Aitor Martín, la memoria del cómic

Irene Lozano Letelier//

Tiene más de 35.000 cómics y se los sabe de memoria; acoge animales en su propio domicilio y está orgulloso de todas sus rarezas.

Aitor Martín nació en 1980 con un cómic bajo el brazo. En la actualidad, más de 35.000 forman parte de su colección, aún incompleta. Vive con su mujer en un piso grande y decorado de forma humilde. Además, otros doce inquilinos comparten piso con la pareja: “Tenemos cuatro perros y ocho gatos”, explica Lara, la mujer de Aitor.

El piso huele a detergente fuerte, quizás para camuflar el olor que todos sus animales deben de desprender. Aitor no se encuentra en casa pero, poco después, abre la puerta dando paso a una revolución de ladridos. Trata a todos sus animales con sumo cuidado, con mimo. Se refiere a ellos como “mis niños” mientras los acaricia. Después de hacer una ruta por varias estancias de su casa, hace un pequeño parón en una puerta cerrada, la única puerta cerrada de todo el piso. Un póster de La guerra de las galaxias y un cartón algo complejo custodian el rincón favorito de Aitor, “su santuario”. – ¿Qué es este cartoncito? – “Es parte del coleccionable que hago semanalmente y es la rama familiar de los Skywalker”. Abre la puerta y entramos a una habitación donde miles de cómics están perfectamente almacenados y ordenados en estanterías. El olor a papel inunda la sala y Aitor explica que tiene que cerrar la habitación porque a sus animales les encanta este olor: “La habitación de los tebeos es un espacio para mí. Estoy orgullosísimo”. El salón es el lugar elegido para la entrevista. Mientras nos preparamos, varios gatos pasan por encima de la mesa y, finalmente, Aitor saca a todos “sus pequeños” del salón. “Empecé a leer cómics de chiquitín. Tengo una foto con tres añitos, sentado en un orinal, y ya estaba leyendo El botones Sacarino”, comenta. Su afán coleccionista comenzó cuando tenía nueve años y pudo empezar a comprarse los tebeos con su paga. Sin embargo, no conserva todos los cómics que leía en ese entonces. “Pasé un momento concreto de necesidad y tuve que deshacerme de algunas cosillas, pero es algo de lo que me arrepiento muchísimo. Eran auténticas joyas de coleccionista”, comenta con voz temblorosa. Aunque a primera vista no lo parece, él se describe como “una persona extremadamente maniática” y, a lo largo de la entrevista, lo demuestra.

Las manías de Aitor

Aitor ordena los cómics por géneros: manga, europeo y americano. Después, cada género lo separa por autores y, cada autor, por temática. Tiene un orden especial para el tebeo americano, que separa por editoriales y colecciones. Además, cada colección la separa con un cómic recopilatorio. Pero su obsesión por el orden va más allá. También ordena los libros y tebeos de derecha a izquierda para que avancen de principio a fin. “A veces me dicen: ¡Eh, que los tienes ordenados al revés! Y yo respondo que igual esto es como en Matrix y son ellos los que ordenan al revés”, comenta divertido.

aitor1Aunque nunca ha contado el número de cómics que almacena en su santuario, asegura que son varias decenas de miles y afirma que si dijera que tiene 35.000, seguramente, se quedaría corto. Solo se ha leído sus cómics una vez, sin embargo, recuerda cada una de las líneas gracias a su memoria fotográfica selectiva. Si algo le gusta, puede recordar perfectamente todos los detalles. “Cuando viene algún amigo a cenar, una práctica que hacemos es que me tapan la cabeza con algo, me enseñan una página de cómic y yo les digo colección, número y sitio donde estaba colocado el cómic”, cuenta con total naturalidad.

 

-¿Alguna vez te han dicho friki por leer tebeos?

-Me lo dicen todos los días mis compañeros de trabajo. Tengo poco tiempo para leer así que, en el descanso del trabajo, mientras me como el bocadillo, cojo algún cómic nuevo y lo devoro con ansiedad.

Se muestra como una persona segura a la que no le afecta lo que piensen los demás. Además, reconoce que le encanta disfrazarse y que no tiene ninguna vergüenza: “Soy muy extrovertido. He ido incluso a cenas de empresa disfrazado. En una me disfracé del pirata Jack Sparrow, uno de mis personajes fetiche, y fui. La gente me decía después: “¿En qué estabas pensando?”. No pensaba, me pareció gracioso y simplemente, fui. Realmente no veo diferencia entre disfrazarte del Batman e ir a un salón del cómic y disfrazarte de jugador del Madrid e ir a ver el futbol”, argumenta. Aunque siempre ha sido una persona muy independiente recuerda con cierta timidez que, de niño, lo pasaba mal por tener hobbies diferentes: “Alguna vez les preguntaba a mis padres si era un bicho raro”.

-¿Tenías problemas con los niños en el recreo?

-En el recreo, los niños me decían: “¡Vente a jugar a fútbol!” Y yo les decía: “no, me quedo leyendo o me voy a jugar con las chicas”. Entonces me llamaban mariquita o cosas así. Los niños pueden ser muy crueles porque de pequeño eres más vulnerable, más inocentón.

-¿Te sentías desplazado?

-Siempre he sido una persona muy sensible y yo mismo le daba vueltas al tema y me decía… ¿Por qué si somos 31 niños, 29 corren a la pista de fútbol y yo prefiero sentarme e ir en el pequod a cazar a Mobi-Dick o viajar a la isla de Robinson?

A pesar de todo, Aitor recuerda estos episodios como anécdotas y asegura que nunca le han supuesto un problema en su vida. Tiene completamente interiorizada su afición y cree que hay otras más extrañas: “Vuelvo al tema del fútbol. Como pierda un equipo hay disturbios, se ven en las noticias habitualmente. Yo no me he juntado nunca con fans de Superman para ir a pegar a fans de Batman… ¡Aunque serían unas risas!”, dice sonriente.

Una gran responsabilidad

Aunque, por cuestiones económicas, no compra todos los cómics que le gustaría, gasta una media de 50 o 60 euros semanales en tebeos. Si hay salón de cómic ha llegado a gastar hasta 300. Además, reconoce que espera con ansia a que sea viernes para ir a Taj Mahal, su tienda de cómics favorita, a comprar todas las novedades. Compra para leer, pero también entra en juego su afán coleccionista: “Hay una colección en concreto, Hellblazer, que colecciono como un perro famélico”.

aitor2Aitor trabaja desde hace años en Alcampo aunque tiene una espinita clavada: “Soy un actor sin trabajo”, asegura. Con 19 años se fue a Madrid a ser actor porque consideraba que Zaragoza se le quedaba pequeño. “Era bastante arrogante, me faltaba humildad, y me fui allí pensando que era el número uno. Luego te das cuenta de que siempre hay alguien que lo va a hacer mejor que tú”, admite. Sin embargo, sus intentos en Madrid terminaron prematuramente cuando su padre enfermó. “Me dije una famosa frase de Spiderman: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” y…o me hacía el sueco y me quedaba allí o volvía. Pero bueno, es mi padre, realmente no había decisión que tomar”, admite. Actualmente, sigue queriendo ser actor pero se siente afortunado: “A día de hoy pago mis facturas y, sobre todo, los viernes puedo pagarme el vicio que tengo con los tebeos. Eso, ahora mismo, es un lujo”.

Lara y Aitor, una pasión compartida

Cuando volvió a Zaragoza se “estabilizó”. Conoció a Lara, de la que habla con infinito cariño y respeto. Llevan dos años casados y comparten todas sus aficiones. “Conocí a Lara casi por casualidad. En dos semanas empezamos a salir y lo demás, es historia”, recuerda. Lara estaba leyendo un libro en la barra del bar en el que habían quedado por primera vez y eso llamó muchísimo la atención de Aitor: “simplemente, conectamos”. A pesar de su reciente matrimonio, Aitor reconoce haber vivido momentos muy duros. Duda un instante pero, finalmente, se sincera: “Cuando empezamos a salir teníamos la boda prevista, todo ideado. Nos compramos el piso y dijimos: “a por el niño”. Pero ella desarrolló cáncer y perdimos al bebé porque había que empezar a aplicarle quimio”. La enfermedad de su mujer les obligó a adelantar la boda: “Me casé con un anillo de dos euros comprado en el chino de camino al Ayuntamiento porque el testigo se olvidó de los anillos”, recuerda entre risas. Ahora, la pareja está esperando a que el médico les permita volver a intentar el embarazo. Aunque su mujer no es una fanática de los cómics como él, ambos comparten su afición por los animales. Tienen una casa de acogida en su propio domicilio y organizan adopciones para los animales que van encontrando y no pueden quedarse: “Yo les amo. Creo que están por encima del ser humano, de los perjuicios que tenemos. Tenemos muchísimo que aprender de ellos”.

-¿Con cuál de tus dos pasiones te quedas?

-La verdad es que los tebeos me privan pero ellos están por encima, son mis niñas y mis niños. Cuando me despierto me hacen una fiesta en la que me dicen: “¡Hola papaíto, buenos días!” Digo papaíto porque realmente los considero mis niños.

Aitor reconoce que alguna vez ha “montado pataletas” organizando una adopción. Para él, lo más duro es hacerle entender al animal que no está siendo de nuevo abandonado. Sus dos pasiones se unen en un género, el cómic de animales, del que su mujer también es una ávida lectora. Sin embargo, Aitor prefiere el género superheróico. Tiene verdadera admiración por los personajes de cómics y afirma que le gustan tanto los héroes como los villanos: “Con los villanos me pasa que soy perfectamente consciente de que son los malos pero tienen una historia tan sumamente rica y elaborada que hay veces que conecto con ellos”. Su héroe favorito puede llegar a sorprender: es un asesino. “Es un forense brillante que mata a criminales pero no deja de ser un psicópata porque los trocea. Sí, Dexter es mi villano favorito. De hecho mi gatito se llama Dexter”, explica.

-¿Todos tus animales se llaman como personajes que te gustan?

-Casi todos. Tengo a Arwen que es un nombre de El señor de los anillos; a Sirius, que es un personaje de Harry Potter; Bender, como el robot alcohólico de Futurama…

-¿Tienes alguna otra curiosidad con el nombre de tus animales?

-Sí, hay una que sí que es realmente friki. El primer perro que tuve fue Sam, cuyo nombre son dos consonante y una vocal abierta, por eso al segundo tuve que llamarlo Zoe, porque es lo contrario: una consonante y dos vocales casi cerradas.

-Tenía que ser así… ¿Por qué, exactamente?

-Porque siento que si no el universo implosiona o algo así. Es otra de mis rarezas.

Pone a sus animales nombres que son significativos para él y, a su vez, le gusta sentirse3444785643_0f804994e9_z identificado con alguno de los personajes de sus comics. Aunque no coincide con ningún personaje en concreto, le gusta pensar que tiene la valentía de Lobezno, la honradez de Superman y el sentido de la justicia de Batman. Además, asegura que si pudiera tener un superpoder, serían las garras del lobo: “siempre me han gustado. Son muy molonas y super macarras”. Los cómics le privan pero afirma que el negocio en España es muy limitado. La falta de reconocimiento y de demanda hace que el tebeo no sea un negocio rentable sino más bien, carne de coleccionistas como Aitor. “El comic es un medio de comunicación, un medio de denuncia, de reflejar la sociedad y criticar aspectos que funcionan mal. Uno de los mayores problemas es que sigue anidada la idea de que los tebeos son para niños, o para frikis, o para colgaos que se ponen mallas y saltan por ahí, pero el tebeo es arte y literatura: es cultura”.

El superpoder de Aitor

Aitor Martín tiene muchas rarezas y manías. Él mismo reconoce que es un poco “especialito” y, en ocasiones, obsesivo. Sin embargo, habla con absoluta normalidad de su memoria eidética. La memoria eidética es lo que comúnmente conocemos como memoria fotográfica pero, en su caso, es selectiva. “Si algo me gusta, me basta con verlo o leerlo una vez para tenerlo completamente memorizado”, asegura. Le ocurre con los cómics, con los libros, con series y películas: “Hay libros que sólo he leído una vez y soy capaz de recitarte decenas de páginas. Simplemente…se me queda”. Me lo demuestra hablando de la serie Lost. Recuerda un detalle concreto y, sin darse cuenta, me dice la temporada, el capítulo y el momento en el que aparece. “De Lost te puedo dar nombres, recitar trozos, gestos, capítulos y detalles muy, muy concretos. Pero porque Lost me ha marcado”, explica. Su poder preferido son las garras de Lobezno, sin embargo, su propio superpoder no tiene nada que envidiarles.

Autora:

 

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Llevo a mis espaldas 23 años de indecisiones. Pensaba que quería ser abogada, pero me equivoqué rellenando la solicitud. Podría ser protagonista de Crepúsculo, pero me apasiona escribir sobre temas sociales y me ficharon antes en Zero Grados. Intento entender qué es eso del Transmedia. También pongo un poco de orden al contenido de este caos.

Twitter Irene Lozano


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