El Edén: lugar para hedonistas y periodistas
Lucía Hernández//
La noche de Huesca es una parte fundamental del Congreso de Periodismo Digital. En el Edén, los congresistas y los universitarios tienen la oportunidad de conocerse, de bailar y de disfrutar sin la seriedad y los protocolos propios de un evento de gran reputación.
La jornada de ponencias del jueves había dado su fin. No obstante, los periodistas, estudiantes –sobre todo estos– y congresistas todavía no habían dicho su última palabra: quedaba el Edén. Cuando la noche se cernió sobre Huesca, los participantes del congreso cambiaron las grabadoras, los cuadernos y los ordenadores por gintonics, whiscolas y botellines de cerveza. No había duda: el icónico bar ya había embrujado a sus asistentes.
La fiesta transcurrió como era de esperar. Los universitarios hicieron de la pista de baile su campo de batalla y los profesionales aprovecharon la oscuridad para darse un respiro. Este año la sorpresa llegó en forma de concierto. Las partidas de futbolín, que tanta fama habían cosechado en el pasado, dejaron paso a un plato mejor: la Huesca News Band, que debutó entre un público entregado de antemano.
Formada por María Bosque (cantante), Ignacio Escolar (bajista), Javier Gallego (batería) y Pedro de Alzaga y Javier Cebollada (guitarristas), la banda nació gracias a la audición que en el congreso anterior habían celebrado Wyoming y los Insolventes. Tras el éxito de este recital, los organizadores pensaron que entre los periodistas había talento de sobra para ofrecer el suyo propio. Y vaya si lo había. La voz de Bosque, tan melosa como potente, enamoró a más de uno, mientras el ritmo que marcaba el director de Carne Cruda, baquetas en mano y luciendo unas patillas que ni Elvis, sostenía el de todo el grupo. Escolar exhibió, como en sus artículos, el estilo calmado y socarrón del guitarrista Noel Gallagher, que contrastó con la actitud desinhibida pero elegante adoptada por de Alzaga, quien, con su look de dandi y su destreza con la guitarra, disfrutó sobre el escenario e hizo disfrutar al resto. Por su parte, el fotógrafo Cebollada tocó las seis cuerdas con la misma habilidad con la que maneja el objetivo, haciendo gala de una versatilidad musical que corroboramos algunos cuando, fuera, entonó otros géneros y autores musicales: desde los Beatles, hasta la Pantoja.

El repertorio escogido por el grupo fue variado. Comenzaron echando mano de los clásicos con Los Ramones y su Blitzkrieg Bop, a la que añadieron una pequeña modificación en su estribillo para hacer un guiño al respetable. En vez de aludir a la guerra relámpago de la que hablaban los impulsores del punk, Bosque y su coro cantaban “The kids are losing their minds/ Huesca bop…” ante los aplausos y los gritos de sus incondicionales, que tenían hambre de más. Entonces Bosque anunció el siguiente tema, Hot and Cold de Katy Perry, dedicada a la juventud, y el bar entero se vino arriba. Por último, el temazo Be my baby compuesto por The Ronettes provocó que más de uno se acordara de alguna pretérita noche de ensueño, tan fantástica como la que estaba viviendo. Los espectadores se desgañitaron pidiendo un bis que nunca llegó. “No hemos preparado más canciones”, confesó la solista.

Las felicitaciones a los integrantes de la Huesca News Band proliferaban, al tiempo que el alcohol empezaba a surtir efecto. Y cuando eso sucede, los ligones toman el mando, porque ya se sabe: la noche es para los ladrones y para los lobos. Amazonas con la melena al viento y Paris dispuestos a conquistar a su Helena de Troya deambulaban intentando echar las redes a sus objetivos, de este congreso o de anteriores. Hubo de todo. Pese a que algunos fracasaron, varios terminaron dándose el lote cachalote. Desconocemos en qué quedaron muchas parejas, pero somos optimistas: lo que ha juntado el alcohol que no lo separe la resaca.
Sin embargo, el amor y la pasión no fueron los únicos ingredientes de la noche. Muchos jóvenes estudiantes explotamos la ocasión para acercarnos a nuestros ídolos en el estrecho callejón que da entrada al Edén. Aquí se juntan todo tipo de personajes: los que salen para echarse un piti, los que se agobian en el interior, los brasas de turno –protagonistas de conversaciones más profundas que las de los anuncios del Banco Sabadell- y, por supuesto, los cantautores amateurs, que inventaron cánticos tan originales como “Vandalismo, no apto en periodismo”. Pablo Escobar también se dejó caer. O, mejor dicho, sus expresiones y el tema de su cabecera. “Soy el fuego que arde tu piel, soy el agua que mata tu sed…” se escuchó en un tono más agudo de lo normal y un poco desafinado, aunque no exento de arrebato y frenesí. Una chica morena, como la de los rojos claveles, y un divertido muchacho se destaparon, respectivamente, como los perfectos imitadores de Judy Moncada y del rey del narcoterrorismo.
El amable segurata llamó la atención por escandalosos –“hay vecinos, recordad”– a quienes subieron la voz, mientras algunos temíamos por nuestra vida en la inestabilidad de los bancos situados a la puerta del bar.
Después de que nos dieran las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres, aproximadamente a las 4 de la mañana, muchos se retiraron al hotel y otros, valientes, decidieron deslizarse por la barra del Veintiuno. Sea como fuere, todos coincidieron: fue una gran noche. Aunque algunos, al día siguiente, no la recordaran.