«Vendimiar ilusión», la solución de Aguarón para luchar contra la despoblación
Nerea Gómez Meléndez
Gran parte de Aragón ha experimentado a lo largo de los años un profundo proceso de despoblación debido a una intensa emigración a las grandes ciudades. Como consecuencia, casi la mitad de su territorio tiene una gran baja densidad demográfica, sobre todo las zonas rurales. Kilómetros sin presencia humana, casas que ya no están, pueblos que un día fueron. Este ensayo pretende mostrar la realidad de cada una de esas localidades, verdades a las que se enfrentan todos los días. Y la lucha que realizan para salir adelante.
Mi pueblo es un claro ejemplo de despoblación. Aguarón se sitúa en el Campo de Cariñena, en la provincia de Zaragoza. Un pequeño municipio de no más de 37 Km2, y una de las paradas imprescindibles si decides hacer la ruta del vino. A las faldas de la Sierra de Algairén y rodeado de viñas y árboles frutales, un marco de naturaleza privilegiado para practicar senderismo y disfrutar al aire libre. Sin embargo, no muchos saben apreciar este encanto. Incluso la gente que vive allí tiende a minusvalorar su pueblo y alega que “no hay de nada”.
Paradoja en la provincia de Zaragoza
Zaragoza vive las consecuencias de las regiones colindantes con una acumulación masiva de habitantes en la capital. Esta realidad choca con la impresión habitual y extendida de lo que entendemos por despoblación. Kilómetros desiertos. Si asocias este término con Aragón, lo primero que viene a la mente son las provincias de Teruel o Huesca. Uno no piensa en Zaragoza. Sin embargo, Zaragoza es la provincia demográficamente más desequilibrada de España.
Uno de cada cuatro municipios de esta provincia está en riesgo de extinción al no llegar a los 100 habitantes. Siete de cada diez corren peligro de desaparecer por tener menos de 500 vecinos y cuatro de las trece comarcas zaragozanas ya son un desierto demográfico al no alcanzar los 10 habitantes por kilómetro. El 70 % de los habitantes de Zaragoza viven en la propia ciudad, mientras que el 30% restante lo hace en el resto del territorio.

Aguarón ha pasado de tener 2700 habitantes en 1900 a 600 en la actualidad, de los que más de la mitad vive en la capital aragonesa.
La falta de empleo y la escasez de oportunidades de ocio, cultura, educación y servicios sociosanitarios en las zonas rurales hace que muchas personas se sean obligadas a tener que abandonar el medio rural y buscar su futuro en las grandes ciudades. Entre las consecuencias económicas de la despoblación destaca una alta especialización en la agricultura. Sin embargo, este sector en la actualidad apenas crea empleo. Es lo que ocurre en mi pueblo. Aguarón sigue siendo en su totalidad agrícola. Vive por y para el vino, el viñedo es su motor económico. Esto conlleva que muchos de los que trabajan la tierra tengan que combinarlo con otro trabajo fuera del municipio. En este caso en Cariñena o Zaragoza, por lo que dejan de vivir en Aguarón y únicamente van a trabajar sus tierras.
En lo que se refiere a atención sanitaria, enseñanza o transporte público también ocurre lo mismo. La falta de estos servicios hace que los habitantes tengan que emigrar a grandes ciudades. Junto con la sanidad, la educación es uno de los servicios públicos fundamentales para los pequeños pueblos. Muchas escuelas tienen que cerrar por la falta de niños. En los últimos seis años, en Aragón se han cerrado 29 colegios rurales. Esto supone el primer paso hacia la desaparición. CRA La CEPA es el colegio público de Aguarón. Desde hace 25 años integra a los alumnos de diferentes pueblos de la Comarca como son Consuenda, Encinacorba y Paniza. Tuvieron que unirse ante la falta de alumnos y gracias a eso los niños pueden ir al colegio. Pero este hecho no esconde que muchos de los estudiantes tengan que compartir clase con otros que no tienen su edad. Es imposible sacar adelante una clase de 4º de Primaria con un único alumno. La solución: adelantar o retroceder un curso al alumno.
El problema viene cuando esos niños acaben el colegio para pasar al instituto y, por tanto, dejar el pueblo. No habrá otros que ocupen su lugar. No hay niños en Aguarón. El pasado año hubo únicamente dos nacimientos y un crecimiento natural negativo desde hace varios años.
La edad de los habitantes como principal problema
El envejecimiento de la población ocupa un lugar central en la explicación del problema de la despoblación. Muchas de sus comarcas, especialmente las más despobladas, muestran índices de envejecimiento muy elevados, que duplican la media aragonesa. Esto se debe mayoritariamente al descenso de la tasa de natalidad y a la emigración de la gente joven hacia las zonas urbanas. Aguarón cuenta con un índice de envejecimiento del 255.1, lo que representa la gente mayor de 64 años sobre los menores de 16. Actualmente el medio rural tiene una población sobreenvejecida y el desarrollo futuro de estos territorios es devastador, ya que cada vez hay menos jóvenes en los entornos rurales.
Este hecho hace replantearnos el porvenir de estos lugares, ¿qué futuro les espera? Cada vez es más complicado poder responder a esta pregunta debido a que ni la propia clase política llega a un acuerdo. La despoblación está presente de forma recurrente en su discurso, los programas electorales de cada una de las fuerzas políticas recogen la gravedad de este asunto. Incluso llegan a coincidir en muchas de sus medidas, sin embargo, ¿por qué no se han puesto en marcha antes?
Las perspectivas de futuro en el mundo rural son devastadoras, ya no solo por la pérdida continua de población, sino también por la escasez de inversiones por parte de agentes económicos. Cada vez les cuesta más iniciar su actividad en el medio rural, decantándose finalmente por zonas urbanas donde encuentran un mejor acceso a los servicios.
A pesar de las dificultades que sufren las personas que viven en estas zonas rurales, son muchas las que prefieren vivir en los pueblos y desarrollar actividades. Por eso, existen cada vez más movimientos sociales promovidos por parte de plataformas ciudadanas, para tratar de lograr un futuro digno en el medio rural.
En Aguarón, tras varios años de inactividad, la Asociación Cultural Aucarón ha reactivado un intenso programa de actividades para poner en el mapa al municipio zaragozano. A través de un proyecto de promoción turística y recuperación del patrimonio que pretende poner en valor la historia, arte y cultura del pueblo. Aguarón no busca repoblar el pueblo sino mejorar la calidad de vida de sus habitantes, para que en un futuro sea reconocido y de forma indirecta lleguen más personas al municipio. No existe mejor propaganda que la de sus propios vecinos. Despejar ese sentimiento de abandono y soledad que muchos de ellos tienen y llenarlo de orgullo.
En palabras del periodista Sergio del Molino, autor de La España Vacía. “Los pueblos siguen siendo un terreno de trabajo, un territorio en el fondo un poco extranjero al que les une un compromiso temporal. Con la voluntad de creer en una tierra a la quieren seguir enraizados. Y harán todo por proteger la convicción mítica del paisaje, de edificación de llanos y montañas, la convicción de que allí pasó algo alguna vez”.
La despoblación no es nada nuevo, lo conocido como “España vaciada” ha ido perdiendo población durante un largo proceso de tiempo. Ha llegado un punto en el que no tiene solución, muchos de los municipios ofrecen trabajo y vivienda gratis a todo aquel que quiera vivir en su pueblo. Con la intención de poder repoblar lo que un día estuvo lleno de vida. En cambio, no se trata solo de repoblar sino de dar a sus habitantes el reconocimiento que merecen. Atender sus necesidades y que sientan que no están abandonados.
Unos lugareños que no van en tren, que tienen que hacer horas de viaje para poder llegar a la capital aragonesa porque hay servicios de transporte suficientes. Y que se buscan la vida porque no hay ni un autobús que pase por el pueblo. Sin cine y con colegios a medio cerrar. Pueblos sin médico. Para ser atendido hay que trasladarse a la localidad más cercana. Largas esperas para que llegue una ambulancia y rezar para que no sea demasiado tarde. Todo esto es a lo que se enfrentan los habitantes de más de 3.500 pueblos junto con una lucha constante por no desaparecer.
Hay que mantenerse unidos y luchar por lo que un día nosotros también podemos ser, porque la gran mayoría tenemos pueblo. Y porque solo nos acordamos de él cuando llegan los periodos de vacaciones y vamos a disfrutar. Porque las fiestas de pueblo son las mejores y quien no lo daría todo por pasar el verano con amigos en el pueblo. Por todo ello hay que poner a nuestros municipios en boca de la gente, luchar por lo que un día fueron. Y por lo que serán. Por Aguarón, por el pueblo de tu familia y por cada uno de ellos que se va apagando poco a poco.