El género del cuarto poder

Dani Calavera//

Gracias a films como Todos los hombres del Presidente, Al filo de la noticia, o más recientemente, el espídico Nightcrawler que perpetró Jake Gyllenhaal, el periodismo en el cine se ha convertido en un género en sí mismo. Cierto es que, quizás, estos dos ejemplos sean los más claros cuando un trabajador del sector, ya sea escrito, televisado u online, quiera ver cómo se representa su labor en la gran pantalla. Sin embargo, hay muchos otros films que han retratado el periodismo de una forma veraz, divertida y con altas cotas de calidad y que queremos mostraros con motivo del Día del Patrón de los Periodistas.

Como estos dos anteriores films, hay muchos otros casos que se meten de lleno en el periodismo para contarnos una historia. Casos demasiado evidentes porque, como todo buen periodista o medio, cada uno tenemos nuestra realidad, cada uno tiene su versión de los hechos. Films que se asemejan a estos dos ejemplos como la sobresaliente -y rompedora- Network. Un mundo implacable; la perturbadora y soberbia Zodiac, quizás la película más redonda de David Fincher y el más claro reflejo de hasta dónde puede llevar la obsesión por una historia; o la monumental El Dilema, de Michael Mann, donde Rusell Crowe y Al Pacino bordaban sus interpretaciones.

Sin embargo, ninguno de estos ejemplos está en esta lista, en mi -os lo aseguro- estudiada lista. En cada caso os daré los motivos de por qué ocupan sus puestos pues mi misión en este artículo es más dar a entender el poder de los medios y las herramientas que ofrecen y con las que podemos luchar para decir la verdad o para plasmar una realidad que guiarme por la estructura narrativa cinematográfica enclavada en el mundo del periodismo. Eso sería demasiado fácil y no estamos para significados fáciles. La información requiere oficio y las opiniones plasmadas en comunicación, estudio.

Así pues, aquí están los cinco casos, sin incluir las notables películas ya citadas, más relevantes -a mi parecer- del periodismo en el séptimo arte que todo periodista debería ver.

1. El síndrome de China (James Bridges, 1979)

Titular: Un solo plano desafía al poder

Al hacer un reportaje rutinario sobre una central nuclear, dos reporteros descubren un posible accidente que puede poner en peligro la seguridad de toda la ciudad

Una periodista (Jane Fonda) tiene una historia. Una historia que podría poner patas arriba una gran industria. Un experto en esa industria (Jack Lemmon), tras una situación de peligro que sus superiores quieren tapar -como siempre ocurre en toda buena intriga-, quiere hablar. El medio para el que trabaja la periodista se resiste, la industria para la que trabaja el experto se resiste. Pero gracias a un operador de cámara (Michael Douglas) y a las imágenes que tomó con su herramienta esencial, la verdad se plasma en un solo plano. Hay pocas, poquísimas, películas que ofrezcan una versión de la figura del operador de cámara de una forma tan respetable como en este notable thriller de 1979 a cargo de James Bridges.

Normalmente, el operador de cámara suele ser poco más que un sirviente del periodista en el cine. En algunos casos, los más hirientes para uno de los sectores más infravalorados del medio, se trata de alguien estúpido, zafio o un perdedor que ofrece un desahogo cómico para la historia. En este film no. En este film el operador de cámara es el único que, desde el principio, se mantiene fiel al poder de su medio, de su vía para revelar la verdad. Pero más allá de la imagen, El síndrome de China ofrece un potente ejemplo de cómo la televisión veraz puede dar luz a una mentira a través de las declaraciones y los rostros de los implicados en la misma. Información por encima de la opresión, verdad por encima de la mentira.

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Otros films con el cámara como figura relevante, y no como mero escudero, son Siete días y una vida, la española Territorio Comanche o, en menor medida en calidad pero dando a conocer la dedicación del oficio, el inolvidable operador de cámara al que interpreta Hank Azaria en la divertida versión de Godzilla de Ronald Emmerich. Aunque, desde luego, la ya citada Nightcrawler es el ejemplo perfecto de lo que se puede conseguir dándole al botón del rec. REC, otro film en el que el operador de cámara no sólo es el vehículo, el móvil, sino también héroe ocasional y perfecto compañero de aventuras -terroríficas en este caso- de la redactora. Por algo la frase de la genial película de terror de Paco Plaza y Jaume Balagueró es “Grábalo todo Manu. Por tu puta madre”.

 
SÍNDROME DE CHINA - copia

2. Luna Nueva (Howard Hawks, 1940)

El titular: El amor por (y para) el oficio

Hildy Johnson, la mejor reportera del Morning Post, anuncia que va a dejar el periódico para casarse. Pero su exmarido y exjefe, Walter Burns, no está dispuesto a aceptarlo.

No confundir esta obra maestra con la -intentaré ser amable- empalagosa y propagandística saga Crepúsculo. Pocas veces viendo una película vais a querer tanto que una pareja termine uniéndose como en esta joya de Howard Hawks. La mejor redactora de un periódico de la gran ciudad -Rosalind Russell- va a casarse y va a presentar su dimisión a su ex jefe y ex pareja, el director más manipulador pero también más encantador del séptimo arte –el siempre elegante Cary Grant-. Él aún la quiere con locura, no sólo por sus palabras escritas, no sólo por el amor a su oficio, sino por ser la mujer de su vida, y hará lo que sea con tal de volver a contagiarla con la excitación de una buena exclusiva, con la aventura que supone ser el primero en dar a conocer una gran noticia. Con el triunfo que supone poder dedicarte al oficio para el que has nacido. Una sucesión de escenas inolvidables, en unos pocos escenarios, nos hacen disfrutar como enanos de esta brillante comedia que, esta sí y sin discusión alguna, todo periodista debe ver. Por si algún día se le olvida por qué estudió lo que estudió y se dedica a lo que se dedica, que todos tenemos días de bajón.

Podría detenerme en cada una de las secuencias -así de bien está hecha- pero ya que estamos hablando de periodismo, me quedo con ese genial montaje en el que cada redactor ofrece una historia distinta de lo que acaba de pasar a través de sus teléfonos a sus respectivas redacciones.

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¿Un asesinato en la gran ciudad? ¡Es el mayor espectáculo que puede haber!

“Los periodistas son tontos… Lo redactarán mal y después lo negaremos todo” o “No soy de los que les gusta darse bombo, pero si Jesucristo hubiese vivido en Chicago y hubiese acudido a mí con 5.000 dólares… La historia sería diferente”. Estos son sólo dos ejemplos de las perlas que suelta el pérfido, manipulador a más no poder, mentiroso y corrupto abogado al que interpreta Richard Gere en Chicago, sin duda, el mejor papel de su larga e interesante carrera. El musical de Rob Marshall, eficaz adaptación al cine de la obra de Brodway, comparte muchísimo con el film de Howard Hawks y con tantos otros, no sólo por hablarnos del poder de los medios -y todos los clichés con patas de los cerebros que los manipulan en la sombra-, sino por darnos a entender lo que el personaje del abogado Billy Flint, tan podrido por dentro como deslumbrante por fuera, sabe perfectamente: el mundo es un gran espectáculo, sólo eso. Ofrece un buen show y todos quedarán tan deslumbrados por la apariencia que no verán más allá. Un buen traje, un buen número de baile, y un “simple” asesinato se convertirán en un gran espectáculo. Y, encima, la gente aplaudirá al final. All that´s Jazz. Porque si los periódicos de Chicago afirman que ambos intentaron coger el arma, entonces ambos intentaron coger el arma y no hay nada más que añadir.

3. La sombra del poder (Kevin Macdonald, 2009)

El titular: Detectives de los buenos

Un veterano periodista del Washington Post, con la ayuda de una joven y astuta redactora, intentará desentrañar una red de mentiras que rodean el misterioso asesinato de la ayudante -y amante- de un joven congresista que, da la casualidad, es un viejo amigo del periodista.

La sombra de un periodista veterano, orondo, contundente en sus convicciones, potente en sus palabras. Siempre he dicho que Rusell Crowe es de los pocos intérpretes a los que les queda mejor estar de buen año ante la cámara que en forma. Llena la pantalla como pocos gordos lo hacen -y no me refiero al plano físico-, aumentando en carisma y, hay que decirlo así, “flow”. En este título de Kevin Macdonald, un gran director responsable también de la magnífica El último Rey de Escocia, Crowe ejerce de detective/redactor que actúa las veces como mentor de una prometedora periodista encarnada con gran soltura por Rachel McAdams.

La máquina de escribir se une al ordenador portátil; el despacho desordenado y lleno de papeles y documentos con gafas que resbalan por la nariz se unen a los ficheros calculadamente ordenados del Word y el Excel para seguir la pista de un crimen que hay que esclarecer.

El oficio por encima de la amistad; la verdad, de nuevo, por encima del sucio arte de encubrir un acto despreciable. No os la perdáis, y disfrutadla.

“-¿Esto no es un delito?

-Es periodismo del bueno”.

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Por supuesto que no me dejo A la oscarizada Spotlight. Rachel McAdams fue también protagonista en esta inteligente, brutal en cada diálogo, culminante, y llena de buenos atributos, película sobre el grupo de periodistas de Boston que destaparon una red de pedofilia en la iglesia católica. Decir que todo periodista o trabajador del medio debe ver esta película es casi innecesario, es como si un estudiante de cine no viese 2001. Una odisea en el espacio o El padrino.

LA SOMBRA DEL PODER

4. El ojo público (Howard Franklin, 1992)

El titular: El lobo solitario que quiere que las ovejas admiren sus obras

Leon Bernstein es el mejor fotógrafo de sucesos de la Nueva York de 1942. Su secreto es llegar al lugar del crimen al mismo tiempo que la policía…

Joe Pesci pasará a la historia como el tipo más violento del cine gracias a sus papeles con Scorsese. Pero gracias también a su papel en esta infravalorada y casi olvidada -muy injustamente- genial película de comienzos de los 90, también será recordado como uno de los héroes de la información visual más tiernos y memorables de la pantalla. Leon Bernstein -o como se le conoce, El Gran Vencini- es el mejor fotógrafo de la ciudad, una irresistible Nueva York en plenos y elegantes años 40.

Los gangsters lo conocen como “El fotógrafo de las estrellas”, y por culpa de una magnífica femme fatale interpretada por Barbara Hersey, se verá envuelto en una espiral de suspense con la que a golpe de foto con su inseparable compañera saldrá como pueda de una y mil situaciones límite. Inolvidables minutos finales, que mitifican la figura del fotógrafo como un héroe, un soldado, un lobo solitario que está dispuesto a morir antes de dejar pasar la oportunidad de tomar una gran instantánea para la leyenda que supone su oficio. Compañeros cámaras, ya sea foto o vídeo, esta es nuestra película como Luna Nueva lo es para los redactores.

Aroma al mejor cine negro, del bueno, del que está lleno de humo de tabaco y gabardinas largas y marrones ataviadas con elegantes sombreros, bastante tiempo antes de que llegase Curtis Hanson y su gran L.A. Confidential. Y hablando de la ciudad de Hollywood…

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“Vuélvete a Jersey. Esto son Los Ángeles y tú no tienes alas”. James Cromwell se lo deja claro a un pobre iluso, como hace otro personaje gracias al medio escrito a toda la ciudad:

– “Se lo contaré en voz baja y muy “secretito”.

Con esta frase promocional se vende la sanguijuela que interpreta Danny De Vito en la redonda L.A. Confidential de Curtis Hanson. Una trama de prostitución, chantajes, corrupción en altas esferas y laberínticas respuestas a preguntas que da miedo hacer envuelven a los protagonistas de este magnífico film que ha crecido en el tiempo como lo merece, como film de culto. No sólo nos ofrece cine negro -como El ojo público-, también la idea de la que antes hemos hablado, la apariencia. El mensaje final es claro: la gente mundana, para seguir con sus simples y mundanas vidas, no debe enterarse de nada. De absolutamente nada. Un villano muy peligroso puede ser un héroe gracias a la prensa si el periódico así lo dicta y la televisión así lo afirma. Y punto. Y muy “secretito”.

EL OJO PÚBLICO

5. Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941)

Titular: La ópera trágica del sueño americano

Un importante magnate estadounidense, Kane, muere en Xanadú, su castillo particular. Su última palabra antes de fallecer, “Rosebud”, se convierte en un misterio cuyo significado intentarán descubrir tanto la prensa como toda la población.

Orson Welles compuso este viaje a la emoción más primigenia de un gran hombre de forma vanguardista, rompedora… Todos lo sabemos. De esta, muchas veces así encumbrada, “Mejor película jamás hecha”, es más conocida su novedosa factura técnica que su historia. Pero si uno deja a un lado lo que supusieron los planos, su uso del espacio y sus muchas novedades a la hora de filmar por uno de los grandes cineastas que jamás han existido y se centra en la historia… aquí tenemos un conmovedor cuento de cómo el ser, la existencia que elegimos, se ve arrastrada por la vorágine de la comunicación para darse a conocer, olvidando, sólo hasta el último momento antes de la muerte, la esencia que nos hace ser quienes somos en realidad, el pilar fundamental que nos hace sujetarnos y no tambalearnos ante las cámaras que van a grabarnos y fotografiarnos, la fuerza primordial que impedirá que las palabras escritas sobre nuestra persona no nos destruyan. Porque todos somos niños, porque todos empezamos siendo niños y, en el fondo, así seguimos hasta dormirnos y no volver a despertar en el “sueño americano”: Rosebud.

La ópera comienza con una gran mansión enclavada en una faraónica finca. El plano del meeting de Kane sigue siendo uno de los planos más grandes que jamás ha captado una cámara de cine. Esa cámara filma todos los demás objetivos de todas las demás cámaras, los ojos y las plumas de redactores que lo retratan a él, a Kane, el hombre del momento. La ambición por la leyenda, el encumbramiento de un candidato a través de los medios. Porque si los medios no lo siguen, nadie lo sigue. Y esto ocurrió hace casi ochenta años.

El inmenso poder de la comunicación. No, no el actual, sino el de siempre, los medios, que aún perduran desde que nacieron, hace ya tanto, a la par que el ego del ser humano.

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¿Desea saber más?

Kirk Douglas envuelto en El gran carnaval, Los gritos del silencio, El año que vivimos peligrosamente… ¿Preferís una feroz y revolucionaria entrevista? Os recomiendo la potentísima -Ron Howard, a ver si vuelves a hacerlo así de bien algún día- Frost contra Nixon. ¿Os va más una entrevista gamberra? No creo que sea descabellado ni inadecuado recomendaros The interview, la valiente macarrada de Shet Rogen y Evan Goldberg.

¿No queréis salir de la comedia? Si trabajáis en televisión, ahí tenéis Mi gran noche de Álex de la Iglesia; si trabajáis en radio tenéis tanto Días de Radio, de Woody Allen, como más veterana y entrañable Historias de la Radio, de José Luis Sáenz de Heredia.

Si os ponéis serios, una de las más originales y mejores películas de los 90, El show de Truman, el film que mejor representa el terrorífico y antinatural efecto del “Gran Hermano”.

¿Y aún desea saber más? Punto extra e invitación a cerveza a quien adivine de dónde sale esta referencia -¿Desea saber más?-, ya que se trata de otro film que vende muy, pero que muy bien, la influencia de una buena campaña publicitaria a través de las noticias… Como pista, noticias intergalácticas, en este caso.

Y con esta cerveza prometida, Buenas noches y buena suerte.

Autor:

Sandra Lario foto Sandra lario nombre

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Crítico de cine en ZTV y Heraldo.es. Creador, presentador y realizador del programa más extra-elegante de cine: «Unas cuantas Pelis». ¿Lo único que importa? Cine, música, escribir, mucho café, cine y música. Apasionado de la música y el cine tanto escrito como realizado, rodado y proyectado. Emocional y moralmente incapaz de escoger un género ¡Todos son buenos mientras sea buen cine!

Twitter Blanca Uson

 

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