¿Y tú, qué haces en Navidad?

Texto y Fotografías: Alba Martín//

Se respira dulce en la plaza del Pilar. La churrería del mercado navideño está haciendo su particular agosto en este mes de diciembre. El chocolate caliente es siempre un fiel aliado contra el frío, aunque otros optan por lo salado y deciden pedir patatas asadas. Las temperaturas han bajado, lo que es más que visible, ya que la mayoría de gente porta gorro, bufanda y guantes. El vaho es el acompañante de las conversaciones. Es de noche, a pesar de ser las seis de la tarde.

La mirada ansiosa de los niños por el algodón de azúcar o por subirse a la noria de madera es más que satisfactoria. En cambio, los adultos fulminan sus compras navideñas con algún producto artesano que venden en los puestos. Algunos se decantan por ir a patinar a la pista de hielo, otros hacen cola para visitar el Belén.

El Belén que, como cada año, se monta en esta plaza zaragozana. Una tradición cristiana. La representación del nacimiento de Jesucristo con figuras. Resulta que es la más grande de toda España. Y no sorprende, puesto que no falta detalle: figuras casi a tamaño real, un río con agua, luz, color…y el Allelujah de Handel acompañando al Ángel Gabriel, el encargado de anunciar a la Virgen María que iba a convertirse en la «Madre de Dios».

Con el villancico Campana sobre campana de fondo, muchas personas deciden visitar este emblema festivo. De hecho, casi todas son familias: abuelos con sus nietos, padres que llevan el cochecito de sus hijos, novios que van de la mano y aprovechan para hacerse una selfi con el portal… Es una imagen casi hollywoodiana. Todos felices y sintiendo el milagro navideño.  

La mirada de cada uno es subjetiva, lo que me hace preguntarme cómo ven las fiestas navideñas un católico, un judío y un musulmán. ¿Cómo se aprecia desde una perspectiva joven? ¿Compartirán opiniones o, por el contrario, discreparán? ¿Estamos ante una fiesta transcultural?

«La promesa de que Dios se hace presente en medio de nosotros». Con esta frase define Isaí la Navidad. Un joven católico de 22 años que, además de celebrar esta fiesta con su familia con la típica comida, va también a los oficios (la Misa del Gallo o la misa del Día de Reyes). En cuanto a los regalos, confiesa que tampoco tira la casa por la ventana: «No soy mucho de regalos, alguna cosita…un jersey, una camisa».

plaza-pilar-2
El mercadillo de Navidad de la capital aragonesa. Fotografía de A.M.A

Isaí Zarza Pallazhco nació en 1996 en Ateca (Zaragoza). Más tarde se trasladaría a Calatayud y ya desde los 15 años vive en la capital aragonesa. A pesar de ser historiador del arte, desde hace unos meses vive en el Seminario -sí, va para cura-, por lo que la religión para él trasciende de lo personal. En Zaragoza hay 20 jóvenes que quieren ser sacerdotes.

—Del 1 al 10, ¿cuán religioso te consideras?

—Yo me pondría un 9, porque siempre hay dudas. Las dudas siempre existen. Tener dudas sobre la fe es sano.

«Yo en Argentina con mis amigos celebraba lo que llamo ‘Navuca’ (Navidad y Janucá) y nos juntábamos y compartíamos las dos tradiciones». Estas son las palabras de Julio, un argentino de 34 años que, desde el 2016, reside en Zaragoza. Además de encontrarse realizando su doctorado en Periodismo, Julio Levit Koldorf es el vicepresidente de Sefarad Aragón. La única asociación en la comunidad (en este caso es una ONG) dedicada a la cultura judía. De hecho, «Sefarad» es en hebreo «España».

En Aragón, habrá unas 40 personas que declaren profesar la religión judía. Julio es uno de ellos aunque, según él, no se trata de una religión: «El judaísmo es una nación. Un pueblo que tiene una religión. De este modo, hay judíos que son ateos», explica.

Una fe «muy permisiva», cuenta el propio Julio, ya que introduce el libre albedrío o «yo no te puedo obligar a nada, porque eres dueño de tu vida y de nadie más». Un concepto que, curiosamente, queda presente también en la filosofía del cristiano San Agustín de Hipona.

Julio confunde Nochebuena y Nochevieja. Se nota que no son «sus fiestas». Como ya adelantábamos, él celebra Janucá que, por fechas, coincide -más o menos- con la Navidad. Aunque su significado es completamente distinto.

Lo tiene claro: «Janucá es la fiesta de la luz y la esperanza». Al igual que la Navidad conmemora el nacimiento de Cristo, Janucá es la fiesta que celebra la reconquista del templo de Jerusalén a los griegos.

Un grupo de judíos -conocido como macabeos- batallaron a los helénicos y, durante los 8 días de asedio a la ciudad, la vela de una ménora (el famoso candelabro judío de siete brazos) permaneció encendida. «Eso es lo que se cree que es el milagro que ocurrió en el templo», relata. «Parece un milagro muy simple, no tenemos estas cosas de multiplicar panes y peces y vino, ojalá…», bromea.

Así, los judíos celebran ocho noches de fiesta y en cada una de ellas se prende una vela. La familia se junta, se cantan canciones, se juega y los niños reciben un regalo por noche. De ahí la similitud a la Navidad. Pero, como advierte Julio, Janucá y Navidad nunca van a coincidir. Sencillamente porque el calendario judío es lunar y el gregoriano, o cristiano, es solar.

«Me llamo Hamza Kadiri, tengo 23 años y nací en Marruecos, en Beni Melal, a 200 kilómetros de Marrakech». Hamza es musulmán y este es su quinto año en la capital aragonesa. En nuestra comunidad, hay en torno a 56.000 personas que practican el Islam. Trabaja en la Opel como ingeniero mecatrónico, pero le falta el TFG para acabar la carrera. Además juega al rugby desde hace un año. Hamza vino a España con 6 años, concretamente, al pueblo riojano de Quel.

Rezar cinco veces al día, ir a La Meca si tu economía te lo permite, no comer cerdo o creer en el profeta Mohamed -que no Mahoma, ya que Hamza nos explica que su nombre no se puede traducir- son algunas de las normas del Islam. El tema del alcohol «está medio prohibido»: «Es un poco diverso. Como te saca de tu ser y actúas de forma diferente y perjudica al cuerpo, hay que evitarlo lo máximo posible hasta el punto de prohibirlo en algunos casos», sentencia el joven.

A la pregunta de qué relación tiene con la Navidad, Hamza relata que Jesús está en el Corán, bajo el nombre de Isa: «No es el actual profeta nuestro, pero sí que es importante». Él sí que la celebra con sus amigos, sin conmemorar el trasfondo religioso.

El homólogo de la Navidad en el Islam -si es que se puede catalogar de tal- es la Fiesta de la Hégira, según el propio Hamza. Una celebración que conmemora el año en que el profeta Mohamed migró de La Meca a Medina. Por ello, según el calendario musulmán, nos encontramos en el año 1440 (se cuenta desde ese hecho).

Pero la fiesta en la que se dan regalos es la Fiesta del Cordero, la cual se lleva a cabo tres meses después del Ramadán: «Es como una compra compulsiva de ropa para todos los niños y se hacen regalos. Últimamente no lo hacemos en casa. Creo que si estuviésemos en Marruecos sí que lo haríamos», comenta Hamza.

El caso es comprar u obsequiar. Es indiferente ser cristiano, judío o musulmán. A la vista está. Si nos remontamos al pasado por estas mismas fechas, es decir, durante el solsticio de invierno, los antiguos romanos celebraban las Saturnales, en honor al dios Saturno. En estas celebraciones también había intercambio de regalos… ¿Casualidad?

paseo-independencia
Las luces del Cortes Inglés resaltan en el paseo Independencia. Fotografía de A.M.A

¿Religión o capitalismo?

Así que el fenómeno «Corte Inglés» viene de lejos. Parece que el gastar nos ha gustado desde siempre. Por ello, para muchos la Navidad queda en eso: obsequiar a familiares y amigos consumiendo. Uno de los indicios más claros de que nos hallamos en un sistema capitalista. Nuestra droga es comprar. Y es que las luces de la calle, la publicidad y el Almendro queriendo volver a casa ayudan bastante a ello.

El capitalismo se come, poco a poco, a la tradición cristiana, aunque esta última sigue manteniendo su poso. No es un pez grande que se come al chico, pero sí podría tratarse de un Prestige. Una fuga consumista de petróleo que, paulatinamente, se expande en el mar cristiano. Quién sabe si lo llegará a manchar entero.

«Yo creo que sí que es cierto que la gente tiene mucha influencia anglosajona -el tema de Papá Noel-, pero también hay algo de lo otro. A la cabalgata de Reyes todo el mundo acude. O a los belenes». Así reflexiona Isaí mientras piensa en la estampa zaragozana actual. «Tiene que ver con nuestra identidad judeocristiana, queramos o no», finaliza. Y, de hecho, ejemplifica lo anterior con el árbol de Navidad que ve en la Estación Delicias mientras lo entrevisto por teléfono.

Julio, por su parte, no duda: «Evidentemente que es una mezcla. Pero, es cierto que España es un país que tiene las tradiciones católicas muy arraigadas». De este modo, considera irónico que celebremos festividades de origen pagano como Halloween. Sin embargo, él cierra con la siguiente tesis: «De todas maneras, yo siempre festejo que la gente celebre lo que quiera. Si quieren celebrar el Año Nuevo Chino o San Patricio, me parece fantástico».

Por otro lado, los tres se muestran conformes con que se monten representaciones religiosas como el Belén en lugares comunes. También coinciden en enseñar en las escuelas públicas una historia de las religiones, para así no marginar a las minorías. A Hamza le pasaba eso: «Yo me metía en clase de religión si se ponían a ver una película. Para estar tres o cuatro gatos en una clase sin hacer nada, por lo menos, veía una peli, aunque fuera de un apóstol», comenta entre risas.  «Al final vas a seguir la religión de tus padres, hasta que no crezcas y no veas o empieces a comparar», sentencia.

Canciones ñoñas

Campanas sobre campanas, peces que beben en el río, una blanca Navidad o un tamborilero al que le da voz Raphael. Los villancicos forman parte de nuestra cultura y desde pequeños los aprendemos, aunque ahora nos puedan llegar a parecer canciones ñoñas u horteras. Pero, ¿a quién no le ha tocado bailar con su pandereta de color chillón en la función del colegio? Hasta los rockeros tienen los suyos propios: Ska-P dice, en su particular Villancico, que «La Navidad es la sociedad de consumo», mismo mensaje que emplea en otro de sus temas, Gasta Claus.

Extremoduro habla sobre Jesucristo García, quien asegura que su madre no era virgen, que no vino el rey y que tampoco le importó. O Boikot que, en su Happy Money, vuelve a criticar ese mensaje capitalista impregnado en estas fechas: «Es el día de Noel y su nombre: Papá Cruel».

Y es que da igual cómo celebremos el 25 de diciembre de 2018, el 17 Tevet del 5779 o el 16 Rabi ` ath-Thani del año 1440, si es que lo celebramos. Lo importante es seguir ese mensaje de paz, de igualdad, de respeto y de amor entre religiones, culturas, razas y géneros. Un poco, a lo Lennon:

Autora:

Irene Lozano nombre Irene Lozano foto

linea decorativa

Nací gritando y no llorando. Crítica, amans culturae y la escritura como compañera. Mi peor castigo sería quedarme muda. La Tierra como única patria, el amor como bandera y las pechugas con robellones de mi madre como religión. Poco a poco, acercándome al mejor oficio del mundo.

Twitter Irene Lozano

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *