Beatriz y los cuerpos celestes, una novela sobre supervivencia sentimental

Paz Pérez//

Las estrellas son luces que no sabemos si aún existen y las órbitas son cadenas invisibles. De eso nos habla Lucía Etxebarria en Beatriz y los cuerpos celestes, una de las obras por las que se dio a conocer esta escritora, donde los entes del universo se convierten en los personajes secundarios. Están presentes desde su distancia y giran en torno a Beatriz, que se enfrenta a su pasado para que el presente tome el relevo.

Beatriz y los cuerpos celestes habla sobre tres mujeres. Cat, lesbiana y entregada a los demás hasta el punto de olvidarse de sí misma; Mónica, devorahombres que utiliza el sexo para evadir la realidad, y Beatriz, la protagonista, confundida y encerrada en un pasado que le impide conocerse.  Mónica es una estrella que brilla para Beatriz pero que no sabe si aún existe. Una estrella cuya luz parece cegarle hasta tal punto que es incapaz de ver más allá. Cat es la órbita que gira alrededor de Beatriz y que siente como una cadena aunque no le apriete.

La historia está ambientada en los recién nacidos noventa, que aún bebían de la influencia psicotrópica de los ochenta. Un ambiente crudo y demacrado donde las drogas parecen marcar los pasos de Mónica, su novio camello y, por consecuencia, los de Beatriz. Aunque no son las drogas las que enganchan y arrastran a la protagonista a una sucesión de eventos dramáticos que van in crescendo a lo largo de la historia, sino Mónica, su amor platónico, a la que sigue por los bares oscuros y a través de un entorno tóxico y nocturno.

Todo comienza cuando Beatriz decide irse de Edimburgo y volver a Madrid. Es entonces cuando el pasado de Beatriz comienza a latir más fuerte y nos relata qué ocurrió antes de arrojarse a los brazos de la capital escocesa.

La mente de Beatriz oscila entre su presente en Edimburgo y su pasado en Madrid. La niebla de la ciudad de Edimburgo parece abrazar y convertir su pasado en nostálgico. La regresión que sufre Beatriz durante la historia se convierte en una búsqueda de sí misma. Edimburgo es la ciudad en la que ha descubierto un amor sano y sencillo con Cat, a la que no puede evitar comparar con su pasado. Mientras que Madrid se convierte en el símbolo de su amor platónico con Mónica, una chica caótica y problemática que le engulle inintencionadamente hasta vaciarla. Madrid es el caos y Edimburgo la monotonía. Edimburgo es sombría y vertical y Madrid horizontal y luminosa.

“Ahora comprendo que la ciudad me sigue, que camino siempre por las mismas calles, y que hace falta desenterrar la angustia para que no se pudra bajo mis pies. Por esta razón dejo una ciudad y regreso a otra, porque sé que en el fondo habito siempre en la misma. Creía dejar atrás el sufrimiento y he comprendido que lo llevo conmigo (…)”

De esto trata la historia, de cómo Beatriz desentierra su angustia para enfrentarla sin saber si va a vencer o no. Sabiendo que el sufrimiento no reside en una ciudad sino en ella misma. Así, las urbes se limitan a ser recipientes vacíos, excusas para hablar del estado amniótico en el que a veces una persona flota: no está viva ni muerta; no está  ni en Madrid ni en Edimburgo; no está en el presente ni en el pasado.

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El libro se trata de una constante dicotomía, dos opuestos enfrentados. Dos mujeres en la vida de Beatriz, que se funden con sus ciudades de origen y que se confunden con cuerpos astrales.

“Si pienso en Mónica y en su cuerpo celeste imagino enormes telescopios capaces de acercarnos a estrellas lejanísimas, galaxias que se expanden hasta el infinito, materia brillante, fuentes de luz y radiación (…)”

Mónica y Cat son dos tipos de mujeres completamente distintas; mientras la primera parece ejercer una fuerza gravitacional incontrolable para Beatriz, la segunda se posa en la vida de la protagonista con el sigilo y ligereza propios de un felino. Y en medio de dos mujeres formadas se encuentra Beatriz, que se convierte en un reflejo de ambas porque no es capaz de definirse a sí misma. Eso le lleva a ser reacia a tomar decisiones y a dejarse llevar por cómo los movimientos de los otros le afectan. Como una barca a la deriva cuyos movimientos son únicamente los que le provoca el empuje de las olas.

“A veces pienso, (…) que fui enviada al mundo con una misión: comunicarme con otros seres, intercambiar datos, transmitir. Y sin embargo, me he quedado sola, rodeada de otros seres que navegan desorientados a mi alrededor en esta atmósfera enrarecida por la indiferencia, la insensibilidad o la mera ineptitud, donde una nunca espera que la escuchen, y menos aún que la comprendan”

Beatriz y los cuerpos celestes es la historia de una chica que vislumbra que sólo será capaz de entenderse a sí misma cuando conozca el origen de su sufrimiento. De una mujer que se siente a millones de años luz de cualquier otro. Es la historia de dos mujeres que abrazan cuidadosamente a Beatriz hacia dos extremos distintos. Es una historia que juega con los tiempos antes de hablarnos de decisiones. Es la historia de quien intenta sobrevivir al universo sentimental que la envuelve para ser capaz de seguir su propia órbita.

Autora:
Paz Perez foto Paz Perez nombre

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Periodista, poeta y viajera. No sé si por ese orden. Estudié periodismo para dedicarme a descubrir, comprender y cuestionar un mundo que me apasiona y decepciona al mismo tiempo. Soy la contradicción hecha persona. Un manojo de dudas existenciales que suelo resolver escribiendo en hojas sueltas planes que nunca sigo.

Twitter Blanca Uson


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