenido, ya sea por que siguen la inercia de la industria o por que desde el principio les gustaba el material en el que se basaban.
Lo friki está de moda. Cada vez más gente consume contenido geek y, una vez que empiezan, quieren más. Antes, ver una película de superhéroes estaba considerado como algo raro. Ahora, es raro aquel que nunca ha visto una. En la actualidad, parece que todo el mundo es friki de algo. Se acabó eso de tener vergüenza por expresar tus gustos. Ya puedes decir orgulloso: “Sí, soy friki”.