Sanitarios, una profesión de riesgo
Texto y fotografías: Ignacio López, Sonia Osed, Pablo Palomares, Enrique Serrano, Rubén Trigo y Sara Valenciano//
Las agresiones al personal sanitario han aumentado de 175 en 2017 hasta 253 en el 2018. El personal sanitario acude cada día a su puesto de trabajo sin saber lo que le puede llegar a pasar. No es una profesión arriesgada a los ojos de la sociedad, sin embargo, en los últimos años -especialmente en este 2019-, las agresiones a sus trabajadores se han hecho frecuentes. ¿Se trabaja para mejorar estas condiciones laborales?
“Eran las 22:15. Me avisaron por teléfono pidiendo mi presencia ante una situación tumultuosa. Allí encontré a dos trabajadoras del hospital con la cara desencajada, en pánico, aterrorizadas. Se llevaban las manos a distintas zonas del cuerpo donde decían que les dolía. Solicité la intervención de la Policía Nacional y les dije que no las iba a abandonar. Eran dos auxiliares frente a 12 o 14 agresores”. Esto forma parte del relato de Francisco Cabeza, Médico de Guardia del Hospital Provincial que estuvo presente durante una de las agresiones que se produjeron en este centro sanitario de Zaragoza.
Esa noche, las dos auxiliares pidieron a un grupo de familiares -entre los que se incluían niños pequeños- que abandonaran las instancias próximas a la habitación del paciente. Una de las medidas establecidas en los hospitales supone la obligación de que tan solo uno de los familiares pase la noche con el paciente para respetar tanto su descanso como el del resto de ingresados. Sin embargo, los allegados al enfermo tenían pensado quedarse toda la noche, siendo más de 12 personas. Ante la sugerencia de las auxiliares, los acompañantes, ofendidos, comenzaron a agredir con patadas, puñetazos y tirones de pelo a las trabajadoras. Un celador, aterrado por la escena y viendo que la situación podía ir a peor, intervino para calmar a los agresores, pero su intento de ayuda se quedó en eso, un intento. Todo se extremó, la situación era insostenible. Y, por ello, intervino la policía para zanjar el conflicto, llevándose a los familiares.
Ambas trabajadoras tuvieron que someterse a exploraciones médicas para valorar el alcance de las lesiones sufridas. Incluso una de ellas tuvo que ser dada de baja debido a las consecuencias psicológicas que le produjo la agresión. José María Arnal, director Médico del Hospital Provincial, se mostraba muy preocupado por las consecuencias que aquel hecho iba a causar en las dos auxiliares: “El daño físico y moral va a ser irreparable. Les va a acompañar siempre”.
1 de cada 4 personas ha presenciado una agresión
Este solo es uno de los casos que se producen en los hospitales y Centros de Salud de Zaragoza. Según una encuesta realizada para esta investigación durante los meses de marzo y abril de 2019, una de cada cuatro personas ha presenciado una agresión, ya sea verbal o física, en los centros sanitarios. Un fenómeno que se ha incrementado sustancialmente en los últimos años. El Ministerio del Interior, en el periodo de 2015 a 2018, afirma que se registraron tan solo seis denuncias en la Policía Nacional, mientras que en lo que llevamos de año, ya son tres las contabilizadas.
Sin embargo, estos datos solo reflejan una parte de la realidad que viven los sanitarios. Muchos profesionales prefieren no notificar las agresiones ante instancias superiores, en parte porque los trámites para formalizar los requerimientos son farragosos. Además, muchas veces, las víctimas se ven obligadas a contratar un abogado. Es el caso de Andrea Lora, cirujana residente en el Hospital Miguel Servet, que durante su turno ha recibido ya varias amenazas. Ella cree que debería denunciarlo, pero eso le quita demasiado tiempo. Además, el cansancio producido por el trabajo y el querer evadirse de todos estos problemas fuera del ámbito laboral también son dos factores determinantes en su decisión de no denunciar.
El deterioro de la atención sanitaria es una de las principales causas
Dentro del propio ámbito sanitario, los Servicios de Prevención de Riesgos Laborales del Departamento de Sanidad registraron 175 agresiones en 2017. Un número que en 2018 se incrementó hasta las 253. En solo nueve de esos casos los trabajadores solicitaron apoyo jurídico. Estos datos no registran únicamente agresiones físicas. Las injurias verbales, las amenazas y las faltas de respeto también están a la orden del día.
Una de las principales causas es el deterioro de la atención sanitaria. Concha Ferrer, presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza, destaca la enorme cantidad de pacientes que deben atender cada mañana: “Nos vemos obligados a valorar a 60 pacientes, algo imposible”.
Opinión con la que coincide Cristina Fontenla, periodista de sanidad en Heraldo de Aragón: “Seis minutos es muy poco y se va retrasando la consulta, lo que provoca que los de fuera se pongan mucho más nerviosos y entren ya enfadados”. Este aspecto, sumado a las largas listas de espera en urgencias y admisión, y el no cumplimiento de las expectativas o supuestos derechos del que padece, han provocado el desgaste de la relación médico-paciente.

A esto se le añaden algunas innovaciones tecnológicas “difíciles de asumir para algunos de nosotros”, recalca Concha Ferrer. Desde la aparición de Internet, una cantidad notable de pacientes consultan sus síntomas en la web con el objetivo de buscar una respuesta, y extraen un diagnóstico muchas veces equivocado: “Nosotros llevamos estudiando medicina muchos años y que vengan pensando que con mirar en Google ya lo tienen resuelto…”, denuncia Andrea Lora. “No hay una educación respecto a qué consultar, qué no… Hay veces que le damos mucho pie al paciente para que pueda exigir cosas que no le corresponde”. Tradicionalmente la medicina se ha considerado una disciplina con prestigio. Sin embargo, el personal sanitario siente que se ha perdido parte del reconocimiento del que ha gozado la profesión.
Según nuestra encuesta, en la que han participado un total de 300 personas, la mayoría de los consultados otorgan una nota de 7 sobre 10 al sistema sanitario. A pesar de ser un notable, la población considera que existen defectos que se deberían mejorar como las “largas listas de espera para especialistas y cirugía”, “la retirada de medicamentos que eran financiados por la Seguridad Social”, “esperas de varios días para atención primaria” o que “cada día se recetan más medicamentos sin optar a otros posibles métodos por no dedicar cinco minutos a reconocer como es debido al paciente”.
Perfil del agresor y de la víctima
Andrea -sanitaria agredida- aclara que suelen dar más problemas los familiares que los pacientes, quienes se consolidan como el típico perfil atacante. Sin embargo, contrasta con los datos ofrecidos por Mercedes Ortín Ferrer, Secretaria Autonómica de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, en los que afirma que el paciente es -en un 70% de casos– el que agrede, y en el resto de las incidencias son los acompañantes.
En cuanto al perfil de los agredidos, son mayormente mujeres. De las 253 agresiones que se produjeron el año pasado, 211 fueron hacia ellas, lo que representa un 83,4%. Hay que tener en cuenta que, en el mundo sanitario, la mayor parte de los profesionales son mujeres. Esto no quita para que las agresiones también tengan una vertiente sexista: “Que te insulten al final es casi algo normal, pero hay mucho machismo, muchos hombres no quieren que les atiendas por ser mujer. Una vez nos llamaron para atender un paciente, y no quería que le valorara yo por ser mujer. Se me encaró para pegarme, pero como estaba seguridad no llegó a pasar nada”, destaca Marta Sarasa, traumatóloga residente en el Hospital Clínico.
Dos cuchilladas que estuvieron a punto de costar una vida
El pasado mes de marzo, en el Centro de Salud Univérsitas situado en el barrio Delicias, se dio una de las agresiones más impactantes hasta el momento. Un octogenario entró a la consulta de su médico habitual con varias armas punzantes en su neceser. En concreto: una navaja, unas tijeras y un cuchillo. El agresor era un paciente reincidente que conocía a la perfección los horarios del personal y que era consciente de que el doctor iba a estar en su puesto de trabajo media hora antes de empezar a pasar las pertinentes consultas. El anciano aprovechó ese lapso de tiempo para entrar en la consulta y atacar al facultativo, ya que no había otros pacientes que le pudieran ayudar a defenderse. Sin mediar palabra, le asestó varias puñaladas.
Maribel Moratilla, jefa de admisión del ambulatorio Univérsitas, fue testigo de los hechos. Vio al médico saliendo de la consulta y dirigiéndose al mostrador en el que ella trabaja. Tenía la camisa llena de sangre y pedía que llamaran a la policía. El celador, que no sabía muy bien qué había sucedido, retuvo al agresor en el centro pensando que había cometido un robo. Desconocía que llevaba un cuchillo, por lo que su vida también corrió peligro. Afortunadamente, consiguió mantener al agresor en el centro hasta la llegada de la Policía.
Una de las situaciones más peligrosas se producen una vez salen de su zona de confort. Se trata de las consultas a domicilio. “Las visitas domiciliarias antiguamente eran ‘más seguras’, ya que los médicos conocían a las personas que atendían. En la actualidad no, los barrios son mucho más grandes, algunos son conflictivos por las personas que viven en ellos…”, recalca Concha Ferrer, presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza. Otro de los motivos es que no están acompañados durante la consulta, lo que se añade al desconocimiento del entorno del paciente. “Tan solo vas acompañada en el coche pero, una vez entras en la casa, estás sola ante el peligro. Nos gustaría ir, al menos, en parejas”, denuncia Mercedes Ortín Ferrer, Secretaria Autonómica de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos. Como respuesta, actualmente se cuenta con diez dispositivos en el 061 para que los trabajadores puedan usarlos en estas visitas. También con pulseras geolocalizadoras para que puedan sentirse más seguros durante una actividad que cada vez supone mayor riesgo.
La cifra más alta de agresiones se detectó en los ambulatorios del sector III, con un total de 27. Este sector incluye los barrios del oeste de Zaragoza, como Oliver o Delicias. Cristina Fontenla cree que hay importantes diferencias entre las distintas zonas de Zaragoza. Según datos del Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón, en los centros de salud del sector I de Zaragoza -los de la margen izquierda- se registraron 9 agresiones en 2018. En los del sector II, los del centro y los barrios al este de la ciudad -como Las Fuentes o Sagasta- se registraron 6 agresiones.
Las medidas de seguridad, un servicio en aumento
En algunos centros sanitarios existen medidas de seguridad desde hace tiempo, como en los centros de salud de San Pablo y Rebolería. La empresa encargada de velar por su seguridad es Guarda Servicios de Seguridad, adjudicada por concurso en el año 2017, por un montante de aproximadamente 135.000 euros. En el caso de Oliver -desde hace 25 años- y Torrero, Coviar es la subcontrata que garantiza que no se produzcan incidentes.

En los hospitales de la ciudad también se cuenta con vigilantes jurado desde hace años. Ejemplo de ello es el Hospital Miguel Servet, donde la empresa contratada es Garda. El contrato, por un valor de 677.000 euros, se concedió por concurso en el año 2017 y tiene una vigencia de dos años. Varios guardias jurado vigilan el hospital día y noche, y también se dispone de un circuito cerrado de televisión. Sin embargo, esto no evita que se sigan produciendo agresiones.
Andrea Lora sufrió la agresividad del hijo de un paciente hace un mes. Este fue a visitar a su padre cuando estaba a punto de ser dado de alta. El agresor no entendió el porqué del alta médica y comenzó a impacientarse. Los nervios aumentaban por momentos. Pretendía que el Hospital Miguel Servet se hiciera cargo durante más tiempo. “El sistema de sanidad es una mierda, no me voy a llevar a mi padre a casa porque la sanidad tiene que cubrirnos todo”, dijo el agresor según relata Lora, quien fue increpada también con comentarios xenófobos. La contestación de las profesionales fue que eso no era así, que el proceso por el que se había internado a su familiar se había cumplido y que el restante le tocaba a la familia.
La doctora Lora, junto al resto de sus compañeras, tuvieron que esconderse detrás del mostrador de citaciones de la planta para evitar la agresión física. El pánico les invadía, estaban indefensas y querían que todo terminase pronto. La seguridad del centro tuvo que acudir rápidamente en su ayuda. “Me sentí bastante protegida, lo que pasa es que un guarda no tiene mucho con lo que defenderse. De no haber llegado la policía después, seguramente habría sido capaz de pegarme”, lamenta Lora.
En otros centros como en el Hospital Nuestra Señora de Gracia, las medidas han llegado a raíz de las agresiones producidas en los últimos meses. La solución fue aumentar el número del personal de seguridad de 2 a 3 en cada uno de los turnos de trabajo (mañana, tarde y noche).
La respuesta por parte de las instituciones oficiales
En un comunicado recibido del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, se especifica como respuesta a estas agresiones la creación del Grupo de Trabajo denominado “Análisis y estudio de las agresiones a los profesionales del Sistema Nacional de Salud”, con el objetivo de poner en marcha un sistema de información sobre este problema. También se ha llevado a cabo una reforma del Código Penal, reflejado en la Ley Orgánica 1/2015 de marzo, en la que se consideran como “actos de atentado” a aquellos cometidos contra los funcionarios sanitarios durante el ejercicio de su profesión.

Con ello, se pretende recabar datos a nivel nacional de las agresiones al personal sanitario y poder plasmarlo en un mismo documento denominado “Conjunto Mínimo de Datos” (CMD). En él, se recogen cuestiones relacionadas con la identificación del agredido, caracterización de la agresión, causas y perfil del agresor.
Entre las medidas preventivas, se está utilizando una aplicación, “Alertcops”, un servicio de alertas para los dispositivos móviles ofertada por el Ministerio del Interior a las Comunidades. Consiste en insertar un botón de pánico en los teléfonos móviles de los profesionales sanitarios que contacta directamente con el centro de seguridad.
Además, el Colegio de Médicos puso en marcha a principios de año un teléfono de emergencia al que puede llamar cualquier profesional del sistema sanitario que se haya sentido agredido. Tal y como dice Concha Ferrer, antes de crear este servicio no tenían ni idea de lo que verdaderamente estaba pasando y lo califica como una situación “muy preocupante”. En el mes de abril, por esa vía telefónica, recibieron seis casos graves de los cuales tres precisaron la baja laboral.
Una de las medidas más recientes ha sido la creación de un seguro de incapacidad que cubre dos semanas de baja por ataque físico o psíquico, con una renta de 50 euros diarios gracias al acuerdo de colaboración que el Colegio de Médicos de Zaragoza ha firmado con la Fundación Mutual Medical.
El Departamento de Sanidad también ha tomado medidas al respecto. En primer lugar, charlas informativas a profesionales por parte de la Policía Nacional y de la Guardia Civil para dotarles de los criterios y herramientas adecuadas con las que controlar estas situaciones y minimizar los riesgos. También un censo en el que se recojan las mejoras realizadas en cada uno de los consultorios locales. Desde el Departamento, manifiestan “apoyo total” a los profesionales y una rotunda “repulsa ante las agresiones”.
El problema continúa…
A pesar de las medidas que se han establecido, el descontento entre los sanitarios no cesa. Según Concha Ferrer, las agresiones han estado presentes durante muchos años y la Administración no había prestado especial interés en el tema. Fue a partir de junio, tras la retención de una enfermera en un domicilio, cuando las alarmas comenzaron a sonar.
“Quizás fuera más sencillo educar a la población para no tener que estar gastando en cámaras, para poder destinar el dinero a ecógrafos o resonancias. El dinero es limitado y los presupuestos también”, comenta Ferrer.
Cristina Fontenla -periodista de sanidad- explica que el descontento del personal médico también reside en la falta de actuaciones contundentes. Los agresores reciben por correo postal una carta en la que se les pide o ruega que deponga su actitud. Esto es insuficiente para los sanitarios, que exigen sanciones más duras, especialmente si se trata de reincidentes.
“Es como una pirámide social. Los médicos del último centro rural o del barrio más conflictivo de Zaragoza tienen todas las papeletas para sufrir una agresión. No ocurre lo mismo en la Consejería, la cual cuenta con un arco de seguridad por el que todo el que entre tiene que pasar. Allí, seguro que no tienen miedo”, protesta Mercedes Ortín.
Teniendo en cuenta el descontento generalizado de los sanitarios con la Administración, hemos querido conocer la opinión de la Consejera de Sanidad de Aragón, pero su respuesta no ha llegado. Realmente el apoyo del que tanto presumen nunca se ha producido. Se han tomado medidas, pero los problemas y los miedos siguen acechando las consultas y los centros de todo el personal sanitario aragonés.
El pasado 21 de mayo, un celador volvió a ser agredido en Urgencias del Hospital Miguel Servet por un paciente que estaba siendo trasladado a otra zona del centro sanitario. Para frenarle, fueron necesarios varios trabajadores. Aunque el celador recibió la mayoría de los golpes, por los que tuvo que ser escayolado de un brazo. ¿Hasta cuándo van a seguir ocurriendo estas agresiones? ¿Quién debe resolver el problema?