‘La Transición sentimental’: revisiones literarias de la Historia

Teresa Auría//

El discurso histórico, el discurso de la memoria y el discurso de la ficción: tres lentes con las que mirar hacia la Transición española. Carlos Forcadell catedrático de Historia Contemporánea, Javier Fernández López militar, político socialista, profesor de Derecho Constitucional y escritor— y María Ángeles Naval profesora de Literatura Hispánica se reunieron el 8 de febrero en la librería Cálamo para presentar La Transición sentimental: literatura y cultura en España desde los años setenta. Con María Angulo profesora de Historia del Periodismo como moderadora, la conversación versó sobre la Transición española y las diferentes lecturas, tanto ficcionales como históricas, que se hacen hoy en día de aquella etapa política.

Este libro nació de un congreso con el mismo nombre organizado en 2015 en París por universidades españolas y francesas: Zaragoza y Cádiz, y Nanterre-Ouest y Paris Lumière, respectivamente. María Ángeles Naval y Zoraida Carandell recogieron lo que varios profesores de literatura e historia y escritores discutieron allí y, junto con algunos textos más, lo publicaron con la editorial Visor Libros y Prensas Universitarias de Zaragoza.

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De derecha a izquierda: María Ángeles Naval, María Angulo, Carlos Forcadell y Javier Fernández López. Fotografía de Álvaro Huerta

En su presentación el día 8, tuvo gran importancia el apellido que las editoras han puesto a la Transición: sentimental. En su primer capítulo, Naval y dos historiadores defienden opiniones dispares sobre la metodología que se aplica al estudio de la época; una muestra del escaso consenso social e historiográfico que existe sobre este tema. La historia de las emociones empapa estos análisis ya que muchos de los discursos que se elaboran sobre la Transición están sesgados por el sentimiento: el patriótico, el ideológico y el del propio recuerdo. Otros autores como Manuel Vázquez Montalbán han hablado de la historia reciente del país desde el punto de vista emocional. Por ello, María Angulo abrió el debate citando la introducción de su Crónica sentimental de España, un extracto del discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua de Antonio Machado: “¿Cuántos siglos durará el sentimiento de la patria? Y aun dentro de un mismo ambiente sentimental, ¡qué variedad de grados y de matices! Hay quien llora al paso de una bandera, quien se descubre con respeto, quien la mira pasar indiferente, quien siente hacia ella antipatía, aversión. Nada tan voluble y tan vario como el sentimiento”.

El paso del tiempo y un cambio en la sentimentalidad han modificado la forma en la que se habla de la Transición, que “se nos ha hecho vieja” según Javier Fernández López. “La Transición era una cosa muy viva de la que hablábamos y en la que estábamos interesados, se escribían libros… hasta que de repente vinieron unos jovenzanos y empezaron a dejar de hablar de la Transición. Nos pusieron encima de la mesa eso del Régimen del 78, cosa que a mí, personalmente, me desagrada y no deja de ser algo sentimental”, opinó. Naval explicó cómo son los autores que recientemente han revisitado la Transición: “la han puesto en primer plano sobre todo historiadores, filósofos, jóvenes que se consideran de alguna forma víctimas —y esta palabra la utilizo a conciencia— de este proceso, en cuanto consideran que están viviendo un presente que les ofrece pocas oportunidades, y tildan a la Transición de régimen”. Realizaron esta vuelta al pasado, según la editora, para estudiar qué hacer mejor en la crisis democrática actual.

Pero la diversidad de opiniones sobre la Transición no es un descubrimiento reciente. Carlos Forcadell consideró que el término “paradigma”, como consenso, no es adecuado por ser demasiado grande para hablar de un periodo histórico, y afirmó que los cambios que se producen son de interpretación.

Naval fue un paso más allá al sostener que nunca existió una versión oficial de la “inmaculada Transición”. Como muestra el segundo capítulo del libro, el poder en la época también tuvo su dosis de contestación: “Si te pones a leer novelas o a ver películas, el tema de las tumbas y el tema de la memoria están en documentales de los años 74 o 75. En la narrativa, que es desde donde yo puedo hablar con más legitimidad, la novela española posterior a la Transición no ha respetado ningún paradigma”, expuso.

Forcadell respondió, esta vez como historiador y también desde su propia memoria: “No es que se nos haya hecho vieja, es que todavía se sigue hablando como si fuera historia del tiempo reciente de algo que sucedió hace 40 años. Hace 40 años nosotros estábamos distanciados por 40 años de la Guerra Civil. Nunca se nos hubiera ocurrido decir que la Guerra Civil era historia del tiempo presente, era Historia”. “Una generación después, y yo lo sitúo a mediados de los 90, las interpretaciones cambian porque se puede. Porque ha pasado una generación y son los hijos de la Transición, que son los nietos de la Guerra Civil, los que cambian”, afirmó.

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Fotografía de Álvaro Huerta

La filóloga repasó las páginas de su libro para explicar con más detalle las tesis que expone. Opinó que utilizar la palabra “sentimental” junto a la Historia es provocativo, puesto que “está apuntando a determinados historiadores que hacen un pacto sentimental con sus fuentes, que no hacen un pacto de veracidad” y así, sentenció, se asemejan más a novelistas que a historiadores. Javier Fernández lo ejemplificó aludiendo a los críticos con el periodo: “La Transición hizo cosas mal, pero pretender hoy en día achacar los males del régimen político, del funcionamiento de los partidos, de la democracia, de la Unión Europea… a la Transición, creo que es un poquito excesivo y malévolo”, juzgó. Forcadell tomó entonces unas palabras de Javier Cercas para dividir a la gente en “Grandes Odiadores y Grandes Apologetas de la Transición”, en mitad de cuyo combate se encuentran los historiadores.

Finalmente, María Ángeles Naval terminó resumiendo algunos de los discursos literarios que se han realizado en los últimos años sobre esta etapa. “Se estudian literaturas disidentes, literaturas que revisan la Transición y se hacen eco de lo que podríamos calificar como políticas de la memoria”, explicó. En la primera década de los 2000 habían surgido autores como Isaac Rosa, Antonio Orejudo o Francisco Casavella, y a partir de 2011 aumentó la ola de escritores que recordaban su infancia o adolescencia durante la esos años. Algunos de los temas recurrentes eran los de la memoria o cómo se perpetuó la universidad del franquismo. La editora destacó a Belén Gopegui y Lidia Falcón —sobre la muerte de Salvador Puig Antich en Ejecución sumaria—. Comentó también que el tercer capítulo del libro trata el discurso feminista y queer, y que contiene al final dos relatos: uno sobre el cuerpo femenino en el cine de terror español y otro sobre un sádico en la familia de un militar franquista.

Los propios recuerdos del público, empapados de sentimientos, cerraron la presentación del libro que estudia sus expresiones literarias. Unos pidieron desmitificar esa “Transición modélica” pero no condenarla completamente. Otros, visibilizar algunos de sus episodios oscuros como el de la generación perdida a causa de la drogadicción en los años 80. En general, consideraron positivamente la reflexión crítica sobre una época de la historia de España que siempre ha generado opiniones polarizadas.

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Fotografía de Álvaro Huerta

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