La nueva novela erótica: ¿sexo con o sin ataduras?

Ana Abadía y Clara Salvador//

La última generación de relatos de alto voltaje vive una auténtica época de esplendor. Estas sagas, hostigadas por la crítica, han alcanzado los puestos más altos de las listas de ventas pese a su baja calidad estilística.

  —Oh, nena —murmura.

Y me introduce dos dedos.

Sofoco un grito.

—Estás lista para mí tan pronto… —me dice.

Mueve sus tentadores dedos despacio, dentro y fuera, y yo empujo hacia él alzando las caderas.

—Vamos, nena, córrete para mí — y estallo en mil pedazos y caigo por el precipicio, presa de una espiral de delicioso, violento y agotador orgasmo.

Y así llevamos más de tres años. Desde que aparecieran en las librerías los primeros ejemplares de Cincuenta Sombras de Grey los gemidos y orgasmos se han convertido en una plaga difícil de erradicar. La novela erótica ha existido siempre, incitadora y muy sensual, pero con un mercado más íntimo y un público mucho más reducido. Atrás quedan las colecciones –Delta de Venus y Pajaritos- de relatos seductores de Anais Nin (1903), la primera mujer en escribir este tipo de literatura; Lejos queda Las edades de Lulú, de Almudena Grandes, ganadora del XI Premio La Sonrisa Verticaly llevada al cine por Bigas Luna, o aquellos que pudieron apreciar los escarceos de Anne Rice con el erotismo al margen de su habitual temática gótica.  Ahora nos encontramos rodeados de portadas sugerentes e historias fáciles.

En la literatura barroca, renacentista o del romanticismo, el modelo de protagonista masculino literario era muy diferente al que podemos encontrar en las novelas románticas de hoy en día. Un caballero de blanca armadura, que preservara siempre la condición de la dama, quizá hasta un poco hosco y distante en algunos momentos para mantener el espacio personal y la privacidad, y si no que se lo pregunten a Austen o a Brontë. En pleno s.XXI la historia no se parece en nada. Hoy se busca un hombre sexy, atractivo, millonario que se haya curtido a sí mismo en el mundo de los negocios y que haya llegado a lo más alto. Alguien que, por supuesto, sea sexualmente muy activo y que no proteja, para nada, la virtud de la fémina conquistada.

Anastasia Steele, Eva Tramell, Chloe Mills o Sara Dillon son algunas de las infinitas mujeres cautivadas por su seductor particular. Todas ellas, jóvenes con estudios, pero que empiezan desde abajo en puestos de ayudantes o becarias, despertarán el interés de hombres millonarios y aparentemente inalcanzables y darán el bragazo del siglo. O de los seis meses, que será el tiempo en que tardará en publicarse una nueva novela, con una misma y muy trillada trama argumental, pero que seguro se colocará en los primeros puestos de las listas de ventas.

Las personas que compran estos libros son, sobre todo, mujeres jóvenes y de mediana edad, de entre 25 y 50 años, con un poder adquisitivo medio y que viven en zonas urbanas –saturadas de marketing publicitario–. Pese a tener un precio bastante elevado, que ronda los 20 euros en todos los casos, el número de ventas sigue aumentando –100 millones de Cincuenta sombras de Grey o 12 millones de la saga Crossfire entre los títulos más famosos–. Estas cifras suponen un respiro para un mercado que lleva cinco años experimentando bajadas en las tiradas.

Pero ¿cuál es el motivo por el que estos libros se han convertido en material imprescindible en las bibliotecas de tantas personas? Actualmente las mujeres son independientes, libres de decidir qué hacer con su cuerpo y con su sexualidad, y sin embargo, se sienten irremediablemente atraídas hacia una historia que potencia la clara superioridad de la figura del hombre. ¿Será por la forma en que experimenta la pareja con el sexo? El libre albedrío característico de las relaciones de ficción es algo que asusta a la mayoría de las lectoras de estas obras, pero que por eso mismo, las excita. También atrae irremediablemente que se escriba y se hable sin tabúes de una práctica sexual desconocida por la mayoría como es el BDSM, que se potencie la mezcla explosiva de sexo salvaje y ternura y sobre todo que la historia tenga un final feliz (nadie lo leería si el protagonista acabase en prisión por violencia de género). Todos estos ingredientes incitan a las mujeres a creer que todavía existe un príncipe azul que les hará vivir una intensa y apasionada historia de amor.

 Sexo idealizado
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la idealización de la pasión

La idealización de la pasión es una parte fundamental en el éxito cosechado por estas obras de escaso valor literario. La trama es poco creíble y si a eso se le suman los excelentes y plenamente satisfactorios encuentros sexuales, en los que él es tan diestro en el arte de excitar que llegar a la cima es algo sencillo, la novela es totalmente inverosímil. Hay estudios que afirman que alrededor de un 70% de las mujeres sexualmente activas no alcanzan el orgasmo únicamente con la penetración y, sin embargo, algunas de las protagonistas de estas novelas se podrían considerar afortunadas por llegar al clímax solo con una estimulación de pezones. El acto sexual es presentado como un encuentro impecable, en el que ambos “se dejan ir” a la vez y ninguno de ellos se queda insatisfecho. En la novela erótica se busca la perfección, el morbo y las fantasías de aquellas lectoras que no se sienten tan saciadas y dichosas en su vida sexual.

Aunque el eje estructural de estas novelas sean las escenas de sexo explícito, su base argumental está constituida por una historia de amor entre dos jóvenes –casi siempre relaciones heterosexuales, aunque están empezando a aparecer libros eróticos de contenido gay– que luchan contra cualquier obstáculo para salvar su relación. No obstante, en algunos casos el argumento apenas se sostiene con las escenas de alto contenido erótico, por lo que eliminar estos pasajes daría como resultado una novela muy poco atractiva. Es el sexo lo que convierte estas novelas en éxito, en tendencia.

Tendencias literarias, sinónimo de éxito

La literatura, como todo, se guía por modas: hace cinco o seis años no se podía dar un paso sin que un vampiro saliera a tu encuentro. La moda Crepúsculo hizo que libros, películas, series, carteles, disfraces y todo producto de marketing posible se impregnaran de la esencia de los no muertos que se alimentaban de sangre. Ahora es el turno de la novela erótica. Curioso y triste a la par (¿en qué nivel se sitúa la exigencia de los lectores?) es el hecho de que Christian Grey y sus Cincuenta Sombras, estén basados en el personaje y la historia de Edward Cullen, protagonista de Crepúsculo. Un vampiro con superpoderes, imprevisible, irascible y mandón que se enamora de la chica más torpe, tímida e insegura del instituto. Ella queda cautivada y asume las penurias que sean necesarias con tal de conservarle. Con ellos nacieron los estereotipos sexistas que más tarde se repetirían hasta la saciedad. Cincuenta sombras de Grey comenzó como un ‘fan fiction’ obra ficticia escrita por un admirador con personajes similares a los originales que viven situaciones distintas-  de la obra de Stephenie Meyer. Lo mismo ocurrió con The Office, obra que se publicó online y que, en febrero de 2013, pasó a llamarse Un tipo odioso y a copar las librerías con su primera edición en papel.

Toda moda tiene su momento, su tiempo de gloria. Ya pueden ser cinco, diez o veinte años, pero al final todo queda relegado al olvido. En ocasiones, los fenómenos se mantienen con vida de un modo simbólico, gracias a algún escritor rezagado que vuelve a mostrarlos en pequeñas dosis. Generalmente, renacen al tiempo convertidos en una versión de sí mismos, a intervalos, de forma cíclica. La novela erótica se acerca peligrosamente a su propio clímax. Es una bomba de relojería y su cuenta atrás ya se ha activado. No se sabe exactamente cuándo será, pero más temprano que tarde el reloj bajará a cero y “estallará en mil pedazos”.

PARA PROFUNDIZAR
El filón audiovisual de la novela erótica

Tan pronto como las empresas editoriales se percataron del futuro dorado que les ofrecía la novela erótica “al estilo Grey”, las grandes productoras de cine se apresuraron a explotar todo su potencial. Era evidente que llevar estas obras a la pantalla era un chollo: con semejante cantidad de fans ya existentes, unos actores sexys y numerosas escenas de sexo, el taquillazo era más que probable.

La primera de estas obras en ser adaptada al cine ha sido -cómo no-, Cincuenta sombras de Grey. A comienzos de 2012, antes de que el último volumen de la trilogía fuese publicado, diversas compañías se interesaron por los derechos de la saga, aunque fueron Universal Pictures y Focus Features quienes los obtuvieron. La búsqueda del reparto también fue ardua, ya que la elección inicial de los protagonistas suscitó una fuerte polémica en redes sociales. Mientras que miles de fans imploraban que fuese Matt Bomer quien encarnase al seductor Christian Grey, guionistas como Bret Easton Ellis –reconocido por trabajos como American Psycho– descalificaron al actor, aduciendo que complicaba el personaje porque era gay. Posteriormente, se anunció que el elegido sería Charlie Hunnam, que tampoco gustó a los fans y acabó renunciando al papel por “problemas de agenda”. Finalmente, el rodaje, que terminó en febrero, fue realizado con Jamie Dornan y Dakota Johnson. A causa de estos imprevistos, el estreno del filme se producirá a principios de 2015, un año más tarde de lo planeado.

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Jamie Dornan y Dakota Johnson durante el rodaje de Cincuenta sombras de Grey.
 Otros estrenos

La serie televisiva basada en la saga Crossfire, de Silvia Day, llegará a la pantalla próximamente, aunque todavía no tiene fecha ni canal de emisión programados. La compañía encargada de llevar estos cinco volúmenes a la pantalla es Lionsgate, empresa norteamericana conocida por producciones como Los juegos del hambre o Crepúsculo. Los fans de Crossfire también tienen claras sus preferencias en cuanto al reparto: Matt Bomer vuelve a ser el actor predilecto, junto a Henry Cavill (Los Tudor), a Ian Somerhalder (Lost, The Vampire Diaries) y al modelo David Gandy. En una entrevista con Natalie Zutter, de USA Today, Silvia Day ha manifestado que se decanta por Cavill, aunque afirma que la selección del casting es tarea exclusiva de los productores de la serie. En cualquier caso, Day asegura que los gustos de los fans se tendrán muy en cuenta, ya que de ellos depende en gran medida el éxito del estreno. Respecto a la representación de las escenas de sexo, la escritora ha sido muy directa: si se eliminan, la historia entera se desmorona. “Los protagonistas del romance erótico tienen dificultades para comunicarse verbalmente, así que la forma en que expresan sus sentimientos –ya sea ira, felicidad, amor, lujuria, etc. – es durante las escenas de sexo”, ha explicado la autora. Day es asesora ejecutiva de la producción, por lo que toma parte en casi todas las decisiones, aunque no escribirá los guiones porque tiene “otros proyectos”.

Posible escena de una película basada en este tipo de novelas
Posible escena de una película basada en este tipo de novelas

Un tipo odioso, que guarda varias similitudes con las novelas anteriores, también se convertirá en película próximamente. Sus derechos cinematográficos han sido comprados por la compañía alemana Constantin Film, productora de Resident Evil. La estadounidense Stephanie Sandizt, que también se ocupa de la adaptación de la precuela de Cazadores de sombras, fue la elegida para redactar el guión, y parece que las autoras del libro están entusiasmadas con el resultado. Ambas afirmaron en su página oficial de Facebook que Sanditz había realizado un trabajo espectacular, con un guión hilarante, dulce y sexy. La película todavía no tiene fecha de estreno.

Muchas otras novelas eróticas se han llevado ya a la gran pantalla, aunque ninguna de ellas se ha visto rodeada de un fenómeno fan tan abrumador como los actuales. Eso sí, tendremos que esperar para comprobar si el éxito del papel se traslada a los audímetros y las taquillas. La novela erótica es tendencia, y como tal, sólo sobrevivirá temporalmente. La pregunta es, ¿hasta cuándo?

La gran sombra del fenómen Grey

El comportamiento de los protagonistas de la famosa saga Cincuenta sombras de Grey, que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo, sigue patrones propios de una relación de violencia machista, según algunos expertos.

El 1 de marzo, el diario estadounidense The New York Times anunció que la saga Cincuenta sombras de Grey había alcanzado los 100 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Los motivos de su éxito se han discutido largamente, llegando a la conclusión de que se trata de ejemplares innovadores, cautivadores, excitantes, de portada discreta y con una estupenda campaña de marketing. Medios y lectores pregonan que la historia de ‘amor’ entre Christian y Anastasia ha reavivado la pasión de muchas parejas, destruido grandes tabús en torno al BDSM, liberado sexualmente a las féminas e incluso provocado un ‘baby boom’. Si la saga ha sido alguna vez  censurada –como en ciertas bibliotecas de los EEUU–, el único motivo era la abundancia de sexo explícito en sus páginas.

Violencia machista

Sin embargo, dejando de lado la escasa originalidad y la deficiente  prosa de E.L. James, la trilogía es demasiado umbría. En septiembre de 2013, dos profesoras de la Universidad de Ohio publicaron un informe que demostraba que el comportamiento de sus protagonistas, un rico empresario y una universitaria de ínfima autoestima, sigue patrones de una relación de violencia machista. La noticia no debería sorprender a quienes hayan leído frases como: “Si fueras mía, después del numerito que montaste ayer no podrías sentarte en una semana” o “Acosador, me susurra mi subconsciente […] pero por alguna razón, porque es él, no me importa”.

El vínculo entre Christian Grey y Anastasia Steele es aparentemente romántico, aunque marcado por la afición al sadomasoquismo del empresario. Grey sufrió una infancia complicada y se introdujo en el sexo a los quince años con una mujer mucho mayor que él. Las zonas ocultas de su pasado sirven para justificar su actitud hacia Anastasia, a quien controla, manipula y coacciona constantemente. Ana llega incluso a marcharse de viaje para evadir por unos días la agobiante presencia de Grey, lo que demuestra que la violencia machista plasmada en la historia trasciende los límites del contrato de BDSM y se instala en todos los aspectos de la vida de los protagonistas, desde su primer encuentro.

Por todo ello, el estudio publicado en el Journal of Women’s Health no censura un vínculo amo-sumisa consentido, sino las señales de maltrato que se observan fuera de este. El análisis fue realizado mediante indicadores establecidos por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los EEUU. En el caso del abuso emocional, los signos son intimidación o amenazas, aislamiento, acoso y humillación. En cuanto a la violencia sexual, el estudio atiende al sexo forzado y al contacto en contra de la voluntad de alguien, incluyendo el uso de alcohol y drogas y la presión. El resultado es que Cincuenta sombras de Grey cumple todos los requisitos para ser calificada como una novela que perpetúa la violencia de género.  Por un lado, Grey acosa a Ana siguiéndola a todas partes, rastreando su localización con GPS o enviándole regalos carísimos allá donde esté; además de limitar su contacto con otras personas, ser autoritario e intimidante y amenazarla con castigos físicos. Por el otro, Grey utiliza el alcohol como forma de persuasión y suele iniciar el contacto sexual mediante órdenes y cuando está enfadado. En consecuencia, Ana experimenta reacciones y secuelas típicas de mujeres maltratadas, tales como percepción de amenazas constantes, alteración de la identidad y estrés. Evita los comportamientos que puedan provocar la ira de Grey y acepta aquellos que lo mantengan a su lado, por muy dañinos que sean.

El factor común: la superioridad masculina

Algunos fans recelarán de este análisis, alegando que Anastasia es libre en todo momento de abandonar al empresario –no en vano, él mismo le recuerda en varias ocasiones que no debe hacer nada que no desee–. Pese a ello, este argumento soslaya por completo una idea reiterada en cada línea, muchas veces de forma literal y otras tantas por deducción del lector: ella no quiere firmar ningún contrato de sumisión. ¿Por qué acepta entonces? Sencillamente, por la presión que Grey ejerce sobre ella y por el miedo a perderle. De modo que, mientras su conciencia le insiste en que recibir un trato así es inaguantable, su parte irracional le ruega: “Por favor, di que sí… si no, acabaremos solas con un montón de gatos y tus novelas por única compañía”. Un razonamiento agudo, sin duda, el de la solterona de los gatos. A James sólo le faltó poner en boca de Ana que se le iba a pasar el arroz si no acataba las exigencias de Grey.

Manifestación en Reino Unido en contra de la violencia contra la mujer difundida por Cincuenta sombras de Grey. Fuente: Daily Mail
Manifestación en Reino Unido en contra de la violencia contra la mujer difundida por Cincuenta sombras de Grey.

Es cierto que no existen análisis tan exhaustivos como el de la Universidad de Ohio para explicar la representación de roles en otras novelas eróticas de moda (Crossfire, Un tipo odioso, Pídeme lo que quieras…), pero en todas ellas hay un elemento común: el poder y la superioridad del hombre. El personaje masculino es siempre tremendamente sexy y seductor, tiene éxito profesional, es rico y también autoritario. Adora que los demás cumplan sus órdenes y posee un halo de padre protector que camufla el control y los celos bajo la idea de seguridad. La clave se encuentra en su imagen, tan intimidante como atractiva, lo que lo convierte en una especie de manzana prohibida para las mujeres. El desenlace de estas novelas carece de toda creatividad: el objetivo de la chica consiste en enamorar a su “dios” y hacerlo puro y bondadoso.

Resulta cuanto menos inquietante que historias de este calado obtengan cifras de ventas exorbitantes, porque la lectura también contribuye a la educación de la sociedad. Sagas como estas alimentan convencionalismos tan sexistas como los de Disney, sólo que esta vez, la aspirante a princesa practica sexo duro en el castillo antes de la boda. Y después, el príncipe se convierte en un marido responsable y generoso,  en una fuente de cariño y apoyo permanente. Y sin sombras, claro. Porque ya se sabe: el amor todo lo puede, el amor todo lo cura.

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