Nizar Qabbani: el poeta de la Siria inmortal
Chaymaa Outnarit//
El poeta sirio Nizar Qabbani dejó un amplio legado poético que recoge distintas preocupaciones de la sociedad en la que vivía. Décadas después, la Siria que daba vida a los escritos de Qabbani ha resurgido con la revolución del pueblo.
Nacido en Siria en el seno de una familia burguesa, Nizar Qabbani (Damasco, 1923- Londres, 1998) fue un diplomático y poeta sirio. Al terminar sus estudios de Derecho –ámbito al que nunca se dedicó- ingresó en el cuerpo diplomático para representar a su país en lugares como El Cairo, Ankara, Pekín, Beirut o Madrid. España constituyó una auténtica fuente de inspiración para sus obras. En su trayectoria política, Qabbani destacó como alto cargo de la embajada siria de Londres.
Político y poeta. Sin duda, uno de los personajes contemporáneos que han dejado la huella más profunda en el verso árabe. Su viaje a Italia con veintiún años en 1939, le inspiró para concebir el que sería su primer poema: Me dijo la morena (Qalat li al-samra). Pese al éxito que tuvo esta publicación, no fue hasta 1966 que decidió valerse de la poesía para modernizar la figura del hombre árabe.
En los años cincuenta, Qabbani fue pionero del verso libre, una corriente que permitió la total renovación del poema árabe. Sin duda, el rasgo más destacable de la obra de este autor es que el encanto de su poesía nunca expira. Sus palabras construyen la letra recurrente y melódica de una canción, el mensaje culminante de una película o la introducción impecable de un discurso político. Sus poemarios patrióticos, recopilación de las décadas cincuenta y sesenta, vuelven a formar parte de la triste actualidad siria. Qabbani condenaba el sufrimiento que sus contemporáneos padecieron con la revolución democrática. Ahora, más de medio siglo después, la historia se repite con la revolución que en sus inicios fue denominada Primavera Árabe.
“[…] solía conocer las formas de las espigas de trigo,
la forma de la hogaza,
la forma de la rosa,
pero en estos duros tiempos
los arboles del bosque se han unido a la milicia.
y la rosa padece obtusas fatigas
en este tiempo de espigas armadas,
de pájaros armados,
de cultura armada
y de religión armada,
no puedes comprar una hogaza de pan
sin encontrar una pistola dentro,
no puedes coger una rosa en el campo
sin que te clave sus espinas en el rostro,
no puedes comprar un libro
sin que explote en tus manos.

Este fragmento pertenece al poema Lección de dibujo (1993). Se trata de una de sus obras que dio la vuelta al mundo. En ella rendía homenaje a las víctimas de la represión. La opresión de la sociedad que denunciaba Qabbani es fácilmente extrapolable a nuestro tiempo, en el cual el derecho a protestar de forma pacífica no siempre está garantizado. Cuando la Primavera Árabe no había hecho sino dar sus primeros pasos en Siria, ya se hablaba de más de 200 muertes y miles de detenidos y desaparecidos. Muchos de ellos recluidos en regímenes de incomunicación, en lugares secretos, donde fueron objeto de malos tratos y torturas. El pueblo sirio del presente está viviendo la incertidumbre que Nizar plasma en este poema. Su realidad está invadida por “pájaros armados, cultura armada y religión armada”.
En el inicio de su andadura, Qabbani se ocupaba exclusivamente de temas amorosos y sexuales. Era conocido como “el poeta de las mujeres”. Un poeta polémico. Rompió muchas veces con las reglas establecidas, pero sus escritos gustaban, gustan y probablemente gustarán durante siglos. En 1945 publicaba Juventud de seno; en los inicios de los años sesenta son reseñables por su belleza Amada mía (1961) y Dibujo con palabras (1966). Y tras ellos se produjo un cambio. Dejó de ser un escritor espectador para implicarse en los temas que preocupaban a la sociedad de la época. Era inevitable. Su mente dejó de desvestir con la mirada a una bella dama para pasar a sentir el profundo dolor de la herida. Este paso del amor a la guerra, le granjeó problemas, y enemigos que le tacharon de oportunista. Cierto es que pese al paso de los años, Qabbani nunca regresó a su tendencia romántica, sino que continuó abogando por la libertad y plasmando líneas con fuerte carga patriótica y dramática. Su metamorfosis temática no demostró oportunismo, sino compromiso con la sociedad y con la poesía. Supo adaptarse a la situación y al momento. Nizar hacía de la lírica su diario, en el que expresaba lo mejor y lo peor de sí mismo y de su entorno. No le importaban las críticas, de las cuales rara vez lograba escapar. ¿Acaso no es un poeta un espíritu libre? ¿No tiene un poeta derecho a exteriorizar lo que siente, lo que percibe?
Tras el estallido de la guerra civil libanesa (abril de 1975-octubre de 1978), Qabbani tuvo que abandonar Beirut, ciudad que se había convertido en su segundo hogar. Comenzó a deambular por las capitales del mundo. Sin rumbo fijo. Roto por el dolor, compuso Diario de una ciudad que se llamaba Beirut. En poemas como este, en los que relata su atormentada realidad, es donde el autor desnuda la pasión y aflicción que escondía en lo más profundo de su alma. Su trabajo Apuntes en el cuaderno de la derrota (1967) se publicó en la célebre revista de Beirut Al-Adab, como consecuencia de la derrota en la Guerra de los Seis Días. Este conflicto apagó la luz de esperanza que comenzaba a iluminar Siria y encendió una crisis. El descontento generalizado amargó las palabras dulces y románticas del poeta. En Apuntes en el cuaderno de la derrota elaboró una crítica belicosa a los árabes. Qabbani reflejó en esta obra su deseo de cambiar la sociedad con palabras. Sin embargo, no escogió el discurso adecuado para manifestar su enfado sin provocar la irritación de sus lectores. Se expresó de manera agresiva y ruda, dejando de lado la sutileza y elegancia que le caracterizaban.
Traducidas sus obras al español, se plasma el significado de forma fiel y acertada. No obstante, el conjunto pierde la fuerza que el árabe le otorga. Un árabe impecable pero a la vez coloquial y sencillo. Su estilo poético fue una novedad en el mundo árabe. Evitó tinglados gramaticales para acercarse al lector, dirigiéndose a él de manera directa y sincera.
“Pan, hachís y luna”
Se trata, sin duda, del poema que más controversia ha despertado en aquellos que siempre despreciaban el significado de la labor de Qabbani. Pan, hachís y luna refleja el panorama político y parlamentario que atravesó Siria durante los años cincuenta, que poco dista del que ahora escuchamos a los medios de comunicación hacer referencia. Como era de esperar, ciertos conservadores no entendieron el porqué de interrogantes como “¿y que ofrece el cielo a los débiles y perezosos, que se tornan muertos cuando vive la Luna?”, sobre todo, viniendo de un musulmán. El delegado del parlamento de entonces, Mustafa al Zarqa, se dirigió al Ministro de Exteriores Khaled al Azm con la intención de proponerle castigar al poeta por las atrevidas palabras que había publicado en Pan, Hachís y Luna. La negación del ministro fue rotunda, ofreciendo la siguiente justificación a los políticos allí presentes: “Quiero decirles abiertamente que en el ministerio de Asuntos Exteriores sirio hay dos Nizares: el funcionario y el poeta. El primero es bueno y demuestra que es de los mejores trabajadores de este ministerio. Al segundo, Dios lo ha hecho poeta y yo no tengo poder sobre él, ni sobre su poesía. Si decís que os ha agredido con su poema, podéis devolverle el ataque con un contra-poema”.
Pan, hachís y luna es un guiño poético, pura seducción semántica. Se asemeja a un panfleto político-social que invita a despojarse de las cadenas de la herencia, el Estado y los estereotipos. Sin embargo, la fe musulmana de Qabbani es indiscutible- pese a que muchos no lo acepten- puesto que durante toda su trayectoria hace referencia a Allah y a los principios del islam: “no ceso de aborrecer la guerra civil, creo sueños y digo que Dios juntará algún día las entrañas de mi cuerpo, que sienten nostalgia por Bagdad, […]”. Quizás, sus versos más osados y carnales son los que crean la incógnita en torno a sus creencias. Asimismo su personalidad y carácter, ha despertado las miradas acusadoras de los conservadores.
Entre los ochenta y los noventa -etapa madura y de reflexión del autor- roció su poesía con contenido autobiográfico. Inició un estilo en el cual incluir su esencia personal combinada con rasgos críticos y liricos. En 1998, fecha en la que el genio sirio fallece rodeado de sus seres queridos en Londres, Damasco llora incrédula su muerte. Pero la conmoción no solo sacude a los damascenos sino también a sus fieles seguidores árabes repartidos por todos los rincones del mundo. Todos ellos lloran la pérdida del poeta de las mujeres y del amor. El poeta más implicado con su patria. El poeta capaz de fusionar amor y patria en un mismo verso: “cuando te amo, las ciudades árabes saltan y hacen protestas contra las épocas de represión y las épocas de venganza contra las leyes de la tribu”. Un poeta inmortal.