Cuando se busca una patria
Texto y fotografía Gloria Serrano//
Por millares contaba el embajador de México en París las cartas de los exiliados españoles solicitando ayuda para embarcar rumbo a América. Sí, un día los españoles fuimos sirios y escribimos misivas desgarradoras. Cartas de las golondrinas, de la compañía teatral Escena Miriñaque, traduce en carne y hueso esa correspondencia, memoria del exilio.
Siria, 2015. ¿Qué sabemos de esta república árabe en la que pronto se van a cumplir cinco años de guerra civil? ¿Qué sabemos de sus veinte millones de habitantes? ¿Y de sus minorías armenia, turca y kurda? ¿Qué de sus vecinos: Iraq, Líbano, Jordania? Desgraciadamente, poco más allá de las imágenes de refugiados que mueren en las costas europeas y que nos retrotraen a otras diásporas de la vergüenza.
Chile, 1973. Exilio, asilo, Junta Militar, Salvador Allende, Pinochet. Nombres propios, erigidos ya en conceptos. Estremecen, pero seguramente menos que los recuerdos y emociones de los hombres, mujeres y niños que tuvieron que dejar atrás sus raíces ante la persecución y la posibilidad real de ser asesinados por los golpistas chilenos. Historias, voces quebradas, rostros atemorizados… Como los de los 720 adultos y 36 menores chilenos que llegaron a México gracias a las gestiones de la diplomacia azteca.
España, 1939. “Señor embajador: Mil perdones por escribirle con lápiz. No tenemos tinta más que para escribir el sobre debido a que no disponemos de moneda francesa y la española no la quieren. Dentro de la desgracia, si esto es lo que es, he forjado una ilusión: poder ir a México para ensayar el cultivo del arroz. Nací y me crié en Pego, Valencia, donde se cultiva el arroz bomba de tanta fama en España”. Remitente: Carlos Sala Franquez, agricultor de Alicante. Destinatario: nada más y nada menos que el embajador de México en París. Fue una de las siete mil cartas que los exiliados republicanos, algunos desde campos de concentración, enviaron para solicitar asilo al Gobierno mexicano. En el Sinaio llegaron al puerto de Veracruz más de 1.500 españoles con maletas vacías y corazones llenos de miedo. Más tarde, el Winnipeg arribaría a los muelles de Valparaíso, Chile, con el mayor contingente de perseguidos republicanos jamás recibido.
Eterno retorno: España, Chile, Siria… “Alejarse, quedarse, volver, partir… porque la historia se repite; casi nadie recuerda la otra historia”. Así comienza Cartas de las golondrinas, obra presentada en el 6º Festival de Teatro de La Rendija (6-13 de septiembre, Mérida, México) que, cuidadosamente, recopila algunas de las miles de epístolas escritas por los exiliados españoles. Un mosaico conmovedor que Escena Miriñaque Teatro llevó a Mérida para recordar que hubo un tiempo en el que España abortaba a sus hijos y el México del general Lázaro Cárdenas los adoptaba.
Una época en la que los refugiados eran españoles, las súplicas eran españolas, y todo lo ibérico estaba marcado por el signo de la derrota. Hoy, en un acto de olvido cómodo, hipócrita y vergonzante, el lugar de los españoles lo ocupan “otros”. Un simple e indiferente “otros”. Es la crítica más clara que se puede sustraer de esas misivas, de esas Cartas de las golondrinas.
Sueños y penurias que evocan el sentir de Neruda tras conocer la muerte de su amigo Antonio Machado y las penosas condiciones en las que sobrevivían los republicanos: “Eran pescadores, campesinos, obreros, intelectuales. Una muestra de la fuerza, del heroísmo y del trabajo. Mi poesía en su lucha había logrado encontrarles patria. Y me sentí orgulloso”, escribió el Nobel chileno.
Texto, música e iluminación que, en palabras de Esther Aja, actriz que junto a Noelia Fernández dan vida a esas cartas, “ayudan a ponerse en la piel del otro, a ser más empático y a entender que el éxodo es algo que todos podemos vivir”. Bajo la dirección de Blanca del Barrio, estas dos intérpretes ofrecen una potente y emotiva recreación de la diáspora republicana. “La historia se repite. Todos hemos sido y seremos protagonistas de ese viaje circular”, sigue Noelia.
Las golondrinas alzaron su vuelo por primera vez en 2011, en Montevideo. Dos horas en las que también se incluyeron narraciones de la migración uruguaya tras el golpe de estado de junio del 73. “Historias que nunca acabarían”, asevera Noelia, quien celebró sus 40 años de vida sobre los escenarios de Mérida, Yucatán. Ahora, Blanca, Esther y Noelia, directora y actrices, desayunan en su hotel.
-Sorprende la cantidad de historias que logran abarcar…
-Blanca: Bueno, es lo que sucede cuando te esfuerzas en que el tema de una producción sea algo universal. Aun habiéndonos centrado en algo en particular, hubiéramos tenido que universalizarlo ya que la misión del teatro es siempre llegar al máximo número de personas. Además, en teatro siempre se trabaja de una forma muy impresionista, dando pinceladas, contando una parte pero no el todo. Estratificas y fragmentas.
-Y el tema del exilio, el éxodo, la migración… ¿Por qué?
-Blanca: Para poner de manifiesto que, desde hace cinco años o más, España y Europa se están vaciando, que nuestros hijos y nuestros intelectuales se están marchando. Y todo debido a una realidad innegable: la crisis económica. Decidimos contarlo y, al investigar sobre ello, emergió la evidencia de que la historia se repite. A principios de siglo, los españoles tuvimos que irnos, y hubo países maravillosos que nos acogieron sin preguntarnos el nombre ni los apellidos. Nos dieron un futuro. Ahora, desagradecidos, Europa acota el número de personas que acoge y los reparte como si no fueran seres humanos.
-Noelia: Precisamente, en la parte final, hacemos un guiño a esa Europa vedada, a esos mares llenos de muertos.
-¿Por qué Cartas de las golondrinas aquí, en México?
-Noelia: Éxodo, República, México… Necesitábamos contar esta historia aquí.
-Alguna huella habrá dejado la producción, ¿no?
-Noelia: Sí. Ves el drama de la inmigración de forma diferente. Sabes lo que hay detrás. Aparte, el proceso de creación fue muy bonito y emotivo. Yo, por ejemplo, le pregunté a mi abuela de 95 años por la travesía que emprendió mi abuelo en los años sesenta.
-Esther: Es triste pero, a veces, lo que hace una para no resultar afectada y seguir adelante es construir barreras. Tras esta producción, mi grado de empatía hacia el drama de la inmigración ha aumentado. En cualquier momento puedes ser tú quien tenga que partir.
-Noelia: La hija de Blanca está fuera, los amigos de Esther están fuera, mi marido igual…
-Cartas de las golondrinas es un eslabón que une el presente y el pasado a través de misivas amargas, familias desesperadas, amigos fusilados y amores rotos. “Y como toda buena carta, también tiene una posdata. O más bien una advertencia: el ser conscientes de que no somos ajenos a ese drama, que hubo otros antes que tuvieron que marcharse”, finaliza Blanca.
Una obra cuya belleza interpretativa y estética no resta drama al hecho de ser prisionero en tu propia tierra o ser rechazado en suelos extraños. La orfandad como patria.
Cartas de las golondrinas
–Escena Miriñaque Teatro
–Creación y dirección: Blanca del Barrio
–Intérpretes: Noelia Fernández y Esther Aja
–Escenografía: Juan Goitia
-Representada en el 6º Festival de Teatro de La Rendija (6-13 de septiembre, Mérida, Yucatán, México).