Delitos y cine: programación de la Filmoteca para la próxima quincena

Jorge Marco, Pablo Gracia y Julio Beltrán//

 Selección de la programación cinematográfica gratuita para la próxima quincena disponible en la Filmoteca de Zaragoza 
 Persona (Ingmar Bergman, 1966)

1966 es una fecha importante para el cine. Ingmar Bergman se libera de la razón, quiero decir, de la coherencia lógica de cada fotograma, y consigue dar forma a la condición humana en una obra maestra del cine: Persona. Así, por ejemplo en el prólogo aunque también a mitad -como si se rompiera el film- y al final de la película, asistimos a una sucesión rápida de planos que están muy lejos de buscar la claridad. Se ha dicho que los dos electrodos con luz que se juntan justo al principio y se separan justo al final del film parecen enmarcarlo como si fuera un acto único y privilegiado al que asiste el espectador. O también que el niño que aparece en el mortuorio es el artista que extiende su mano fascinado ante el misterio de los rostros humanos. Lo que es seguro es que Bergman busca la creatividad y la emoción directamente a través de la imagen.

Persona

Por otra parte, el argumento central es muy simple. Elisabet Vogler (Liv Ullman) es una actriz teatral de renombre que enmudece por decisión propia en mitad de una obra y es enviada a un psiquiátrico. Ante la negativa de hablar, la médica (Margaretha Krook) decide enviarla junto a la enfermera Alma (Bibi Andersson) a una casa de verano aislada a orillas del mar. Una vez allí la identidad humana se va desvelando hasta alcanzar las cotas más profundas de la angustia.

Elisabet Vogler renuncia a la palabra porque entiende que cada expresión es una mentira. Al fin y al cabo la propia palabra persona toma su origen del latín, donde significa la máscara con la que actuaban los actores en el teatro. Siente que es imposible existir realmente en un mundo sin propósito alguno y dominado por el horror, que viene expresado por las imágenes de un monje budista ardiendo que se muestran en la televisión o la fotografía del holocausto con soldados alemanes rodeando a niños y madres del gueto. En definitiva, ser algo en este mundo vale tan poco que es mejor adoptar el silencio.

En cambio, Alma lleva una vida mucho más orientada. Le gusta su trabajo, piensa tener hijos con su marido, y se sincera con Elisabet, aunque ella no le responda. Para ella tiene una gran importancia dedicarse tenazmente a una verdad en la que cree, de manera que significar algo para ti y para los demás sería encontrarle sentido a la vida.

Sin embargo, a lo largo del film ambas máscaras se resquebrajan y caen en un abismo en el que los límites se confunden. El individuo como una postura clara y delimitada ya no es tan evidente. Callar o hablar, el mundo o yo, negar o afirmar la vida, Elisabet Vogler o Alma, ambas se entremezclan en la misma persona. Por eso podríamos decir que todo el film es la extensión en el tiempo de la famosa fotografía en la que aparece el rostro compuesto mitad por Liv Ullman y mitad por Bibi Andersson, o la secuencia en la que ambas actrices se acarician el pelo y cruzan sus cuellos.

Por último, cabe destacar la referencia a la extraordinaria iluminación en blanco y negro realizada por el director de fotografía habitual de Bergman: Sven Nykvist. Lo haremos con una referencia concreta. Poco después de empezar el film, cuando Elisabet está en la habitación del psiquiátrico y Alma, antes de irse, enciende la radio y deja sonando el adagio del concierto para violín No.2 en E major, BWV 1042, de Bach. Su rostro queda en primer plano mientras la luz se desvanece poco a poco. Sven Nykvist se proclamó maestro de la luz durante esos segundos en las pupilas de Liv Ullman.

Huelga decir que no hay excusas para faltar a la proyección de Persona.

Lugar: Filmoteca de Zaragoza

Proyección: días 4 y 6 de abril, a las 20:15 y a las 18:00 horas, respectivamente

La hora del lobo (Ingmar Bergman, 1968)

La Hora del Lobo es, seguramente, una de las producciones más oscuras, delirantes y terroríficas del director sueco. Una de las primeras pertenecientes a su tercera etapa como director, aquella que quedó inaugurada con Persona y que dio rienda suelta al Bergman más existencialista, atrevido y creativamente fecundo.

Inspirada en la narrativa de E. T. A. Hoffmann y los escritos de F. W. Murnau pero constantemente marcada por el sello personal del director, La Hora del Lobo nos sitúa en la isla de Baltrum, donde viven Alma Borg y su marido, Johan, un atormentado pintor. Su hogar consiste en una humilde edificación rústica en la que desarrollan sus vidas sin demasiados lujos, únicamente con la compañía del otro. Ella es dulce, comprensiva y está profundamente enamorada de él. Johan, por otro lado, es frío, callado y sufre terribles alucinaciones a las que nos arrastrará en un terrible viaje hacia sí mismo.

En aquella isla habitan también personajes ampliamente más siniestros que el matrimonio protagonista. El barón Von Merkens, su mujer y su lúgubre séquito de amistades aparecerán constantemente, construyendo un onírico puente que el espectador cruzará sin ser consciente de ello, aquella endeble pasarela que separa la realidad de todo lo demás.

En este film, Bergman aborda aquellos temas y conflictos que considera que flotan sobre el alma humana y, especialmente, sobre el alma del artista. La megalomanía, el proceso creativo, la paranoia, la sexualidad en todas sus variantes, el descenso -o ascenso- a la locura, el horror y la distopía interna que se da en un autor creador. En definitiva, y como se relata a lo largo del metraje, se busca romper el espejo en el que todos nos observamos, destruir la imagen de uno mismo para así comprobar qué oscuros secretos y realidades reflejan las filosas astillas de vidrio.

Perspicazmente escrita y dirigida por  Ingmar Bergman  y magistralmente interpretada por Max von Sydow y Liv Ullmann, La Hora del Lobo no solo es una genial película, también es una lección indescifrable y una pregunta lanzada al vacío: ¿Será cierto que la gente que vive mucho tiempo junta termina por parecerse?

Lugar: Filmoteca de Zaragoza

Proyección: días 5 y 6 de abril, a las 18:00 y a las 20:00 horas, respectivamente

La Vergüenza (Ingmar Bergman, 1968)

¿Cómo afecta la guerra a dos personas corrientes? Jan y Eva Rosenberg son dos jóvenes músicos que viven en una pequeña y apacible isla. Su radio está rota, por lo que no les preocupa demasiado el mundo exterior. Parece que hay una guerra, pero suena lejana, no llegará hasta ellos. Al sol del mediodía comerán al aire libre mientras hablan sobre tener hijos. De lo poco que sabemos sobre ellos deducimos que la más fuerte de la relación es Eva, mujer con genio y de rápidas decisiones. Jan parece ser bastante más débil, llora con facilidad cuando la situación le sobrepasa, demostrando una sensibilidad típica de un artista. Nada volverá a ser como antes.

Bergman retrata en La vergüenza la crudeza de la guerra en la que no se sabe quién es el amigo y quién el enemigo. La brutalidad y la violencia se recrean en los disparos de la noche. El uso del blanco y negro nos recuerda a las peores imágenes que hemos visto en conflictos pasados, la suciedad y la propaganda más mentirosa aprisionan a la población civil, que siempre paga con su sangre lo peor del ser humano. Jan y Eva se ven obligados a sobrevivir en un mundo que ya no conocen, donde el afable conocido que antes les invitaba a cenar firma ahora sentencias de muerte. En lo que parecía ser una escuela ahora se interroga con torturas, y sobre el bosque que antes rodeaba la casa de la pareja protagonista se dan ahora batallas aéreas. La locura de la violencia obliga a tomar dos decisiones: o te adaptas o mueres. Jan comete un delito de sangre que lo capacita para sobrevivir, mientras que Eva parece convertirse en alguien frágil a punto de romperse. Los rumores acerca de un barco que ayuda a civiles a huir del país se convierten en la última esperanza de un matrimonio que se encuentra al borde de la extenuación.

El aclamado director sueco consigue con esta película trasladar la fealdad del ser al conjunto de la humanidad. Del dolor interno que suelen padecer los protagonistas de sus otras cintas pasamos a un mundo en el que la amenaza de muerte se convierte en el primer objetivo a superar. La guerra provoca pánico, desesperación y muerte, pero quizás lo peor es que reduce a las buenas personas a un instinto animal que no duda en acabar con otras vidas para seguir adelante con la suya. Jan pasa de tener un violín a una pistola; Eva tiene que vender su cuerpo al mejor postor. Si quieren sobrevivir juntos tendrán que superar su propia individualidad y seguir avanzando.

Lugar: Filmoteca de Zaragoza

Proyección: días 11 y 13 de abril, a las 18:00 y a las 20:00 horas, respectivamente

 

El Rito (Ingmar Bergman, 1969)

El Rito surge en 1969 como la primera experiencia de Ingmar Bergman para televisión. Desde el principio se sintió atraído por este medio, cuya iluminación le favorecía por la facilidad de los primeros planos, y al que también destinaría algunas de sus obras más conocidas como Secretos de un matrimonio (1973),  La Flauta mágica (1974) o la versión larga de Fanny y Alexander (1982). Cabe destacar que parte del genio de Bergman consiste en su adaptación al medio en el que trabaja, de forma que lo que ha hecho para televisión no es cine que se emite en televisión, sino largometrajes concebidos directamente para la pequeña pantalla.

Como resultado de la depuración formal del director llevada a cabo desde Como en un espejo (1961) nos encontramos con un argumento sencillo poblado solo por cuatro personajes. Un juez (Erik Hell) se encarga de interrogar a tres artistas de teatro acusados de obscenidad. La trama se divide en nueve escenas, en la primera de las cuales el juez interroga a los tres artistas a la vez, y en las siguientes por separado, dejando escenas entremedias donde aparecen solo los artistas en pareja. Los lugares de acción también son simples: los interrogatorios en la misma sala y lo demás en una habitación, en el bar, o en el camerino.

Así, esta austeridad impregna todo los aspectos del film, hasta el punto de que apenas se emplea otra técnica que la del primer plano. La espiral de agobio se va acrecentando conforme conocemos íntimamente a los personajes y sus relaciones. Para ello las herramientas principales son el diálogo y la interpretación teatral. Hans Winkelmann -Gunnar Björnstrand, impecable en su último gran papel con Bergman- es el líder del grupo, irradia seguridad e inteligencia, pero por dentro está cansado y ya no le importa gran cosa abandonarlo todo. Por su parte, su mujer Thea (Ingrid Thulin), parece que padece de epilepsia y mantiene relaciones con Sebastian -Anders Ek, recordado por su papel de payaso en Noche de circo (1953)-. Este último nos mostrará también varias facetas de su persona.  Lo que más destaca en este proceso de profundización es, por tanto, la ambigüedad de la que el mejor ejemplo es el juez, que nos mostrará incluso polos opuestos, desde la postura ofensiva en el interrogatorio hasta la debilidad más frágil. Cada frase del diálogo busca sondear el fondo íntimo de los personajes, representados como caracteres contradictorios, ambivalentes, cuya complejidad se nos revela paso a paso bajo la dirección maestra de Bergman. El resultado es que, al acabar la película,  el espectador siente que ha convivido realmente con todos ellos en un espacio cerrado, conociéndolos hasta el límite. Vemos por lo tanto que El Rito se trata, como Persona, de una obra de máscaras.

En definitiva, el film se siente como una opresión ascendente, con continuas referencias al calor asfixiante, hasta el paroxismo final donde los artistas interpretan su número en la sala de interrogatorios. Por tanto, aunque sea una de sus obras menores, guardará especial interés para los aficionados al cine de Bergman.

 Lugar: Filmoteca de Zaragoza

Proyección: días 11 y 12 de abril, a las 20:00 y a las 18:00 horas, respectivamente

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