Delitos y Cine: Entrevista a Yannick Kergoat
Jorge Marco, Pablo Gracia, Julio Beltrán//
Yannick Kergoat, director de La (très) grande évasion
Otro gran género contemplado por el Festival de San Sebastián es el documental, que este año incluyó en la sección Made in Spain algunos como Tequila. Sexo, Drogas y Rock and Roll, o El Crítico, sobre Carlos Boyero. Fuera de concurso en la Sección Oficial se presentó LA (TRÈS) GRANDE ÉVASION / TAX ME IF YOU CAN, el segundo documental de Yannick Kergoat.
Tiene la especial importancia de tratar una de las principales causas de la extrema desigualdad humanitaria actual, que, sin embargo, apenas vemos reflejada en el arte ni en los medios de comunicación: La evasión fiscal.
El director, guionista y montador francés Yannick Kergoat (ganador del César a mejor montaje por Harry, He’s Here to Help) ha mostrado una vertiente social en su larga trayectoria por la industria cinematográfica francesa, por ejemplo, colaborando como montador con Costa-Gavras desde 2002, o en su primer documental, codirigido con Gilles Balbastre, Les nouveaux chiends de garde, nominado al César a mejor documental y que critica la corrupción actual de los medios de comunicación.
En esta ocasión, Yannick se sirve de tres recursos: La entrevista, las animaciones e imágenes de archivo rescatadas de películas y programas de televisión. Estos tres recursos, armonizados con un montaje dinámico, consiguen aunar el didactismo con el entretenimiento, ya que enseñan los fundamentos económicos que posibilitan la evasión fiscal y los principales responsables, tanto empresarios como políticos, de los mismos. El documental se centra en el caso francés, pero el interés es general puesto que es un problema posibilitado precisamente por su carácter internacional. Por ello, se investigan bufetes de abogados, eurodiputados, políticas exteriores de países europeos y americanos, y se incluyen ejemplos de la política interior inglesa y estadounidense, entre otras. De este modo, este material provocará la risa y rabia en el espectador como pocos documentales pueden hacerlo hoy día.
Este documental es imprescindible para concienciar sobre la necesaria revolución democrática, como nos cuenta el propio director. Por eso es de capital importancia contribuir a su difusión. Con este objetivo les presentamos nuestra entrevista a Yannick Kergoat:
Pregunta: La (très) grande évasion es un proyecto muy arriesgado y valiente, ¿Cómo surge la idea inicial?
Respuesta: El origen está en mi productor, un amigo que me presentó al guionista. Él quiso que hiciéramos una película juntos para hablar de las finanzas de Francia. Diez años atrás habíamos sacamos adelante otra película bastante política, Les nouveaux chiens de garde, que hablaba esencialmente del problema democrático que sufren los medios de comunicación en Francia. El documental funcionó muy bien en el país y tuvo bastante éxito en las salas de cine. Por ello, el productor me sugirió hacer una nueva película, esta vez sobre finanzas y economía. Cuando nos dimos cuenta de que el tema era demasiado amplio y debíamos reducir el ámbito, decidimos centrarnos en la evasión fiscal, que nos parecía especialmente importante.
P: Ha comentado que existe un problema en los medios de comunicación, que tal vez no son muy democráticos. En el documental aparecen dos películas, una de Costa Gavras y la otra, creo, de Sidney Lumet, que tratan la evasión fiscal. Este tema, tal como lo expones, está infrarrepresentado y permanece bastante oculto en cine, series y televisión. ¿Por qué cree que ocurre esto? ¿Por qué se habla tan poco de una materia tan importante?
R: No, no. La segunda no es de Lumet, es de Henri Verneuil. Respondiendo a la pregunta, ya no hay tanta tradición de cine político en Francia. Existió en los 70 y los 80. Un cine muy político que se planteaba estos asuntos. Hoy en día es casi inexistente. Ahora son los documentales los que hablan de estas cuestiones. He citado una película de Costa Gavras titulada Le capital, en la que yo mismo trabajé como montador, así que la conocía bien. Fui a preguntar a Costa Gavras si podría utilizarla y me cedió los derechos gratuitamente. Igual en el caso de Verneuil, su hijo me cedió los derechos. Para mi este documental es también un homenaje a ese cine político. A la ficción que trataba temas políticos.

¿Por qué están poco tratados estos temas? Porque no queremos hablar de ellos. Porque no quieren que hablemos de ellos, más bien. No interesa denunciar de forma seria la evasión fiscal y señalar responsabilidades políticas. Si hemos hecho un documental para proyectar en salas de cine es porque los medios de comunicación no querían saber nada. Creo que el cine es aun un espacio publico en el que existe la posibilidad de hablar libremente de estos contenidos. De todas formas, hay un cierto castigo económico. En Francia, las televisiones están obligadas a financiar al cine, es una cuestión legal. Si quieren poner películas en su programación, deben ayudar a su financiación con parte de sus beneficios. Casi todas las películas que se hacen en Francia están, en parte, financiadas por la televisión. En nuestro caso nuestro productor me contó, entre risas, que nunca había tenido una respuesta tan rápida de las televisiones. Les faltó tiempo para decirnos que no. – risas –
P: Eso nos preguntábamos, nos resultó muy interesante como público, pero nos pareció curioso, que un material tan sensible hubiera llegado a un nivel de difusión tan alto como lo es el Festival de San Sebastián.
R: Fue complicado, nos costó más de un año y medio financiarlo. Y, si lo conseguimos, fue gracias a un crowdfunding. Las cadenas de televisión, cuando nos dijeron que no, nos dijeron: “Esto no interesa a nadie”. Decidimos comprobarlo y conseguimos que más de seis mil personas contribuyeran a la película. Se demostró que la gente estaba dispuesta incluso a pagar por la posibilidad de ver la película más adelante. Les interesaba, a fin de cuentas. Fue solo una parte de la financiación, pero una parte fundamental. En cuanto al festival, mi productor le dijo ayer al presidente del festival: “No se si soy más valientes que el resto o si solo tenéis menos sponsors” – risas –. Vamos a pensar que lo primero.

P: ¿Por qué decidió contar todo esto en una clave de humor? Se habla de cosas muy serias en el documental, pero el tono de fondo acaba siendo bastante cómico.
R: Voy a pedir prestada la frase de un escritor francés que dice: “El humor es la cortesía de la desesperación”. Es una forma de ser educado cuando estamos desesperados. El humor es un arma, es convincente. Una forma de aproximarte a la gente y hacerles ver un documental de temas complicados y a los que es aburrido acercarse. El humor no impide ser muy serio en los argumentos y en las demostraciones. El fondo de la obra no se ve comprometido, pero la forma permite a la obra ser más ligera, más divertida. Basta con decir la verdad.
P: El uso de la ironía era importante y eficaz
R: Eso es. Permite devolver el golpe. Dar la sensación de que nos defendemos un poco de los golpes que recibimos como ciudadanos ante esta situación.
P: Ha mencionado la perdida de la tradición francesa del cine político. En el documental se insiste mucho en el paso del tiempo. Muestras cómo los argumentos de los políticos, a la hora de enterrar este problema, se repiten a lo largo de las décadas en una constante y tediosa recapitulación. ¿Crees que esta pérdida de interés por la política es consecuencia del hartazgo que nuestros dirigentes y los medios generan en su dialéctica? ¿Con la perdida de la esperanza?
R: Si, hay una especie de desesperación democrática. De fatalismo. “Hagamos lo que hagamos las cosas no van a cambiar”. Esa es la principal dificultad, luchar contra ese fatalismo que nos dice que el ciudadano ya no puede influir en el poder. Que el poder económico, político y mediático está confiscado por una cierta clase social que organiza la sociedad a espaldas de los ciudadanos. Por eso en la película hablamos de la oligarquía. Porque, evidentemente, en parte es un problema económico y legal, pero, esencialmente, es un problema político. De voluntad política. Creo que nuestras democracias en Europa, y en occidente en general, sirven a una cierta oligarquía. No me malinterpretéis, no estoy hablando de una teoría de la conspiración, sino de una realidad social. Esto genera una desconfianza que provoca, entre otras cosas, que la gente no vaya a votar. Cada vez existe menor confianza en los hombres y mujeres que ocupan nuestros puestos políticos. Esta rabia, para colmo, beneficia a la extrema derecha de forma muy clara.
P: Hablando de esta desesperación… En el documental se cuenta que, para tomar medidas realmente eficaces en la Unión Europea contra la evasión fiscal, haría falta la unanimidad de todos los países miembros. Se cuenta también que esto es casi utópico. En esta situación, ¿depositas algo de esperanza en el futuro?
R: La sola esperanza que puedo tener es que ocurra una cierta revolución democrática. Una autentica toma de conciencia de que hay que cambiar las constituciones, transformar nuestras democracias, devolver la democracia a las instituciones. Mi esperanza es que vosotros, los jóvenes, lo consigáis. No hay otra opción. Debe hacerse, en un momento u otro. Reconstruir un mundo que esté bien. Política y ecológicamente. Si continuamos alimentando a la oligarquía contaminante, si seguimos en este régimen capitalista que consume los recursos y que permite aun hoy en día a la industria fósil destruir ecosistemas, vamos hacia una catástrofe absoluta. Creo que serán los jóvenes los que le pongan freno. Los que pidan pensar el mundo de forma diferente. Esa es mi esperanza, me niego a no tenerla.
Incluso en Europa, las leyes pueden cambiarse. Lo que está escrito, puede escribirse de otro modo. Solo es un acuerdo entre nosotros, por el bien del mundo debemos cambiarlo. Si la gente toma conciencia de que solo es un texto, de que no está escrito sobre piedra, de que se puede cambiar… entonces habrá esperanza.
P: ¿Por eso hiciste este documental? ¿Querías formar parte de ese proceso de concienciación? ¿Qué impacto esperas que tenga en la gente?
R: Tengo dos respuestas. Si pensara que una película puede cambiar el mundo, el mundo sería muy diferente – risas –. No, no creo que el mundo cambie por un documental, pero pienso que con un documental se puede cambiar a una, dos, tres o cuatro personas que cambien su vida y forma de ver las cosas. Y que la acumulación de pequeños cambios desencadene otros más grandes. El documental que hicimos sobre los medios de comunicación no ha cambiado en nada a los medios de comunicación. Siguen siendo propiedad de millonarios. Cada día están más concentrados y produciendo una información de calidad repugnante. Por otro lado, si creo que sirvió para que algunas personas tomaran conciencia del abismo entre como nos cuentan las cosas y como son. Una película no cambia el mundo, sería una locura pensar así. Pero empuja un poco en la buena dirección. E insisto, la juventud es la clave. Yo tengo ya sesenta años, solo intento dar a los jóvenes argumentos que, creo, les pueden ser útiles. Creo que se conseguirá.
P: En España los medios de comunicación hegemónicos también atraviesan una cierta crisis de credibilidad tras estallar varios escándalos periodísticos.
R: Y eso es bueno. Hay que buscar y escarbar para encontrarlos, pero esos escándalos ayudarán a desenmascararlos.
P: Una última pregunta: ¿tenías referencias concretas, de cineastas o películas a la hora de hacer este documental?
R: No realmente, pero si me gusta pensar que me encuadro en ese cine político de Costa-Gavras y aquel grupo de cineastas que pensamos que el cine no es solo un tipo de divertimento sino también una herramienta de emancipación. Creo que en Francia, España, Italia o Inglaterra el cine era una vía de emancipación para hacer que la gente salga un poco de su vida y adquieran una perspectiva un poco distinta del mundo. Tanto la ficción como los documentales pueden servir para esto. De muchas maneras distintas, no necesariamente en una visión política, sino en el hecho de que el cine les ayuda a transportarse a un lugar distinto. Hoy en día creo que ocurre al contrario. El cine se ha vuelto una herramienta de dominación cultural y social. Un divertimento de cosas sin consecuencias, de consumismo… es muy violento para alguien como yo pensar que participa en una industria de la dominación. Hay que conseguir recuperar ese carácter emancipador.

Este año nuestros compañeros de Delitos y cine han estado cubriendo el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y nos traen una serie de entrevistas. Para abrir boca, os dejamos por aquí con su TOP de las películas que se presentaron en dicho festival.