«Comienzas a ver la luz cuando entiendes que tu trabajo consiste en encontrar trabajo»

Ángel Giménez Nasarre//

Carmen es una mujer zaragozana de 55 años que durante la crisis económica de 2008 perdió su puesto de trabajo como administrativa, donde llevaba 25 años. Mujer casada y con dos hijos, tuvo que renovarse para poder encontrar de nuevo un hueco en el mundo laboral. Actualmente trabaja en la atención sociosanitaria a personas dependientes del Ayuntamiento de Zaragoza. Pero el proceso de volver a encontrar trabajo siendo mujer, con 45 años y en plena crisis económica no ha sido nada fácil.

«Estás con tanto trabajo que no piensas en el cierre…pero ese día y ese momento de bajar las persianas y entregar las llaves llega. Es cuando se te pasan por la mente todos los años dedicados a ese trabajo. Cierras una etapa muy importante de tu vida y se te abre otra de incertidumbre por lo que te espera de ahora en adelante y también se abre un periodo de tristeza. Se te va toda la seguridad en ti misma y la estabilidad. Pero, por otro lado, crece algo de esperanza y aparece cierta tranquilidad después de la tensión vivida los últimos meses previos al despido.»

Todo se volvió gris. A partir de ese momento, el sonido del despertador a las siete de la mañana ya no representaría el punto de partida de una nueva jornada de trabajo. Como muchas otras mujeres mayores de 45 años, Carmen no tuvo fácil el camino hacia un nuevo hueco en el mercado laboral.

2008

Carmen trabajaba como administrativa en una empresa que llegó a tener 25 tiendas abiertas en Aragón, con almacén de artículos de menaje, regalos y hogar, importados de otros países. Llevaba la administración, el control de personal y la inspección de todos los comercios. A pesar de tener tan solo 45 años, iba a cumplir 25 en la misma empresa, justo antes de que sucediera todo. Era una mujer con una vida cómoda y estable, con un sueldo medio de 1600€ al mes. Una jornada laboral de mañanas y tardes, sin horario de salida y fines de semana libres. El único punto que ella hubiera cambiado en aquella época era el poco tiempo que esta jornada le dejaba dedicarle a su familia. En su marido recaía el trabajo de cuidar a los niños y llevar la casa, por sus horarios.

Pocas veces había pasado por la cabeza de Carmen cambiarse de trabajo. La única ocasión en que lo meditó, fue cuando sus hijos eran pequeños. El largo tiempo que pasaba en la oficina, debido a que en ella se centraba el mayor peso de la empresa, le hacían estar muchas horas fuera de casa. Pero nunca fue una idea muy clara ya que eso supondría un sueldo menos en casa durante el tiempo de búsqueda, para que al final este seguramente fuera inferior, y que a Carmen le gustaba mucho su trabajo por lo que no pasó a la acción.

En el año 2008 se produjo una gran crisis financiera Global que comenzó con el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estado Unidos (2006), y acabó repercutiendo en el resto del mundo. España no fue una excepción. Enmascarada bajo el término de crisis económica, acabó desembocando en crisis en otros sectores como el social,  el institucional, el territorial y el político. Uno de los aspectos más duros fue el desempleo. Millones de personas se vieron en una situación sin precedentes en sus vidas y difícil de compaginar con la manera de vivir tal y como la entendían hasta ese momento. Nuestro país pasó de tener una tasa de desempleo de poco más del 8% en 2007, a valores del 25% en 2012. Los sectores de la construcción y los servicios fueron los más afectados.

inem-parados-larga-duracion-kllC-U40698771282lMF-624x385@RC
Fila en INAEM. Fuente: Philippe Desmazes (AFP)

Carmen comenta que para ella y la empresa en la que trabajaba el 2008 no fue un mal año. En Zaragoza se celebraba la EXPO 2008. Esta “mega fiesta” dejaba mucho dinero en la ciudad. Vivían un poco aislados de la realidad económica del resto del país, casi como el propio Gobierno, afirma Carmen con cierto rencor.

Durante un largo tiempo, el Gobierno español llegó a negar la crisis enmascarándola bajo el nombre de «desaceleración económica», pese a que continuamente aprobaba medidas para sostener la que se «venía encima«. Planes para reactivar la economía española por valor de 10.000 millones de euros, leyes sobre el fondo de inversión local de 8.000 millones de euros para que los ayuntamientos desarrollen proyectos de infraestructuras, etc. Una cierta calma tensa antes de que todo explotara.

Pero como era evidente, la crisis estalló. El empleo fue uno de los aspectos más dañados. En nuestro país llegó a haber más de 6 millones de parados en enero de 2013. Millones de personas, sobre todo del sector privado, fueron despedidos de sus empresas, y miles de autónomos y pequeños empresarios tuvieron que echar el cierre a sus negocios ante la imposibilidad de continuar con ellos.

La empresa en la que trabajaba Carmen cerró por jubilación del propietario. Era algo que no estaba previsto, pero la nueva situación que se estaba viviendo, hizo que el dueño decidiera jubilarse y cerrar la empresa. Carmen narra estos hechos con melancolía y se nota, en su voz, que han sido años duros, pero que cuenta su experiencia y sus malos momento desde una perspectiva ya pasada y solucionada, con una vida laboral que se ha vuelto a encarrilar.

Desempleo, género y edad

Comenzaba una situación anómala para millones de españoles. El desempleo y la necesidad de buscar trabajo en un panorama desolador por la escasez de oferta laboral. Con un número reducido de puestos de trabajos y la necesidad vital de encontrar algo para salir adelante. Al principio, Carmen pensaba, como tantos españoles, que no tendría problemas para lograr otro trabajo de lo suyo. Con 25 años de experiencia y un largo curriculum no debía de ser tan difícil. Pero no fue así. Las personas con más experiencia y de mediana edad se dieron cuenta de que las oportunidades se habían evaporado. Eran los que más difícil lo iban a tener. Se dejó de lado a un porcentaje altísimo de gente mayor de 45 años. El Estado aún no ha sabido cómo resolver esta realidad. Sigue echándose a la calle a gente competente y muy formada de entre cincuenta y cincuenta y cinco años, que malviven mientras dura el paro y las indemnizaciones hasta cumplir como pueden la edad de jubilación para poder volver a medio respirar. Estamos hablando de diez, quince o veinte años de una precariedad y angustia inmerecida de un porcentaje muy alto de la población.

La voz de Carmen se va aflojando al recordar este asunto. Cuenta como el problema vino cuando se puso a buscar trabajo y empezó a notar que era imposible conseguir algo. La crisis continuaba y no tenía pinta de que fuera a ir a mejor. A la oficina de empleo o la de colocación les daba completamente igual que gente como Carmen tuvieran 25 años de experiencia laboral. Con la mirada perdida recuerda como sus esperanzas se desmoronaron y lo difícil que iba a ser encontrar de nuevo un trabajo.

Como ella había miles de mujeres de mediana edad que estaban en la misma situación, y es que tu edad y sexo también marca la dificultad en la búsqueda de trabajo: Mujer mayor de 45 años, todo eran inconvenientes.

Como afirma Politikon en un estudio sobre la relación entre el desempleo y la crisis de 2008, el empleo masculino sufrió una mayor caída, llegando a bajar hasta 10 puntos (del 75% al 66%). Por otro lado, el empleo femenino no llegó a sufrir una bajada tan drástica durante la crisis y se mantuvo relativamente constante alrededor del 60% (del 62% al 58%). Pero, en todo momento la tasa de empleo masculina se mantuvo hasta 10 puntos por encima de la femenina, por lo tanto, el empleo femenino fue más estable durante la crisis, pero siguió siendo notablemente inferior al masculino.

Las gráficas muestran que la tasa de paro aumentó de manera más pronunciada en el indicador masculino, pero partía de una gran diferencia entre géneros de alrededor de dos puntos antes de que comenzara la crisis. Esta hace que la diferencia se estrechara, pero la tasa de desempleo femenina siguió superando a la masculina a lo largo de todo el periodo.

desempleo_zona_euro
Gráfica tasa de desempleo zona Euro. Fuente: Politikon

Por otro lado, el ser una persona mayor de 45 años hacía que se complicase mucho más esta búsqueda. Con la vista en la jubilación y pensando ya en los últimos años de cotización está situación se agrava y les convierte en uno de los colectivos más vulnerables ante el desempleo. En 2013 en España 1,7 millones de personas mayores de 45 años estaban en paro. De todos estos, un cuarto de millón llevaban entre uno y dos años en el paro y casi un millón de personas llevaban más de dos años como desempleado.

Esta franja etaria sigue siendo un problema en el mundo laboral español. Lejos de solventarse se ha agudizado la situación. Un estudio realizado sobre la encuesta de Población Activa, del INE y la Fundación BBVA, demuestra que actualmente de toda la población desempleada de 50 años o más, el 39,2% lleva buscando trabajo más de 4 años. Muchas asociaciones y personas piden que sea el propio Gobierno y las instituciones los que regulen y tomen medidas para conseguir remontar estos datos. Como afirma el periódico Libre Mercado, la sensación es que al parado mayor de 45 años en España se le incentiva para que abandone, incluso saliendo del mercado laboral, antes que considerarlo como un desempleado coyuntural que todavía puede ser útil para la sociedad.

Una nueva oportunidad

Carmen tuvo un poco de suerte. Pese a todo, nunca pensó que no volvería a trabajar. Su objetivo era conseguir lo que fuera. Sabía que nadie le iba a ayudar: «En realidad comienzas a ver la luz cuando te mentalizas que tú nuevo trabajo es encontrar trabajo y le empiezas a dedicar las horas necesarias cada día». Y así fue. Cada día junto con una amiga en su misma situación se recorrían empresas y ETT (Empresa de Trabajo Temporal) marcándose unos horarios, de esta manera consiguieron que no se les hiciera tan cuesta arriba.

En el sector que ella manejaba de administración y empresas no había nada, todo estaba paralizado. Tuvo que abrirse a nuevas opciones. Carmen intenta recordar el número exacto de currículos que echó durante toda su etapa como desempleada, pero es imposible por más que piense. Decenas, centenas, solo puede decir que cada semana mandaba imprimir una buena cantidad de papel con su currículo impreso y con la esperanza de que esta semana sí hubiera suerte.

Tras unos meses poco esclarecedores, una mañana calurosa de verano Carmen recibió una llamada. Era una mujer con una voz alegre y amable, como la propia Carmen la recuerda, y no fue para menos. Era su llamada de la salvación.

Le llamaban desde la oficina de atención domiciliaria de personas dependientes del Ayuntamiento de Zaragoza para ofrecerle trabajo. Sin pensárselo un minuto dijo que sí, aunque su única experiencia en este sector era el cuidado de su madre y dos tías mayores, pero les sirvió. Nada más colgar el teléfono la emoción de volver al mundo laboral recorrió todo su cuerpo.

Comenzó cubriendo unas vacaciones en el verano de 2012, pero poco a poco le fueron llamando más, cada vez para más tiempo. A raíz de ahí, Carmen descubrió que le gustaba lo que hacía y era una buena oportunidad para comenzar a tirar de algo. Desde la empresa le dijeron que si quería seguir teniendo opciones en este puesto de trabajo debería sacarse la titulación para ello. Estos eran unos cursos que impartía el INAEM (Instituto Aragonés de Empleo) que estaban cotizadísimos pero Carmen consiguió acceder a ellos. Duraban unos 10 meses entre teoría y práctica, por lo que tuvo que dejar su nuevo puesto de trabajo durante esos meses. Al acabar la formación avisó a la empresa para que la volvieran a incorporar. No había pasado ni una semana y Carmen ya estaba de vuelta en el trabajo.

En agosto del año pasado, Carmen cumplió 8 años en este puesto con un contrato fijo. Cuenta que se trata de un trabajo vocacional que requiere mucha paciencia y empatía. Los y las trabajadoras a domicilio entran en la vida de las personas, en principio por imposición, pero en un breve plazo pasan a ser un pilar muy importante. La gente que necesita estos servicios suelen ser personas que están solas o tienen problemas, por lo que les acogen y les esperan con mucho cariño. Hay gente que solo ve a personas como Carmen en todo el día, lo que hace que sea un trabajo muy agradecido.

Se espera que una mujer como Carmen cuente toda esta situación vivida con palabras de melancolía hacia el tiempo pasado y de dureza por lo que le ha tocado vivir, pero no es así: «El cambio lo veo bueno. Indiscutiblemente el sueldo no es el mismo que de administrativa, pero lo miro con buenos ojos. En relación personal he ganado mucho, y en tranquilidad y bienestar también. Son dos trabajos muy diferentes, pero ahora mismo estoy contenta con lo que tengo».

No toda la gente ha tenido la misma suerte que Carmen. Millones de españoles mayores de 45 años siguen en búsqueda activa de empleo desde la crisis, con una gran experiencia y madurez, así como con la energía y la fuerza aún intactas. Viviendo de las ayudas y con serias dificultades para llegar a fin de mes, la crisis les expulsó a la calle y el Estado aún no ha generado medidas suficientes para reengancharles o para asistirles con dignidad. En definitiva, los grandes olvidados del Estado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *