Silencios rotos

Maria Angulo Egea//

La película “Migas de Pan”, de Manane Rodríguez, describe la tortura a las mujeres en las cárceles durante la dictadura uruguaya. Una de estas presas supervivientes es la exiliada Liliana Pereira, que trata de recomponer su vida como fotógrafa en España.

Hace ya muchos años le pregunté al hispanista italiano Ermanno Caldera cómo había transcurrido su “estancia” en un campo de prisioneros en el que le recluyeron durante el nazismo. Y aquel hombre cabal esquivó socarrón mi cuestión afirmando lo productivo del período en el que había hasta aprendido alemán. Algo similar podría respondernos Liliana Pereira, expresa política de la dictadura uruguaya y protagonista de la película “Migas de Pan”, que acaba de estrenarse en Montevideo. Liliana también aprende alemán con sus compañeras de celda. Cose y lee mucho y hace manualidades con migas de pan durante los casi diez años que dura su encierro. Mujeres anuladas que, tal y como muestra el filme, no terminaron de doblegarse y buscaron formas de mantenerse activas y útiles.

La directora uruguaya Manane Rodríguez, residente en España desde la dictadura uruguaya –que cuenta ya con películas como “Los pasos perdidos”, “Un ajuste de cuentas” o “Retrato de mujer con hombre al fondo”–, además de reflejar  la convivencia carcelaria de estas mujeres, ha conseguido representar la tortura y violencia sexual que padecieron durante su secuestro y detención en el Establecimiento Militar de Reclusión número 2 del penal de Punta Rieles. Hasta 739 mujeres fueron alojadas en este penal y otras 149 en el norte, en Ciudad de Paso de los Toros, según las investigaciones publicadas en “Política y Memoria. A cuarenta años de los golpes de Estado en Chile y Uruguay” (Flacso, 2015).

“Migas de Pan” da a conocer el sufrimiento que padecieron estas mujeres, golpeadas, violadas y humilladas por los militares. Escuchamos sus gritos de dolor y espanto, al tiempo que resuena la música de cumbia que empleaban sus torturadores para disimular losCartel Migas de Pan alaridos de pánico de las víctimas. La película nos obliga a leer en estos cuerpos. Las imágenes tienen un subtexto demoledor. Parecía necesario poner en imágenes las palabras rotas de aquellas presas políticas. Voces silenciadas a pesar de denuncias como las que llevaron a cabo algunas frente a los juzgados 26 años después de la dictadura, en 2011. Denuncias penales, por torturas y violaciones, poco escuchadas y nada atendidas por la justicia. A día de hoy ninguno ha sido procesado por estos delitos de violencia sexual en Uruguay.

Sorprende el silencio. ¿Por qué callaron y por qué callan estas mujeres? Y al esbozar la pregunta una también piensa en lo difícil que debe de ser ponerle palabras a la tortura. ¿Cómo contarla? ¿Cómo contar a los amigos, a los familiares, a las parejas, a los compañeros de trabajo, a los hijos, a las hijas,  los detalles de aquella vejación reiterada? Parece razonable callar, olvidar y tratar de seguir adelante. Ellas no cuentan y el resto no pregunta. Todo bien.

Ese es otro hallazgo de la película: además de ponerle imágenes a lo impronunciable, muestra que conocer lo sucedido puede ayudar a comprender y a perdonar, al tiempo que se trata de una cuestión de justicia histórica. La protagonista de la ficción, Liliana (Cecilia Roth, de mayor, y Justina Bustos, de joven) recupera la relación con su hijo gracias al nacimiento de su nieta, una nueva generación de mujeres. Pero sobre todo, gracias a la fuerza de su denuncia penal y pública, que permite al hijo saber lo que no le quisieron contar; lo que le ocultaron y tergiversaron de aquella barbarie que encarna en primera persona su madre cuando le quitaron su custodia. Saber lo que ocurrió abre una vía de entendimiento entre dos generaciones, una vía de comprensión y convivencia.

Cecilia Roth en Migas de Pan

Otro acierto del filme está en la protagonista, que ha conseguido, aun siendo una superviviente, mujer dañada por todo costado, recomponer su vida en el exilio, como fotógrafa en España.  La fotografía le salva, le sana. De nuevo las imágenes duras pero reveladoras son un sustento y un canal por el que contar a otros las injusticias sociales.

Imagino y espero que “Migas de Pan” se estrene pronto en España, ya que se trata de una coproducción entre Xamalú Filmes (España) y RCI Producciones (Uruguay). También contó con el apoyo del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) y de la Xunta de Galicia.

Autora:
Maria Angulo foto Maria Angulo nombre

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Profesora de Periodismo en la Universidad de Zaragoza, especialista en Periodismo literario, Periodismo cultural e Historia del periodismo. Ha coordinado varios libros, entre ellos Crónica y mirada, para Libros del KO, en 2014. Ha colaborado en FronteraD, Jot Down, Altäir Magazine, El Estado Mental y escribe sobre Periodismo literario en su sección quincenal “Carne de Crónica” en El Periódico de Aragón.


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