La gripe del 18 desde «El Ribagorzano»
Como trató la prensa una epidemia que causó 300.000 muertos en España
Rafael Bardají //
Twitter: @bardaji_perez
El Ribagorzano, periódico editado en Graus (Huesca), inspirado en el pensamiento de Joaquín Costa, da cuenta sin apasionamiento de las consecuencias en la comarca de la gripe de 1918. A través de sus ahora amarillentas páginas, formato sábana, El Ribagorzano informa de las 60 muertes en Graus, de un censo de 6.000 habitantes, solo en septiembre de ese año. En sus artículos, se advierte del pánico y terror que cundía en Benasque. Los datos y opiniones se cotejan con las informaciones aparecidas en el resto de la prensa española como La Vanguardia, El Imparcial, ABC y Diario de Huesca. Del rastreo, se deduce que en el debate político los rotativos y partidos políticos de entonces no hacían, como ahora, un uso informativo bastardo de los datos de una enfermedad que se cobró la vida de 300.000 personas en todo el país.
Las grandes catástrofes sobrepasan a El Ribagorzano, que carece de medios para hacer un seguimiento preciso. Sin embargo, sí que dan pie a multitud de advertencias que tienen que ver con el estado de la higiene y la salud de la población. En 1918, con motivo de la terrible gripe que asoló a toda España y al mundo, se va dando cuenta de una manera poco precisa de las muertes que la enfermedad provoca en Benasque, Benabarre o Graus. Este medio comarcal recoge la supresión de la feria de San Miguel y otros acontecimientos comerciales y sociales. Es precisamente en ese año cuando se crea en la villa la Agrupación Regionalista de Graus, presidida por José María Pérez Bufill, cuya primera junta no se puede celebrar presencialmente para evitar el contagio. Como apunta Jorge Mur, la gripe también truncó la brillante trayectoria del Orfeón de Graus. El grupo había actuado en varias ciudades, entre otras en Barcelona: El Liceo, Palacio de Exposiciones y en el teatro de la calle Goya. Para ese año de 1918, el Orfeón tenía prevista su actuación en el Palacio Real de Madrid, para lo que el director, Manuel Borguñó había sido recibido por el Rey Alfonso XIII y la Infanta Isabel. Fueron precisamente los integrantes del Orfeón, quienes vivieron en sus carnes la maldición de la gripe. Según cuenta Jorge Mur, recogiendo el diario del director del Orfeón, la epidemia se cobró la vida del banquero José Fernández (70 años), el médico y diputado José Vidal (69), el decano orfeonista José Sazatornil o de la joven Lucía Castán Zuloaga (19 años), hija del farmacéutico Vicente Castán y sobrina del pintor Ignacio de Zuloaga.

Otros medios nacionales tampoco son muy ambiciosos (por lo menos con grandes despliegues) a la hora de informar y analizar la pandemia que tuvo su origen a finales de 1917 y que se extendió con mayor o menor incidencia hasta el año 1920, justo ahora hace un siglo.

La pandemia más devastadora de la historia
La mal llamada gripe española (en el resto de Europa la censura se aplicó en la prensa para evitar la desmoralización de las tropas en plena guerra) fue la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en solo un año se cobró en todo el mundo la vida de 40 millones de personas. Hasta la fecha en el mundo ha habido 380.000 personas fallecidas por causa del coronavirus. En España, las muertes por la gripe del 18 se elevaron a 300.000 personas, y hasta ahora la cifra de fallecidos por Covid19 es de cerca de 28.000.
Seguros sociales
La prensa nacional (al menos la convencional; la ya considerada prensa de masas -los periódicos de partido son otra cosa-) no se hizo eco de las discrepancias políticas si es que las había, porque no existían voces como las de Vox y PP que, con su particular vesania, tratan de utilizar la crisis sanitaria para derribar el gobierno. Y eso que hasta el abuelo de Juan Carlos I, el Rey Alfonso XIII, estuvo a punto de morir porque se le encharcaron los pulmones. Sería muy ingenuo afirmar que en aquella época en el Congreso no existían disputas, pero la prensa no las reflejaba con la misma intensidad que ahora, es decir, con grandes titulares. Quizá la de mayor trascendencia fue cuando Francisco Largo Caballero proclamó en el verano de 1918, desde el Congreso de los Diputados, que era el momento, “tras varios miles de muertos, de que España reformara su sistema sanitario y lo basara en un sistema de «seguros sociales» para que los más desfavorecidos protegieran su salud”.
En Graus, según El Ribagorzano (primera quincena de octubre 1918), durante el mes de septiembre murieron 60 personas, en ocasiones con tres fallecimientos en un día o varios miembros de una misma familia.

Terror en Benasque
Para el mes de noviembre, El Ribagorzano da por concluida “la terrible epidemia”, seguramente demasiado pronto. No deja de ser contradictorio que su ejemplar del 8 de septiembre publique que “la pintoresca villa pirenaica de Benasque sufre hoy los horrores de la cruel epidemia gripal, efecto del número y calidad (sic) de defunciones ocurridas en los últimos días. Es tal el pánico que se ha apoderado del vecindario que lleno de terror los benasqueses huyen y se apartan de tal modo de los enfermos que falta la asistencia y hasta el auxilio personal tan indispensables en estos momentos”.
En el mismo número de noviembre, el quincenal impreso en rotoplana da cuenta de las rogativas efectuadas en Graus los días 26, 27 y 28 de septiembre, así como la procesión “llevando la milagrosa imagen del Santo Cristo para impetrar del Todopoderoso la pronta terminación de la epidemia gripal”.

En El Ribagorzano se insiste en la higiene, la limpieza de las cañerías y la desinfección de las alcantarillas. Lo cierto es que esta insistencia no es reciente y ya la defendía con frecuencia el director Marcelino Gabón Plana en la primera década del siglo.
En parecidos términos se pronuncia La Vanguardia el 10 de diciembre de 1918: “Sabido que la gripe o influenza es una enfermedad microbiana-que se propaga por el aire. Ello hace más difícil el que podamos precavernos de su invasión; pero a pesar de esta dificultad, se puede hacer mucho trabajo profiláctico para ponernos en un estado de relativa inmunidad. La desinfección de locales, una buena, higiene, sobre todo bucal y nasal, son preventivos de un inmenso valor y nunca bastante recomendados. Para llevar a la práctica esta higiene es necesario el uso de un antiséptico permanente en las vías respiratorias que es por donde se introduce el germen de esta enfermedad”.
La culpa, el nuevo cementerio de Graus
Pero El Ribagorzano, un tanto neutro y poco apasionado en sus contenidos, hace escasas referencias al tremendo impacto emocional que produjeron las muertes y prefiere insistir en las causas. Una de las interpretaciones no deja de ser singular y curiosa y es la nueva ubicación del cementerio a la orilla derecha, aguas abajo del Ésera, en el lugar de Recireza. De hecho, se atribuye a esta localización la causa fundamental de la propagación de la epidemia.
“Estaba Graus azotado terriblemente por la epidemia gripal –dice el articulista- cuando todavía eran paseados los cadáveres por nuestras calles para depositarlos en el atrio de la iglesia para los funerales y después conducirlos al nuevo cementerio. En todo tiempo es peligroso este procedimiento… ¿Y el nuevo cementerio? Ni su emplazamiento al lado de la carretera, y en el lugar mas público de Graus, ni su orientación porque los vientos dominantes en Graus durante el verano son el cierzo, ni por la calidad de la tierra, que no siendo compacta y fuerte ha de desprender emanaciones pútridas y pestilentes, en perjuicio de la salud pública: ni por razón alguna higiénica (salvo la distancia), ni económica, ni de comodidad, ni de salubridad, reúne las condiciones que un pueblo tiene derecho a exigir”
Pero hay otras interpretaciones, Jorge Mur en su libro sobre el Orfeón de Graus, El triunfo del Arte extrae fragmentos del director, Manuel Borguñó, quien concluye que otra de las causas de la propagación de la enfermedad está en las obras de la central hidroeléctrica de Seira, en el río Ésera, en la que trabajan muchos obreros procedentes de Valencia y Murcia.

Agradecimiento al clero, médicos y farmacéuticos
Al dar por concluida la terrible epidemia por parte de El Ribagorzano no faltan los reconocimientos “a las autoridades municipales, al clero, con su infatigable ecónomo D. Mariano Puy a la cabeza, y a los médicos D. Manuel Susín, D. Luis Cudós y D. José María Pérez Bufill (este último, aún estando delicado no dejó de visitar día y noche a sus enfermos) que se han multiplicado hasta llegar al sacrificio por asistir a los numerosos enfermos de Graus y los pueblos”. El agradecimiento por los servicios también va dirigido a los farmacéuticos Señores Rosell, Castán y Muzás”.
El papel de la iglesia
Una de las primeras conclusiones de la gripe del 18 y que vale para la actualidad es que las ciudades que mantuvieron el distanciamiento social en 1918 son las que evidenciaron años más tarde un incremento de población. Muchas ciudades no quisieron anular festejos o conmemoraciones, mientras la Iglesia Católica continuó con sus prédicas en iglesias y lugares de culto cerrados. El fugaz Gobierno de Antonio Maura promovió el cierre de teatros e instó a los ejecutivos provinciales a que limitaran el aforo de los eventos públicos, así como a su cancelación, lo que provocó enfrentamientos con la Iglesia. El obispo de Zamora y el de Valladolid,entre otros, organizaban misas multitudinarias para rogar a los santos que extinguieran la gripe, bajo amenaza de excomunión a las autoridades si las prohibían. No faltaban las exhortaciones al estilo de que la epidemia es un castigo de la cólera divina a la humanidad, como alentaba el diario ABC el 28 de mayo de 1918: “De este fuego bíblico que ha venido a torturar a todo Madrid y cuyas chispas ya empiezan a producir efectos en otras ciudades no se salva nadie por su bella cara«.
La epidemia gripal se extiende
No sabemos qué pensaba en enero de 2020 Fernando Simón, el médico zaragozano que ha ejercido su profesión entre otros lugares en Estadilla y Naval. Es muy posible que a principios de este año cuando la enfermedad causaba estragos en la provincia china de Wujan, desde aquí se viera el mal como algo muy lejano. Lo cierto es que hasta entrado el mes de marzo no se tenían claras las tremendas repercusiones de la Covid19.
Durante la gripe de 1918, en España no se le dio mucha importancia a la enfermedad. El 13 de mayo de 1918, el rotativo madrileño El Imparcial, asegura en un titular que la enfermedad es levísima. Se recalca que las autoridades sanitarias no saben su procedencia pero que se parece a la gripe y aunque empieza a haber muchos infectados, las repercusiones en la salud son escasas.
En Otoño, las cosas cambian y el mismo periódico asegura que la epidemia gripal se extiende y que “adquiere por momentos alarmantes proporciones en Valencia, la capital murciana y en el resto de la provincia. En Lorca exceden de 1.000 los atacados. Han acunado bastantes defunciones. La población está alarmadísima y se han solicitado medidas enérgicas del inspector provincial de Sanidad. Hay un pueblo en la provincia de Ávila donde se han registrado novecientas invasiones, seguidas tan sólo de cuatro fallecimientos. En Purchena (Almería) hay 300 atacados, incluso un médico.”
Natalidad y mortalidad en el mes de octubre
El periódico La Vanguardia recoge el 10 de diciembre de 1918 los datos de nacimientos y defunciones ocurridos en el mes de septiembre y facilitados por el Boletín Geográfico Estadístico. “Se registraron en toda España 45.883 nacimientos y 53.071 defunciones. La población resulta mermada en 7.188 habitantes. Esta baja por exceso de mortalidad obedece casi exclusivamente a los efectos desastrosos causados por la epidemia gripal. Así al menos lo demuestra la cifra de 7.837 fallecidos atribuidos a la gripe, en vez de 976 que esa enfermedad ocasionó tres meses antes. A este elevado número de defunciones por causa de la gripe sería razonable añadir las producidas por las afecciones del corazón, neumonía y otras enfermedades, las cuales, en rigor, no son más que complicaciones o agravaciones de ella (ahora le llamaríamos efectos colaterales).
No todas las provincias han sufrido con igual intensidad el rigor de la epidemia gripal. Entre las que mayor daño experimentaron figuran: Granada, con 420 fallecidos; Murcia, con 517; Salamanca, con 948, y Valencia, con 627. La proporción máxima de mortalidad se centra en la citada provincia de Salamanca, 6,99 fallecidos por 1.000 habitantes; así como la mínima aparece en Canarias, 1,2 por 1.000.”

La publicidad
La Publicidad está atenta a lo que ocurre y la guerra va dirigida a los elementos malignos que entran en los pulmones. En El Imparcial de Madrid se puede leer un anuncio de “Quit”. “Una purga que desinfecta continuamente el aire que respiramos, convirtiéndolo en antiséptico ANTES DE PENETRAR EN NUESTROS PULMONES, rechazando los microbios, causa principal de todas las enfermedades, entre otras la gripe. Ningún germen puede existir en las partes esterilizadas por QUIT. Venta en farmacias y centros específicos”
La Vanguardia insiste en estos términos y en su anuncio publicitario de 10 de diciembre de 1918 se lee: “Para llevar a la práctica esta higiene, es necesario el uso de un antiséptico permanente en las vías respiratorias que es por donde se introduce el germen de la gripe. Esta asepsia constante de las vías respiratorias se obtiene cómodamente con el uso del Algodón Nasal Kucahnental.”

El 19 de octubre, también: “Para gripe, catarros y todas las afecciones de la garganta y nariz. PODEROSO DESINFECTANTE DE LAS MUCOSAS NASALES…” Precio 0’75 pesetas.~ Preparado en los laboratorios FHER, S. A., Barcelona”.
Y no faltó el apoyo a las familias afectadas en muchos casos con toque caritativo. El pleno del Ayuntamiento de Barcelona aprueba el 27 de noviembre: “Destinar las cantidades recaudadas en la suscripción para el sostenimiento de las cantinas populares al socorro de las familias damnificadas por la epidemia de gripe” (La Vanguardia del 28 de noviembre de 1918).
La esperanza
Y por último, como ocurre con el coronavirus, la esperanza de un remedio o vacuna contra la gripe aumenta cada día.
El Diario de Huesca se hace eco en su primera página del día 14 de noviembre de 1918, de la información publicada por el rotativo parisino Le Matin.
“Particularmente, en los servicios de enfermedades infantiles, que dirige el doctor Variot, médico del Hospital de la Asistencia de Niños de París, se ha experimentado con gran éxito un suero en inyecciones, ideado por el profesor de Ciencias Armand Gautier, del Instituto Pasteur, cuya composición es la siguiente: suero fisiológico (agua ligeramente salada), 50 gramos; sulfato de quinina, 40 centigramos; arrehenal, 5 centigramos.”