Un salto para pasar a la ofensiva
Redacción Zero Grados//
El pasado 7 de marzo se presentó en Zaragoza el número 0 de El Salto. Un nuevo medio de comunicación que apuesta por la cooperación entre medios independientes y se entiende como una herramienta al servicio del cambio social. De la mano de Diagonal y con el apoyo de medios como Píkara Magazine o Arainfo arranca este proyecto en cuya web, que se inaugura en mayo, podréis leer también a Zero Grados.
Todavía con olor a imprenta y temblorosos por el vértigo, los primeros ejemplares de El Salto van desperdigándose por quioscos y buzones. Lo hacen despacio pero sobre ruedas, sobre dos para ser exactos. Es solo un detalle, pero es perfecto para simbolizar que estamos ante algo distinto: El Salto se reparte en bicicleta.
No es extraño entonces que el lugar escogido para presentarse en Zaragoza sea La Ciclería. Un centro de la economía social que entiende la bicicleta como una herramienta de transformación social. La Ciclería es una cafetería y un taller de bicis, también un lugar de encuentro para otros proyectos colaborativos como El Salto.
La sala tiene aspecto de taller o de almacén cuando todavía está vacía; las paredes descubiertas, las vigas del techo…Todo calculadamente informal. A los pocos minutos la sala se llena tanto que la gente comienza a amontonarse de pie en los laterales y se les adivina asomándose desde las escaleras de bajada. Todo está a media luz, menos el espacio iluminado al que van llegando los representantes de Diagonal y Arainfo a ocupar los sillones tan usados como desparejos.
Al poco de tomar la palabra, los cinco periodistas encargados de la presentación se disculpan: estamos en vísperas del Día Internacional de la Mujer y las cinco voces que presentan El Salto son hombres. “Para nosotros el feminismo es una pata fundamental de este proyecto y este un problema que tenemos que trabajar”, dice Iker González, de Arainfo. «Es un problema y, es cierto, tenemos que reconocerlo y no defendernos”, prosigue Chorche Tricas, miembro del Consello General de Arainfo.

Sin embargo, los dos representantes de Diagonal Madrid recuerdan que en su redacción ya han logrado la paridad y han aplicado la cremallera para nuevas incorporaciones. “Por lo menos en El Salto el director no es hombre, porque no hay directores”, rematan entre risas.
El origen de El Salto tiene varias fechas: el proceso se comenzó a armar a finales de 2016 aunque la idea viene gestándose desde hace más de 15 años. Ese trayecto tiene varios nombres –Molotov, El gran salto, Diagonal- y varios momentos importantes con los cambios sociales como detonante. El Gran Salto fue el nombre que tuvo el proceso por el que el periódico Molotov pasó a ser Diagonal allá por 2005, recuerda Martín Cúneo, uno de los representantes de Diagonal. Y este último salto comenzó a estirar las piernas, como tantas otras cosas, con la aparición del 15M: “Frente a esa demanda de información crítica y de cambio social empezamos a darnos cuenta de que nos habíamos quedado anquilosados y que Diagonal ya no servía como herramienta de información crítica, nos habíamos quedado pequeños”, dice Martín.
Entonces comenzaron a mirar alrededor y vieron que, junto a los nuevos medios que surgían, con financiación y estructuras similares a las de los clásicos, se había producido una explosión de medios alternativos que compartían la misma visión de la información y la misma precariedad. “Medios que se encuentran siempre a la defensiva cuando tendrían que pasar a la ofensiva. Y pensamos en qué hacer con todos esos medios que entendían la comunicación y tenían los mismos objetivos que nosotros. Y entonces ideamos El Salto”.
El Salto es por tanto un medio formado por la cooperación de muchos otros a lo largo del estado. Un proyecto del que ya forman parte decenas de cabeceras alternativas como Píkara Magazine, El salmón contracorriente, Guerrilla Comunicacional, Colectivo Burbuja, etc. y al que también nos hemos sumado desde Zero Grados. “Vimos que había iniciativas que estaban trabajando en la misma línea que nosotros y en este sentido era sencillo que cooperáramos. De ahí surgió esta idea de colaborar pero no competir. Nosotros no queremos competir con otros medios: nuestra idea y nuestra forma de entender el periodismo es verlo como una herramienta más que ayude a la transformación social”, afirma Chorche Tricas.

Este medio alternativo aragonés, con siete años de trayectoria, se encarga de coordinar la edición aragonesa de El Salto, que ya tiene ediciones locales en Galicia, Andalucía, Navarra y Madrid. Destaca Miguel Ángel, uno de los integrantes de Arainfo, que esta es “una gran oportunidad para nosotros de salir en papel con información crítica aragonesa e intentar hacer una muesca al bloqueo que existe por el que Heraldo prima y es lo único que se encuentra en los bares. Esperamos que este impulso que nos ha dado Diagonal haga que logremos crear un espacio para llegar a más gente”.
La idea de la suma va más allá de lograr una mayor cantidad de lectores y contenidos o mostrarse como un proyecto potente y amplio. Afirma Jota, miembro del colectivo editor de Diagonal: “No se trata solo de ser muchos, la fortaleza está en ser muchos pero autónomos y descentralizados. Parte de la riqueza del proceso está también en no uniformizar porque la realidad no es uniforme”. Por su parte, Martín puntualiza que no es tanto un medio o una plataforma como un método: “Un método que busca juntar fuerzas en vez de duplicar esfuerzos, compartiendo recursos, poniéndonos de acuerdo, colaborando para ser más útiles, y manteniendo los principios de lo que entendemos como un periodismo independiente: la horizontalidad, la calidad periodística y la independencia en la financiación”.
Esa independencia tiene una línea roja clara: no se acepta publicidad de grandes empresas. La financiación del proyecto depende de los dueños de El Salto que son sus lectores, socios y suscriptores. “Nuestra idea es ser una cooperativa en la que lectores y socios puedan participar -si quieren- en la línea de los contenidos y en la toma de decisiones. Ese es el modo de demostrar que se es un medio de propiedad colectiva. Para nosotros ser independientes significa poder demostrarlo”, dicen. Se trata de una cooperativa con tres tipos de socios -trabajadores, colectivo editor y consumidores individuales y colectivos- que pueden participar en la toma de decisiones y en la línea editorial del medio. “La idea es hacer una asamblea general anual en la que se aprueben las cuentas y se fijen las líneas estratégicas del año siguiente. Además, estamos pensando en hacer un encuentro colectivo anual para fijar una especie de agenda de los movimientos sociales del año”, continúa Jota.

De momento El Salto tiene tiene dos patas –la revista y la web- aunque no se cierra ninguna puerta y ya se está empezando a plantear el paso a lo audiovisual e incluso la implantación en otros territorios fuera del país. “La web se adapta al lugar desde el que se conecta una persona. Aquí en Aragón, por ejemplo, lleva a una home que lleva a la información de Aragón y luego a la estatal. Es un diseño muy novedosos que permite perfectamente que, una vez que veamos que funciona en el estado, podamos pensar en el público hispanohablante”, destaca Martín.
Lo que ahora ojea la gente en la planta baja de La Ciclería es el número 0 de la revista, aunque la apuesta fuerte de El Salto es la web, cuyo lanzamiento está previsto para mayo. Para entonces esperan sumar 3500 socios suscriptores más a los cerca de 12000 que ya han decidido continuar de la mano de Diagonal o unirse a su próximo paso. Su respaldo, recuerdan, es crucial para mantener la independencia y apostar por un periodismo que apuesta por dar voz a aquellos movimientos y procesos sociales a los que los demás medios, envueltos en la máxima de la objetividad y la imparcialidad, silencian. Un periodismo que entiende que su objetivo es ser una herramienta más al servicio del cambio social.